La
Batalla Naval que se libró en aguas del Lago de Maracaibo, el 24 de julio
de 1823, acarreó entre sus protagonistas dos grandes controversias originadas
por las características personales de los jefes de ambos bandos y el
enfrentamiento en la conducción y
méritos de las acciones.
La
primera, fue la surgida entre los
caudillos vencedores, el Comandante General e Intendente del Departamento del
Zulia, General Manuel Manrique y el
Comandante General de la Escuadra Colombiana de Operaciones sobre el Zulia, el
Almirante José Padilla quienes se disputaban el
laurel de la victoria. Esta divergencia alcanza su mayor relieve cuando
éste último cree que Manrique deseaba arrebatarle el triunfo.
Por
tal motivo le escribe desde Maracaibo, el 28 de agosto de 1823 una carta
expresándole “La libertad de Maracaibo se
debe única y exclusivamente a las operaciones de la escuadra de mi mando, desde
que venciendo insuperables obstáculos se hizo dueña de la laguna, y desde que
batió a los enemigos en varias ocasiones hasta acabar con las fuerzas marítimas
en el glorioso combate del 24 próximo pasado, que puso al ejército español en
la dura necesidad de capitular”.
Luego
agrega:“Permítame vuestra señoría le diga que se ha expresado con demasiada
ligereza en su oficio de ayer cuando dice, desde que vuestra señoría entró por
la barra sin obstáculo y yo me embarqué en Moporo con la división del Zulia,
siendo así que hasta los niños saben lo ocurrido en esta parte.
Todo el mundo se ha admirado, de
nuestra resolución, de nuestro arrojo, nuestro indecibles esfuerzos y nuestra
infatigable constancia para superar tantos peligros y arrostrar tantos trabajos
como es público hemos tenido que pasar
en este lado del Tablazo[1]”.
La
respuesta de Manrique no se hizo esperar, y el 29 de agosto del mismo año le
dice: “Del punto de presas descendió
vuestra señoría a levantar monumentos de glorias absolutas que se hallaban bien
lejos de mis ideas: contesté con la nota de 27 defendiendo la justicia, no mía
porque jamás he servido a la patria por adquisiciones, si no de tantos
oficiales y soldados beneméritos, cuyas virtudes militares pudo conocer vuestra
señoría a fondo, en los tres meses que ocupa la Laguna, aunque su historia es
muy de antemano. Lejos de oscurecer los importantes servicios de la marina, los
he aplaudido siempre y aún recomendado como lo puede vuestra señoría ver de la
Gaceta que acompaño: no me he considerado en el caso de hacerle a Vuestra
Señoría detalles, que por el contrario he debido recibir de sus operaciones, ni
fue el fin que me propuse, sino resumir con brevedad el orden de los sucesos a
que se debe la libertad de este país, y cuando dije que la escuadra había
pasado la barra sin obstáculo, fue manifestarle que el enemigo había dejado
descubierto aquel punto (que no es el tablazo) fuera de los tiros del castillo,
y que con la ayuda de los prácticos, jefes y oficiales que conocían desde antes
su localidad, se había conseguido felizmente la empresa. Nada he dicho a
vuestra señoría con malicia, sin reflexión, ni que no pueda sostener: observará
vuestra señoría que he usado un lenguaje urbano y político, nada inculto ni
grosero; que he hablado imparcialmente con el peso de la verdad; y que en todo
he procurado con vuestra señoría la mejor armonía, aunque vuestra señoría se
haya conducido de otro modo...Por fin, como descubro el escrito de vuestra
señoría diametralmente opuesto a las máximas que he indicado, lleno de
equivocaciones e incoherente a la materia que propuse en mis oficios de 24 y 26
del que cursa para librar mi responsabilidad; lo devuelvo a vuestra señoría
esperando se sirva omitir para lo sucesivo el dirigirme semejantes
comunicaciones, que si bien recibo despejado, su trascendencia puede causar una
sensible discordia entre la tropa y la marina, ambas compatriotas y defensoras
de una misma causa, limitándose vuestra señoría a sólo lo relativo al servicio
que es mi exclusiva ocupación, pues estoy muy distante de disputar con vuestra
señoría si libertó a Cartagena, pero ni aunque se titulase libertador de
Colombia[2]”.
En
el interín Manrique escribía a Soublette formulándole estos planteamientos: “Entonces incluí a vuestra señoría copiados y
originales, las comunicaciones que tuve con el señor General Padilla, para
reclamar las embarcaciones del Estado y las que fueron entregadas al gobierno
por la capitulación, porque unas y otras se enumeraban entre las tomadas en el
combate naval, como en efecto se ha subastado por presas de la excuadra, me
separé luego, sometiendo el caso a resolución del Ejecutivo, porque conocido el
espíritu de codicia, mi ánimo fue concluir sin disputas ni entorpecimiento al
servicio; pero aquel jefe, que había concebido la idea de hacer exclusivo su
derecho a los buques, se extravía inconsiderablemente y pasa del punto de
presas al de glorias para apropiarse efectos que reconocieron causas muy
diversas; es decir, para atribuirse única y exclusivamente a sus esfuerzos la
libertad de esta plaza, según se deja ver en la nota original que emití a
vuestra señoría".
