sábado, 27 de abril de 2013

Momentos difíciles del Libertador


Eumenes Fuguet Borregales (*)
Durante su existencia dedicada en favor de la independencia de los pueblos de la América del Sur, nuestro Libertador, en algunas ocasiones se vio en la imperiosa necesidad de tratar de atentar contra su valiosa existencia antes que ser capturado o eliminado. Como un ser predestinado para cumplir una noble misión, en unas setenta acciones militares no recibió heridas graves. Bolívar, el 8 septiembre de 1825 se autodefinía: "El Hombre de las dificultades". Su amplia capacidad de asimilar los problemas le facilitó cumplir su juramento de Monte Sacro; superó traiciones, enfermedades, envidias, desconocimiento de su autoridad, hipocresía y todo tipo de adversidades. Pudo atravesar con un ejército semidesnudo el páramo de Pisba a más de 3.000 metros de altura, para vencer en Gámeza, Pantano de Vargas, y en la gloriosa batalla de Boyacá el 7 de agosto de 1819; después vendrían Carabobo, Pichincha, Junín y Ayacucho. 

Ocumare de la Costa: en la ejecución de la Expedición de los Cayos desembarcó en Ocumare de la Costa el 6 de julio de 1816; el  7 el coronel Carlos Soublette es enviado a los valles de Aragua, ante la aproximación del jefe realista Francisco Tomás Morales desde Valencia. El 14 en "Los Aguacates", es derrotado Soublette quien continúa  su marcha. El Libertador al darse cuenta de que las naves de Brión habían zarpado sin su autorización hacia Curazao en busca de víveres. Casi solo y ante la inminente presencia de Morales, estuvo a punto de suicidarse el  día 15, pero la pronta intervención del corsario francés Juan Bautista Bideau impidió la consumación de su funesta decisión; Bideau lo trasladó en la única nave disponible hacia Bonaire, y el 16 regresó a Ocumare y Choroní a buscar a sus compañeros, quienes habían iniciado su famosa "Retirada de los Seiscientos". 

Güiria:
A poco de llegar a Güiria (Sucre), el 22 de agosto de 1816, estalló el complot. Al grito de ¡Abajo Bolívar! ¡Vivan los generales Mariño y Bermúdez!, un grupo de soldados adeptos a los jefes orientales intentó agredirlo. El Libertador se abrió paso espada en mano a fin de evitar ser herido. Bermúdez se abalanzó sobre Bolívar y le tiró un sablazo que hubiera costado la vida del Libertador si no es por la intervención de dos testigos, el coronel Manuel Isava y el licenciado Gaspar Marcano, quienes contuvieron al furioso Bermúdez.
Al Libertador no le quedó más remedio sino embarcarse rumbo a Haití con el propósito de solicitar los auxilios de Alexandre Pétion para organizar una nueva expedición sobre Venezuela. Fue en estas gestiones cuando, al aproximarse a las costas de Haití, su goleta estuvo a punto de irse a pique durante tres días

 Costas de Haití:  Durante los días 23 al 25 de agosto de 1816 durante la travesía hacia Haití, el viento y la lluvia mantuvieron la embarcación a punto de zozobrar; a pesar de la emergencia la nave pudo desembarcar en Jacmel.

 Quiamare: al amanecer del 25 de marzo de 1817, el Libertador salió desde Barcelona hacia Angostura; el coronel Parejo, encargado de la vanguardia, al avistar la presencia enemiga pudo repeler la emboscada; varios oficiales resultaron heridos. Bolívar ileso llegó a Angostura el 8 de abril y estuvo presente en la liberación de Guayana.

 Casacoima: en plena campaña de Guayana, el 2 de julio de 1817, el Libertador remontó la orilla del Orinoco para esperar la flota de Brión. El 4 de julio, las fuerzas realistas desplazaron 6 naves para su captura o eliminación. Cerca de Barrancas, en el caño Casacoima, Bolívar y sus acompañantes tuvieron que lanzarse al caño y nadar para no ser alcanzados por las balas; el Libertador estuvo a punto de degollarse antes que caer prisionero.

Tercera Batalla de La Puerta: el 17 de marzo de 1818, el Libertador atacaba exitosamente las fuerzas de Morales, la llegada del general realista Morillo, en refuerzo de Morales, derrotó a Bolívar, quien en esa oportunidad estuvo a punto de morir, pero la intervención del comandante Valentín García evitó la desgracia; por esta valerosa acción, el Libertador lo denominó: "Valentín Valiente". 

Pativilca: El  7 de enero de 1824 en Pativilca, pueblo costero de Perú, estando enfermo lo visitó su entrañable amigo Joaquín Mosquera y al éste preguntarle qué pensaba hacer, Bolívar, sacando fuerzas de su alma, contestó: ¡TRIUNFAR!...y triunfó en Junín el 6 de agosto.

