David R. Chacón Rodríguez
Después de la llegada de Cristóbal Colón al
continente americano, se emitieron
muchísimos documentos solicitando información sobre aquellas lejanas
tierras que tanta curiosidad despertaban para la expansión europea. En un
principio, se redactaron instrucciones a los viajeros, exploradores o
conquistadores sobre el modo de comportarse con los naturales que
encontraran, indicando la manera como
podrían observar las maravillas de aquellas hermosas tierras y la necesidad de
favorecer la conversión de sus naturales a la santa fe católica, pero, el
desconocimiento imperante que había en la corona española sobre el Nuevo Mundo,
la explotación de los indios, los
considerables abusos cometidos por la rapacidad, desorden e insaciable codicia de los
españoles[1], quienes mantenían una abierta estafa a la
propia corona, etc., fueron algunos de los problemas que le impedían ejercer, digna
y correctamente, sus funciones de administración y control, motivo por el cual
el Consejo de Indias y las autoridades provinciales se vieron obligadas a
implementar un sistema que le permitiera
recabar una eficaz información sobre los diversos aspectos que imponía
el conocimiento de ese diverso mundo inabarcable y desconocido, de clima y
orografía muy diferentes, poblado por un mosaico de pueblos de culturas y
lenguas muy diversas, y así poder evaluar los recursos necesarios para el
mantenimiento de la población allí existente como los recursos tributarios y
los que pudieran obtenerse en beneficio de la corona y de esta manera ahorrar
el costo de un cuerpo de especialistas que, con numerosos recursos técnicos,
recorriesen los dilatados espacios americanos investigando para informar al
Consejo de Indias y de esta manera poder descubrir como era en realidad el
vasto continente formado por las Nuevas
Indias.
En el
acopio de la información utilizaron diversos cauces, comenzando por las órdenes
dadas a los Virreyes y a las Audiencias para la confección de descripciones que
relataran aspectos generales del territorio, tales como, la situación
administrativa, geográfica, económica, demográfica, etnográfica, militar,
religiosa, etc. O importantes aspectos parciales como la distribución de
tierras, etnias, idiomas, aborígenes, etc. En otras ocasiones, la
administración recurrió a acuciosas encuestas, enviando elaboradísimos
interrogatorios para que lo contestaran las autoridades menores de toda América
(Corregidores, Alcaldes Mayores, Párrocos, Curas de Aldeas, etc.).
Las
respuestas que las autoridades regionales y locales hispanoamericanas dieron a
estas solicitudes confeccionadas por el Consejo de Indias se conocen hoy con el
nombre de Relaciones o Descripciones
Geográficas y en algunas oportunidades, como Relaciones Topográficas.
Durante
los trescientos años que duró el período de la colonia, estos interrogatorios
se llevaron a la práctica muchas veces, tanto, que casi resultaron una costumbre, un hábito político; tal es
así, que durante el siglo XVI se verificaron once veces (en 1530, 1533, 1548,
1563, 1569, 1572, 1573, 1577, 1581, 1584,
y 1592), cuatro en el siglo XVII (1604, 1621, 1635, 1648), diez en el siglo XVIII (1730?, 1741, 1751,
1754, 1755,1765, 1768, 1777, 1784 y 1791), y tres en el siglo XIX (una en 1807,
y dos en 1812). Los resultados de cada petición general son las que conforman
el gran banco de datos, que nos permite conocer a cabalidad la riqueza y
variedad de la vida en América, así como,
sus aspectos socioeconómicos, constituyendo un valioso precedente de la
estadística moderna que cuantifica y calibra a la población mediante censos,
agregando datos que utiliza en beneficio de su propio funcionamiento,
conciliando el mayor número posible de informes competentes y fiables.
En
Venezuela han aparecido cinco en total, la descripción de Santiago de León de Caracas,
Gobernación de Venezuela y Nuestra Señora de Caraballeda,1578[2]; la de
Nueva Zamora, su término y laguna de Maracaibo, 1579[3];
la de la Nueva Segobia de Barquisimeto, 1579[4];
la del Tocuyo, 1578[5]
y la de Trujillo de Nuestra Señora de La
Paz[6]
(Estado Trujillo), 1579.
El
documento que nosotros vamos a analizar ahora, es un cuestionario de cincuenta preguntas que fue
enviado, impreso, por la Corona a las Indias Occidentales, con el objeto de
recabar información sobre los distintos aspectos de su realidad. Las preguntas
que lo forman tratan diversos temas administrativos, agrícolas, demográficos,
eclesiásticos, etnográficos,
etnohistóricos, ganaderos, geográficos, lingüísticos, médicos,
militares, políticos, religiosos, urbanos, y de los recursos necesarios para el
mantenimiento de la población, así como, los que se pudieran obtener en beneficio
de la Corona.
Como ya
hemos dicho, este interrogatorio -de 1577- (reeditado en 1584) no es un hecho
aislado; responde a un conjunto de acciones que se inician en los años sesenta
para ordenar la legislación, reactivar
el semiparalizado Consejo de Indias,
organizar y controlar los problemas que presentaban la nuevas tierras de
ultramar y así conseguir, el mejor conocimiento de las tierras que se querían
legislar y explotar.
