Pese a la perfección conque la naturaleza hace todas las cosas, parece que habernos dotado de ojos que miran siempre hacia afuera, nos condiciona a ver solo la superficie de las cosas. Perdemos con enorme facilidad la comprensión o conocimiento de lo que en ellas va, ellas encierran, significan y llevan. Así ha pasado entre muchas cosas y hechos, con las fiestas tradicionales llamadas navideñas, tiempo de navidad, Pascua de Navidad o tiempos pascuales simplemente.
Para empezar, pocos caen en cuenta que la palabra "Navidad" es una contracción de otra de contenido muy claro y preciso: "Natividad", que quiere decir nacimiento. Para el mundo cristiano en todo el orbe , estas Fiestas Pascuales de Navidad serían pues las fiestas que conmemoran y celebran la natividad o nacimiento del Señor. Lo que festejamos pues es el nacimiento de Jesús de Nazareth, el llamado Cristo (ungido) y Mesías (salvador). Nacimiento tan importante que marcó para muchos dos momentos de la historia, el tiempo Antes de Cristo y los tiempos Después de Cristo. Pocos acontecimientos han sido tan trascendentales. Y no podía ser de otra forma, cuando según lo que enseña tradicionalmente la Religión Cristiana, gracias al misterio del nacimiento, muerte y resurrección de Cristo, se liquida para siempre una ruptura inicial del género humano con la Divinidad. El sacrificio y la sangre derramada por Cristo en la cruz devuelven al hombre la posibilidad de la reconciliación con el Creador y le dan un puesto en la vida eterna.
La navidad considerada desde un punto de vista psicológico, es también la renovación anual de un símbolo: el del niño. Él es potencialmente uno y todos los hombres; como una semilla en cuyo seno está no solo toda la energía del árbol, sino de la naturaleza entera. En él como símbolo, va toda la fuerza de la vida, la fuerza de la creación, renovación, realización y trascendencia plena en la esencia de la naturaleza que porta cada individuo. - El niño es también como símbolo esperanza, renovación, proyección y perspectiva de futuro.- Es una fiesta que nos devuelve la fe; que pese a todos los errores y fracasos, en el niño como símbolo, vemos la posibilidad de renovación y perfección; sabemos por una intuición casi visceral, que mientras las fuerzas de la vida estén actuando, el mundo y la humanidad evolucionan hacia algo mejor. Hay que creerlo para apoyarlo con toda nuestra inteligencia y voluntad. Las fiestas de navidad, son pues un rito familiar, tradicional y cultural, en el cual el hombre se reconecta anualmente con un símbolo universal y cuanto él significa: la potencialidad creadora, renovadora y transformadora de las fuerzas de la vida. Esas que sin ir mas lejos, son sencillamente expresión directa de Dios.
El niño es también símbolo de la maternidad, la paternidad y la familia. Que como fruto del amor trae al hijo. Es símbolo de la presencia de lo divino en la sociedad humana; base también para el sentimiento fraterno del cual deriva la paz. No una ausencia de guerra, sino presencia de armonía entre los hombres y de ellos con el universo. Con lo "visible y lo invisible". Psicológicamente es sin duda la Navidad un símbolo universal central y de extraordinaria fuerza. Conectarse con él sintiéndolo, es renovar en sí la misma vida.