(*)  General de Brigada                                                                            churuguarero77@gmail.com

@eumenesfuguet
Historia y Tradición

miércoles, 24 de abril de 2013

LA PRIMERA OPERACIÓN EN EL NUEVO MUNDO


Dr. Roger Escalona*

Dra. Rebeca Dominguez**


El mayor hecho humano mundial llevado a cabo, históricamente, fue el conocido como el Descubrimiento de América, tal vez solo comparable con el viaje lunar realizad a mediados del siglo XX (1) De este primer evento solo conocemos determinadas situaciones que ventila la historia, sobre todo la oficial, que es la que los gobiernos de turno nos transmiten a su conveniencia. Es poco lo que se sabe sobre la cotidianidad de aquellos grupos que, con el objetivo de mejorar su forma de vida, se desarraigaron de su lar nativo para incursionar en áreas desconocidas. Dentro de esos aspectos, los de salud han sido poco considerados, a excepción de las planteadas por las sociedades de historia de la Medicina en el mundo. Se sabe que en los viajes de Colon estaba un médico de nombre Bernal, pero en cuanto a cirujanos, se cree que el primero arribó con Alonso de Ojeda(2).
Es de esperar que en todas las expediciones que se suscitaron en los nuevos territorios incluyeran, al menos, alguien con conocimientos rudimentarios que lograran resolver las situaciones de salud de los expedicionarios. Si bien es cierto que médicos y cirujanos se consideraban por separado, la necesidad, en ocasiones, obligaba a reunir los dos ámbitos, a lo que se sumaba los enfoques indígenas, con basamentos mágicos religiosos (1).
 No es que no se practicaran cirugías en la etapa prehispánica o precolombina, como se considera el segmento histórico hasta el descubrimiento. Nuestros habitantes primigenios practicaban una serie de procedimientos que se desenvolvían en el ámbito de lo mágico, pero que se podía considerar como actos quirúrgicos, como eran los masajes, soplos, succiones, botones de fuego sobre las lesiones que sufrían; actos llevados a cabo por el Piache. Distintas tribus realizaban distintos procedimientos, los sàlivas practicaban circuncisiones en ambos sexos; los guamos practicaban las sangrías en los niños para tratar sus enfermedades; se hacían perforaciones en la lengua para la cefaleas, heridas en la frente para tratar zonas dolorosas, drenajes de abscesos, tratamientos de los forúnculos con hojas de ají pajarito empapadas en sebo derretido, emponzoñamiento ofídico y arácnidos, y hasta amputaciones y reducciones de fracturas (3). Desde el punto de vista del registro histórico, Potenziani menciona los realizados por Colon al conseguir aborígenes circuncidados(4).
Tomando en cuenta este hecho, se podría decir que el título de este artículo sería, a todas luces, inadecuado, por lo que el enfoque debería orientarse hacia la primera operación registrada en el Nuevo Mundo, hecho que se dio en 1542, es decir, a cincuenta años de la llegada de los españoles, que bien visto, sería improbable que no hubiese alguien, en las huestes españoles, que realizará algún tipo de cirugía a los heridos en los enfrentamientos con los indígenas, desde el momento del arribo de los conquistadores. Este evento se llevó a cabo en el territorio de la Provincia de Venezuela, cedida a los Welser, casa comercial de Augsburgo, como concesión por el Emperador Carlos I de Alemania y V de España, contrato firmado el 27 de marzo de 1528, fecha registrada como la del nacimiento de la provincia, la cual abarcaba desde el Cabo de la Vela y el rio Yaro o de el hacha – hoy en la Guajira colombiana – hasta Maracapana, en el actual oriente venezolano, sin especificar los hitos geográficos hacia el interior de tierra firme(2,5). Ninguno de los términos del tratado fueron cumplidos por los Welser, puesto que todos sus representantes se dedicaron a la búsqueda de El Dorado, siendo Felipe de Hutten, el último Capitán General y Gobernador de los alemanes, quien había llegado a Santa Ana de Coro el 06 de febrero de 1535, acompañando a Jorge Spira (6,7). Fue el que recorrió mayor extensión y cuya expedición fue la más prolongada, 5.000 kms en 5 años (5).
Es en el marco de esta empresa que se efectúa el hecho a tratar, cuando Hutten y sus hombres llegan a los que describen como El Dorado, en el llamado Reino de los Omaguas u omeguas, lugar situado por los distintos autores en la zona del Caquetá y el Caguán.(7-9. ) Al hacer los cálculos con el astrolabio, regístrose como ubicado en el ecuador, a decir de Oviedo y Baños. Esta ubicación se considera que es parte de la provincia de Venezuela por la imprecisión de los límites tierra adentro, como ya se mencionó. En su cabalgadura, y al intentar tomar algunos indígenas como prisioneros para interrogarlos, uno de ellos lo hiere con una lanza en la región axilar derecha, siendo recogido por dos de sus hombres y trasladado a un caserío cercano en una hamaca, lo que tomó un día de camino (7,9) Al llegar es atendido por un soldado madrileño que – a decir de Oviedo y Baños - no tenía conocimientos sobre cirugía (9). Su nombre, Diego Montes de Oca, conocido como El Venerable, de gran consideración y de quien Herrera Luque lo cataloga como el más grande cirujano de la zona, lo que hace pensar que habría varios(6,9). Luego de restañar la herida con agua hirviendo, hace vestir a un indio esclavo con la saya de Hutten y, colocándolo en la cabalgadura del Capitán General, recrea la herida y procede a explorar las lesiones en el indio para comprender las lesiones y actuar en consecuencia (8,9). La víctima falleció, no así Hutten, quien se recuperó y continuo su expedición hasta regresar y enfrentar su sino con Juan de Carvajal, quien lo ejecuta.(3)
Como se ve, no solo se trataría de la primera operación registrada en la historia americana, también sería el inicio americano de la cirugía torácica y podríamos elucubrar sobre considerar este hecho histórico como los inicios de la Cirugía Experimental americana, puesto que El Venerable utilizó un modelo para la comprensión del trauma sufrido por Hutten que, para ellos, era animal.
Una vez más, podemos evidenciar como la historia y la medicina coincide en un mismo momento.

