viernes, 27 de septiembre de 2013

Gral. Francisco “libertad” Miranda en Coro


Eumenes Fuguet Borregales (*)

 
El más ilustre de nuestros paisanos, en su incansable búsqueda de la emancipación hispanoamericana, con el  apoyo recibido en Norteamérica zarpó de Nueva York  el 2 de febrero de 1806, en la corbeta Leander con doscientos expedicionarios, ninguno hablaba castellano, la mayoría no eran católicos. Transportaba gran cantidad de fusiles, pólvora, sables y una imprenta, donde imprimieron la proclama leída y colocada en Coro. Las actividades de Miranda eran espiadas por  el marqués  de Casa  Irujo, Ministro de España en Norteamérica; el capitán general en Venezuela Manuel Guevara Vasconcelos estaba al tanto de los preparativos. La expedición mirandina  Llega al puerto haitiano de Jacmel el 18 de febrero; izó la bandera tricolor en el palo mayor del Leander el 12 de marzo, le rinde honores con una salva de cañones, juramenta a sus expedicionarios y  adquiere las goletas Bee y Bachus. El juramento indicaba: “Juro ser fiel al libre pueblo de sur América independiente de España y servirle honesta y lealmente contra sus enemigos y opositores, observar y obedecer las órdenes del supremo gobierno de este país legalmente constituido y a las órdenes del general y oficiales superiores”.  El 28 de marzo levan anclas con destino Curazao adonde llegan el 11 de abril; continúan hacia las costas de Ocumare; los navíos españoles Argos y Celoso, capturan a las goletas el 27 de abril, los oficiales catalogados “los diez monstruos” son ahorcados en Puerto Cabello el 16 de julio, y los soldados enviados a las fortalezas de Cartagena. Miranda con mejor suerte y lanzando al mar material para aligerar la embarcación, pudo dirigirse a Bonaire, Barbados y Trinidad; en ésta isla consigue apoyo inglés de quinientos soldados en ocho navíos, que le permitieron salir de Puerto España el 15 de julio para incursionar sobre La Vela de Coro, cuyo fortín San Pedro con escasa defensa es asaltado el 3 de agosto y enarbolada la bandera en el torreón. A las cinco de la mañana del 4 de agosto ingresa a Coro; coloca la bandera en la iglesia hoy Catedral. La mayoría de los  habitantes habían huido a las montañas vecinas por disposición del comandante político militar Juan Manuel Salas, quien había solicitado refuerzos a Barquisimeto, Caracas y Maracaibo. Se ofrecieron 30.000 pesos por la cabeza del precursor. El fiel y eficiente secretario, el italiano Tomás Molini, colocó la proclama en la iglesia y edificios públicos. Miranda Fue alojado en la residencia del español Don Antonio Navarrete; aprovechando la corta permanencia en Puerto Cumarebo de monseñor Santiago Hernández Milanés, Obispo de Mérida y Maracaibo, diócesis que comprendía desde Paraguaná hasta el Alto Apure, el “precursor” le envía una atenta y respetuosa misiva; el prelado  contesta ratificando su fidelidad al monarca español. El Cabildo coriano tampoco respondió a la solicitud de acercamiento propuesta por Miranda. Ni la escasa población ni sus bienes sufrieron daños por parte de los expedicionarios; Miranda comprende que Coro no estaba preparado para la independencia; opta dirigirse a la Vela de Coro  el 10 de agosto y el 13 en dirección Aruba, Granada, Barbados y Trinidad donde vende el Leander y la imprenta, adquirida más adelante  por Fernando Peñalver a solicitud  del Libertador en septiembre de 1817, utilizada en junio de 1818  en el Correo del Orinoco. El 16 de noviembre Miranda se dirige a Londres vía Nueva York. A petición de Bolívar durante la comisión en Londres junto a Don Andrés Bello y el Dr. Luís López Méndez realizada en julio de 1810, Miranda llega a La Guaira el 10 de diciembre de ese año, fundando a los pocos días la Sociedad Patriótica, cuya bandera es similar a la presentada al Congreso el 7 de julio de 1811. En la tierra caquetía es denominado: “Libertador de Coro”, cuya bandera, permaneció izada durante ocho días, signo de un buen preludio de epopeya. Sin haber sido poco afortunado, no es por eso menos glorioso. El Libertador expresaría en Lima el 10 de julio de 1826 “Miranda es el hombre más ilustrado de los americanos”.
(*) Gral. de Bgda                                                                            eumenes7@gmail.com   
   

Historia y Tradición

lunes, 23 de septiembre de 2013

EL CUADRO DE RIBAS, ES DE UN RETRATO DE SU HIJO

Germán Fleitas Núñez de Cáceres*

                                                           






