VICENTE GUERRERO*
Es menester revisar nuestra Historia Americana, rebuscar en nuestra
memoria y no dejarnos influir por la nefasta división entre CIVILIZACION y
BARBARIE que tanto mal nos ha hecho...
De vez en cuando hay que hacer una pausa
contemplarse a sí mismo
sin la fricción cotidiana
examinar el pasado
rubro por rubro
etapa por etapa
baldosa por baldosa
y no llorarse las mentiras
sino contarse las verdades.
Mario Benedetti
Se fiel hasta la muerte
Apocalipsis 2.10
Al analizar los hechos
históricos para imbricarlos en los
procesos económicos, políticos sociales y culturales de nuestro tiempo, debemos ser lo más justo posible con la verdad. Es
una realidad la falta de una Historia Americana sin la deformación de quienes la
escribieron desde el pasado, que al
estar aún involucrados en los mismos hechos relatados, manipularon,
tergiversaron, deformaron o simplemente ignoraron muchos sucesos y sus actores.
Uno de los casos más evidentes de esta
afirmación lo realizó la llamada generación del 80 (1880) en la
Republica Argentina. Esta generación
para imponer un proyecto diseñado en todos sus aspectos (económico, político, cultural, poblacional,
etc.) utilizaron todos los medios a su alcance, desde el genocidio hasta la
deformación del pasado histórico en todo aquello que convenía al modelo que
debían imponer.
Bartolomé Mitre fue uno de los responsables de esta historia fabricada
que sirvió de base a la llamada Historia oficial. Una de sus tantas víctimas
fue la historia del PARGUAY, LOS TREINTA PUEBLOS DE LAS MISIONES JESUITICAS y el PUEBLO TUPI GUARANI.
Poco es lo que se conoce del pasado del PARAGUAY, existe sí una profusa
justificación del genocidio llevado a cabo en la Guerra de la Triple Alianza
(1865-1870). Un manto de olvido cubre la Historia de Las Misiones y la gigantesca obra que los sacerdotes
JESUITAS realizaron con el pueblo Tupi-guarani.
La Historia
Subyacía en la memoria de los Tupi-guarani lo que el pueblo incaico le
transmitiera al iniciar su colonización. Los incas dominaron a los pueblos de
su imperio por su capacidad para organizar y administrar más que por la fuerza
de las armas.
Cuando los españoles arriban al Paraguay, se encuentran con una
comunidad que no los recibe hostilmente, poseían una cierta organización, con una
concepción religiosa evidentemente monoteísta, creían en un Dios que regía el mundo, un Dios que era
bueno porque entendían que la maldad
estaba en el hombre. Los tupi-guarani vivían en comunidades, cultivaban
la tierra y las dividían en parcelas para su explotación individual.
Los principios morales de esta comunidad eran claros y aplicables: “no
seas ladrón, no seas perezoso, no seas
mentiroso “ ( los Incas decían “ ¡Ama
sua, ama lulla, ama quella!)
La obra misionera de los JESUITAS
se inicia para 1608 con la llegada de SIMMONE MAZETA y GIUSEPPE CATALDINO quienes observan el
desastre de las comunidades por la aplicación en la práctica de la
“encomienda”, en abierta violación a las Leyes de Indias yal principio
cristiano, con todas las formas de un
sistema francamente de explotación utilizando mano de obra esclava.
La inteligencia de los misioneros jesuítas fue haber comprendido el
valor de la cultura subyacente de ese
pueblo e iniciar la conquista de sus almas desde otra perspectiva, para ello se
insertaron en la comunidad para rescatar
sus valores, ya que sus objetivos eran la transmisión del Evangelio y no la conversión de los tupi-guarani al modelo de vida europeo
ni tampoco la explotación del individuo para ser utilizado por los intereses
económicos de la época, entre ello, fundamentalmente el de los colonizadores.
La tarea fue servir de reorganizadores y administradores de la
comunidad indígena, continuando con la labor inconclusa de los Incas. El
principio monoteísta se ajustaba perfectamente a la idea del DIOS de la religión
Judeo-Mosaica, solo quedaba en sus manos inculcar la imagen de JESUS como
SALVADOR y hacer comprender el poder
maléfico de SATANAS que los indígenas no cntendían. Tal es así que el primer
opúsculo editado en las imprentas de la comunidad jesuítica fue precisamente
sobre el poder de Satanás.
La organización económica respetó la milenaria estructura de la
tenencia y distribución de la tierra y su explotación en lo colectivo e
individual.
La producción se dividía en tres partes: La Familia, La Comunidad y la
Iglesia, esta última atendía el sustento de inválidos, huérfanos, ancianos y viudas, en
definitiva respetaron la estructura milenaria de las civilizaciones andinas.
Es posible que la imagen de los sacerdotes jesuitas haya hecho aflorar
el recuerdo de las denominaciones dadas al Inca: Sapay Inca (hijo único), Inti
Kori (hijo del Sol) y Huaka Koya (amigo de los pobres).
La organización política se estructuraba con un sistema de
participación integral, regida por un sacerdote (Pa’i), como poder religioso,
mientras el gobierno civil se constituía en
el Cabildo compuesto por los tupi-guarani más ancianos y los caciques.
Los grupos indígenas fueron divididos en treinta colonias principales
donde construyeron ciudadelas que entre otros fines les servían de defensa de
las incursiones de los esclavistas, encomenderos y portugueses. Estos últimos
iniciaron su expansión desde la líneas de demarcación que les legó el tratado
de Tordesillas en 1494, hasta donde pudieran llegar sus “banderas” llevadas por
sus aventureros, los “BANDEIRANTES”.