*Dr. Roger Escalona
Jefe del Departamento y Director del curso de postgrado en Cirugía General del Hospital General del Oeste “Dr. José Gregorio Hernández”, Caracas, e Individuo de Número de la Sociedad Venezolana de Historia de la Medicina en el sillón XVI

 **Dra. Rebeca Dominguez
Residente del postgrado de Cirugía General. HGO



Referencias
1) Escalona, R: La atención hospitalaria en la Caracas colonial. Rev Ven Cir
61(3) 2008  139-143.
2) Donis, M.A: Formación territorial del occidente venezolano Boletín de la
Academia Nacional de la Historia 2011 376(94) 9-110
3) Escalona R: Cirugía en la época de la Independencia. Conferencia dictada n el Hospital Domingo Luciano, 2010
4) Potenziani, J Historia de la circuncisión y su trascendencia en las diferentes culturas En Temas actuales en Urología 2006 Moore de Venezuela 299-285
5) Morón, G: Ciudades venezolanas fundadas para 1627 En: Historia de
Venezuela sexta edición Italgràfica 1974 103-106
6) Herrera L, F: Los vecinos de Coro En: La luna de Fausto Capítulo III
 Pomaire 1983 Caracas 126-145
7) Morón G: Los Belzares en Venezuela En: Historia de Venezuela 1974
sexta edición Italgràfica 1974 10-78
8) Herrera L, F: Los polvos de Oro En: La luna de Fausto Capítulo VI  Pomaire 1983 Caracas 268-279
9) Oviedo y Baños, J: Entra Felipe de Utre en Macatoa y con el favor de su
cacique descubre los omeguas. Queda herido en el primer encuentro y con
un modo extraño lo cura Diego de Montes. Historia de la conquista y
población de la provincia de Venezuela Libro tercero Capítulo I Biblioteca
Ayacucho Caracas 1992 pag 93 – 98


lunes, 22 de abril de 2013

Las Minas de Aroa del Libertador



Eumenes Fuguet Borregales
Gral. de Bgda

El 10 de diciembre de 1830 el Libertador encontrándose alojado en la Quinta San Pedro Alejandrino-Santa Marta, procedió en horas de la noche, dictar su voluntad testamentaria ante el escribano público José Catalino Noguera; en su aparte 4ª declara: "Que no poseo otros bienes más que las tierras y minas de Aroa, situadas en la provincia de Carabobo...". Estas minas de cobre se encuentran ubicadas en el valle de San Francisco de Cocorote, municipio Bolívar del estado Yaracuy, descubiertas en 1612 por el conquistador español Alonso Sánchez de Oviedo cuando era Alcalde Ordinario de Barquisimeto. El nombre Aroa proviene del río que pasa en el fértil valle productor de importantes cantidades de cacao, sacado de contrabando durante el proceso colonial por el río hacia la costa y llevado hacia Curazao. Cocorote en dialecto indígena significa "mala suerte"; en 1632 las minas de cobre eran explotadas en beneficio de la corona española. A partir de agosto de 1663 la monarquía las entrega al capitán Francisco Marín de Narváez por cuarenta mil pesos. 
Marín no pudo explotarlas y más bien las tenía abandonadas; esa posesión las recibe por herencia su hija Josefa Marín de Narváez, bisabuela del Libertador, casada en 1681 con Pedro de Ponte Andrade, quien a su vez las pasa a su hija Petronila Ponte Marín, abuela de Bolívar, casada con Juan de Bolívar Martínez Villegas, madre de Juan Vicente Bolívar y Ponte, casado con María de la Concepción Palacios; por sucesión las minas las recibe en calidad de mayorazgo su hijo Juan Vicente Bolívar Palacios, quien muere ahogado en julio de 1811, al zozobrar la embarcación San Felipe Neri, cerca de las Bermudas cuando regresaba de Norteamérica, luego de cumplir comisión ordenada por la Junta Suprema de Caracas, nacida el 19 de abril de 1810. 

De tal manera que las minas pasan ese año a su hermano Simón José Antonio de la Santísima Trinidad; a partir de esa fecha la extensión es conocida por la historia y tradición como "las minas del Libertador". Muchas correspondencias del "Padre de la Patria" se refieren a esas minas de Aroa. Gracias a las diligencias de María Antonia, le permitieron recibir dinero en 1824 por concepto de arrendamiento a una empresa inglesa, con lo cual pudo ayudar a sus familiares, amigos y soldados con necesidades económicas a consecuencia de la guerra, y disponer algún dinero en beneficio personal. Debido a la muerte de los dos administradores a causa de la fiebre amarilla, la visión del Libertador sobre esas tierras a partir de 1826, era arrendarlas o venderlas, por ser la única propiedad que le quedaba, luego de haber poseído una de las mas grandes fortunas de la época en Venezuela, que incluían casas en Caracas y extensiones de terreno e inmuebles en los fértiles valles de Aragua, Tuy y Barlovento. 

María Antonia, la hermana mayor no estaba de acuerdo con la venta de las minas, llegando en ocasiones a obstaculizar las diligencias realizadas por su hermano. En 1830 debido a la situación política reinante en el suelo nativo, el Libertador se vio impedido de ingresar para vender su propiedad; se encontraba sin recursos económicos para irse al exterior y atender su quebrantada salud. 