Posteriormente,
Manrique protestaría de nuevo, para pedir una rectificación, ya que en el
decreto que dictó Santander, para rendir honores y recompensas a las fuerzas
marítimas[3],
omitió a las de tierra. Aunque esta anomalía fue subsanada el 17 de diciembre,
mediante una adición al mencionado decreto,
este lamentable error contribuyó así al alimento de una enemistad que no tenía
razón de ser, por cuanto es innegable que ambos ayudaron con sus meritorios
esfuerzos al logro de la victoria en tan importante contienda que selló
definitivamente la independencia de Venezuela.
Como
nota curiosa quisiera expresar que debido a la volubilidad de su carácter y a
la mala influencia de Santander,
Padilla, se vio implicado en el
atentado que contra la vida del Libertador se efectuó el 25 de septiembre de
1828 y al ser reconocido como jefe de la
deleznable acción, fue degradado, reducido a prisión y sentenciado
a la horca por conspirador el 2 de octubre [4]
de ese mismo año. El tribunal estaba presidido por el valeroso General Rafael
Urdaneta[5].
La
segunda sucedió entre los militares vencidos, el General en Jefe
del Ejército español de Costa Firme, y último Capitán General de Venezuela,
Mariscal de Campo Francisco Tomás Morales y el Capitán de Navío Don Ángel José
Leandro Francisco de Paula Rafael Laborde y Navarro, Segundo Jefe de las
fuerzas navales de la América Septentrional, quienes se acusaban
mutuamente de ser causantes de la
derrota.
Así
tenemos que después de la ratificación del tratado de capitulación que se efectuó el 3 de agosto de
1823, entre Francisco Tomás Morales y Manuel Manrique[6],
el General Morales viaja a Cuba, donde
con fecha 31 de agosto, dirige
al Capitán General de dicha isla, un
parte explicándole detalladamente las
operaciones de la Escuadra Española en las costas de Colombia, hasta la acción
de Maracaibo[7].
Su publicación en la prensa de Santiago de Cuba y La Habana será el factor
desencadenante de la discordia entre ambos militares.
Laborde,
herido profundamente por los conceptos emitidos por Morales, a quien acusa como
el único culpable de la pérdida de Maracaibo, publica en New York su obra
"Contestación del Capitán de Navío
Don Angel Laborde, Segundo Jefe de las fuerzas navales de la América
Septentrional, a las inculpaciones que indirectamente le hace el Mariscal de
Campo Don Francisco Tomás Morales, Ex-Capitán General de las provincias de
Venezuela, en su parte de 31 de agosto del presente año, dirigido al
Excelentísimo Señor Capitán General de la Isla de Cuba”[8],
solicitando se haga justicia y que se indague cual de las dos posiciones es la
verdadera, de manera tal que el que resulte inocente pueda gozar sin tachas de
la fama y crédito que hasta ahora se haya granjeado.
En
ella, acosado por las falsas imputaciones hechas por Morales, exterioriza la
viva indignación que le produce, realizando afirmaciones como éstas: “Yo emplazo al General Morales a que pruebe
con hechos anteriores o posteriores de todo el discurso de mi vida la menor
morosidad en ir a buscar al enemigo; mientras tanto no lo haga el General
Morales, si sabe cuánto ofende a un hombre de honor semejante suposición, no
extrañará que yo le diga, por única respuesta, que miente".
Luego
en nota al pie de página añade: “el
General Morales me ha hecho el mayor ultraje que se puede hacer a un militar,
de un modo hipócrita y disimulado. Yo le retribuyo la mayor ofensa que puede hacerse
a un hombre con la franqueza propia de un carácter noble”;
Más
adelante expresa “él mismo descubre el
disfraz hipócrita y falaz con que, ocultando el rencor que mueve sus acciones
quiere dar el aspecto de justicia e interés por el bien público a las hediondas
vascas de su venganza, y manifiesta por medio de contradicciones la verdad que
quiso ocultar su malicia”
Al
concluir dice: “Desgraciadamente fui
elegido por el General Morales para descargar en mi parte de la responsabilidad
que pertenece a su Señoría, porque cuantos me hayan tratado, cuantos conozcan
mi carácter y hayan visto mis escritos, no podrán menos de extrañar el lenguaje
cáustico, la poca lenidad, y el ahinco con que en este papel procuro descubrir
las faltas y hacer patente la conducta de su Señoría; más si es una falta mía,
debo confesarla; ni puedo ser amigo falso, ni enemigo a medias; yo no he
provocado la contienda; el General Morales me ha atacado en mi honor, y ha
procurado desacreditarme por medio de la prensa, y esto del modo que debía más
vivamente irritarme y causarme mayores perjuicios; de una manera indirecta y
simulada, debiendo saber que yo le hubiera
tal vez perdonado un ataque de frente y generoso...”.