Esta
búsqueda de conocimientos se completa con el conjunto, destinadas a la
sistematización de las cuestiones seleccionadas para conocer el Nuevo Mundo,
buscando el establecimiento de un
registro de información y estableciendo
las premisas teóricas sobre las que se basa el sistema. Pensamos, que la
redacción y envío de este cuestionario fue realmente, por sí sola, una idea innovadora y ambiciosa y su
valoración, está todavía por hacer.
En ella, se encuentra condensada en
cincuenta preguntas –formuladas
telegráficamente- toda la información
que se requiere para El buen gobierno y
ennoblecimiento de las Indias, para la cual solicita una lista de todos los
pueblos dependientes de la autoridad de un gobernador, corregidor o alcalde
mayor -quienes eran los encargados de distribuirla-, esta lista debía adjuntarse a las Relaciones
correspondientes. En un apartado especial, se indica como debe responderse,
pidiendo que se contesten en hoja aparte, de manera concisa, clara y veraz,
dando por seguro, lo seguro, y por dudoso, lo que es dudoso. Debía ir
encabezada con la fecha completa -día, mes y año- incluyendo los nombres de los
participantes en la preparación de la Relación, expresando además, el nombre de
la autoridad que le había enviado la instrucción. El interrogatorio debía
responderse uno a uno, ordenadamente, siguiendo la numeración estipulada.
En dicho cuestionario se observa, que las
preguntas, realizadas en un lenguaje simple y conciso, ofrecían una serie de
opciones para responder y expresar perfectamente lo que se pedía, iban
destinadas a tener un conocimiento cabal del territorio que permitiese saber
las características geográficas generales de la población, que permitiese saber
qué y cuánta gente había en cada poblado y los recursos que habían para vivir,
así como la posibilidad de mejorarlos.
Para
hacer una justa valoración de esta
encuesta es importante tener en cuenta su objetivo, su finalidad, y a quién iba
dirigido, por esa razón he intentado hacer una sistematización (sin duda alguna
subjetiva) de las 50 preguntas, agrupándolas de acuerdo a la configuración de
sus objetivos, en 8 grupos, a saber:
1.- Preguntas que se refieren a la comarca o provincia. Van destinadas a
establecer las características geográficas del núcleo urbano y la región,
indagando además, su historia, el origen de su nombre y las singularidades de
la población indígena que la habita,
haciendo especial hincapié en su manera de vivir y la lengua que hablan. Son
las preguntas 1 a 5. Constituye el 10 % del total.
2.- Se relacionan con los pueblos de españoles buscando determinar
la definición astronómica de las ciudades, distancias de las capitales
(cabeceras administrativas) y otros centros colindantes, recursos del
asentamiento, calidad y orientación de los caminos, para lo cual se solicita un
plano del pueblo. Son las preguntas 6 a 10 e interpreta un 10% del total.
3.- Bajo este grupo se recoge la
descripción física y política de las naciones de naturales, (pueblos de indios): su ubicación
geográfica y administrativa (distancias del corregimiento), calidad de los
caminos, números de habitantes, significación de su nombre en lengua aborigen,
características de la población prehispánica, organización social, política, y
razón de sus señoríos, gobiernos, trajes, medicina, vestidos, alimentación,
ritos y costumbres en general. Son las preguntas 11 a 15 y representan un 10%
del total.
4.- Reúne de una manera muy puntual
la información de todos los tipos de pueblos, ubicación de los núcleos urbanos
(de españoles e indios), calidad de la tierra, características climáticas, ríos
y lagunas, valles y montañas, cuevas y volcanes. Recursos animales y vegetales
de la zona. Rendimiento de las especies trasladadas y productos comerciales de
gran interés, como la seda y la lana; cultivos de españoles: el trigo, la
cebada, el vino y el aceite. Son las preguntas 16 a 27 y significan un 24% del
total.
5.- Estudia otros recursos
como minas, canteras, gemas, mármoles y salinas.
Son las preguntas 28 a 30 y representan un 6% del
total.
6.- Recoge los diferentes aspectos generales de la vida del pueblo,
desde un punto de vista civil,
comercial, militar, religioso y
sanitario, tales como: formas y materiales de los caseríos, trato y contrato de
los habitantes, fortalezas, descripción de las diócesis, conventos, parroquias,
monasterios, capellanías, órdenes religiosas, hospitales, etc.
Son las preguntas 31 a 37 y representan un 14%
del total.
7.- Está dedicado a los pueblos marítimos, poniendo de relieve
la importancia que tenía la navegación como medio de comunicación, así como,
los movimientos comerciales de exportación e importación. Son las preguntas 38
a 47 y representan el 20% del total.
8.- Se refiere a la desaparición de los pueblos establecidos
por los españoles, cosas notables en naturaleza, efectos y firmas de los
participantes en la relación. Son las preguntas 48 a 50 y forman un 4% del
total.