Fallecido el "Padre de la Patria" en Santa Marta el 17 de diciembre de 1830, María Antonia pudo vender las minas en 1832 a la empresa inglesa "The Bolívar Mining Association". Debido a la poca rentabilidad fue traspasada a diferentes empresas todas inglesas, explotadas por más de cien años. 

En 1877 se construye el primer tramo para ferrocarril en Venezuela, cubriendo la ruta Aroa- Tucacas, para embarcar el mineral hacia Europa. Es en Aroa donde se instala la primera planta de hielo en el país, y donde ocurre la primera protesta laboral por parte de los obreros encargados de la explotación del mineral. 

En 1957 fue adquirida por el Instituto Venezolano de Petroquímica, para utilizar componentes del cobre en la producción de ácido sulfúrico; a los pocos años de explotación cuando la rentabilidad de las minas de cobre era insuficiente, pasaron en 1972 bajo control y custodia de la gobernación del estado Yaracuy, con la misión de salvaguardar y recuperar las viejas instalaciones como Patrimonio Histórico Regional, dándole uso turístico e histórico, mediante la construcción y remodelación de áreas destinadas a los visitantes, deseosos de conocer esta instalación declarada el 19 de agosto de 1977 "Parque Nacional Minas de Aroa", con una extensión de nueve mil hectáreas, con cuatro museos, las antiguas instalaciones utilizadas en la explotación del mineral, la "Casa Blanca" propiedad de la familia Bolívar Palacios, pudiéndose observar el cementerio de los ingleses y el paisaje que ofrece el valle de Cocorote. 





sábado, 20 de abril de 2013

19 de abril de 1810, repercusión en la provincia venezolana y en el exterior

Eumenes Fuguet Borregales (*)
La campanilla del inicio de la sesión extraordinaria en el Ayuntamiento caraqueño   convocada a las ocho de la mañana  del jueves Santo 19 de abril de 1810, para tratar la crítica situación en España a raíz de la invasión francesa ocurrida en mayo de 1808, resonaría en todo el continente como un  eco de gloria y esperanzas; anticipó el carácter social que tomaría en lo sucesivo la lucha emancipadora. El protagonista de esa jornada fue el sacerdote Chileno José Cortés de Madariaga con su mano levantada detrás del capitán general Emparan, en el balcón del Cabildo caraqueño; el “NO” lo queremos, que indicaba Madariaga, fue secundado abajo por los asistentes en la Plaza Mayor. Las autoridades españolas depuestas salieron hacia Filadelfia, dando nacimiento al primer gobierno de los blancos caraqueños. El mismo día en horas del mediodía se supo la información en la población de El Hatillo, finalizando la tarde llega la feliz noticias a La Guaira. A Valencia y Puerto Cabello el día 21; en Margarita se supo el 4 de mayo, al día siguiente a Barinas, Trujillo y Mérida. La primera época de la “Gazeta de Caracas” transcurrió bajo la dirección española desde el 24 de octubre de 1808.
A partir de los acontecimientos del 19 de abril, se inicia la segunda época, con redactores de la talla de: Miguel José  Sanz, Roscio, Muñoz Tébar, Salinas, García de Sena, Zea, José Luis Ramos, los hermanos Paúl y del irlandés Guillermo Burke. La información con carácter oficial apareció el 27 de abril en el número 95 de la Gazeta de Caracas, semanario de cuatro páginas a dos columnas; en un cintillo colocó “Salus populi suprema lex est”, es decirEl bien del pueblo es la suprema ley”; Igualmente transcribió: “Cuando las sociedades adquieren la libertad civil que la constituye, es cuando la opinión pública recobra su imperio, y los periódicos que son el órgano de ella, adquieren la influencia que deben tener en lo interior y en los demás países, donde son unos mensajeros mudos, pero veraces y enérgicos, que dan y mantienen la correspondencia recíproca necesaria para auxiliarse unos pueblos con otros”.
En Barcelona y Cumaná se conocen los acontecimientos caraqueños el 27 de abril. Por cierto el cabildo de Cumaná expulsa al gobernador Eusebio Escudero a Filadelfia. El 6 de mayo los comisionados enviados a Coro y Maracaibo fueron apresados y enviados a Puerto Rico En Angostura llegó la novedad el 11 de mayo, apoyaron por pocos días la decisión caraqueña. Los comisionados corrieron igual destino que los enviados a Coro y Maracaibo. La Junta de Caracas que se había instalado el 24 de abril, dirigió  el 27 una proclama a los cabildos de las principales ciudades de la América española informando de los últimos acontecimientos, solicitar adhesión y exhortar a los pueblos de América, a seguir el ejemplo que Caracas dio.  A través de una embarcación procedente de norte América, en Buenos Aires se conoció la noticia el 25 de mayo; la Gazeta de Buenos Aires, amplía la información  el 10 de septiembre. El 4 de junio se conoce la información en Filadelfia a la llegada de la goleta “Fama”, donde iban los comisionados de la Junta  ante el gobierno de los EE.UU, Juan Vicente Bolívar, y Telésforo Orea.   
El impreso “The Aurore” de Filadelfia destaca: “los cálculos de Miranda sobre el espíritu revolucionario de Caracas fueron correctos”. El 22 de junio The Courier de Londres reseñó la información. Curazao que se encontraba ocupada por los ingleses, recibe la noticia el 22 de junio; pasando inmediatamente a Trinidad, Jamaica, Guadalupe Sant Thomas. De Curazao llega el reporte a Londres el 22 de junio; The Times de Londres  informa el 23 de junio que: “los habitantes de Caracas han proclamado su independencia”. En Francia se difunde el 1ro. de julio a través de las columnas de “Le Journal de Paris”, Le Journal de´ Empire” y de la Gazette de France”. El 2 de julio aparece la misma información en “Le moniteur de France”.
Bogotá a través de Barinas recibe la buena nueva el 20 de julio;  Santiago de Chile  es informada la misma fecha.  En Cádiz en “la Gazeta de la Regencia”, publicada el 8 de agosto, critica la actitud de los jóvenes caraqueños. A través de Cádiz llega la información a Montevideo el 13 de octubre. Bolívar desde San Cristóbal expresó  el 19 de abril de 1820: “El 19 de abril de 1810, nació Colombia, desde entonces contáis diez años de vida”.
(*) Gral. de Bgda.                                                                                      churuguarero77@gmail.com
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Historia y Tradición

