Francisco Antonio Uzcátegui
Dávila, Ilustre prelado merideño, nacido en 1750, realizó estudios en su tierra
natal, continuando su preparación en el Seminario de Bogotá, donde es ordenado
sacerdote, realizando luego el doctorado en Teología. Al regresar a Mérida y
sin descuidar sus importantes actividades eclesiásticas, dedicó importante tiempo
en la creación de escuelas gratuitas. Es el fundador de las escuelas públicas y
gratuitas en el occidente venezolano, las cuales apoyaba con el peculio
familiar. Le cupo el honor de ser uno de los promotores para la creación de la
Universidad de Mérida. Se adhirió al movimiento revolucionario del 19 de abril
de 1810; le brindó alojamiento y
atención al distinguido sacerdote chileno José Cortés de Madariaga quien se dirigía de Caracas hacia Bogotá en
comisión de la Junta Suprema Conservadora de Fernando VII.
Al ser criticado por su afiliación
a favor de la Junta, en una oportunidad, el prelado contestó: aquí”.
“Debajo
de esta sotana, hay pantalones bien puestos
y que sabré sostener afuera lo que he firmado.
Al ocurrir el terremoto el 26 de marzo de
1812, este abnegado sacerdote, ayudaba a los damnificados dándoles la palabra
de esperanzas a todos los damnificados. Ese año con la pérdida de la Primera
República, nacida el 5 de julio de 1811, el sacerdote Uzcátegui se traslada a
Bogotá. A mediados de 1813, luego de la magistral Campaña Admirable que a las órdenes del Libertador salió el 14
de mayo desde Cúcuta y llegó a Caracas el 6 de agosto, jalonada de triunfos
durante su recorrido, el presbítero Uzcátegui regresó a Mérida cumpliendo funciones
en la Catedral, igualmente desarrolló un pequeño taller de orfebrería donde
fundía las vajillas y prendas que le donaban familias merideñas y barinesas
para la causa emancipadora.
Con las campanas de las iglesias,
fabricó dieciséis cañones, el material sobrante lo utilizaba para fabricar
ollas y clavos para las herraduras; los tubos de los órganos que eran de plomo,
los fundió para fabricar balas. Explicaba el sacerdote a sus fieles seguidores
que la participación de cada uno de los merideños era esencial, porque de esta
forma: “La independencia no se logra sólo con la palabra”.
Es importante resaltar la
contribución de Mérida para la causa libertadora en 1813: 30.000 pesos
donados por las familias pudientes, 500 jóvenes voluntarios que se destacaron a
las órdenes del valeroso teniente coronel (español), Vicente Campo Elías,
ochocientos caballos y el material bélico y logístico que el sacerdote
Francisco Antonio Uzcátegui Dávila en su pequeña orfebrería elaboraba con
fervor patriótico.
A causa de la derrota en la
batalla de La Puerta en junio de 1814 y la Emigración al Oriente desde Caracas
en julio, el presbítero Uzcátegui se traslada incorporado a la columna del
general Rafael Urdaneta el 18 de septiembre, hacia Cúcuta, Pamplona y Bogotá,
ciudad donde falleció en la amargura del destierro en mayo de 1815 a la edad de
65 años. Dejó honda huella en Mérida donde se le recuerda con ejemplar veneración.
Es importante resaltar la
participación de los sacerdotes en la independencia: “verdaderos patriotas con sotana”, recordamos que el protagonista
del 19 de abril es el sacerdote chileno José Cortés de Madariaga; el prelado
caraqueño Gabriel José Lindo, Rector de la Universidad de Caracas estuvo con
los seminaristas en el combate de
Vigirima entre el 23 y 25 de noviembre de 1813 y en La Victoria el 12 de febrero de 1814; fue enviado
con once sacerdotes en calidad de
prisioneros a Cádiz en septiembre de 1816 por órdenes de Morillo donde
fallecieron. El presbítero José Félix Blanco logró por méritos el grado de
general de división y el cargo de Ministro de la Defensa y que los capellanes
del Ejército Libertador fallecieron en el atentado del Rincón de los Toros el
17 de abril de 1818 y en la Batalla de
Boyacá el 7 de agosto de 1819, por mencionar algunos distinguidos religiosos en su afán
emancipador, porque: “no sólo con la palabra se logra la
libertad”
Historia y Tradición
(*) Gral. De Bgda.
eumenes7@gmail.com
@eumenesfuguet
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