Gerónimo Alberto Yerena Cabrera
Introducción
La historia
y la crónica es una disciplina que exige mucha dedicación y sacrificio, sobre
todo, en la revisión de la bibliografía sobre un determinado tema; no pocas
veces encontramos diferencias y
confusiones en fechas, personajes y sucesos. Esto es lo que ocurrió con los terremotos
del año 1641 y 1766 en la ciudad de Caracas. No sólo en numerosas publicaciones
en la red y artículos en periódicos sino
en textos de eminentes cronistas que han caído en este error y ha sido la causa
de estas confusiones. La intención del presente trabajo es aclarar los sucesos
de premonición de los terremotos en ambas fechas y la ubicación del personaje Saturnino.
Terremoto del
día de San Bernabé, 11 de junio de 1641.
Esta
premonición fue la primera y más importante ocurrida en Caracas. Quizás luego
de la publicación en el siglo antepasado del cronista Don Arístides Rojas (1), donde
confunde lo sucedido ese año de 1641 y la premonición de Saturnino, con el terremoto
de 1766. Don Arístides ubica a Saturnino
erróneamente en el suceso ocurrido en 1766, aunque relata los hechos en forma
muy amena; esto produjo que otros cronistas
de renombre como Don Lucas Manzano (2) incurriera en lo mismo, y desde allí en
muchas publicaciones sobre los terremotos se repitiera el error.
Entre otros
autores, Enrique Bernardo Núñez (3) sí señala
la fecha correcta del terremoto de San Bernabé, así como también la
historiadora Ermila Troconis, quien
relata el suceso del popular Saturnino en la fecha correcta (4).
Los hechos (5):
Vivía
en Caracas, en aquella época, un loco pacífico y locuaz llamado Saturnino, a
quien nadie ofendía por su carácter humilde y benévolo.
Desde
muchos días antes del de San Bernabé, Saturnino recitaba por todas las calles
el siguiente estribillo:
Qué
triste está la ciudad
Perdida
ya de su fe,
Pero
destruida será
El
día de San Bernabé.
Y
ya en la víspera del 21 de octubre decía:
Téngolo
ya de decir,
Yo
no sé lo que será,
Mañana
es San Bernabé,
Quien
viviere lo verá.
Y
echándose a cuestas una pesada piedra, subió la colina del Calvario, diciendo a
cuantos encontraba que al raso iba a pasar la noche,
porque
al día siguiente Caracas debía bailar como un trompo.
Rióse
la población tanto de la profecía como del profeta, al cual debía después
solicitar e interrogar.
Serían
las cuatro y veinte minutos de la mañana de 21 de octubre de 1766, cuando la
población de Caracas despierta aterrorizada
al súbito
estremecimiento
que hace bambolear los edificios de la capital.
Al
acto lánzanse los habitantes a la calle, y los gritos de -"Misericordia
Señor"- se escuchan por todas partes. Nadie sabe qué hacer ni a donde ir,
y todo inspira temor por largo tiempo, cuando al despertar la aurora se sabe
que ningún edificio notable había caído, aunque casi amenazaban ruina sobre
todos los templos. Dilatada fue el área de este sacudimiento que causó estragos
en la región oriental de
Venezuela...
Al
amanecer del 21, el loco Saturnino estaba ya en Caracas sano y salvo, después
de haber pasado la noche al pie de un árbol en la colina del Calvario. Jamás
este pobre se vio tan rodeado de la muchedumbre y hasta de la gente de
criterio, que quería saber del loco lo que éste ignoraba y había dicho
inconscientemente. Pero Saturnino se limitó a contestar, a cuantos curiosos le
interrogaban, con una frase:
-¿No
se lo dije yo, que algo grande iba a suceder?
Obraba
así, como si fuera el hombre más cuerdo.
Terremoto del día de Santa Ursula, 21 de octubre de
1766.
Este
terremoto ocurrió a las 4.30 am. Fue de proporciones tremendas. Los movimientos
sísmicos continuaron por una hora. Cayeron al suelo más de la cuarta parte de
las casas de Caracas y algunos templos. Pero no hubo muertos (7).
Existen dos versiones muy parecidas en
cuanto a la premonición de este
terremoto.
La primera versión (8).
Refiere
que en la tarde de ese día , al ir a cerrar el sacerdote la puerta de la ermita
de Nuestra Señora de las Mercedes, se le acercó una anciana y le imploró que hiciera trasladar la imagen de la Virgen
en procesión para la Catedral, porque esa noche iba a ocurrir un terremoto.
Se
negaba el sacerdote a darle crédito y desde luego a complacer esa petición;
cuando le argumentaba al respecto, la viejita se esfumó ante sus ojos en un instante, sin dejar rastro. Muy
impresionado relató lo ocurrido a sus superiores, quienes se resistían a creerlo.
Insistió y rogó tanto que al fin se efectuó la procesión para la Catedral. Allí
durante toda la noche se estuvo velando la imagen.
A
las 4.20 minutos de la madrugada ocurrió el terremoto, a pesar de los grandes
estragos que causó, no había perecido
ningún habitante. El Ayuntamiento de la época considero este hecho como un
milagro y designó como abogada de los terremotos a la Virgen de las Mercedes.
La segunda versión
Relata Arístides Rojas (9) lo
siguiente:
En
los días que precedieron al gran temblor de Caracas del 21 de octubre de 1766,
el padre Bello había escrito al Obispo, quien a la sazón hacía la visita pastoral
de los valles de Aragua, que ordenase la traída de la Virgen de las Mercedes a
la Catedral, pues abrigaba presentimientos de que algo debía suceder para el
día de Santa Úrsula. Si el venerable anciano expuso al prelado las razones de sus
presentimientos, es cosa que ignoramos, mas es lo cierto que el Obispo ordenó
la visita de la Virgen de las Mercedes a la Catedral, donde fue recibida por
grande concurrencia, como protectora de la ciudad, sin que nadie sospechara el
objeto de aquella disposición...
Así
que el presentimiento del padre Bello se cumplió, el desarrollo siguiente fue
igual a la de la primera versión. Independientemente de cuál de las dos
versiones haya sido la verdadera, lo que sí es cierto es que se predijo el
terremoto.
yerena.geronimo@gmail.com
Referencias
bibliográficas
1.- Arístides
Rojas. Crónica de Caracas. La abogada de los terremotos. Fundarte. Alcaldía de
Caracas. Caracas, 1994p 38-39.
2.- Lucas
Manzano. Caracas de mil y pico. La Pastora del Padre Olegario. Editorial
Cultura. Caracas.1946. p 144-145.
3.-Enrique
Bernardo Núñez. La ciudad de los techos rojos. Monte Avila Editores. 1988. P 141.
4.-Ermila
Troconis. Caracas. Grijalbo. 1993. p 77.
6.- Arístides
Rojas. Crónica de Caracas. La abogada de los terremotos. Fundarte. Alcaldía de
Caracas. Caracas, 1994p -39.
7.-Padre
Ernesto Otaduy. Iglesia de la antigua Caracas. Imprenta Municipal de
Caracas.1974. p 103.
8.- Graciela
Schael Martínez, Estampas Caraqueñas. Concejo Municipal del Diatrito Federal.1975.
p 236.
9.- Arístides
Rojas. Crónica de Caracas. La abogada de los terremotos. Fundarte. Alcaldía de
Caracas. Caracas, 1994p 38-39
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