Su
irritación es tan palpable que repite sin el menor titubeo expresiones mordaces
de este tenor: “apela a cuestiones que no
son ni de su resorte, ni propias de sus alcances, que realmente son muy
limitados”; “El mismo General Morales sabe que en toda la Costa firme es
público y notorio el concepto que para que me iguale en arrojo y serenidad
personal tiene aún el señor Morales que aumentar algunos quilates a la suya y
borrar ciertos hechos de la memoria, mientras que los míos son tersos y siempre
impertérritamente uniformes; y esta diferencia es una de las muchas causas
secretas de su justo encono contra mí.”; “nunca conté con su gratitud, afección que le es desconocida, ni esperé
de su rectitud, pues también es senda nunca trillada por él”.
A
pesar de la sinceridad de sus planteamientos, hemos de admitir que lo valioso
de su defensa, no son estas frases hirientes que pronuncia, sino el copioso apéndice documental que arguye en
apoyo de sus afirmaciones y que incluye en el texto, así como sus sólidos y
demoledores razonamientos de que hace gala, dejando mal parado a su
contrincante.
Profundamente
desilusionado y amparado en la rectitud de su conducta, solicita al Jefe Superior de las fuerzas
navales destinadas a la América
Septentrional que se le tome declaración a todos los oficiales del cuerpo de la
Real Armada que estuvieron en la batalla, a todos los Comandantes, Contadores y
Maestres de los buques de la escuadrilla y de las fuerzas sutiles.
Una
vez demostrada las claras contradicciones y falsas suposiciones del General
Morales, continuó su deslumbrante
carrera como marino, y a finales de 1832 fue designado Secretario de Estado y
del Despacho de Marina, y aunque no pudo posesionarse, fue un reconocimiento a
sus brillantes méritos y servicios. Falleció el 4 de abril de 1834 y sus restos
reposan en el Panteón de Marinos Ilustres de la ciudad de San Fernando, cerca
de Cádiz.
Es
conveniente hacer notar que sobre esta controversia se publicaron en apoyo a Morales varios
impresos en San Tomas[9],
Curazao[10]
y Nueva York[11].
En
homenaje a esta importante batalla, se decretó el 21 de julio de 1958 la
celebración del 24 de julio como Día de la Marina Venezolana[12].
Una
vez Una vez analizada su valiosa participación en la Batalla Naval del Lago de
Maracaibo, conviene que examinemos ahora, brevemente, el testimonio de lo que
fue su fructífera vida y obra.
Vida de Ángel José Leandro Francisco
de Paula Rafael Laborde
y Navarro
Contrariamente
a lo expuesto en la mayoría de las obras que lo biografían[14],
encontramos en su partida de bautismo[15]
que nació en Cádiz el 2 de agosto de 1773[16]
y fue bautizado el domingo 8 de agosto de ese mismo año con los nombres de Ángel José Leandro Francisco de Paula
Rafael.
Era
hijo de don Bernardo Laborda[17]
y de doña Josefa Ignacia Navarro y Arroyabe. Fueron sus padrinos don Fulgencio
Leandro Navarro (abuelo materno) y doña María del Carmen Navarro Arroyabe (su
tía materna).
Véase
además: expediente de don Ángel Laborde y Navarro. Cuerpo General de la Armada.
Archivo: Museo don Álvaro de Bazán. El Viso del Marqués. Sección Oficiales de
Guerra).
Comisiones
El
2 de julio fui agregado al curso de estudios mayores del Departamento de Cádiz
por Real Orden.
De
orden del señor generalísimo de mar y tierra, fui embarcado para Manila en la
Urca Aurora, con fecha de 19 de diciembre de 1801.
Desde
(el) 21 de noviembre de 1798 hasta diciembre de 1810 he sido sucesivamente
ayudante de la mayoría de las escuadras del mando del jefe de ellas, don Pedro
Obregón; de los excelentísimos señores don Francisco Melgarejo, don Miguel de
Souza y don Juan Joaquín Moreno.
También
lo he sido interino de la Compañía de Guardias Marinas de Cádiz, de la Mayoría
General del Departamento del Ferrol y de su arsenal.
Acciones de Armas
El
27 de diciembre de 1794 fui destinado a la plaza de rosas en calidad de oficial
de artillería, durante el tiempo que fue sitiada por el ejército francés.
Me
hallé en la acción de nuestra Escuadra al mando del excelentísimo señor don
Francisco Melgarejo, surta en el puerto de Rochefort, que fue atacada por las
bombarderas y cañoneras de la Escuadra inglesa al mando del contralmirante
Pool.
Ferrol,
20 de enero de 1804.
No
conforme con su trabajo ordinario como hombre de armas, Laborde fue también un
hombre de ciencias, un ilustrado que buscó siempre influir en la educación de
las nuevas generaciones plasmando sus conocimientos en varias obras sobre su
especialidad, dedicada y aplicada fundamentalmente a los jóvenes alumnos de las
escuelas militares, y una réplica a Morales. Entre ellos tenemos:
1.-
Tratado de Geometría, dispuesto para la
enseñanza de los caballeros cadetes del Real Colegio Militar de la ciudad de
Santiago por D. Ángel Laborde y Navarro, teniente de navío de la Real Armada y
primer profesor de matemáticas de dicho colegio. Impreso en esa ciudad,
oficina de D. Manuel Antonio Rey. MDCCCXI1 (1812). 42. 241 p. Incluye fe de
erratas, 4 láminas plegadas más 1 del apéndice.