Por otra parte, históricamente considerada, la Navidad es un hecho en el cual se resumen varias vertientes de las culturas que definen nuestra civilización occidental. Y no podía ser de otra manera. En el inconsciente del hombre las fuerzas presentes, buscan aflorar a la conciencia, usando los elementos a mano que su esquema cultural, su sistema de creencias, le ofrecen. El pueblo hebreo esperaba un Mesías, que los hebreos disidentes que inicialmente fueron los cristianos, no dudaron era la persona de Jesús de Nazareth, y por lo tanto no había que esperarlo mas, sino de ahí en adelante seguirlo. Los griegos y todo el mundo influido por su filosofía y pensamiento, evolucionaron también hacia la búsqueda de un "Dios desconocido", uno que intuían y no sabían como ubicar en sus panteones. Los germanos adoraban el árbol, otros símbolo universal de enorme importancia, porque un árbol lleva cada quien adentro y sin saberlo. Estamos construidos sobre él. Entre esos árboles había uno considerado mágico, que era el roble; y otro el Tannen, una variedad de pino que es la usada para celebrar la navidad. Los pinos que mantienen igual su verdor todo el año, son símbolo de esperanza, porque bajo las nieves del invierno, cuando todo se seca, todo se recoge, los animales invernan y parece que sobre la tierra reina la noche y se ha retirado la vida, él recuerda que la vida subsiste, es mas fuerte que la muerte, va mas allá.
Al norte del Danubio los germanos adoraban pues al pino, y en la noche mas larga del año, el 21 de diciembre, cuando de ahí en adelante la luz sería mas larga semana tras semana, ese día hacían las fiestas que celebraba la vuelta de ella, la vuelta del sol. Era para ellos la fiesta del solsticio de invierno. Un día también de esperanza, porque tres meses después reverdecerían los campos, asomarían yemas y capullos, luego abrirían las flores en el esplendor del equinoccio de primavera, sería tiempo de siembra, luego de cosecha y frutos. El sol daría alimento y con él se aseguraba la vida.
Religiones del oriente que adoraban al sol, como deidad suprema, y entre muchos el culto del dios Mitra, a el cual estaban cercanos muchos militares romanos, celebraban justamente el 24 de diciembre la fiesta del solsticio de invierno.
Este entrecruzamiento de valores culturales, germanos, griegos, romanos y entonces también con los de una secta neo-judaica llamados cristianos, se dio lugar a un fenómeno de "sincretismo", y se acordó reunir todos los símbolos en uno: el nacimiento de Cristo, redentor del mundo.
Hoy todo ese contenido maravilloso espiritual se ve olvidado, como ocultado por un furor de hacer regalos -las mas de las veces por obligación y no por expresión de un sentimiento genuino- y de expresar una alegría ruidosa que no apunta a la vivencia íntima del símbolo implícito en las fiestas de navidad. Los tradicionales villancicos llamados entre nosotros aguinaldos, son reemplazados, van siendo barridos por otras canciones que no apuntan al encuentro de la intimidad. El contenido tradicional cristiano se seculariza y se habla de "Fiestas de Estación" y así se dice "Seasons Greetings" (saludos de estación) en las conocidas tarjetas navideñas. Se pierde pues por la influencia comercial de ventas, el encuentro del hombre con algo que va muy dentro del símbolo que representa la Navidad. A decir verdad habría otras aberraciones más a que referirnos, incrustadas como "parásitos" en la fiesta de navidad, pero no tienen espacio en este escrito. Tal por ejemplo la deformada figura de Papá Noel, originalmente una leyenda con raíces ciertas en la historia: San Nicolás de Bari.
Ante la imposibilidad del rescate de lo genuino y de lo auténtico, lo que realmente nutre el alma y corazón del hombre, nos preguntamos si habrá de esperar otro "sincretismo" -que no tengo por cierto a la vista- que en medio de esta maraña de movimientos casi compulsivos y "epilépticos" nos permita una nueva integración de las cosas, para que como el bello árbol navideño y el niño en el pesebre de Belén a sus pies, siga siendo expresión y testimonio de vida, por mas larga que sea esta noche de invierno.
Dr. Adolfo Aristeguieta Gramcko
* Médico psiquiatra y homeópata. Traductor de varios libros de homeopatía del idioma alemán. Embajador de Venezuela en Alemania en el periodo presidencial del doctor Luis Herrera Campins. Estudioso de temas humanísticos.
Publicado en el Boletín Informativo, de la Dirección de Sanidad de las Fuerzas Armadas. (VOL7, Nº4, pp 6 (1996).
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