Del
rápido análisis del formulario precedente se pueden extraer algunas
conclusiones acerca de los temas
planteados. En él, aparece con bastante realce el tema urbano, seguramente
debido al interés de saber si se habían puesto en práctica las Ordenanzas de Descubrimiento, nueva
población y pacificación, dadas por Felipe II, en 1573. Igualmente, se
reflejan las preocupaciones por la
defensa y los servicios, tales como la salud y la educación, destacando
también los asuntos comerciales. En resumen, podemos afirmar, que prevalecen
las preocupaciones geográficas,
inscritas dentro de un clima científico, y los asuntos económicos son
vistos desde una óptica de análisis de estructura, disminuyendo el aspecto
fiscal.
De la
propia sistematización del cuestionario podemos inferir el siguiente cuadro:
Temas considerados total
Aspectos Geográficos:
Situación 2,0
Descripción,
medición, características
territorio,
clima, fauna, flora 34,0
Aspectos
urbanos: localización, traza 10,0
Total 46,0
Aspectos político-administrativos
Defensa 2,0
Servicios:
salud, correos 2,0
Total 4,0
Aspectos demográfico-sociales
Censo-población 2,0
República
de indios: costumbre, religión,
oficios,
economía, política, población lengua 4,0
Total 6,0
Aspectos económicos
Agricultura 8,0
Ganadería 2,0
Minería 6,0
Comercio:
navegación, puertos 12,0
Total 28,0
Aspectos culturales
Historia:
colonización 4,0
Colección,
curiosidades 2,0
Total 6,0
Aspectos eclesiásticos
Asuntos
administrativos 6,0
Total 6,0
Varios 2,0
Total
preguntas 50
Llama
la atención que se han eliminado todas las preguntas sobre negros y mestizos,
quizás porque este tipo de población tenía su mayor auge en las aglomeraciones
urbanas o productivas minas-ingenios, etc.
Una vez
analizado el interrogatorio, veamos ahora como la información de Juan de Pimentel, de
1578, describe a Caracas y sus habitantes:
La
relación se refiere fundamentalmente a las ciudades de Santiago de León de
Caracas y Nuestra Señora de Caraballeda. En el mencionado documento se expresa
que la provincia de Caracas tenía una extensión de 35 leguas de Este a Oeste y
25 leguas de Norte a Sur, es decir, comprendía el territorio que actualmente
forma el Distrito Federal y el Estado Miranda.
En ella
se mencionan y esclarecen los topónimos
de: Amanure:
Nombre que dan los indígenas Toromaymas al pueblo de Nuestra Señora de
Caraballeda en honor a un indio que
así se llamaba.
Catuchaquao: Nombre que dan los indios al asiento
de esta ciudad, el cual toma su nombre de un pequeño arroyo que pasa junto a
ella, y que recibe este nombre por unos árboles que hay en él llamados catuchas
(Guanábanas) y quao, es quebrada o arroyo que lleva agua, por lo tanto, quiere
decir, quebrada del guanábano.
Guaraira Repano
(Sierra Grande):
Nombre con que los indígenas llamaban a este majestuoso cerro llamado El Ávila.
Erróneamente se ha sostenido que obtiene su actual nombre por una encomienda
que le dieron en tierras de esa montaña a Gabriel de Ávila para allí construir
una casa, y al habitarla la gente comenzó a llamarla con el nombre que hoy
tiene: El Ávila, pero en honor a la verdad, no hay ningún indicio documental
que pruebe que Gabriel de Ávila haya
sido propietario de esa zona. En los documentos de esa época cuando se aludía a
la montaña, se decía: El cerro de esta
ciudad; El otro lado del cerro; Este lado del cerro; La Cumbre del Cerro; La
quebrada de Anauquito; La quebrada de Cotiza; La quebrada de Gamboa o del
Carrizal; La quebrada de Sanchorquíz; Las cabeceras del río Anauco; Las
cabeceras del río Catuche; Los montes de esta ciudad, etc.
La
primera referencia documental que da
testimonio de su existencia bajo su actual
topónimo es a partir del 20 de mayo de 1774, por
pertenecer a la familia de Juan Álvarez Ávila y a sus hijos Domingo de Ávila,
Fernando de Ávila y a Miguel de Ávila[8].
Guarenas: Pueblo indígena que deriva su epíteto, porque
viven en tierras sin montes y tienen mucha hierba que recibe ese nombre.
Quiriquires: Porque en el sitio donde viven hay
muchos árboles a maneras de chaparros llamados así, aunque hay otros que
sostienen que toman su nombre en honor a unos pajarillos que en Castilla, la
vieja, llamaban linazeros.
Toromaymas: Porque los naturales que en esa
tierra viven lo tomaron de un pájaro llamado Toro y en su canto parece que
dijera Mayma.
Además
de la llamada tribu de los indios Caracas, menciona que existían otras, tales
como los Aruacos, Boquiracotos, Guayquerí, Guarenasija, Mariche, Meregotos,
Paracotos, Tarmas, Teques, Toromaymas y Quiriqyres.
