Hace setenta años, el 9 de
julio de 1942 falleció en Caracas el general Manuel Sarmiento, hábil guerrero
nacido en San Francisco de Macaira hacia 1867. Murió en Caracas en la fecha
indicada.
Del general Sarmiento poco se
conoce, a pesar de la dilatada labor política y militar en el Guárico, primero
como dirigente en Altagracia de Orituco del Partido Nacionalista del general
José Manuel Hernández, el Mocho Hernández, y luego irreductible y leal servidor
del gobierno del general Juan Vicente Gómez y también como estratega militar
desde el último tramo del siglo XIX hasta que fue vencida la llamada Revolución
Libertadora que acaudilló el banquero carabobeño Manuel Antonio Matos. Poco se ha
escrito sobre el personaje.
Desde joven anduvo metido en la
política en las filas liberales hasta el surgimiento del Nacionalismo mochero
en 1896, que era como el ala conservadora del partido dividido y que tantos
adeptos tuvo finalizando el siglo XIX. La godarria guariqueña tuvo otros
representantes como los Hernández Ron, los Zamora en Valle de la Pascua, los
Belisario de Chaguaramas; en Ortiz el doctor y general Roberto Vargas,
conservador de tuerca y tornillo, los Hurtado calaboceños y tantos otros. A
fines del siglo y en la Libertadora de 1901 a 1903 anduvo peleando, juntos y
revueltos liberales y mochistas contra el gobierno del Gral. Cipriano Castro;
los mocheros Roberto Vargas y Manuel Sarmiento y también el general Luís Crespo
Torres, liberal de escuela y hermano de Joaquín. Su participación en la
fratricida contienda hizo dar con sus huesos en la cárcel a Sarmiento, liberado
poco después. Se dedicó a las labores del llano en sus propiedades pecuarias. Había
casado con doña Francisca o Panchita Zamora Arévalo. Luego, seguramente por
viudez contrajo nuevo matrimonio con Elba Fonseca, hija del general de San
Rafael de Atamaica Raimundo Fonseca, descendiente de calaboceños.
Al advenir el gobierno gomecista,
el general Manuel Sarmiento se esmeró por entero para ser fiel ejecutor de las
directrices de la Rehabilitación Nacional. El 30 de diciembre de 1908, al
acaecer la defección del Dr. Luciano Mendible como presidente del Guárico, por
castrista, Sarmiento fue juramentado como presidente provisional del Guárico,
cargo que desempeñó hasta el 31 de agosto de 1909 cuando lo reemplazó el Dr.
Roberto Vargas, que venía de ser ministro de Obras Públicas en el primer gabinete
gomecista. Estas funciones las ejerció nuevamente entre 1915 y 1924. Fue un gobierno
progresista el que hizo en el Guárico. Empero, dedicó mucho esfuerzo, tiempo y recursos
del escaso presupuesto regional para dedicarse a hacer la guerra en Guárico,
Apure, Anzoátegui y hasta Bolívar y Barinas, persiguiendo y combatiendo a las
diversas partidas de guerrillas antigomecistas de esos años. Desde Alfredo
Franco, hasta Roberto Vargas, su antiguo correligionario y -¡qué dolor de
cabeza permanente!- el de su concuñado el general Emilio Arévalo Cedeño, esposo
de doña Pepita Zamora Arévalo de Arévalo, su prima. Desde 1915 hasta 1924
estuvo Sarmiento haciendo la guerra.
Algunos maledicentes quisieron malponer al
general Sarmiento con el general Gómez, porque nunca peleaba a Arévalo, lo rehuía
y él en carta para el Caudillo de Diciembre dice que no es así, que muchas
veces lo buscaba y Arévalo le sacaba el cuerpo
al combate por estar en minusvalía de hombres y pertrechos. Inclusive dijeron
que Sarmiento y Arévalo se habían reunido en la casa de los Zamora en Valle de
la Pascua, lo cual desmiente rotundamente al asegurar que desde hacía años no
existía ninguna relación entre las dos familias. Se encontraron de frente varias
veces, en las cercanías de Altagracia de Orituco, en el sur del Guárico hacia el
Orinoco hasta donde fue perseguido Arévalo y en territorio de Anzoátegui. En la
campaña de fines de 1921 sufrió las consecuencias de la campaña al contagiarse del
paludismo, agregándose a esa endemia la fuerte gripe que afectó a él y a todos
los cuerpos militares en campaña.
Al descender del poder en 1924,
nadie molestó al general Mnauel Sarmiento, ni mucho menos al morir el general
Gómez cuando puso empeño en recuperar sus abandonados predios rústicos y su
ganado. Como no la debía no la temía. Vivió en Caracas, donde sucumbió a
enfermedad a los 75 años y al día siguiente fue trasladado su cuerpo a
Calabozo, el 9 de julio de 1942. Y en el cementerio viejo de la antigua capital
guariqueña reposa su huesa. Los oficios religiosos fueron impartidos por su
viejo amigo el futuro Siervo de Dios monseñor Arturo Celestino Álvarez. Hace
setenta años descansa en paz bajo el cielo calaboceño.
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