La colonización
inició el uso de los esclavos especialmente los negros, en las diferentes áreas
de la economía minera, agrícola y ganadera, como también en la servidumbre de las familias de los
criollos, encargadas de la cocina, limpieza de la residencia, de la crianza
y primera educación de los niños que
iban a constituir la clase dirigente; los negros esclavos recibían el apellido
de los amos que demostraban su capacidad económica según la cantidad de
esclavos que tenían. Las negras portaban los domingos los cojines con que se
arrodillaban las damas en la misa; los negros esperaban en la Plaza Mayor. La
sociedad estaba jerarquizada; en primer orden las autoridades civiles y eclesiásticas,
seguido de los blancos terratenientes, después los pardos, luego los indios
encomendados y sometidos y por último el negro en esclavitud. Doña María de la
Concepción Palacios, al dar a luz el 24
de julio de 1783, a Simón, su cuarto
hijo, por lo delicada de salud, no pudo amamantarlo, actividad realizada
durante los cinco primeros meses por una vecina llamada Inés Mancebo, nacida en
Santiago de Cuba, esposa de Fernando Miyares, oriundo de la misma ciudad,
Gobernador de Barinas, fundador de San Fernando de Apure y capitán general de
la provincia de Venezuela. Inés había dado a luz a Úrsula, futura esposa del
general realista Ramón Correa. De la servidumbre de la familia Bolívar
Palacios, dos de ellas, Hipólita y Matea de ascendencia del Congo, dejaron
honda huella en el Libertador desde su niñez hasta sus últimos días: HIPOLITA. Nacida en San Mateo en 1763, costó trescientos pesos,
casada con Mateo también de la servidumbre de la familia Bolívar de la hacienda
Santo Domingo de Macaire en Caucagua; una vez que dio a luz en San Mateo a
Dionisio, fue llevada a Caracas para completar la lactancia del niño Simón;
utilizaban pañales traídos de Holanda, Bolívar la consideraba su segunda madre.
En correspondencia dirigida desde Cuzco el 10 de julio de 1825 a su hermana
María Antonia le dice:…Te mando una
carta de mi madre Hipólita, para que le des todo lo que ella quiere, para que
hagas por ella como si fuera tu madre, su leche ha alimentado mi vida”. Al
regresar a Caracas triunfante en 1827, después de la Campaña del Perú, entre la
gente que estaba en las calles saludando y dándole vítores, se encontraba
Hipólita; Bolívar al verla desmontó y emocionado fue a abrazarla. Dionisio, con el grado de sargento participó
en la batalla de Carabobo. El Libertador había dado la libertad a sus esclavos
en 1821. Hipólita fallece en Caracas el 25 de
junio de 1835, sus restos fueron
enterrados en el panteón de la Santísima Trinidad en la Catedral de Caracas,
propiedad de la familia Bolívar el 31 de julio de 1975. MATEA. Nacida en el hato El Totumo propiedad de la familia Bolívar
ubicado en San Juan de Tiznados-Guárico
el 21 de septiembre de 1773, a los doce años es llevada a Caracas para
encargarse como aya del niño Simón. Al morir Doña María de la Concepción, Matea
se traslada a la residencia de María Antonia, casada con Pablo Clemente Francia
Palacios. El joven Bolívar se casa en Madrid en 1802 con María Teresa Rodríguez
del Toro, al regresar a Caracas se radica durante poco tiempo en casa de su hermana
María Antonia, siendo atendidos por Matea, quien los acompañará a la hacienda
de San Mateo hasta la prematura muerte de María Teresa a causa de fiebre amarilla el 22 de enero de
1803. Estará Matea en San Mateo con María Antonia el 25 de marzo de 1814,
cuando Boves rodeaba el sector para
avanzar sobre la parte alta defendida por el capitán Antonio Ricaurte, quien
heroicamente se inmolo. La crisis vivida
a causa de la guerra, obliga a María Antonia, a Juana y Matea trasladarse a
Curazao, atendidas en una residencia conocida como “El Octagón”; de allí se
dirigen a La Habana, para regresar a Venezuela en 1823; Matea atendía al Libertador cada vez que se movilizaba hacia Caracas. A
la muerte de María Antonia, Matea se muda para la casa de Valentina, hija de
María Antonia. La negra sufrió mucho al conocer la muerte del Libertador; tuvo
la honra de ser llevada de manos del presidente Antonio Guzmán Blanco el 28 de
octubre de 1876, a los actos realizados en el Panteón Nacional en ocasión de
colocar los restos del Padre de la Patria, ella colocaría una ofrenda floral.
Durante sus últimos días, pidió que le colocaran en su cuarto un retrato de
Bolívar; fallece el 29 de marzo de 1886 a los ciento doce años. Sus restos
fueron colocados en el Panteón de la familia Bolívar en la Catedral de Caracas
el 31 de julio de 1975.
Historia
y Tradición
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