Es
el resultado de sus tareas en este establecimiento. Su objeto principal es
facilitar la práctica de las operaciones geométricas en campaña y suministrar
suficiente número de proposiciones para la inteligencia de los trazados de
fortificación, principios de artillería y debido conocimiento de la táctica.
Esta
es la razón por la que se explican en él extensamente las reglas y propiedades
de que se hará mucho uso en los tratados.
En
su exposición ha unido la teoría y la práctica, ya que era de la creencia que
el mayor estímulo en el estudio de una ciencia consiste en ver desde las
primeras páginas la aplicación de los principios teóricos en la práctica.
Su obra está dividida en tres grandes
secciones:
La
primera (de 21 lecciones), comprende la geometría especulativa o teórica hasta
las superficies y la parte de trigonometría práctica necesaria para poner a los
alumnos en estado de levantar un plano, poner en ejecución cualquier trazado y
verificar cualquier otra medición; ya sea con el auxilio de los instrumentos
necesarios o bien substituyendo a falta de estos otros métodos, para cuya
ejecución sólo se necesitan algunos piquetes y cordeles.
La
segunda (de 5 lecciones) trata de las superficies planas, se explica lo que se
entiende por unidad superficial, enseña a medir toda futura plana rectilínea,
el círculo. Demuestra que las superficies de todas las figuras semejantes están
entre sí como los cuadrados de sus dimensiones homologas.
Asimismo
trata de las líneas que se hallan en distintos planos, se dan las definiciones
de los sólidos más usuales y se demuestran algunas propiedades de la esfera,
indispensables para la cabal inteligencia de la parte geográfica.
La
tercera (de 5 lecciones) contiene las nociones generales de trigonometría plana
logarítmica. Define con precisión las líneas trigonométricas, demuestra sus
propiedades más esenciales y explica la disposición y uso de las tablas que
contienen los logaritmos de sus valores en partes de radio.
Trata
de la resolución de los triángulos rectilíneos rectángulos y oblicuángulos,
empleando los logaritmos y se hacen las aplicaciones a problemas resueltos
prácticamente en la primera sección.
Asimismo
se resuelven trigonométricamente los problemas pertenecientes a las inscripción
de los polígonos regulares en el círculo y las circunscripción a cualesquiera
de ellos, cuyos dos problemas son muy interesantes en el trazado de las obras
de fortificación.
Al
final trae un apéndice en el cual se definen algunas voces utilizadas y su
aplicación a la parte militar, describiendo los instrumentos y útiles
necesarios para las operaciones de la trigonometría.
2.-
Tratado elemental de geografía
matemática, aplicada a la topografía y al arte militar. Dispuesto para la
enseñanza de los caballeros cadetes del Real Colegio Militar interno de
Santiago y de las reales escuelas militares del 3º y 4 º ejército. Por don
Ángel Laborde y Navarro, capitán de fragata de la Real Armada y primer profesor
de dicho Real Colegio. 2ª edición, en Santiago, oficina de don Manuel
Antonio Rey. MDCCCXIV (1814). 163 p. 4 º, 3 lams. plegadas. Incluye índice de
las lecciones contenidas en este tratado, 2 láminas y un mapa de Galicia hecho
por el autor en 1815.
Tiene
como finalidad demostrar cuan ventajoso es en el arte militar el estudio de la
geografía matemática. Este trabajo forma parte de otro sobre reconocimientos
militares y estudios topográficos, con el fin de poderse emplear con éxito en
los estados mayores de los ejércitos.
Se
encuentra dividida en dos grandes secciones. En la primera, se enseña el modo
de construir un mapa y el sacar de ellas todas las ventajas de que son
susceptibles en la guerra. En la segunda, se manifiestan las causas que
producen las estaciones, la diferencia de climas, la desigualdad de los días y las
noches y, para poderlo verificar con propiedad, se expone el sistema del mundo.
Antes
de culminar la obra, agrega un apéndice con un glosario de voces que aunque
fueron expuestas en su obra “Principios
de Geometría”, se reproducen nuevamente para facilitar la comprensión del
presente.
Allí
demuestra sus amplios conocimientos de historia de la astronomía, sistemas de
Ptolomeo, Tico Brae y Copérnico. Igualmente hace gala de su extensa educación
recurriendo a las obras de los autores más representativos de su época. Habla
de Colón, Hernán Cortés y Elcano[18],
Torricelli y Galileo[19].
Conocía las observaciones astronómicas- físicas hechas en el Perú por D. Jorge
Juan[20]
y Antonio de Ulloa[21].
Las
cartas esféricas de Alonso de Santa Cruz, el cosmógrafo de la Casa de la Contratación
de Sevilla[22].
Las observaciones meteorológicas de Eusebio Bueno[23].
Las observaciones a la altura del barómetro en La Carolina hecha el 31 de marzo
de 1803 por Agustín Betancourt[24].
La
obra de Mr. Deluc intitulada “Reeherehes
sur les modifications de L ’Atmosphere”[25].