viernes, 19 de abril de 2013

EL DÍA QUE TRANSFORMO A VENEZUELA


Por: Carlos Alarico Gómez
Los sucesos ocurridos el 19 de abril de 1810 en Caracas originaron una Junta de Gobierno que se autocalificó de “Defensora de los Derechos de Fernando VII”, descalificando de paso al capitán general Vicente de Emparan y Orbe de quien se decía que simpatizaba con las autoridades francesas que habían usurpado el trono español. Lo que ocurrió fue sin duda el primer golpe de Estado que sufrió el país. Nunca antes se había vivido una situación como esa. Para consolidarse en el poder la Junta buscó el respaldo de las provincias que integraban la Capitanía General, así como el de algunos gobiernos de países amigos. En lo primero logró el apoyo de siete provincias, pero sufrió el rechazo de Coro, Maracaibo y Guayana, que permanecieron fieles a las autoridades derrocadas. En lo segundo enviaron misiones diplomáticas a buscar el reconocimiento de Londres y Washington, con lo que buscaban evitar que España intentara alguna represalia militar. Esa previsión era lógica. La brusca remoción del capitán general se efectuó sin el consentimiento del Consejo de Regencia, el cual había sido instalado en Cádiz el 31 de enero de 1810, presidido por el general Francisco Xavier de Castaños, duque de Bailén, quien comenzó a gobernar desde la Isla de León en Cádiz. 

Los antecedentes del 19 de abril 

Lo ocurrido en Caracas tuvo su origen en los sucesos que se iniciaron en España desde que su territorio fue ocupado por un ejército francés integrado por cien mil hombres, bajo el mando del mariscal Joaquín Murat, el cual fue enviado por Napoleón Bonaparte, que para entonces era el dueño de Europa. Los franceses entraron en España como consecuencia del Tratado de Fontainebleau, firmado por el rey en 1807 y refrendado por Manuel Godoy, primer ministro del Reino, lo que no fue del agrado del pueblo español, que se amotinó en Aranjuez el 17 de marzo de 1808, con la participación de líderes provenientes de la alta nobleza y del sector radical del partido Liberal, quienes coincidieron en la protesta contra el Príncipe de la Paz, como era llamado el ministro Godoy. El Consejo de Castilla validó el acto y la gente comenzó a darle vivas a Fernando VII como nuevo monarca, provocando la prisión de Godoy y la abdicación de Carlos IV, lo que fue celebrado por el pueblo, que veía con desagrado el progresivo deterioro que sufría España bajo la pésima administración de Carlos IV (1788-1808) y su ministro Godoy, quienes condujeron a España a la pérdida de parte de sus territorios, al empobrecimiento de la población y, sobre todo, al desprestigio de la Casa Real.
La alegría duró muy poco. Fernando VII pasó a ser un títere del Emperador francés hasta el punto de que el 10 de abril de de 1808 recibió la orden de asistir a una reunión en Bayona, dejando encargado del trono a una Junta de Gobierno presidida por el infante don Antonio Pascual de Borbón y Wettin, hermano menor de Carlos IV. También asistieron a la reunión Carlos IV y su esposa, los infantes y el Príncipe de la Paz, quien fue sacado de la prisión donde se hallaba. El resultado estaba previamente señalado por Napoleón: Fernando le restituyó el trono a su padre y éste a su vez abdicó en favor de José, hermano del emperador francés, en tanto los infantes fueron obligados a renunciar a sus derechos de sucesión. A partir de ese momento Fernando VII permaneció detenido en Bayona, en el castillo de Valencay, Carlos IV fue enviado al exilio en Roma, la Junta de Gobierno fue disuelta y el mariscal Joaquín de Murat asumió el poder mientras se producía la llegada de José Bonaparte, el nuevo monarca.
Tales hechos provocaron un profundo malestar en el pueblo español, lo que se tradujo en protestas violentas que terminaron en la masacre de Madrid ordenada por  Murat el 2 de mayo de 1808, lo que dio inicio a una guerra que se extendió por Oviedo, Gerona y Zaragoza. A pesar del conflicto, el 25 de julio siguiente el Consejo de Castilla le tomó el juramento a José Bonaparte con el nombre de José I, rey de España. No obstante, la insurrección siguió. En Sevilla se designó una Junta Suprema destinada a gobernar el territorio español sin tomar en cuenta al rey José, pero se originó una verdadera anarquía con la creación de juntas paralelas en Asturias, Cataluña, Murcia y León, que no acataban los lineamientos emanados de Sevilla, optando cada una en representar el territorio en que le correspondía actuar. Las consecuencias fueron catastróficas para la causa de España y ante la hecatombe que se vivía convinieron en designar una Junta Central Suprema y Gubernativa del Reino, la cual presidió José Moñino y Redondo, conde de Floridablanca, quien tuvo la responsabilidad de custodiar la soberanía del reino, pero sin disolver las juntas provinciales. Esa Junta procedió a crear un Consejo de Gobierno y un Tribunal Supremo de España e Indias, con lo que se intentó evitar el caos, pero la guerra continuaba y los franceses se anotaban constantes victorias, por cuyo motivo los insurrectos se refugiaron en Cádiz. 