En el año de 1913 estaba el general Juan Vicente Gómez posando para un retrato que le pintaba el gran  artista Carlos Rivero Sanabria, cuando le fue recordado por  uno de sus inmediatos colaboradores  el doctor Urdaneta Maya: “General, el año que viene se cumplen cien años de la batalla de La Victoria y hay que hacerle un regalo a la ciudad”. El presidente después de pensarlo brevemente se dirigió al pintor y le dijo: “Rivero, pínteme un retrato del general Ribas”. Así se hizo. Los cuadros estuvieron a tiempo y entre los actos programados para celebrar el centenario, estuvo la entrega a la municipalidad de La Victoria del hermoso retrato. En algún momento que no hemos logrado establecer, el cuadro  pasó a la  recién creada Escuela Federal de Niñas “Cecilio Acosta”, en cuya dirección se encuentra desde entonces.           El retrato del general Gómez pasó a su hijo Juan Vicente Gómez Núñez, de éste a su nieto Juan Vicente Gómez García y de éste a su bisnieto Juan Vicente Gómez Mayorca, su actual propietario.
Hace algunos años visitábamos en su oficina del Museo del Transporte al ilustre Cronista de Caracas don Guillermo José Schael y tuvimos el honor de ser presentados  a una honorable dama entrada en años, quien al oír mencionar el nombre de La Victoria, me preguntó: “¿De dónde sacan ustedes que el general José Félix Ribas era trigueño, de pelo negro y de ojos negros fulgurantes”?  Antes de que terminara la pregunta le respondí: “Tenemos un retrato…” Entonces, sin que pudiera terminar de responderle me dijo: “Yo sé; el que pintó Rivero Sanabria para que el General Gómez se lo regalara a la ciudad y que ahora está en una escuela”. Sorprendidos de la magnífica y precisa información le preguntamos y nos dijo: “Ese cuadro es el mejor retrato que existe en La Victoria y tal vez la única obra de  un gran pintor, pero no es el general Ribas sino su hijo, el Capitán José Félix Valentín de la Concepción Ribas y Palacios, primohermano  del Libertador”.
Luego nos explicó: “Rivero Sanabria era muy amigo de mi familia, y en su infancia conoció al Capitán Ribas y Palacios, porque entre ellos existían nexos de parentesco; cuando recibió el encargo de hacer el cuadro, fue a mi casa en busca de un retrato del general Ribas que no fuera el dibujo que le hizo Carmelo Fernández Páez en París, de memoria, para ilustrar la Historia de Baralt y Díaz y quien el mismo día que dibujó al general le hizo al Libertador la efigie que aparece en el fuerte y en nuestras demás monedas. Quería hacer algo diferente. No teníamos retrato del general; en cambio de Josefelixcito (así lo llamaban en familia) si teníamos dos fotografías que le fueron entregadas a Rivero Sanabria y que creo que no devolvió. Él era un hombre enfermo que se fue quedando paralítico poco a poco y al final solo movía los brazos y las manos, justamente lo que necesitaba para alcanzar su gloria. Al poco tiempo de entregar ese cuadro murió. Creo que fue su última obra.
El general Ribas no era así; era blanco, pelo amarillo y de ojos azules. Con el tiempo su rostro se volvió tostado, fiero y cuarteado y sus cabellos se fueron haciendo castaños. Todos los autores que lo conocieron coinciden en esa descripción. Lo que pasa es que los pintores (que no lo conocieron) lo pintaron siguiendo los rasgos del arquetipo romántico que era El Libertador.  Era un hombre muy pulcro; fíjese que la mañana del día en que lo iban a fusilar lo primero que hizo fue afeitarse.
Josefelixcito si era como está en el cuadro, porque no se olvide que era “un Palacios”. Su madre lo tuvo vieja. Era muy bella. Era hermana de “Concha” Palacios la madre del Libertador. Fue capitán muy niño; la batalla de La Victoria fue el 12 de febrero, el 13 su primo El Libertador le dio el grado de capitán y el 14 (al día siguiente) cumplió 3 años. Fue capitán a sus dos años; el oficial más joven del mundo. Quienes mejor conocen al hijo del general son ustedes los victorianos y ahora más porque tienen ese cuadro bellísimo”. Desde ese lejano día (hace 25 años) ando rastreando esas dos fotografías sin mayor éxito, pero en el camino he conocido a personas bellísimas e interesantísimas. Cuando le pregunté a la distinguida señora por la fuente de sus informaciones me dijo: “Es mi familia. El general Ribas era mi tatarabuelo y Josefelixcito mi bisabuelo; tengo abuelos y tíos que eran de La Victoria y de El Consejo”.

 *Msc en historia de Venezuela, abogado y cronista de La Victoria.






Bandera venezolana

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Automóviles de los 40

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