También,
los tratados de navegación de Gabriel de Ciscar y José de Mendoza Ríos[26],
el Atlas de España de Tomás López[27],
la colección de tablas de D. José de Mendoza Ríos[28],
las memorias de D. Juan López[29],
el diccionario de física de Brisson, los experimentos de Franklin y la
excelente memoria sobre la construcción de los termómetros Juan López Peñalver.
En
cuanto al primer meridiano dice que la elección es arbitraria, pues varios
geógrafos han tomado como primero el de la isla de El Hierro que es la más
occidental de las Islas Canarias; o el que pasa por el pico de la de Tenerife,
otras de las Canarias. Sin embargo, en la actualidad parece que éstos toman con
frecuencia por primer meridiano el que pasa por algún célebre observatorio o
por la capital del país donde escriben. Conformándonos con ese uso, tomaremos
de aquí en adelante el meridiano de Madrid, por primer meridiano[30].
3.-
Contestación del capitán de navío don Ángel
Laborde, segundo jefe de las fuerzas navales de la América Septentrional a las
inculpaciones que indirectamente le hace el mariscal de campo d. Francisco Tomás
Morales, ex capitán General de las provincias de Venezuela, en mi parte de 31
de agosto del presente año, dirigido al esemo. Capitán de la isla de Cuba.
New York. George Long. Impresor. 1823. 19 X 13,7 cm. Gran 8 º. 72 p.
Documentos. 48 p. 2h., y 2 láms. Textos en castellano. 2 mapas. Incluye 2 láminas que muestran la posición de
las fuerzas navales en el Puerto y Barra de Maracaibo. [Pag. 71-72], 94. FHNM.
Fue
reproducido en Anuario del Instituto de Antropología e Historia de la Facultad
de Humanidades y Educación. Universidad Central de Venezuela. Caracas, tomos
IV-V-VI, años 1967-68-69, vol. II, p. 933-1044[31].
4.-
Ejercicio de cañón para servir a un tiempo
las baterías de estribor y babor en los báxeles de S. M....-Habana:
Imprenta de José Boloña. 1829, gran 82, 24 p.
5.-
Ejercicio del sable mandado a observar
por el jefe de Escuadra D. Ángel Laborde y Navarro, abordo de los bageles de
S.M. del apostadero de la Habana. Traducido del inglés por el teniente de
navío de la Real Armada don Juan José Martínez.- Habana: Oficina de D. José Boloña,
1832, p.; 4a con una lam[32].
6.- Tratado de aritmética: dispuesto
para la enseñanza de los caballeros cadetes del Real Colegio Militar de la
ciudad de Santiago / Por Ángel Laborde y Navarro Laborde
y Navarro, Ángel, 1773-18341811
Últimos días
Continuando
con nuestro ilustre personaje, encontramos que el 3 de julio de 1825 fue
nombrado comandante interino del apostadero de La Habana. El 14 del mismo mes y
año obtiene el grado de Brigadier y en agosto toma el mando como comandante del
apostadero, permaneciendo allí largos años. Con el tiempo, el 6 de diciembre de
1829 Laborde fue ascendido a jefe de Escuadra.
Su
irrenunciable aversión contra Morales nunca desapareció. Así tenemos que en
carta reservada, enviada el 25 de marzo de 1826, desde Santiago de Cuba (en la
fragata Lealtad) a don Francisco Dionicio de Vives lo vuelve a recordar
diciendo: “Vino mi padrino Morales y
confirmó el pasquín que muchos años antes le habían puesto en Caracas que decía
así: el hombre propone, Dios dispone,
viene Morales y lo descompone”[33].
A
finales de 1832 fue designado secretario de Estado y del Despacho de Marina y
aunque no pudo posesionarse, fue un reconocimiento a sus brillantes méritos y
servicios.
Falleció
de cólera el 4 de abril de 1834, a los 62 años de edad[34].
En
carta que dirige desde La Habana, el intendente de Cuba, Conde de Villanueva al
ministro de Hacienda, el día de su muerte, le expone este acontecimiento
diciendo: "La pérdida del comandante
general de Marina de este apostadero, don Ángel Laborde, acaecida en la
madrugada de ayer después de una corta enfermedad, ha dejado con ella un gran
vacío”[35].
Sus
restos reposan desde el 22 de febrero de 1875, en el Panteón de Marinos Ilustres[36]
de la ciudad de San Femando, provincia de Cádiz.
Tiene
la siguiente inscripción: “Excelentísimo Señor/Don
Ángel Laborde y Navarro, /ilustrado oficial/ enérgico General/, Jefe de
Escuadra/ Reorganizador de la Marina' en el apostadero de La Habana/ Falleció
en el año MDCCCXXXIV/ a los LXII de su edad/”.
[1]
Archivo Nacional de Bogotá: Sección Secretaría de Guerra y Marina, tomo 346,
fol. 274r. a 279r. “Carta que dirige José Padilla a Manuel Manrique
desvirtuando las afirmaciones de
Manrique sobre la acción libertadora de éste y hace un relato detallado de la
acción de la marina en las jornadas de Maracaibo, que concluyeron con
libertarla al batir a la escuadra colombiana a la española el 24 de julio de
1823”.
