El
general José Félix Ribas Herrera, -siempre se escribió con b grande,
pero sus hermnos, que fueron varios, lo hacían como en la actualidad,
con v- tío político del Libertador al desposar a una
hermana de doña Concepción Palacios de Bolívar, se fue al Oriente del
Guárico
en búsqueda del general Pedro Zaraza que andaba por esos rumbos. Solo
andaban
con él un sobrino, un esclavo o paje de Ribas y Concepción González, de
Valle
de la Pascua, que había sido esclavo de doña Juana González de Hoyo y
Arzola,
dama de muchas campanillas en Valle de la Pascua, quien se lo cedió a
don José
Tomás Hernández González, su ahijado y prominente realista que más
adelante
emparentaría con la familia del general Zaraza.
Desde La Chaguaramita, lugar
cercano al hato, luego pueblo de El Socorro, se dispersó el grupo mayor
temerosos de la presencia de partidas realistas. Por alguna delación, el bandido
realista Lorenzo Figueroa (a) Barrajola,
teniente justicia mayor de Tucupido, “zambo
claro de elevada estatura, vestía de chaqueta y andaba a grandes zancadas”, tuvo
información de la presencia del general Ribas en el área. Ribas y sus acompañantes
siguieron por la misma ruta, pasaron por el hato El Socorro y se dejaban ver de
todo el mundo, imprudencia tanto de Ribas como del supuesto guía Concepción
González, tal vez ex profeso. Se detuvieron en un vecindario llamada Las Vacas,
cerca de Jácome al sur de Valle de la Pascua, a unos dieciséis kilómetros de
este último punto. El general venía delicado, con fiebre y aprovechó el alto
para enviar a González al pueblo a comprar medicinas y algunos alimentos. Allí
pasó a saludar a su familia, los Hernández que comenzaron a mofarse
titulándolo “general patriota”; todo el mundo en el pueblo supo de la presencia
de Concepción González y también las autoridades.
Una moneda conque pagó en una
pulpería lo hizo sospechoso porque ningún esclavo podía cargar oro. Lo
detuvieron y torturaron y confesó que el general Ribas estaba en el monte
esperándolo. Debemos señalar que no se sabía en la zona que el general Ribas permanecía
por allí. Se llevaron por delante a González amarrado y con un piquete de soldados
y vecinos reclutados; llegaron al sitio donde se hallaba Ribas a quien
encontraron durmiendo, pues era de noche. Lo trajeron a Valle de la Pascua a la
casa de Juan González Padrón en La Vigía donde permitieron a Ribas afeitarse.
Hasta allí llegó Barrajola, quien se
hizo dueño de la situación y ordenó el traslado del preso a Tucupido pues
afirmaba que su jurisdicción llegaba hasta La Vigía y también porque decía que
Valle de la Pascua era un pueblo patriota y no estaba seguro el prisionero.
El
paje y el sobrino de Ribas fueron muertos en La Vigía. Corrían los primeros
días del mes de enero de 1815. El 31 de enero le formularon un remedo de juicio
donde Barrajola hizo de juez, José
Tomás Morales (a) Moralote, hombre de
color y analfabeta, ofició de abogado con un misal y lanzando lenguaradas en
supuesto latín y como acusadores Serafín Gutiérrez, asesino crudelísimo y otro
bandido, Manuel Arango. Fue condenado a muerte por fusilamiento lo que se
verificó ese mismo día. Accionaron los fusiles Moralote, Manuel Arango y Serafín Gutiérrez, todos hombres de
confianza de Lorenzo Figueroa, Barrajola. La cabeza fue
despojada del tronco y frita en aceite llevada a Caracas donde permaneció varios
años en una jaula en la salida por el camino de los españoles en La Pastora
De la muerte del vencedor de los tiranos en La Victoria se conmemoran 200 años el 31 de enero.
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