Por Carlos Alarico Gómez
El primer mandatario nacional aseveró en días
pasados que la batalla de Maracapana se había efectuado donde hoy está el
parque del Oeste en Catia, lo cual ha originado múltiples preguntas en la
comunidad nacional, especialmente entre el alumnado universitario.
Como todos sabemos, Maracapana queda en el oriente
del país y se menciona por primera vez en la Real Cédula de Carlos I emitida el 27 de marzo de 1528 cuando declaró constituida la
Provincia de Venezuela en el territorio que se encuentra entre "...el Cabo de La Vela o del fin de los límites
y términos de la dicha Gobernación de Santa Marta hasta Maracapana, leste oeste
norte y sur de la una mar a la otra, con
todas las islas que están la dicha costa, ecebtadas las que están encomendadas
y tiene a su cargo el factor Juan de Ampíes". Sobre ese aspecto se
pronunció el Hermano Nectario María en su obra “Historia de la conquista y
fundación de Caracas” (Edit. FPCU, 2004, p. 76), quien al referirse a la
ordenación territorial de la Provincia recordó el meticuloso trabajo elaborado
por Diego de Henares que incluye buena parte de la toponímia de la costa
venezolana desde Tucacas hasta el Morro de Maracapana en el oriente del país, tal como lo indicaba la referida
Real Cédula de 1528.
La confusión del primer magistrado posiblemente se debe al gran parecido
que existe con un sitio ubicado en las cercanías de Caracas llamado Sabana de Maracapaná
donde se produjo el encuentro que puso fin al problema surgido entre caribes y españoles desde que
Diego de Losada llegó al valle de Caracas a
mediados del año 1567 y procedió a refundar por tercera vez la ciudad, lo que
efectuó muy probablemente el 25 de julio de ese mismo año dándole el nombre de
Santiago de León de Caracas para diferenciarla del Hato de San Francisco
(Francisco Fajardo, 1560) y Villa de San Francisco (Juan Rodríguez Suárez, 1561).
Sin embargo, los nativos no dejaron en paz al neofundador, que pronto se
enteró de que su principal adversario era un cacique de nombre Gua-caipuro, que
desplegaba una gran actividad en su contra al frente de unos 2.000 guerreros caribes procedentes de las etnias
teques y tarmas que se declararon en
pie de guerra y crearon una coalición de tribus que se prepararon para atacar a Diego de Losada en la
Sabana de Maracapaná. Entre las tribus del Valle que se coaligaron estaban los Toromaymas (Paramaconi,
Chacao, Tiuna y Baruta), Mariches (Aricabacuto y Aramaipuro), Tarmas (Urimaure,
Prepocunate y Parmanacay) y Teques (Gua-caipuro), a las que se
sumaron las del litoral central (Mamacuri, Naiguatá, Guaicamacuare y Guanauguta).
La decisión de que Gua-caipuro los comandara fue tomada por unanimidad. El
sitio de Maracapaná lo escogieron por ser el centro de un amplio territorio
controlado por los caribes.
Losada se enteró de los planes de Gua-caipuro y marchó hacia la zona con
una desventaja numérica, pero con la superioridad que le daba poseer caballos,
perros, arcabuces y petos, además de tener a su servicio aborígenes arawacos
que conocían bien la zona y al pueblo Caribe, a los que odiaban por haberlos
tenido esclavizados durante muchos años. Hubo un aspecto adicional e inesperado
que vino en ayuda del jefe español. Ocurrió que mientras Gua-caipuro se
desplazaba hacia el sitio del combate se encontró con las tropas de Pedro
Alonso de Galeas quien había ido a buscar alimentos en el camino por donde
venían los guerreros de las tribus Tarmas y Teques, que se vieron sorprendidos
por la presencia del jefe español, quien los interceptó para obligarlos a regresar
a sus linderos en lo que fue ayudado por un fuerte vendaval que se presentó en
la zona.
Cuando los caciques reunidos en Maracapaná vieron que el tiempo pasaba y
que Gra-caipuro no llegaba pensaron que algo grave había pasado y algunos decidieron
volver a sus aldeas, aunque un gran número de guerreros escogieron a Tiuna como
líder y se enfrentaron a Losada luchando con extremado valor, pero nada
pudieron contra la hábil estrategia del capitán español que logró vencerlos y
ponerlos en retirada después de un sangriento combate, que se convirtió en una
derrota funesta para la causa caribe. Tiuna fue uno de los últimos en caer. Un
oficial llamado Francisco Maldonado arremetió contra él, pero el cacique le
atravesó un muslo y lo derribó del caballo. Cuando se preparaba para ultimarlo
fue atacado por tres soldados castellanos. Tiuna hirió de muerte a dos de ellos
y cuando se disponía a atacar al tercero fue atravesado por una flecha que le
disparó por la espalda uno de los arawacos que estaba al servicio de los
españoles.
La derrota marcó el fin de la confederación Caribe, que perdieron su fuerza
y rango de acción sin poder levantarse de nuevo bajo un mando unificado, aunque
algunos caciques continuaron su resistencia. Gua-caipuro murió poco después
sorprendido en su cuartel general de Paracotos durante una operación comando
dirigida por el alcalde Francisco de Infante, tatarabuelo materno del
Libertador,
quien con una
tropa integrada por ochenta hombres llegó al lugar gracias a la ayuda de indios
arawacos que conocían bien la zona.
A partir de ese momento se
intensificó la integración de la raza americana tal como la definió Bolívar en en varios de sus escritos, entre ellos la “Carta de Jamaica”, generando la
formación de un pueblo amplio, generoso y optimista producto del mestizaje del aborigen con el hombre blanco, más tarde reforzada
con la incorporación del africano.
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