Según
la relación, en la provincia habían unos siete u ocho mil indios, de los cuales
sólo cuatro mil estaban pacificados para la fecha. De sus características
mentales afirma que los indios eran rudos
y torpísimos de entendimiento y
prontos para lo malo y nada hábiles para lo bueno; beben mucho, son
imprevisivos y perezosos al punto que quisieran tener todo bajo sus hamacas. De su alimentación dice que los
naturales van a las islas por sal, pescado y tortugas, para comer y hacer
aceite de ellos. En referencia a su industria textil, expone que se benefician
del algodón con el cual fabrican lienzos. Emplean el huso para hilar, tejen
hamacas, pampanillas, cestas cataures para cargar enseres. Utilizan
las fibras del maguey o caruata para hacer alpargatas, cinchas, jáquimas, sogas
y con la corteza de la dama-jagua (majagua) y de sus hojas hacen amarras y
otras cosas. El veneno de sus flechas lo extraen de la manzanilla que con víboras, sapos, arañas, y sangre de
costumbre de mujer, y de otras cosas ponzoñosas, es confeccionada por una
vieja que muere a consecuencia de preparar dicho veneno. También se menciona el
uso de yerbas venenosas que aplican en los alimentos y bebidas para matarse
unos a otros. Usaban arcos y flechas emponzoñadas con macanas decoradas a manera de espada de dos filos cortos,
ancha en las puntas como una mano, son largas hasta la cinta (cintura) y otras
hasta la barba, que blanden a dos manos. Para defenderse hincaban estacas
agudas tostadas (endurecidas al fuego) por los sitios donde ha de pasar el
enemigo, en las labranzas y en los alrededores de sus bohíos, los cuales tienen
una abertura en lo alto para la salida del humo de sus fogones.
Su dieta estaba formada por auyamas,
batatas, caraota, carnes, cazabe, frijol, frutas, jojoto (maíz tierno),
legumbres, maíz, manique (maní), mapuey, ocumo, pericaguares, pescado, plátano,
sal, verduras, yuca amarga, y para comer hacían escudillas de totumos y con las
taparas, cucharas y botijas con el fin de almacenar el agua. Su principal
mantenimiento es el beber mazato con el cual se emborrachan, enmascarándose
previamente. Fuman tabaco y cultivan la coca, con lo que dicen se les quita el hambre y la sed y les da
fuerza. Eran comedores de carne humana, los
que matan en la guerra o toman vivos se los comen, y ese interés de comerse
unos a otros ha sido siempre la causa de sus guerras y pendencias. Andaban
desnudos. Los hombres usaban un calabazo en el que meten el miembro viril, y
luego lo amarraban a un hilo que traían en la cintura. Las indias usan unas
pampanillas tejidas de algodón pintadas,
con las que se cubren las partes pudorosas; son de dos palmos y medio de largo
y medio palmo de ancho, las llevan asidas por delante y por detrás de un hilo
que traen atado por la cintura. Usan alpargatas de cáñamo (cocuizas), también
utilizan unas guirnaldas de plumas de colores o cabezas de animales como gatos
monteses, leones, osos, pumas, tigres, y las colas de ellos puestos en sus
cabezas. Para deformarse las pantorrillas, las mujeres usaban la costumbre
caribe de enrrollarse fuertemente el bajo de sus rodillas con hilos de algodón
teñido y también ambos sexos se enrollaban encima de los tobillos hilos o
cordones de algodón torcido hasta medio
dedo o un dedo de espesor, a manera de ligas constrictoras.
Para sus festejos se untaban con orcay o mara
(fijador con resina), y luego se pintaban de colorado (bariquiza), hecha de
hojas o cortezas de árboles. Algunos se
pintan medio cuerpo para abajo; otros, medio cuerpo para arriba, otros todos de
colorado o negro, otros medias piernas o brazos o caras.
En
cuanto a su religión son animistas: No
tienen adoraciones, santuarios, ni lugar dedicado para ello, sólo tienen su
creencia en el demonio, el cual llamaban papo.
En ellos
el incesto era cosa común, No guardan
parentesco entre sus afectos carnales, sino es el hijo a la madre y algunos a
sus hermanas y de esto aún se duda porque de todas las demás usan mal hasta
padres con sus hijas. La relación matrimonial funcionaba poligámicamente cuando a un indio le ha parecido bien una
india se lo da a entender con palabras y si le parece que le muestra buena cara
se va a casa de ella y si ella le pone en qué sentarse y le trae una totuma de
agua para que se lave y pone que coma ya él entiende la voluntad de la moza y
se van a dormir juntos sin que sus padres ni parientes les parezca mal y así
quedan casados y en este casamiento sólo su voluntad lo sustenta mucho o poco
en él porque si la india le parece que su marido no es buen labrador o por otra
ocasión, lo deja y toma otro marido y él por otra cualquiera cosa liviana que
sea hace lo mismo.
