David R. Chacón Rodríguez
Etimología:
El término
biblioteca proviene del griego biblion - libro y thekes -caja, lo cual puede
traducirse como el lugar donde se guardan los libros.
Antecedentes:
Las primeras
tentativas para fundar una biblioteca en Venezuela se debe a Francisco Javier
Ustáriz quién en su afán de mejorar la instrucción, propone la creación de una
pequeña biblioteca con las obras que recomienda y además ofrece sus servicios
para recolectarlas. Esta idea se ve ampliada en una hoja impresa, que según el
erudito profesor Pedro Grases se publicó entre 1810 y 1811. Lleva por título:
Pensamiento sobre una biblioteca pública en Caracas, firmada por el eminente
jurista Juan Germán Roscio. En ella se señalaba que:
Si la ilustración general es uno de
los polos de nuestra regeneración civil parece superfluo demostrar la utilidad
de semejante establecimiento; todos la conocen; todos la desean; y por
consiguiente debe esperarse que todos contribuyan a fomentar un proyecto tan
laudable y necesario.
En este
concepto, parece que podría llevarse a cabo el plan siguiente:
El Pueblo de Caracas ha
demostrado ya suficientemente que está pronto a sacrificar su vida, su
comodidad, y sus bienes para promover y sostener todo cuanto pueda contribuir a
consolidar la resolución que tomó el 19 de abril; todos deben instruirse para
servir a la patria con la utilidad que desean, y ella merece; y por consiguiente
no debe esperarse que rehúsen una suscripción, los que miren el establecimiento
de la biblioteca como el único medio de propagar la ilustración.
El cálculo más compatible con
la pronta realización del provecto, y la facilidad de la contribución ha
parecido ser el de 50 pesos por una vez para la instalación de la biblioteca, y
una suscripción permanente de 10 pesos anuales, para su entretenimiento y el de
un bibliotecario moderadamente gratificado. Los que suscriban por las
expresadas cantidades en libros o en dinero compondrán el cuerpo de accionistas
bibliográficos; sin que por esto se rehuse ni deje de apreciarse el donativo
patriótico que en cualquiera cantidad ofrezcan los demás ciudadanos, como que
con él, o sin él, tendrán todos derecho a gozar los beneficios del
establecimiento. Aquellos sujetos que estén en el caso de poder dar un impulso
más rápido al proyecto, y extendiesen su donativo hasta 500 pesos en libros o
en dinero, se llamarán Patronos del establecimiento; compondrán la. Junta de
Gobierno, Economía y Administración, y tendrán derecho de elegir los empleados
en la biblioteca. Los accionistas bibliográficos y los patronos tendrán derecho
a concurrir a la lectura de los papeles públicos de Europa, que se tendrán en
pieza distante de la biblioteca, para que la conversación no interrumpa la
lectura.
Todos los ciudadanos, sin
distinción de clases, tendrán derecho de concurrir a leer a la biblioteca,
diariamente desde las 8 de la mañana hasta las 2 de la tarde, excepto los
domingos, días festivos y jueves. Nadie será admitido con capa, y a todos se
suministrará tintero, pluma y papel, para extractos, o apuntes. El que propone
el pensamiento ofrece contribuir a él con cerca de 1000 volúmenes que posee de
obras selectas de ciencias y literatura, en los idiomas más usuales de la
Europa. Los que quieran suscribirse de cualquier modo lo harán al respaldo de
este prospecto, enviándolo a la Secretaria de Estado.
Apruébase.
ROSCIO[1].
Lamentablemente
la guerra hizo que se postergara su ejecución. Otro intento lo realiza El
Libertador en 1814, cuando ordena a su Secretario de Hacienda, Antonio Muñoz
Tébar, la formación de una biblioteca pública con los libros retenidos por el
Comisario de la Inquisición, Miguel de Castro y Marrón. El encargo de
recolectar las obras se le asignó al Doctor Carlos Arvelo.