[2]
Archivo Nacional de Bogotá: Sección Secretaría de Guerra y Marina, tomo 346,
fol 280r. a 281v. “Carta que dirige el General Comandante General Intendente,
M(anuel) Manrique al Señor General Comandante General de la Escuadra Benemérito
José Padilla manifestándole que se
reafirma en los términos de anteriores
notas, insulta a Padilla y le devuelve la correspondencia. Maracaibo, 29 de
agosto de 1823”.
[3]
C.F: “Decreto del Vicepresidente de
Colombia, Francisco de Paula Santander,
encargado del poder ejecutivo para
rendir honores y recompensas a los servidores que habían tomado parte en los
gloriosos triunfos que dieron la completa libertad del Zulia...”.
En Blanco y Azpurúa.: “Documentos para la historia de la vida pública del Libertador Simón
Bolívar”. Tomo IX, Doc. 2.311.
[4] C.F: Blanco y Azpurúa “Documentos para la historia de la vida pública del Libertador Simón
Bolívar”. Tomo XIII, Doc. 3.931 “El proceso del 25 de septiembre.
Continuación de las noticias de la prensa de Bogotá·”. pp. 117-119.
[5]
C.F. Boussingault, Juan Bautista.: "Memorias".
Ediciones Centauro. 1974. p. 314. [5]Biblioteca
Nacional de Colombia, sala 2ª, nº 13.092 y “Gaceta de Colombia” del domingo 28
de septiembre de 1823. Trimestre 8º. Bogotá.
[5]
C.F.: Biblioteca Nacional de Colombia, sala 2ª, nº 13.092; Blanco y Azpurúa: “Documentos para la historia de la vida
pública del Libertador”. Tomo IX, Doc. 2.266, pp. 64-69. y “Gaceta de Colombia”, del domingo 16 de noviembre de 1823. trimestre
8º. Bogotá.
[5]
Impreso por Georg Long en 1823. Fue
editado en el Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas. Nº 127.
Tomo XXXII, julio-septiembre de 1949, con motivo de cumplirse el Cuatricentenario
del descubrimiento del Lago de Maracaibo.
[5]
Archivo Nacional de Bogotá: Sección Secretaría de Guerra y Marina, tomo 346,
fol. 274r. a 279r. “Carta que dirige José
Padilla a Manuel Manrique desvirtuando
las afirmaciones de Manrique sobre la acción libertadora de éste y hace
un relato detallado de la acción de la marina en las jornadas de Maracaibo, que
concluyeron con libertarla al batir a la escuadra colombiana a la española el
24 de julio de 1823”.
[5]
Archivo Nacional de Bogotá: Sección Secretaría de Guerra y Marina, tomo 346,
fol. 280r. a 281v. “Carta que dirige el
General Comandante General Intendente, M(anuel) Manrique al Señor General
Comandante General de la Escuadra Benemérito José Padilla manifestándole
que se reafirma en los términos de anteriores notas, insulta
a Padilla y le devuelve la correspondencia. Maracaibo, 29 de agosto de 1823”.
[5]
C.F: “Decreto del Vicepresidente de Colombia,
Francisco de Paula Santander, encargado del poder ejecutivo para rendir honores y recompensas a los
servidores que habían tomado parte en los gloriosos triunfos que dieron la
completa libertad del Zulia...”.
En Blanco y Azpurúa “Documentos para la historia de la vida pública del Libertador Simón
Bolívar”. Tomo IX, Doc. 2.311.
[5] C.F: Blanco y Azpurúa “Documentos para la historia de la vida pública del Libertador Simón
Bolívar”. Tomo XIII, Doc. 3.931 “El proceso del 25 de septiembre.
Continuación de las noticias de la prensa de Bogotá·”. pp. 117-119.
[5]
C.F. Boussingault, Juan Bautista.: "Memorias".-Caracas:
Ediciones Centauro. 1974. p. 314.
[6]Biblioteca
Nacional de Colombia, sala 2ª, nº 13.092 y “Gaceta de Colombia” del domingo 28
de septiembre de 1823. Trimestre 8º. Bogotá.
[7]
C.F.: Biblioteca Nacional de Colombia, sala 2ª, nº 13.092; Blanco y Azpurúa: “Documentos para la historia de la vida
pública del Libertador”. Tomo IX, Doc 2.266, pp. 64-69. y “Gaceta de Colombia”, del domingo 16 de noviembre de 1823. trimestre
8º. Bogotá.
[8]
Impreso por Georg Long en 1823. Fue
editado en el Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas. Nº 127.
Tomo XXXII, julio-septiembre de 1949, con motivo de cumplirse el
cuatricentenario del descubrimiento del Lago de Maracaibo.
[9]
M.R.-T.L: Carta de dos españoles emigrados de Costa-Firme en San Tomás, a un
amigo en Europa. Printed by W. Swinbourne.
St. Tomas, 30 de mayo de 1824. En: Archivo
General de Indias, Sevilla, (desde ahora AGI. Sección Estado. Leg.69, Exp. 59.