Entre
sus enfermedades más comunes podemos nombrar: catarro continuo, cámaras y
calenturas, romadizo, la viruela y el sarampión. En caso de fallecimiento, al
hombre lo enterraban de pie o sentado en un hoyo circular, junto con su arco,
flechas, hamacas y alimentos para el
camino; a la mujer, con sus usos y
cataures que es un cesto en que meten su ajuar que es un huso y pampanillas quentas y algunas joyas de oro y
otras cosas, sus comidas y bebidas.
Si son piaches no los entierran tan presto sino puestos en
sus hamacas le dan fuego por debajo y se derrite hasta que lo secan y con la
grasa que sale de él se untan las mujeres y esto es el luto entre ellos
llorando y cantando sus parientes e mujeres porque hay indio que tiene cinco o
seis...y en su canto o lloro refieren sus hazañas y valentía y si era buen
labrador o pescador y otras cosas como estas y después con mucha honra queman y
los huesos molidos los beben y para entonces hacen solemnes borracheras.
En ella
también se menciona la existencia de otros diez pueblos instaurados por los
españoles: Barquisimeto, Carora, Coro, El Tocuyo, Nirgua, Trujillo, Nueva Zamora (Maracaibo), Valencia,
y la presencia de las islas Aves, Orchila, La Tortuga y los Roques.
Respecto
a la flora, dice que había: anones,
bledos caracas, biznaga,
cañafístula, catuches
(guanábanos), cedros muy grandes,
ceibos, con o sin espina, corozco (corozo), curagua (aguacate), el hayo, jobos, guamos, guayacán, mamones,
mameyes, manzanillo (árbol
venenoso), mechoacán, con cuyas raíces
se purgan, piñas, tabaco, totumos, uvas de mar (uva de playa), yerba guarenas.
De su
fauna ornitológica se mencionan los azulejos, aves de rapiña, guacharacas,
palomas, papagayos, patos, paujíes (dos géneros), perdices, quiriquires
(pájaros linaceros), tortolitas, turpiales
y zamuros.
De los
mamíferos autóctonos hace referencia a
arañas, cachicamos (armadillos), conejos, gatos monteses, jaguares, leones,
mapurites (zorrinos), monos (tres géneros), osos, osos hormigueros, peces de
mares, perico ligero (perezoso), puercos monteses (báquiros), pumas, sapos,
tigres, tortugas, zorros, venados, víboras. Y de los animales introducidos, burros,
caballos, cabras, gallinas, gatos, mulas, ovejas, patos, pavos, perros, puercos
y vacas.
En el
ramo agrícola indica la existencia de frutos autóctonos como algodón, auyamas, batatas, el hayo
(coca) para mascar, maíz, manique (maní), mapuey, ocumos, pericaguares,
tabacos. Introducidos por los europeos cita, ajos, arroz, berenjena, berros,
cebada, caraotas, cebollas, cidras, coles, culantro, eneldo, garbanzos,
granadas, habas, higueras, hinojos, lechugas, lima de todas las especies,
limones, mastuerzo, melones, membrillo, mostaza, nabos, naranjas, parra,
perejil, poleo, rábanos, ruda, trigo, uvas, yerbabuena.
En
cuanto a las actividades
explotativas cita la extracción
de oro granado (en pepitas y granos) y también entremetido con mucha piedra.
Conocida
esta hermosa y esclarecedora descripción, analizaremos ahora, brevemente, el plano de la ciudad:
Año: [1578]
Título: Traza de la Ciudad de Santiago de
León de Caracas y sus alrededores.
Autor: Diego de Henares, por orden de
Diego de Losada.
Datos matemáticos: Sin escala.
Descripción física: Manuscrito.
A pluma, tinta negra.
Rayada la parte del Mar.
Dimensiones: 60,5 x
43,2 cm.
Procedencia: Sección Patronato.
Legajo Nº 294. Ramo 12
Signatura: Mapas y Planos de Venezuela, Nº. 6
Se encontró en la
Descripción de Santiago de León de Caracas, realizada por el Gobernador de
Venezuela, Don Juan de Pimentel, para contestar la Instrucción dada por el Rey
Felipe II, el 1º de diciembre de 1575. Cuando aún la capital de Venezuela era
la Provincia de Coro.
Abarca la parte
costera de Venezuela desde la Punta de Tucacas, al Oeste, hasta el Morro de
Macarapana, al Este. Incluye algunas de
sus islas.
Toponimia que aparece en el plano:
- Anauco, Quebrada de
- Aracoi, río (Río Yaracuy)
- Aricagua, Río de
- Aroa, Río
- Arrecifes, Puerto
- Blanco, Cavo
- Cabello, Puerto de
- Caruabo, Río de
- Caruata, Quebrada de
- Cata, Río y Ensenada de
- Catia, Ensenada de
- Catucha, Quebrada
- Caurimare, Quebrada
- Codera, Cavo de la
- Chacau, Quebrada de
- Chichiribiche, Río y Punta
- Chuspa, Ensenada de
- Guaira, Río
- Guatapanare, Río de
- Guaicamacuto, Puerto de
(Actual población de Macuto, en el Distrito Federal).
- Guira, Puerto de La (Se trata del Puerto de La
Guaira).
