Gerónimo Alberto Yerena Cabrera.
Octava Isla Archipielago Canario ocho islas)
La inmigración
canaria a Venezuela, luego de fundada la
República por José Antonio Páez, se reinició desde la época del primer gobierno
de Páez, el cual favoreció a los canarios a sabiendas de los eficientes
trabajadores que eran, sobre todo en el campo venezolano, como ya lo habían
demostrado en la colonia, los cuales en esa época constituyeron el grupo de
avanzada en la agricultura de todo el país. Ésta se intensificó en el gobierno de Guzmán Blanco, en sus tres
períodos.
Venezuela
fue el país que recibió más inmigrantes canarios en todo el mundo durante el
siglo XIX, existe una infinidad de descendientes de esa notable inmigración en
nuestro país durante esa época; fue seguida por Cuba, la emigración, durante
ese siglo.
A
principio del siglo XX hasta el año 1940, Cuba se volvió la primera nación que
recibió más canarios seguida muy de cerca por Venezuela; pero, gracias a que
Cuba cerró
la inmigración
canaria, después de que se decretara la obligatoriedad de la preferencia a
puestos de trabajo para los cubanos, volvió Venezuela a ser el segundo país de
emigración canaria; aunque mantenía el primer lugar de mayor número de
descendientes o nativos canarios de latinoamérica. Después de la Guerra Civil
española y su desastrosa consecuencia, Venezuela fue nuevamente la primera
alternativa para los isleños, acrecentándose una nueva oleada a partir del año
1952, la patria añorada de los canarios era nuestro país, !esto fue algo
que no había tenido precedente en la historia de Canarias!
No hay
estadística certera de la cantidad de emigrantes canarios, motivado a que una proporción importante de ellos, antes
de 1950, y algunos, después, fueron emigraciones ilegales; esto motivado, además
de la situación económica y política, fue la idea fundamental de los isleños de no
cumplir el servicio militar, y permanecer acá hasta cumplir los 36 años de
edad, para quedar exentos del servicio militar. De ahí que hubo mucha
inmigración joven en ese período, e incluso fueron ellos los que posteriormente
se trajeron a sus familiares a nuestra patria en esa época.
El
resultado fue que la gran mayoría no regresó, y los pocos que lo hicieron, cuando
habían acumulado cierta fortuna, se llevaron además de su dinero, a muchas
venezolanas y a sus hijos; además, a la arepa, la palabra mecate y sus
diferentes acepciones refraneras, el joropo y otros bailes arraigados en
Venezuela. Las orquestas canarias cosecharon bastante éxito animando a aquellos
“venezolanos”, como llaman a los regresados, o a los que habían retornado
con permiso provisional, como turistas o a conocer a sus familiares lejanos, contagiando
a los nativos de esta interesante experiencia.
Estos “venezolanos”
constituyeron un circulo selecto, hasta el punto
que se llegaron a organizar fiestas exclusivas para ellos. Además, como
religiosos que son, la mayoría, también se llevaron a la Virgen de Coromoto.
Es por
eso, y no a Cuba, que a Venezuela, aun no siendo una isla, la llaman la “Octava isla”; mal llamada así, en forma
ordinal, se le debía llamar la “Novena Isla”, motivado a que el Archipiélago Canario
tiene ocho islas y no siete.
Bibliografía
general
José
Luis Concepción. Diccionario Enciclopédico de Canarias “Pueblo a Pueblo”.ACIC. Asociación
Cultural de las Islas Canarias. La Laguna. Tenerife. Agosto, 1992.
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