Los humanos somos una
especie marcada por la curiosidad, nos preguntamos, buscamos respuestas a una
multitud de preguntas: cómo comprender el mundo que nos rodea, cómo se comporta
el universo, cuál es la naturaleza de la realidad; de dónde viene todo lo que
nos rodea; necesitó el universo un creador?. Los científicos se han convertido
en los portadores de la antorcha del descubrimiento en nuestra búsqueda de
conocimiento.
La ignorancia de las formas de actuar de la
naturaleza condujo a los antiguos a inventar dioses que dominaban cada uno de los aspectos de la vida humana.
Había dioses del amor y de la guerra, del sol, la tierra y el cielo, de los
ríos, océanos, lluvia y truenos, terremotos, volcanes.
Educar es una ciencia y un arte, para ello
no existen recetas, a los padres corresponde
la responsabilidad primaria de educar, qué hacer y cómo hacerlo. Hoy tenemos
más medios, el futuro de un niño no puede ser la consecuencia del azar; por lo
tanto es necesario formarse, profesionalizarse para enseñar a tus hijos, a
nuestros hijos; aprender a ser y empezar
a construir parte de su futuro.
Para educar a un niño se necesita una
escuela, que es un edificio particular, es una colmena donde no hay “zánganos”, y si Maestros, los verdaderos encargados de terminar con la ignorancia cultural de
nuestros párvulos. Maestro es una palabra emocionalmente bella, protector de la
familia y apóstoles del saber.
En nuestra Venezuela colonial y hasta principios
del siglo XX, existieron personas, altruistas, con una vocación especial,
enseñar a numerosos niños las primeras letras y nuevas ideas que influyeron en el cerebro de los alumnos quienes
captaron los nuevos estímulos cognitivos. Estos Maestros
anónimos, distribuidos a lo largo y ancho de la provincia venezolana, dedicados
a ser los alfareros de la enseñanza primaria fueron los que bautizaron
culturalmente a estos futuros ciudadanos sacándolos del incógnito social; Bias,
uno de los Siete Sabios de Grecia expresó: “El saber es la única propiedad que
no puede perderse”.
Cuánto debemos a un Maestro, su vocación de
servicio y sus enseñanzas de valores
humanos han contribuido a desarrollar a
nuestro país; pienso que mientras más escuelas se construyan menos cárceles se
edificarán y formaremos más ciudadanos. Si Venezuela quiere avanzar en el mundo
social y cultural tiene que proclamar
al niño el ciudadano más importante del país y al Maestro de Escuela el apóstol
del saber.
No hay comentarios:
Publicar un comentario