No hubo otra alternativa para la defensa de las comunidades que la
organización militar y desde el fondo de los recuerdos los jesuitas apelaron
a SAN IGNACIO DE LOYOLA, que como buen
militar los inspiro y con el mazo dando y a
DIOS rogando, con arcabuz, espada, lanzas y flechas pusieron fin a la
incursiones de esclavistas, bandeirantes y encomenderos.
Es en este punto de la historia cuando las Misiones Jesuíticas se
tornan molestas a sus vecinos de aquí como a los del otro lado de la mar
océano.
En el proyecto jesuita no
figuraba el constituir una nación, imperio o reino, fueron fieles defensores de
la colonia española y bastan solo los hechos para confirmar estas
aseveraciones. En 1717 intervinieron defendiendo la resolución de la
Corona Española y del Virreynato en la
revuelta de ANTEQUERA; se sublevaron en 1750 por la entrega de los territorios
orientales a Portugal y pese a ser derrotados en la batalla de CAPIBATE (1756)
logran que en 1761 el Virrey Ceballos anule el tratado.
La Corona Española y el Virreynato del Río de la Plata recibieron no
pocas quejas de la acción y la labor de las comunidades, algunas ciertas, otras
injustas, pero también muchas mentiras. Por ejemplo, una de las observaciones
fue la fabricación de pólvora y armas ( esta experiencia fue utilizada por Francisco Solano López en el Paraguay
independiente), otra fue la vertida por el Gobernador Lazaro Ribera en el
informe al Virrey “…hemos llegado al
extremo de que la lengua del pueblo conquistado sea la que domine..”. La lengua
oficial de las misiones era el Guarany y en sus imprentas se editaron obras,
diccionarios y gramática en este idioma.
Epílogo
La expulsión de la orden fue un hecho complejo, pero en definitiva fue
el freno impuesto a la expansión del Imperio Portugués y a las pretensiones Inglesas. La coalición
contra la Compañía de Jesús unió a la masonería (que recién se iniciaba),
libertinos y prelados de la Santa Sede, a los Jansenistas (seguidores de
Cornelio Janse, Obispo de Ipres, 1585-1638), a las órdenes rivales
(franciscanos, dominicos) y a los defensores del orden monárquico absolutista, etc. Le cupo al Marqués de
Pombal, amigo de Voltaire, poner en ejecución
la expulsión de la Orden y en España, Pedro Pablo Abarca de Bolea, Conde
de Aranda y gran maestre de la Logia , encarga a Francisco de Paula Bucarelli y
Ursua en 1761, en ese entonces Teniente General de los ejércitos reales y Comendador de Almedrejo en la orden de
Santiago, también miembro de la Logia
del Conde de Aranda, para hacer cumplir esta disposición. Los testimonios de
las atrocidades cometidas en los Treinta Pueblos de las Misiones Jesuíticas han
quedado en el recuerdo gracias a las acusaciones formuladas ante las Cortes
Españolas donde quedaron registradas.
La historia no termina aquí, las comunidades siguieron luchando, no
desaparecieron, el concepto de sociedad comunal aflora en el Paraguay de Gaspar
L. de Francia cuando en 1810 sienta las bases de la República iniciando una
concepción de real independencia política y económica.
El espíritu de los TREINTA PUEBLOS DE LAS MISIONES está presente en los
hombres que acompañaron a ANDRESITO GUIQUIRARO (Artiguinhas) ahijado de JOSE GERVASIO ARTIGAS. La lucha de
Andresito y sus consejeros sacerdotes en una gesta que la historia oficial
apenas cita, llevaron a cabo una lucha por la libertad y la independencia que los condujo a las mazmorras brasileñas
donde murieron.
El concepto de comunidad
LIBRE e INDEPENDIENTE acompañaron a FRANCISCO SOLANO LOPEZ hasta Cerro Corá, donde sus restos reposaron
hasta no hace mucho tiempo junto al Capitán de 14 años que dirigió la última
carga de caballería contra los tres ejércitos de la Alianza(ARGENTINA, BRASIL Y
URUGUAY). SOLANO LOPEZ fue sepultado en la selva, en una tumba sin
nombre y sin cruces junto al Capitán de 14 años (su hijo) como queriendo los vencedores, con este acto,
enterrar el espíritu de un pueblo por parte de los vencedores..
Al no comprender las bases sobre
las cuales se asientan los TREINTA PUEBLOS DE LAS MISIONES JESUITICAS no se
llegría a entender el Paraguay de GASDPARA L DE FRANCIA, SOLANO LOPEZ y la
gesta de CABALLERO, que continuó la resistencia desde la selva Paraguaya. La Guerra
de la Triple Alianza (1865-1870) fue un
esfuerzo colosal de tres naciones con apoyo Ingles,
para evitar la constitución de una nación económica y
políticamente independiente en el corazón de América del Sur. En esta guerra se
perpetro uno de los mayores genocidios en América, genocidio ignorado o apenas
citado en las obras de historia. La
población Paraguaya de l.300.000 habitantes se reduce a 200.000 la mayor parte
niños, mujeres y ancianos en un país destruido.
Es menester revisar nuestra Historia Americana, rebuscar en nuestra
memoria y no dejarnos influir por la nefasta división entre CIVILIZACION y
BARBARIE que tanto mal nos ha hecho.
Dr. VICENTE GUERRERO
EDITOR REVISTA MEDICA RAZETTI
CLINICA RAZETTI DE BARQUISIMETO
vgbernabey@gmail.com
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