Establecimiento:
El
primer decreto de Creación de la Biblioteca Nacional de Venezuela data del 13
de julio de 1833 y se debe fundamentalmente a los Doctores Andrés Narvarte,
Antonio Leocadio Guzmán y Diego Bautista Urbaneja.
Sus
primeros fondos procedían de las bibliotecas de los conventos extinguidos y
después se enriqueció gracias a las donaciones recibidas de algunas
intelectuales Liceo y las compras hechas por el mismo gobierno. Al final del
expediente se inserta el listado de las diversas obras que se requerían por su
importancia. Muchos de estos libros fueron comprados en el exterior, y otros en
el país, vendidos por particulares, entre los cuales figuran los del Señor
Antonio Leocadio Guzmán, José María de Rojas, Claudio Viana, Valentín Espinal,
José Julián Ponce, N. Mathiew, Francisco de Paula Pardo y Julián García, a
quienes la Junta Consultiva de Hacienda les expidió contra la Tesorería
Principal de Caracas, sus respectivas órdenes de pago. No sabemos si la
intención de Antonio Leocadio Guzmán era intensificar la formación intelectual
de los moradores de la provincia, o su fundación obedece a un interés
particular, pero es llamativo observar que él es el primero en lucrarse con la
venta de parte de su biblioteca.
El 25
de enero de 1850, el Presidente José Tadeo Monagos emite un nuevo Decreto de
creación, derogando el de 1833. Réstanos ahora, para salvar del olvido, dar a
continuación los nombres de
aquellos venerables ciudadanos
que han tenido
la enorme responsabilidad de su
conducción. Ellos son:
DIRECTORES
|
Años
|
Rómulo Guardia
|
1849-1950
|
Pedro Guillén
|
1850-1857
|
Manuel Conde
|
1857-1858
|
Juan Vicente González
|
1858-1862
|
Montenegro Mendoza
|
1862-1863
|
José
de Jesús Lucena
|
7.7.1863-1869
|
Felipe Larrazábal
|
1869-1874
|
Adolfo Ernst
|
1874-1889[2]
|
Adolfo Frydensberg
|
1889-1991
|
José Urbano
|
1891-1892
|
José Rafael Naranjo
|
1892-1893
|
Adolfo Frydensberg
|
20.7.1893-1898
|
Simón Barceló
|
1898-1901
|
Vicente Velutini
|
1901-1903
|
Manuel Landaeta Rosales
|
1903-1908
|
Ramón E. Albarracín
|
1908
|
Manuel
Carreyó Luces
|
4.1.1909-1910
|
Jesús
María Paúl
|
1910-1911
|
Ulises Anselmi
|
1911-1912
|
Pedro Arismendi Brito
|
1912
|
Juan Vicente Camocho
|
1912-1913
|
Manuel Segundo Sánchez
|
1913-1914
|
Rafael Requena
|
1914-1915
|
Manuel Segundo Sánchez
|
1915-1921
|
André Eloy de La Rosa
|
1921-1922
|
José Eustaquio Machado
|
1922-1933
|
José Eugenio Pérez
|
1933
|
Luis Márquez
|
1933
|
Horacio Chacón
|
1933-1936
|
Caracciolo Parra León
|
1936
|
Cristóbal Benítez
|
1936
|
Luis Urbaneja Achepohl
|
1936-1937
|
Enrique Planchart
|
1937-1952
|
Lucila Luciani de Pérez Díaz
|
1952
|
José Moncada Moreno
|
1953-1958
|
Pedro Pablo Grases González, en español
– Pere Pau Grases i González, en catalán.
