Eumenes Fuguet Borregales (*)
Su Santidad Francisco es el primer Papa perteneciente a la Orden Jesuita en la
historia de la iglesia católica. López de Regalde o Yañez Azpetia, mejor
conocido como San Ignacio de Loyola, nació en Guipúzcoa el 24 de octubre de
1491. Desempeñándose en 1521 como capitán del ejército español en la defensa
del castillo de Pamplona, recibió varias
heridas; a partir de ese momento caminaba con dificultad. Durante su larga
convalecencia, y dedicado a la lectura de libros religiosos, le vino la feliz
idea de fundar en 1540 la orden religiosa que hoy en día se ufana de llevar su
sagrado nombre; dedicado entre otros aspectos desde su fundación a mantener la
iglesia católica a pesar los ataques que recibía por parte de los dirigentes
que pregonaban las reformas de Martín Lutero (1483-1546) y Juan Calvino
(1509-1564). La Compañía de Jesús, fue creada y puesta en servicio en Paris el
14 de mayo de 1543, siendo San Ignacio de Loyola el “Superior” y redactor del manual de Funcionamiento de la Orden, aún
vigente con ligeras modificaciones; con la visión de promover activamente la
religión católica, la educación de la familia y de los pueblos del mundo, importante actividad, cada vez más
difundida y reconocida. Los primeros misioneros en América llegaron a Brasil en
1549; San Ignacio de Loyola falleció en Roma el 31 de julio de 1536, fue
beatificado por su Santidad Pablo III el 27 de julio de 1609 y Canonizado por
Gregorio XV en 1622. A Venezuela llegaron los primeros misioneros jesuitas en
1628; fundan en Mérida el colegio San Francisco Javier, origen del Real Colegio
Seminario de San Buenaventura, convertido en 1810 en la Real Universidad de San Buenaventura de Mérida, y el 24 de
septiembre de 1883 en la Ilustre
Universidad de los Andes. En la región de Guayana iniciaron su labor desde
1646 hasta 1681, dedicados a la
conversión de los indígenas, alfabetizándolos y enseñándoles oficios para
mejorar su nivel de vida, dejándole esa responsabilidad a los Capuchinos en
1681. La Orden Jesuita en Venezuela, estuvo presente en la selvática región del
Meta y Casanare desde 1661; en Achaguas-Apure desde 1669 y en el Alto Orinoco
desde 1679. El Presbítero Manuel Román en su recorrido por la selva, descubrió
el río Casiquiare en 1744. La permanencia en las regiones inhóspitas, se vieron
limitadas por las enfermedades, carencia de logística y en ocasiones por ataque
de los aborígenes. El rey Carlos III (1716-1788), desde el palacio de El Pardo,
emitió el 27 de febrero de 1767, un decreto de expulsión (segregación) de los
jesuitas de los territorios españoles en el Nuevo Mundo, Francia, y Portugal,
incluía las provincias españolas de castilla, Aragón, Andalucía, Toledo, Quito,
Perú, Chile, Paraguay, Cerdeña, Filipinas y Nueva Granada. El decreto contemplaba
la confiscación de todos los bienes (obras de arte, orfebrería, objetos
religiosos, instalaciones, bibliotecas y mobiliarios). Portugal ya los había
expulsado en 1759, a causa de la política llevada a cabo por las altas
autoridades españolas asesorados por Pedro Abarca de Bolea- conde de Aranda y
presidente del Consejo de Castilla; otro
motivo esgrimido, era el poder que estaba adquiriendo la Orden en los
territorios donde se encontraban, especialmente en Paraguay por defender a Su
Santidad. Para el momento del extrañamiento, la capitanía general de Venezuela,
dependía del virreinato de la Nueva Granada. El primer grupo de los jesuitas
expulsados de Bogotá el 2 de agosto de 1767, incluía a once sacerdotes
jesuitas, veintidós hermanos y un esclavo sirviente; la mayoría prefirieron a
Italia como destino final, a donde llegaron cinco mil sacerdotes. Dejaron hondo
vacío por los servicios sociales, religiosos y educativos que prestaban; dejó
casi paralizada la ganadería, la minería y la educación. Cada sacerdote al
momento de su salida, llevaba un manteo (capa) y un Cristo de cobre, pendiente
de un cordón negro, representando la salida a la calle y el viaje largo. Regresan
a Venezuela en 1916 durante el mandato de Juan Vicente Gómez, para reiniciar su
brillante labor. En 1922 fundan el colegio San Ignacio de Loyola en Caracas; el
liceo San José de Mérida en 1928; el liceo San Luís Gonzaga en Maracaibo en
1945. El liceo Jesús Obrero en Caracas en 1948; el Javier en Barquisimeto en
1953, el Gumilla en Pto. Ordaz en 1957; la Universidad Católica Andrés Bello en
1953; la Universidad Católica del Táchira en 1961 y los colegios Fe y Alegría y
Jesús Obrero, extendidos en Venezuela y en el exterior, entre tantas e importantes obras y actividades.
(*) Gral. de Bgda.
churuguarero77@gmail.com
@eumenesfuguet
Historia y Tradición
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