En este escrito Laborde es considerado partidario de la Fraternidad Universal: La Masonería y aduce que en el club de los
masones de Curazao, celebró la derrota de Maracaibo. T.L.-M.R: Breve
exposición de los hechos que prepararon y consumaron la pérdida de las
provincias de Venezuela. 7 p. en folio. Impreso en la imprenta de W.
Swinbourne. St. Tomas, 30 de mayo de 1824.
En:
Archivo General de Indias, Sevilla, Sección Estado. Leg. 69, Exp. 59.
[10]
Breve e importante advertencia de ocho españoles de Venezuela, emigrados y
residentes en Curazao, para la lectura y juicio del manifiesto que publicó en
La Habana, impreso en New York, el capitán de navío don Ángel Laborde, contra
el general en jefe del Ejército de Costa Firme don Francisco Tomás Morales.
Curazao, en la imprenta de Viuda de Lee y Corser. 15 de junio de 1824. Un folio
impreso por ambas caras. (2 p.).
En:
Archivo General de Indias, Sevilla, Sección Caracas, legajo Nº 399. Véase:
Donoso, Ricardo (1896-): Fuentes documentales para la historia de la
Independencia de América. México: [Instituto Panamericano de Geografía e
Historia], 1960. 1 v.; 24 cm. Instituto Panamericano de Geografía e Historia.
Publicación núm. 233. Comisión de Historia; 95. Contenido: Misión de
investigación en los archivos europeos.- XII, 301 p.. 1 h. En este texto
manuscrito a Laborde se le acusa de masón, además de ser liberal, comunero y
jacobino.
[11]
J.F: Señores D.J.S. y J.B., en Curazao. New York. Printed by John Niles. 1824.
4 p. en folio. En: Archivo General de Indias. Sevilla. Leg. 69, Exp. 59.
[12]
Por decreto Nº 374 de fecha 23 de julio de 1946, se declara el 24 de julio
fecha oficial de las Fuerzas Armadas Venezolanas. Véase: Gaceta Oficial Nº
22.066 del 23 de julio del mismo año y Decreto 318 de 21 de julio de 1958.
[13] Museo Naval de
Madrid. Núm.
de catálogo: 877. Óleo sobre lienzo (95x 72 cm), copia anónima de un original
desconocido realizada en La Habana en 1853.
Medio cuerpo,
de frente; viste uniforme grande de jefe de escuadra, común a la Armada y el
Ejército (mariscales de campo); lleva banda y placas de Carlos III y San
Hermenegildo y encomienda de Isabel la Católica.
Laborde sentó
plaza de guardia marina en 1791. Navegó de oficial subalterno por el Atlántico
y Mediterráneo; tomó parte en las operaciones llevadas a cabo en Tolón y Rosas
(1793-1795). Hizo viajes a Canarias y Rochefort transportando tropas durante la
guerra con Inglaterra (1799). Al iniciarse la Guerra de la Independencia,
Laborde participó a las órdenes de Ruiz de Apodaca en la captura de la escuadra
francesa de Rosily, en Cádiz, y en las operaciones del bloqueo a que fue
sometida esta plaza (1810). Después de varios destinos entierra, nombrado
comandante del navío San Julián hizo dos viajes redondos a Filipinas, tocando
puertos de China, Java y la India. En 1820 se le confió el mando de una
división de dos fragatas y dos corbetas, con las que pasó a Costa-Firme y base
de Puerto Cabello, para defensa de la costa y apoyo al Ejército. En 1821,
ascendió a capitán de navío, evacuó las familias españolas, al ser abandonado
el puerto de La Guaira. Pasó a La Habana; en 1823, al mando de una fragata y
una corbeta, se dirigió a Puerto Cabello, donde derrotó una división colombiana
de nueve buques y levantó el bloqueo del puerto. Se traslado a Maracaibo y
penetró en la laguna con navíos de poco calado para apoyar al ejército del
general Morales, pero atacado por los colombianos fracasó en su intento y tuvo
que retirarse a Cuba. Por dos veces intentó Laborde socorrer San Juan de Ulúa,
pero se lo impidió el mal tiempo. Nombrado comandante del apostadero de La
Habana, al mando de una división se empleó en proteger el comercio español
contra los corsarios que asolaban las Antillas, lo que consiguió eficazmente a
costa de grandes sacrificios (1825-1828). En 1829 transportó a México la
expedición del brigadier Barradas que intentó infructuosamente la
reincorporación de la Nueva España a la corona. En 1832 se designó a Laborde
para el ministerio de Marina, el cual no pudo ejercer y continuó en el
apostadero hasta su fallecimiento en 1834.
Este retrato ingresó en el Museo en 1854, procedente
de la comandancia del apostadero de La Habana. Restaurado en 1994.
[14]
Pavía. Francisco de Paula (1812-1890): Galería biográfica de los generales de
Marina, jefes y personajes notables que figuraron en la misma corporación desde
1700 a 1868, por... D. Francisco de Paula Pavia. Madrid: [s.n.], 1873-1874
(Imp. a cargo de J. López F. García y Cª (y D. Caravera)). 3 h., 408 p. 4 v. ;
8a mlla. (20 cm). El último vol. es
apéndice.