|
1958
|
Felipe Massiani
|
1959-1964
|
Luis Barrios Cruz
|
1964-1969
|
Blanca Álvarez Freitez
|
1969-1974
|
Graciela Lovera de Mantellini
|
1974
|
Virginia Betancourt Valverde
|
1974-1999
|
Alfonso Segundo Quintero Restrepo
|
19
de marzo de 1999-15 de febrero de 2001
|
Saadia Sánchez Vega
|
15 de febrero de 2001-29 de mayo de
2002
|
Heriberto Sael Ibáñez Materán
|
29 de mayo de 2002- 10 de abril de 2003
|
Arístides Medina Rubio
|
10 de abril de 2003-24 de marzo de 2008
|
Fernando Báez
|
24 de marzo de 2008[3] –11 de diciembre de 2008
|
Ignacio Barreto[4]
|
Jueves, 11 de Diciembre de 2008[5]-Septiembre de 2010
|
Humberto José González Silva
|
Septiembre de 2010- 7 de junio de 2013
|
Luis Edgar Páez Pérez
|
7 de junio de 2013[6]-En funciones
|
[1]
Roscio, Juan Germán, “Pensamiento sobre una biblioteca pública en Caracas.
En: Obras.,—Caracas:
Publicaciones de la Secretaría General de la Décima Conferencia
Interamericana (Colección Historia nº 8), tomo II. pp. 13-14.
[2]
Entre 1882 y 1883 actuó como director encargado el Sr. Miguel Toro.
[3]
Decreto N° 5.957. En: Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela
núm. 38.894, 24 de marzo de 2008.
[4] Nació en Caracas el
06 de noviembre de 1962. Es Licenciado en Música egresado de la Universidad de
Música y Arte Dramático de Viena, Austria, en las especialidades de Pedagogía
Musical y Guitarra Clásica. También cursó estudios de Musicología en esta misma
universidad. Ingresó a la Biblioteca Nacional en 1991, como Coordinador de
Investigaciones Musicales de la Unidad de Investigaciones Enrique Bernardo
Núñez, trabajando en el proyecto Bibliohemerografía Musical Venezolana del
Siglo XX, coordinado por el reconocido musicólogo alemán-uruguayo Francisco
Curt Lange. En 1997 instaló la Fonoteca Antonio Lauro en la Biblioteca Pública
Central Simón Rodríguez de Caracas. Desde ese mismo año fue jefe de la antigua
Colección de Música y Sonido. Allí, gracias a un convenio con la Fundación
Vicente Emilio Sojo, logró la publicación de los cinco primeros volúmenes de la
serie Hemerografía Musical Venezolana del Siglo XX, continuando el proyecto
emprendido en la Unidad Enrique Bernardo Núñez. Uno de sus logros más recientes
es la grabación del disco “Testimonios Sonoros de la Libertad”, que contiene 14
temas musicales de la época de la Guerra de Independencia, provenientes de las
miles de partituras musicales antiguas conservadas en las estanterías del
Archivo Audiovisual de la BN las cuales fueron recopiladas por Barreto. En
2007, fungió como director encargado de la Colección Bibliográfica General y
posteriormente pasó a dirigir el Archivo Audiovisual, responsabilidad que lo
ocupó hasta su nombramiento como director de la BN el 11 de diciembre de 2008.
Es coautor de las obras “Teoría y Entrenamiento Musical” y “El Análisis
Armónico”, así como autor de “Medio Milenio de Notas”, capítulo de historia de
la música en Venezuela de la Multienciclopedia de Venezuela. Como solista de
guitarra y como integrante de agrupaciones de cámara, ha ofrecido conciertos en
Venezuela, Cuba, Austria, Alemania, Suiza, España, Serbia y Eslovaquia. También
dirige la agrupación folklórica “Bajo El Samán”, integrada por trabajadores de
la BN, de la cual fue fundador en el 2003.
[5] Nombramiento aprobado por el Vicepresidente
Ejecutivo de la República Ramón Carrizales, en la Gaceta Oficial de la
República Bolivariana de Venezuela, número
39.078, publicada en la misma fecha.
[6]
Decreto presidencial N° 156 publicado en la Gaceta Oficial N° 40.181 del 4 de
junio de 2013.
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