              Emparan y Orbe (1809-1810)    

Mientras esas cosas ocurrían, la Junta Central Suprema y Gubernativa del Reino procedió a designar capitán general de Venezuela al mariscal de campo Vicente de Emparan y Orbe en sustitución de Juan de Casas, quien estuvo en el cargo hasta mayo de 1809. La selección se efectuó debido al conocimiento que tenía Emparan del territorio venezolano, ya que había sido gobernador de Cumaná entre 1792 y 1804.
Al iniciar su gobierno Emparan pudo notar que la situación en Venezuela era de sumo desagrado, especialmente por la presencia del neogranadino Joaquín de Mosquera y Figueroa, que había sido enviado por la Corona desde 1805 para efectuar una auditoría en la Real Audiencia, actividad en la que determinó la responsabilidad administrativa de tres altos funcionarios que fueron destituidos. También ordenó la prisión de  Manuel Matos, Diego Melo e Ignacio Manrique el 27 de julio de 1808, a los que acusó de subvertir el orden público por haber expresado en alta voz que “... ha llegado el momento de que los americanos gocen de libertad. Es necesario ahorcar a todos los jefes y matar a los españoles…” (Briceño Iragorry: Casa León y su tiempo, 1954, p. 127). Tres meses más tarde fueron puestos en libertad, después de negar las afirmaciones de los testigos y de formular votos de fidelidad a Fernando VII. Estaba claro que la tranquilidad de la antigua Capitanía había comenzado a resquebrajarse.
La prisión de ese grupo coincidió con la noticia de que la Capitanía General estaba estudiando la posibilidad de establecer una junta similar a la de Sevilla (Blanco y Azpúrua: Documentos para la vida pública del Libertador, p. 170), para lo cual  había procedido a la designación de una Comisión encargada de preparar el proyecto, integrada por Isidoro López Méndez y Manuel de Echezuría, altos funcionarios del gobierno en Caracas. El documento fue presentado para su consideración el 29 de julio de 1808. La posición de todos era favorable, pero la llegada de una Comisión de la Junta Suprema procedente de Sevilla cambió la situación y se acordó prestarle obediencia a la misma, de acuerdo al fallo emitido por la Real Audiencia el 5 de agosto. 
Los mantuanos no quedaron conformes y así lo expresaron en la reunión conspirativa que efectuaron el 13 de noviembre de 1808 en la casa del intendente Juan Vicente de Arce, noticia que llegó rápidamente a conocimiento de Joaquín de Mosquera y Figueroa, quien inició una investigación destinada a informar los hechos a la Capitanía General y a la Real Audiencia. Una vez sopesados los elementos probatorios, ordenó la prisión en sus respectivos hogares del Marqués del Toro, del Marqués de Casa León y del Conde de San Javier. Así mismo, dispuso la prisión en cuarteles de José Félix Ribas, Nicolás Anzola, Vicente Tejera, Mariano Montilla, Francisco Navas, Juan Sojo y los hermanos Martín y Jose Tovar. Más grave aún fue el confinamiento de Pedro Palacios (Curiepe), Ignacio y Antonio Nicolás Briceño (Ocumare del Tuy), Francisco Paúl y José de Aristeguieta (Aragüita), Juan Nepomuceno Ribas (Guatire), José Uribe (Ocumare de la Costa), Isidoro Quintero, Domingo Galindo y Narciso Blanco (Puerto Cabello) Antonio Estévez (Tacarigua), Tomás Montilla (Baruta), Vicente Ibarra (Charallave) y Francisco de la Cámara (La Guaira). La decisión fue sumamente delicada y muy pronto traerá sus consecuencias. (Briceño Iragorry: Ibidem, p. 127).
Las personas arrestadas y confinadas fueron recuperando su libertad de manera progresiva, especialmente después de la partida de Mosquera y Figueroa en 1809 con destino a España, donde obtuvo una diputación a la Corte de Cádiz (1810) y la Presidencia del Consejo de Regencia, en cuyo cargo le correspondió sancionar la Constitución liberal de Cádiz. 

                                                               Andrés Bello

Como es de suponer, el encargado de redactar los documentos para emitir las órdenes pertinentes fue Andrés Bello, en su condición de segundo oficial de la Secretaría del capitán general. El joven funcionario no tuvo opción. Tenía que obedecer las instrucciones de su jefe, a pesar del sufrimiento moral que le causó escuchar la sentencia de los altos funcionarios, consciente como estaba de la gravedad de las órdenes de arresto y de confinamiento de los acusados, que eran personas de la mayor relevancia en la sociedad de la época. Este es uno de los elementos que usaron los enemigos de Bello contra él, a lo que hay que agregar el soneto que escribió cuando se enteró de la victoria del general Francisco Xavier de Castaños sobre las tropas francesas comandadas por el general Dupont (19 de julio de 1808) en Bailén, que tituló A la victoria de Bailén, en el cual expresa: “Rompe el león soberbio la cadena/con que atarle pensó la felonía,/y sacude con noble bizarría/sobre el robusto cuello la melena.//
Cualquiera que conozca lo acontecido en Madrid el 2 de mayo de 1808, no puede sino sentir la misma alegría que inspiró a Bello cuando escribió su soneto sobre  el triunfo de Bailén. Olvidan sus detractores que Venezuela tuvo tres siglos de vida común con España y que de ella se heredaron sus instituciones, su religión y su lengua.  

