.Eumenes Fuguet Borregales (*)
Destacado escritor
caraqueño, considerado el cuentista principal de estos tiempos; nacido el 25 de
febrero de 1873, hijo del general Luis María Urbaneja e Isabel Achelpohl de
origen alemán. Al culminar los estudios de bachillerato en el colegio Santa María del cual egresa en
1888, inicia en la Universidad Central de Venezuela la formación en Derecho; apasionado
por las letras, se retira para dedicarse junto a Pedro Emilio Coll y
Pedro César Dominici al periodismo con la fundación de la revista Cosmópolis, cuyo primer número apareció
el 1ro. de mayo de 1894, en ella escribe "Sobre Literatura Nacional" y "Más sobre Literatura Nacional",
donde señala los lineamientos del manifiesto sobre el Criollismo.
Muy
aficionado a los viajes al campo y su vinculación a la gente y al ambiente
rural, sus formas de vida, problemas, tradiciones y costumbres, aspectos que lo
inspiración escribir sus magníficas
obras, plasmadas en pequeños poemas en prosa, denominadas "acuarelas". "Un
pueblo que no posee la manera genuina de expresar sus sentimientos -escribe
Urbaneja- no tiene derecho alguno a
aspirar un puesto en la armonía universal.
Cuando los artistas de la época
expresaban: “ver París y morir es la
felicidad completa de un artista hispanoamericano", Urbaneja en cambio disfrutaba
la vida del campo, siempre identificado
con la naturaleza.
Recibe en 1896 el
primer premio del concurso de cuentos de la revista El Cojo ilustrado, por su
relato "Flor de Selva”, ese año
escribe “Botón Algodonero”. Tras el
fraude electoral que en 1897 perjudicó las aspiraciones presidenciales del
general José Manuel Hernández, “el Mocho”, se incorporó en 1898 al alzamiento
de los liberales nacionalistas contra el gobierno de Ignacio Andrade. En esta
oportunidad como combatiente, obtiene una visión de las crueles acciones
bélicas y las secuelas que ellas generan; observaba el valor y abnegación de
las mujeres combatientes denominadas “mapanares”.
Durante el gobierno de Cipriano Castro, ejerció en Valencia el cargo de fiscal
de instrucción pública durante el período 1900-1905, luego en Caracas, trabajó en la Secretaría de la Corte
Federal y de Casación desde 1905 hasta 1910, cuando trabaja junto a Alejandro
Fernández García en la revista “alma
venezolana”.
En 1916 obtuvo en Buenos Aires el primer premio en el Concurso
de Novelas Americanas con “en este país”,
convirtiéndose en el primer escritor venezolano en recibir un galardón
internacional. En 1922 apareció su
principal creación como cuentista:
Ovejón; el cual fue publicado por primera vez por José Rafael Pocaterra en
la "novela semanal". En 1927, publicó el novelín o novela corta; el tuerto Miguel.
Durante el régimen de Juan Vicente Gómez estuvo
alejado de la política, obtenía el pan nuestro de cada día para la
familia, administrando una vaquera; a la
muerte de éste fue nombrado Director de
la Escuela de Arte Escénico y de la Biblioteca Nacional en 1936. Aparece su segunda novela titulada La casa de las cuatro pencas editada en
1937. Este insigne paisano fallece en Caracas el 5 de septiembre de 1937 a los
sesenta y cuatro años; Doña Lola Pelayo
de Urbaneja, empezó a recopilar y publicar las obras en 1944 bajo el titulo El Criollismo en Venezuela.
Urbaneja
Achelpol mantuvo estrecha amistad con Rómulo Gallegos, José Rafael Pocaterra,
Jesús Semprúm y Rufino Blanco Fombona, entre otros. Es continuador de la obra de Manuel Vicente
Romerogarcía (1861- 1917), autor de la famosa obra “Peonía” publicada en 1890, fiel representante del criollismo en
nuestro país. Con el tiempo sus papeles fueron donados por su familia al Centro
de Estudios Literarios de la Universidad Central de Venezuela. En 1973 fueron
publicadas sus Obras completas caracterizadas por las formas naturalistas de la
ficción. De su extraordinaria producción tenemos: "En este País", "Ojo de Vaca", "De
Temporada", Alma y Huella", "Flor de Mayo. Desde su refugio de exilado en Point-Claire-
Canadá, nuestro escritor valenciano José Rafael Pocaterra (1889-1955), imagina
la escena del sepelio de Luis Manuel Urbaneja Achelpohl: “Le habrán ido a sacar de su casita en El Valle, allá oculta tras un
Jardín, bajo algunos árboles...Habrá trepado esta vez a hombros ajenos, las
escaleras que suben hasta la callecita urbana, con su tejadillos bajos y sus
fachadas al temple de la modestia ciudadana, callada, humilde, que fue la
existencia de un gran artista. Ya no volverá a descender más la cuesta, ya no
irá a pasarse sus tardes a la estrecha mesa, con los espejuelos caídos y las
cuartillas dispersas.
(*) Gral. de Bgda.
eumenes7@gmail.com
Historia y Tradición
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