domingo, 14 de diciembre de 2014

“no sólo con la palabra se logra la libertad” . Sacerdote Francisco Uzcátegui Dávila, fabricante de armas

  Eumenes Fuguet Borregales  (*)



 
Francisco Antonio Uzcátegui Dávila, Ilustre prelado merideño, nacido en 1750, realizó estudios en su tierra natal, continuando su preparación en el Seminario de Bogotá, donde es ordenado sacerdote, realizando luego el doctorado en Teología. Al regresar a Mérida y sin descuidar sus importantes actividades eclesiásticas, dedicó importante tiempo en la creación de escuelas gratuitas. Es el fundador de las escuelas públicas y gratuitas en el occidente venezolano, las cuales apoyaba con el peculio familiar. Le cupo el honor de ser uno de los promotores para la creación de la Universidad de Mérida. Se adhirió al movimiento revolucionario del 19 de abril de 1810; le brindó  alojamiento y atención al distinguido sacerdote chileno José Cortés de Madariaga  quien se dirigía de Caracas hacia Bogotá en comisión de la Junta Suprema Conservadora de Fernando VII.
Al ser criticado por su afiliación a favor de la Junta, en una oportunidad, el prelado  contestó: aquí”. “Debajo de esta sotana, hay pantalones bien puestos  y que sabré sostener afuera lo que he firmado.
 Al ocurrir el terremoto el 26 de marzo de 1812, este abnegado sacerdote, ayudaba a los damnificados dándoles la palabra de esperanzas a todos los damnificados. Ese año con la pérdida de la Primera República, nacida el 5 de julio de 1811, el sacerdote Uzcátegui se traslada a Bogotá. A mediados de 1813, luego de la magistral Campaña Admirable  que a las órdenes del Libertador salió el 14 de mayo desde Cúcuta y llegó a Caracas el 6 de agosto, jalonada de triunfos durante su recorrido, el presbítero Uzcátegui regresó a Mérida cumpliendo funciones en la Catedral, igualmente desarrolló un pequeño taller de orfebrería donde fundía las vajillas y prendas que le donaban familias merideñas y barinesas para la causa emancipadora.
Con las campanas de las iglesias, fabricó dieciséis cañones, el material sobrante lo utilizaba para fabricar ollas y clavos para las herraduras; los tubos de los órganos que eran de plomo, los fundió para fabricar balas. Explicaba el sacerdote a sus fieles seguidores que la participación de cada uno de los merideños era esencial, porque de esta forma: “La independencia no se logra sólo con la palabra”.  
Es importante resaltar  la  contribución de Mérida para la causa libertadora en 1813: 30.000 pesos donados por las familias pudientes, 500 jóvenes voluntarios que se destacaron a las órdenes del valeroso teniente coronel (español), Vicente Campo Elías, ochocientos caballos y el material bélico y logístico que el sacerdote Francisco Antonio Uzcátegui Dávila en su pequeña orfebrería elaboraba con fervor patriótico.
A causa de la derrota en la batalla de La Puerta en junio de 1814 y la Emigración al Oriente desde Caracas en julio, el presbítero Uzcátegui se traslada incorporado a la columna del general Rafael Urdaneta el 18 de septiembre, hacia Cúcuta, Pamplona y Bogotá, ciudad donde falleció en la amargura del destierro en mayo de 1815 a la edad de 65 años. Dejó honda huella en Mérida donde se le recuerda con ejemplar veneración.
Es importante resaltar la participación de los sacerdotes en la independencia: “verdaderos patriotas con sotana”, recordamos que el protagonista del 19 de abril es el sacerdote chileno José Cortés de Madariaga; el prelado caraqueño Gabriel José Lindo, Rector de la Universidad de Caracas estuvo con los seminaristas en  el combate de Vigirima entre el 23 y 25 de noviembre de 1813 y en La Victoria  el 12 de febrero de 1814; fue enviado con  once sacerdotes en calidad de prisioneros a Cádiz en septiembre de 1816 por órdenes de Morillo donde fallecieron. El presbítero José Félix Blanco logró por méritos el grado de general de división y el cargo de Ministro de la Defensa y que los capellanes del Ejército Libertador fallecieron en el atentado del Rincón de los Toros el 17 de  abril de 1818 y en la Batalla de Boyacá el 7 de agosto de 1819, por mencionar  algunos distinguidos religiosos en su afán emancipador, porque: “no sólo con la palabra se logra la libertad”  
Historia y Tradición
(*) Gral. De  Bgda.                                                                                                eumenes7@gmail.com
@eumenesfuguet

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