         El 19 de abril de 1810

En el mes de abril había un ambiente tan peligroso en Caracas que Vicente Basadre, intendente del Ejército y de la Real Hacienda, escribió en sus memorias que “el primero de abril habíamos escapado milagrosamente Emparan, su asesor, el subinspector de Artillería y yo, respecto a que tenían pensado asesinarnos aquella noche…” (Vaamonde: Diario de una rebelión., p. 69). Emparan actuó con toda diligencia y expulsó de Caracas a varios jóvenes militares que estaban complicados en el intento de magnicidio, enviando una relación al rey en la que le decía que “seis o siete días antes de la insurrección pretendí aprehender a don Tomás Montilla para expulsarle del distrito de la Capitanía General, por haber sido advertido que la noche anterior se había juntado en el cuartel de la Misericordia con tres hijos del teniente coronel Francisco Carabaño, con los hermanos Ayala, con Juan del Castillo y con Diego Jalón, oficiales del Cuerpo de Veteranos de la Reina…” (Vaamonde, Ibidem, p. 71).
La documentación revisada indica que había una conspiración en marcha para derrocar a Emparan con el fin de establecer una Junta al estilo de la que existía en España. La rebelión se vio reforzada con la noticia recibida de Madrid el 7 de abril, en la que se decía que la Junta Central había dejado de existir en enero y que en su lugar se había instalado un Consejo de Regencia. Como el ente que designó a Emparan fue la Junta, los insurrectos argumentaron que su autoridad había cesado, a lo que se sumaba que los franceses ocupaban casi todo el territorio ibérico, incluyendo la capital de reino. En ese estado de cosas, los miembros del Consejo de Regencia decidieron refugiarse en la isla de León, frente a Cádiz, hoy isla de San Fernando.
Pero en Venezuela la suerte estaba echada y el 19 de abril, durante la Semana Santa, los miembros del Cabildo llevaron adelante su plan conspirativo para desconocer la autoridad de Emparan obligándolo a dimitir, aduciendo que actuaban en nombre de Fernando VII y en desobediencia de José I. En consecuencia, se creó una Junta Suprema Defensora de los Derechos de Fernando VII, dirigida por José de Las Llamosas y Martín Tovar Ponte, la cual estableció organizaciones similares en las provincias de Cumaná, Margarita, Barinas, Barcelona, Trujillo y Mérida. Muy pronto se sabrían las verdaderas intenciones de los defensores del monarca español, pues el 11 de junio de ese mismo año convocaron comicios para elegir diputados de una nueva institución que se llamaría Congreso, la cual instalaron el 2 de marzo de 1811 en la casa del conde de San Javier. La convocatoria señalaba específicamente que era necesario “… convocaros para consultar vuestros votos, ya para que escogieseis inmediatamente las personas que por su probidad, luces y patriotismo os parecieran dignas de vuestra confianza… (Convocatoria a elecciones de Diputados, en la obra Documentos de la Suprema Junta de Caracas, pp. 150 ejusdem), pero las provincias de  Coro, Maracaibo y Guayana se mantuvieron fieles al Consejo de Regencia y no acataron la convocatoria.