- Higueroto, Ensenada de
- Higueroto, Río de
- Mamo, Río de
- Maracapana, Morro de
- Moron, Río
- Naiguata, Punta de
- Nuestra Señora de Caravalleda, Río de
- Paparo, Río
- Pirto, Puerto de
- Patanemo, Río y Ensenada
- Ocumare, Río y Ensenada
- Roques
- Santhiago de León, La Ciudad de
- Taguay, Río y Puerto de
- Tortuga, Isla de
- Triste, Golfo
- Tuaçana, Río de (Posiblemente sea el Río
Todasana en el Estado Miranda)
- Tucaca, Punta de
- Tunaima, Río y Punta de
- Turiamo, Río y Ensenada
- Unare, Morro de
- Unare, Río de
- Urama, Río y Puerto
- Vurvurata, Puerto de
Diego
de Losada
En 1578
el Gobernador Juan de Pimentel recibió la mencionada Instrucción en la que el
soberano pedía una relación completa de todos los pueblos de la provincia, para
lo cual formulaba un cuestionario de 50 preguntas. La descripción se inició el
1º de diciembre de 1578, y terminó el 23 del mismo mes y año. La copia que
Pimentel envió a España se extravió, pero el escribano Juan de Amegaza sacó en
1585 un traslado de su original, cuya copia se encuentra en el Archivo General
de Indias, Sección Patronato, legajo 294, ramo 12. Fue elaborado once años
después de su fundación para responder la pregunta número diez de las
informaciones requeridas por Felipe II, en ella se requería la traza y diseño en pintura de las calles y
plazas y otros lugares señalados de monasterios, como quiera que se pueda
rascuñar (sic) fácilmente en un papel (y) en que se declare qué parte del
pueblo mira al medio día o al norte.
En él
se encuentra reflejada la idea de ordenación territorial planteada como tesis
en el urbanismo ordenado, donde la
ciudad debe ir formada por líneas
cuadriculares para conseguir la perfección geométrica que caracterizó a la
mayoría de las ciudades hispanoamericanas. De la plaza mayor partirían las ocho
calles principales, dos hacia cada rumbo (N., S., E., y O).
Diego
de Henares fue el encargado de delinear la cuadrícula sobre el terreno.
Es el
más antiguo de la ciudad, representa la formación de Caracas y sus alrededores,
indicando profusamente las quebradas de la ciudad, e incluye buena parte de la
toponímia de la costa venezolana. Abarca desde Tucacas, al Oeste, hasta el Morro de Maracapana al Este en el actual estado Sucre, donde acaba
la gobernación. Indica además algunas islas del Mar Caribe.
Presenta
veinticinco manzanas, de las cuales seis no están pobladas, en el centro de
ella está la Plaza Mayor y al Sur, el convento o monasterio, ubicado casi sobre
el Guaire.
Lo más
significativo es la permanencia
inmutable de grandes hitos urbanos como la Iglesia de San Francisco, Iglesia de
San Mauricio, Iglesia Catedral, la Casa de Cabildo o sus casas se encuentran en
el sitio de la Gobernación, en la esquina de Principal. La ciudad esta
edificada entre las quebradas de Caroata y Catuche. Casi todos los nombres de
ríos y ensenadas que registra el plano se han perdido. Este mapa fue enviado al
Consejo de Indias cuando aún la capital de la provincia era Coro.
En el
acto de su fundación se siguió el ceremonial establecido que estipulaba la
publicación de un pregonero de los poderes necesarios para la fundación en
presencia de los pobladores y testigos que habían de firmar el acta. En esa
oportunidad presenciaron el acto el Padre Blas de La Puente, y el fraile de la
orden de San Juan, Baltazar García. Luego se determinaba y demarcaba la plaza
principal o plaza mayor, en el centro de la fundación, colocándose allí el
padrón, rollo o picota de la Real Justicia. Éste consistía en un grueso madero
que se encontraba inserto en el suelo[9].
Con una cruz de madera se indicaba el sitio donde debía construirse la iglesia,
la cual debía de quedar un poco más alto y así sobresalir en el conjunto.
También se establecía el lugar de las Casas Reales y el Cabildo. Luego Diego de
Losada, espada en mano tocaba con aquella dos veces el rollo o padrón,
exclamando tres veces consecutivas estas palabras:
En nombre de Su Majestad para ejecución de la Real Justicia mandó
alzar y se alzó un rollo de madera en alto en la plaza de esta dicha ciudad y
estando el dicho capitán a caballo y armado de todas las armas dijo en alta e
inteligible voz que podía ser oído de todos los circunstantes que si había
alguna persona que se lo contradijese que saliese a lo pedir y demandar que en
nombre de Su Majestad lo defendería lo cual dijo tres veces tirando de cada vez
un golpe y dando en el dicho madero con una espada desnuda que en la mano tenía
en señal de posesión y no hubo persona alguna que se lo contradijese y así quedó
en quieta y pacífica posesión de la dicha ciudad y términos sin contradicción
de persona alguna.
Luego repartió a los
vecinos los solares y tierras a los Alcaldes, Regidores y Oficiales.