[15]
Se encuentra en el Archivo de la Parroquia Santa Cruz de Cádiz. Libro 72 de
bautismos (que comprende desde el 23 de junio de 1773 a 5 de agosto de 1774,
más una partida fechada el l 2 de noviembre de 1774). En el folio 23 dice: /al
margen izquierdo:/Angel Joseph/. En Cádiz
ocho de agosto de mil setecientos setenta y tres años. Yo don Juan/ de Salas
Cura propio del Sagrario de la Santa Iglesia Catedral de esta ciudad, /bauticé
a Ángel José Leandro Francisco de Paula Rafael (que nació/a dos del presente
mes,)/ hijo de don Bernardo Laborda y de dª Josefa /Ignacia Navarro y Arroyabe,
su legítima mujer, casados en esta/ ciudad año de setenta. Fueron padrinos D.
Fulgencio Leandro Navarro/su abuelo materno y d- María del Carmen Navarro
Arroyabe/su tía materna, advertirles sus obligaciones siendo testigos Dn. Juan/
Rodríguez y don Diego de León, todos vecinos de esta ciudad. Y lo firmé/ut supra.-
don Juan de Salas (Rubricado).-
[16]
Generalmente se afirma que nació en 1772.
[17]
Hispanización del francés Laborde
[18]
p. 149.
[19]
p.114.
[20]
p.156-157.
[21]
p.162.
[22]
p. 39 v 132.
[23]
p. 120.
[24]
p. 121.
[25]
p. 112.
[26]
p. 154.
[27]
p. 73 y 76.
[28]
21 p. 140.
[29]
p. 112.
[30]
C.F: p. 12.
[31]
A los lectores interesados en conocer y precisar la actuación de Laborde y la
opinión que sus subalternos tenían de él, le recomendamos leer el Opúsculo histórico acerca de los principales
sucesos de la reciente guerra en las provincias de Venezuela (1821-1823),
escrito con el objeto de desenvolver a la vista del excelentísimo señor
secretario de Estado y del Despacho Universal de Marina, notando el
materialismo de estos acontecimientos como el origen de ellos, considerados en
las causas que los han preparado y producido. Demostrándose con evidencia que
la mayor parte han dependido del carácter, pasiones e intereses personales de
los sujetos que se mencionan: Para que de este modo S.E. pueda dar oportunos
avisos a S. M. y precaver graves daños para lo sucesivo, por Ángel Laborde.
En:
Ángel Laborde y Navarro capitán de navío. Relación
documental de los sucesos de Venezuela, 1822-1823; Liminar Tomás Pérez Tenreiro.
.-Caracas: Italgráfica. S.R.L. Instituto Panamericano de Geografía e Historia.
Comisión de Historia. Comité de Orígenes de la Emancipación. Caracas.
Publicación Nº 18. 1974. 23 cms. 318 p. Facsímiles. Hay un ejemplar en el Museo
Naval de Madrid. Colección Guillén DCXXXII. Mss 1828. Fol. 4-30.
[32]
Hay un ejemplar en la Biblioteca Nacional de Madrid. Salón General
1/11507
[33]
AGI. Cuba, legajo 2.049.
[34]
Corona fúnebre a la memoria del Ecsmo. Señor don Ángel Laborde y Navarro, jefe
de Escuadra de la Real Armada. Gran Cruz de la Real y distinguida orden
española de Carlos Tercero, de la de San Hermenegildo
y de
la de Isabel La Católica, y comandante general de la Marina de este apostadero
&a..- Habana: [s.n.], 1834. (Ofic. de D. José Boloña. Impreso de la Real
Marina por S. M.).- 2 hs. s/n. 88 p.; 20 cm. Biblioteca Nacional de España:
Salón General HA/63765(3); DGmicro/ 4368.
.-Ibáñez
de Ibero, Carlos, Marqués de Mulhacén (1888-1966): Almirantes
y
hombres de mar/por Carlos Ibáñez de Ibero... Prólogo del... Sr. Almirante... D.
Wenceslao Benítez. [Madrid]: Aguilar: Halar, [1950]. 555 p., 2 h., 1 lam.; 12
cm. Colección Crisol; n. 293. La lam. es el retrato del autor
[35]
AGI: Sección Ultramar, legajo 311.
[36]
En el libro de Registro de inhumaciones del Panteón de Marinos Ilustres, en la
página 29 dice textualmente: Exmo Sr. don Ángel Laborde, jefe de Escuadra.
Falleció el año de 1834 a los 62 de su edad. Los restos de este general fueron
transportados desde La Habana en el vapor Fernando, el Católico hasta El
Ferrol, desembarcando aquí y siendo conducidos a la iglesia de San Francisco.
En marzo de 1871 fueron reembarcados en el mismo vapor que los condujo hasta la
Avanzadilla trasladándose de aquí al Panteón, quedando depositados en la
capilla del mismo hasta el día 22 de febrero de 1875 en que fueron inhumados
dichos restos en el referido Panteón de Marinos Ilustres, ocupando la fosa
situada en la quinta capilla de la nave del Este (centro) y que está marcada en
el plano con el número 18.
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