        Bolívar 

La Junta Suprema inició su acción de gobierno desde el mismo instante en que tomaron el control  del Ayuntamiento de Caracas. Entre las primeras medidas se acordó buscar apoyo en Inglaterra, para lo cual designó una Misión integrada por Simón Bolívar y Luis López Méndez, quienes se dirigieron a la Junta para solicitar se nombrara a Andrés Bello como Secretario de la Comisión para cumplir cabalmente con el encargo que les había sido encomendado. La respuesta la recibieron el 4 de junio, con el siguiente mensaje: “La Suprema Junta, teniendo en consideración los motivos que VSS alegan en su oficio de ayer para pretender que las acompañe en la comisión Londres el Comisario de Guerra don Andrés Bello, Oficial Primero de la Secretaría de Relaciones Exteriores, ha condescendido con su instancia, y lo comunico a VSS para su inteligencia” (Grases, ibidem, p. 39). La selección de Bello estuvo sustentada en su demostrada capacidad, en su carácter disuasivo y en su dominio de la lengua inglesa.
La noticia del viaje de la comisión apareció publicada en la Gazeta de Caracas Nº 102 el viernes 8 de junio de 1810, con el siguiente texto: “… ha llegado (a La Guaira) con escala en Cumaná la Corveta de S.M.B. Gener. Wellington, y su Comandante Capit. George ha presentado a la Suprema Junta el siguiente pliego del Exc.mo Sr. Almirante Cochrane, Comandante en Gefe de las fuerzas navales británicas de Barlovento con copia inclusa de lo que contextó S. E. a la Junta Provincial de Cumaná cuando tuvo noticia de su instalación. Este buque saldrá de un momento a otro para cumplir en el amistoso destino con que lo embió S. E. de conducir pliegos o comisiones á Inglaterra, y en el deben ir los comisionados de este Gobierno cerca de S. M. B. que lo son los Sres. Don Simón de Bolívar Coronel Graduado de Milicias, Don Luis López Méndez Comisario Ordenador Graduado, y en calidad de agregado Don Andrés Bello Comisario de Guerra honorario y oficial de la Secretaría de Estado de la Suprema Junta”.  
Estos tres personajes debían lograr respaldo para el proyecto libertario que se había comenzado a perfilar desde que se inició la crisis española en 1808. Los comisionados salieron optimistas y contentos hacia Londres a bordo de la corbeta Wellington y el 10 de julio desembarcaron en Portsmouth, tomando de inmediato una carreta que los condujo a Londres. Los primeros días de permanencia fueron muy bien recibidos por Francisco de Miranda en su casa de Grafton Streeet, en la que vivía con su esposa Sarah Andrews y con sus hijos Francisco y Leandro. Mientras estuvo residenciado allí, Bello recibió varias cartas de Juan Germán Roscio, pero quizá la más significativa fue la del 24 de septiembre, en la que le dice que “Supimos que ustedes habían llegado el 10 de julio. Por Curazao han ido dos correspondencias mías. Es muy importante la de Santa Fe y Buenos Aires, nuestros imitadores; y es necesario que toda la América siga el mismo partido, si no quiere ser presa de la Francia, o de otra nueva tiranía gaditana. Tenga usted muy en cuenta lo que contestó la Junta Central… los españoles, abandonados de sus autoridades a favor del gobierno francés,  se rescataron y reconquistaron por sí mimos; por consiguiente, quedaron libres e independientes de todos los lazos políticos que los ataban a su anterior sistema…”. (Roscio: Carta a Bello del 24 de septiembre de 1810, en Escritos Representativos, 1971, p. 41). La actitud de Inglaterra no era cónsona con las aspiraciones de los venezolanos,  debidoa a que la situación en Europa se había complicado como consecuencia de la ocupación francesa en casi todo el territorio del viejo continente, lo que hacía obvio que su próximo objetivo sería atacar el territorio inglés. Por lo tanto, el Foreign Office, para entonces dirigido por el diplomático Richard Wellesley, estaba trabajando intensamente en el establecimiento de una alianza con España y, como consecuencia, no podían darle sustento político a una Junta que no tenía apoyo del Consejo de Regencia establecido en Cádiz. 

                                                                         Miranda

Las oportunas intervenciones de Miranda permitieron abrir las puertas de los poderosos en el gobierno británico y gracias a ello fue posible lograr un apoyo parcial que se concretó en la calificación de beligerantes que le dio el gobierno de Jorge III a la Junta Suprema, a través del primer ministro William Pitt, además de la seguridad de que suscribirían acuerdos comerciales. Los ingleses estaban conscientes de que los venezolanos podían tratar de acercarse a Francia en su intento de separarse de España, deseo que habían dejado entrever con bastante sutileza durante el ciclo de reuniones efectuadas. Al lograr este acuerdo, Bolívar regresó a Venezuela, no sin antes obtener la promesa de Miranda de que se incorporaría a la lucha por la libertad que ya había comenzado. Bello y López Méndez permanecieron en la casa de Miranda en Londres con el propósito de ampliar los logros alcanzados.
Miranda partió para Venezuela en octubre de ese año, mientras Bello y López Méndez establecían relación de amistad con el peruano José María Blanco White, director del periódico El Español; y con Lord Henry Holland, líder del partido Whig de corte liberal. Bello fue contratado como periodista por Blanco White, lo que aprovechó para pregonar la separación de Venezuela de España. A su regreso a Venezuela en diciembre de 1810 Miranda logró imponer su liderazgo en la Sociedad Patriótica, ganó un curul de diputado al Congreso por El Pao (1811) y asumió la jefatura del ejército venezolano (1812), pero el jefe realista Domingo de Monteverde logró vencerlo y lo envió prisionero a La Carraca, donde murió el 14 de julio de 1816.
Bolívar asume el liderazgo

Después de la pérdida de la Primera República, Bolívar salió al exilio incorporándose al ejército de la Nueva Granada. Muy pronto regresaría a dirigir la Guerra de Independencia y después de muchas dificultades logró vencer al general Miguel de La Torre en el Campo de Carabobo el 24 de junio de 1821 y fundó a Colombia en honor a Colón, con los antiguos territorios de Venezuela, Nueva Granada y Quito. El 19 de abril de 1810 había tardado once años en dar sus resultados.

FUENTES CONSULTADAS:
Blanco, J. F./ y Azpúrua, R.: Documentos para la vida pública del Libertador de Colombia, Perú y Bolivia. Caracas (1983, 2da. edic.): Edic. Presid. de la Rep. 
Biceño Iragorry, Mario. Casa León y su tiempo. Madrid (1954): Ediciones Edime.
DOCUMENTOS DE LA SUPREMA JUNTA DE CARACAS (1810). Caracas (1980): Cantv.
Garrido Rovira, Juan. La Revolución de 1810. Caracas (1996): Editorial Torino.
GAZETA DE CARACAS (1808-1810). Caracas (MCMLX): Academia Nacional de la Historia.
Grases, Pedro: Estudios sobre Andrés Bello. Barcelona, España (1981, tomos I y II): Edit. Seix Barral.
Roscio, Juan Germán (1810). Carta a Bello en Escritos Representativos. Caracas: Edic. Presidencia de la Rep., 1971, p. 41.
Vaamonde, Gustavo Adolfo. Diario de una rebelión. Caracas (2008): Fundación Empresas Polar.

Bandera venezolana

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Automóviles de los 40

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