En 1965, al cumplirse los
25 años del Banco Central de Venezuela, su Junta Directiva acordó producir la emisión de una serie de billetes
de Bs. 5, para conmemorar el Cuatricentenario de la Fundación de Caracas
(1567-1967).
Fue apodado popularmente con el mote de Dieguito, por la imagen del
fundador que aparece en el centro del anverso, donde el pintor Felipe Sánchez
representa imaginariamente el momento de la Fundación de la ciudad, realizada
el 25 de julio de 1967. En el reverso se reproduce la Traza de la ciudad de
Santiago de León de Caracas, del año 1578, conservada en el Archivo General de
Indias, en Sevilla, España, ejecutada por Diego de Henares, por orden del
Gobernador de Venezuela, don Juan de Pimentel, cuando todavía la capital de la
Provincia de Venezuela, era la ciudad de Coro. Su validación se efectuó el 10
de mayo de 1966 con las firmas de los Doctores Alfredo Machado Gómez y Carlos
Rafael Silva, quienes para esa época se desempeñaban como Presidente y
Vicepresidente del Instituto emisor. El
grabado del retrato lo hizo el norteamericano Alfred Sealey. De este billete,
fabricado por American Bank Note Co., el Banco Central ordenó la impresión de
veinte millones de ejemplares. De las series A, B y C, seis millones de cada
una y de la serie D, dos millones de piezas.
[1] Al respecto, nos
permitimos recomendar la lectura del Memorial
que dio el bachiller Luis Sánchez, residente en Chillarón de Pareja, al
Presidente Espinosa, en Madrid a 26 de agosto de 1566, en que ponía de manifiesto los abusos y
crueldades cometidos por los españoles
en Indias.
En: Archivo General de Indias.
Sección Patronato, legajo 171, número 1, ramo 11.
[2] El original se
encuentra en el Archivo General de Indias, en la ciudad de Sevilla, Sección
Patronato, Legajo 294, ramo 12. Hay otro ejemplar en el Archivo de Londres. Fue
dada a conocer Marcos Jiménez de la Espada en su obra Relaciones Geográficas de Indias. Perú-Madrid: Tipografía de Manuel
G. Hernández. 1881-1897. Poco tiempo después Ángel Altolaguirre y Duvale la
reproduce en su obra Relaciones
Geográficas de la Gobernación de Venezuela (1767-1768). Madrid: Real
Sociedad Geográfica. 1909. 350 p. Tiempo después, Germán Latorre, la publica en
su obra Relaciones Geográficas de Indias
(contenidas en el Archivo General de indias de Sevilla). La Hispanoamérica del
siglo XVI, Colombia, Venezuela, Puerto Rico, República de Argentina. Colección y publicación hecha por ___
Catedrático de la Universidad y Jefe de Publicaciones del Centro de Estudios
Americanistas de Sevilla. Sevilla: Lit. Zarzuela. 1919, p. 63-97.
(Biblioteca Arcaya: 893). El mismo año, la reproduce el Boletín
del Centro de Estudios Americanistas de Sevilla, año VI, Nº 25.
1919. p. 17.; de donde la tomó la Academia Nacional de la Historia, y la
vuelve a reproducir en su Boletín. Tomo X, Nº 39 y 40 de
1927; tiempo después, este mismo Boletín
la reproduce parcialmente en el Tomo XXII, Nº 85. Walter Dupouy, hizo un
comentario etnográfico en el Nº 2 de Acta Venezolana. Fray Froilán de Rionegro la incluye en sus Actuaciones y documentos del Gobierno
Central de la unidad de la Raza en el descubrimiento, exploración, población,
pacificación y civilización de las antiguas provincias españolas hoy República
de Venezuela, 1486-1600. Siglos XV y XVI. Coleccionados bajo dirección y estudio
de..., Misionero capuchino. Editado y publicados por el Gobierno de
Venezuela. Tomo primero. Introducción.
La Coruña (España): Tipografía El Ideal
Gallego. Cantón Grande, 22, 1926. XI+389+88 p., 23 x 16 cm. (Biblioteca
Arcaya: 10.788); el Hermano Nectario
María la inserta en su Historia de la
Conquista y Población de Caracas. Caracas: Concejo Municipal del Distrito
Federal. Gráficas La Bodoniana. 1979. 416 p.
y Antonio Arellano Moreno (Comp.)
la incluye en su obra Relaciones
Geográficas de Venezuela durante los siglos XVI, XVII y XVIII. Biblioteca de la Academia Nacional de la
Historia. Serie Historia Colonial de Venezuela. Nº 70. Madrid. 1964. Véase
además: Fray Lino Gómez Canedo.: The
Coming of Franciscans to Venezuela in 1575. Separata de la revista The American, vol. XVIII, Nº 4. Washington, abril. 1962.
[3] Se encuentra en el
Archivo General de Indias de la ciudad de Sevilla, Sección Indiferente General,
Legajo 1528. Fue publicada la primera
vez por Cesáreo Fernández Duro, en la Historia
de la Conquista y Población de Venezuela
de Oviedo y Baños. Madrid: Luis Navarro
Editor. 1885. 2 vol. (Biblioteca Arcaya.: 10.800). Posteriormente la reprodujo
Juan Besson en su Historia del Zulia. Tomo 1. Editorial
Hnos. Belloso Rossell. Maracaibo. 1943. 5 vols. (Biblioteca Arcaya.: 11.328), y
Julio Febres Cordero le hace un comentario etnográfico, en Acta Venezolana, Nº 2. 1945. El Hno. Nectario María la inserta
íntegramente en su obra Los orígenes de
Maracaibo. Madrid: Villena Artes Gráficas. INCE. 1977. p. 454-461.
[4] Se consiguió en el
Archivo General de Indias de la ciudad de Sevilla, Sección Patronato, Legajo
294, ramo 11. Fue publicada por primera vez en el Boletín del Centro Histórico
Larense, Barquisimeto-Estado Lara. Nº II,
abril-junio de 1942, quien la tomó de la copia que realizó Fray Froilán de
Rionegro. El Hno. Nectario María hizo una nueva transcripción corregida para su
obra Historia de la Fundación de la
Ciudad de Nueva Segovia de Barquisimeto. Caracas: Ávila Gráfica S.A. 1952.
[5] Ejemplar existente en
el Archivo General de Indias de Sevilla. Hay una copia en la Academia Nacional
de la Historia Documentos relativos a la Gobernación de Venezuela. 1531-1579.
Libro Nº 7. Doc. 29. Igualmente fue publicada en el Boletín del Centro Histórico Larense, Barquisimeto-Estado Lara. Nº
XI, julio-septiembre de 1944. R.D. Silva Uzcátegui la publicó en la Enciclopedia Larense. Tomo 1. Caracas.
1941; y Tulio López Ramírez hizo el estudio
etnográfico en la Memoria de la Sociedad de Ciencias Naturales La Salle. Nº 12.
[6] Está en el Archivo
General de Indias de Sevilla. Se reproduce en el Boletín del Archivo Nacional,
Nº 108. 1942, y el Hno. Nectario María la utilizó en su obra El Gobernador y Maestre de Campo Diego
García de Paredes fundador de Trujillo de Venezuela. Madrid: Consejo
Superior de Investigaciones Científicas. Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo.
1957.
[7] Actualmente esta planta
se conoce con el nombre de Hierba
Caracas, Pira o Amaranto (Pertenece al género Amaranthus y a la familia
Amaranthacea: Amananthos dubius martius),
y desde la época del descubrimiento constituye una importante alternativa
nutricional como proteína vegetal de alta calidad, con excelente balance de
aminoácidos, buen tenor de carbohidratos, minerales, vitaminas (A y C) y alto
contenido de fibras.
Su grano contiene
abundante fósforo, magnesio, hierro, zinc, cobre y lisina, un aminoácido
esencial para la correcta actividad del organismo, llegando a tener una
cantidad similar a la de la leche de vaca.
Sus hojas son ricas
en ácido fólico, calcio y vitaminas A, B2 y C (de ésta última tiene
más que la naranja), y como si fuera poco, su tallo posee una alta porción de
hierro. En general, sus cualidades nutritivas son superiores a las de la
espinaca y la acelga.
Esta hierba era el
componente base de la alimentación cotidiana de nuestros antepasados, y la
cual, con un poco de difusión, se puede volver a utilizar, para la alimentación
humana y animal (aves de corral, bovinos, ovinos y porcinos).
Desde el punto de vista
farmacéutico sirve como cicatrizante y antioxidante para bajar la fiebre y
combatir parásitos. Por su alto contenido de vitamina A también es utilizada
para la elaboración de cosméticos, además, con ella se pueden preparar muchos
platos sabrosos y nutritivos, como atoles, cremas, encurtidos, ensaladas,
gratinados, tortillas o revoltillos, panes, puré, salsas y sopas, además, su cultivo se puede hacer en
cualquier tipo de tierra, por sus pocas exigencias de agua y abono.
Puede alcanzar un metro de alto.
Sus hojas (elíptica, ovalada o rómbica) de color verde tienen el borde continuo
y son más anchas que en la punta. El área de la hoja tiene entre 3 y 12
centímetros de longitud y de 2 a 8 centímetros de ancho. Sus espigas terminales
o axilares tienen entre 10 y 25 cm de largo. Los tallos son de color verde o
rojizo, erectos, con ramificaciones desde la base y no tienen tronco central.
Las semillas de color oscuro son tan pequeñas que hace difícil su utilización
en forma de harina. Como se puede observar, esta planta es de un elevado poder
nutritivo.
[8] Véase: Archivo
Histórico del Concejo Municipal.: Actas
de Cabildo del 16 de agosto de 1774.
C.F.: Juan Ernesto Montenegro.: El Ávila. Primera ordenanza
conservacionista. En: Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Tomo
LXXVII, Nº 308, Octubre-Diciembre de 1994. p. 114-118.
[9] Es considerado a lo que
en futuros tiempos sería la colocación de la primera piedra.
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