Por Carlos Alarico Gómez (*)
Para hablar de Guayana hay que comenzar por
recordar al destacado médico y poeta guayanés José Manuel Agosto Méndez, quien fue el autor de
un hermoso poema sobre -la tierra promisoria de Guayana, el cual alcanzó tanta
popularidad que el gobernador de esa entidad federal, Arístides Tellería, lo decretó
Himno del Estado Bolívar en el año 1910. En una de las estrofas de su bella
creación, el poeta Agosto Méndez expresa:
¡Guayana! Santuario de música llena,
que brindas al alma contento y solaz,
permitan los hados que siempre en tu seno
sus rosas y mirtos deshojen la paz.
que brindas al alma contento y solaz,
permitan los hados que siempre en tu seno
sus rosas y mirtos deshojen la paz.
La decisión del gobernador fue acogida con
agrado, ya que el emotivo poema definía de manera amplia el alma del pueblo
guayanés, ponderando además las virtudes del lugar donde muy probablemente se
forjó la raza humana en una data que oscila entre cuarenta y doscientos mil
años, según sea la opinión que sustente el geólogo o el paleontólogo que se esté
consultando. Sobre el tema escribió el maestro Rómulo Gallegos en su obra Canaima, una de sus creaciones más relevantes, en la que
analizó las tradiciones de los indios guayanos.
En su poesía
el poeta Agosto Méndez le atribuye al pueblo guayanés cualidades que explican de
por sí la razón por la cual se han forjado allí tantos creadores que trascienden
el acervo regional, entre los cuales deben recordarse al músico Manuel Jara
Colmenares, a la escritora Lucila Palacios, al pintor Jesús Soto, al escultor Alejandro Otero, al poeta Alarico
Gómez, a la periodista Francia Natera, al actor Elio Rubens y al ingeniero
Leopoldo Sucre Figarella. A este último -apodado El Zar de Guayana-, le debemos
casi todas las grandes obras que hoy caracterizan el modernismo urbano de esa
entidad. Quiero resaltar que los nombres que acabo de citar son solo una
muestra representativa de una muy extensa lista de guayaneses destacados, dando
el debido crédito a ese grupo de artistas anónimos que dejaron bellísimas e
invalorables obras plasmadas en los hermosos petroglifos que se encuentran esparcidos
en casi todo el territorio guayanés.
El origen
Guayana es el territorio más antiguo del
planeta Tierra. Emergió de las aguas hace unos 3.500 millones de años, cuando
se comenzó a formar la corteza terrestre. Los científicos estiman que el Macizo
Guayanés emergió durante la época Precámbrica. Es de recordar que el sabio
Stephen Hawking en su obra Historia del
Tiempo estableció que el Universo nació hace unos 13.500 millones de años y
desde su inicio comenzó a expandirse hasta originar la Vía Láctea, lo que
ocurrió hace unos cinco mil millones de años. De tal manera que nuestro planeta
empezó a tomar forma con el surgimiento del Macizo Guayanés y del fabuloso
Orinoco, que son los emblemas naturales de la región. En el sureste del macizo
se levanta imponente el cerro Roraima, el
cual se extiende en el Parque Canaima
en un área de treinta
mil kilómetros cuadrados de extensión, coronado por el pico Maverick a una altitud de
2.810 metros.
En consecuencia, podemos aseverar que el Macizo posee las rocas más
antiguas del planeta, proporcionando al visitante una visión imperecedera motivada
por la contemplación de sus áreas selváticas y de sus
grandes ríos, como el Cuyuní, el Yuruán y el Yuruari, en cuya confluencia era
creencia que existía una ciudad totalmente edificada de oro.
Los tepuyes
Sin duda, el aspecto que más cautiva al visitante es la contemplación de
los imponentes tepuyes, que alcanzan más de dos kilómetros de altitud, limitados
al norte por extensas sabanas, las cuales poseen en su seno abundantes recursos
mineros, tales como el hierro, la bauxita, el uranio, el coltán (chips), el
caolín (plásticos, virio, cerámica) y su gran riqueza diamantífera, lo que ha provocado
la invasión de la zona por grupos de saqueadores llamados garimpeiros. En esa
zona sobresale el Auyantepuy, el cual alberga el Salto Ángel, llamado Churún
Merú por los indios tamanacos, que seguían con devoción a su Dios Amalivaca.
La Conquista
La primera vez que el impresionante paisaje de
esa tierra de promisión fue visto por el hombre blanco ocurrió cuando Cristóbal
Colón la visitó en agosto de 1498. Sin embargo, las exploraciones las inició el
navegante Diego de Ordaz en 1531, cuando descubrió la existencia de ese mundo esplendoroso
que existe en la región.
Tres décadas más tarde Felipe II creó la
Provincia de Guayana, el 18 de noviembre de 1568. Le correspondió a Antonio de
Berrío el honor de erigir la ciudad capital el 21 de diciembre de 1595,
utilizando para ello materiales locales y de otras regiones, lo que dio inicio
a la creación de poblados en la región. Ese primer experimento de urbanización
fue llamado Santo Tomé de Guayana y fue construido en un terreno adyacente a la
confluencia del Orinoco con el Caroní, ubicado cerca del Cachamay, lugar donde los indios guayanos
tenían su rancherío principal, en las que vivían protegidos por el cacique
Morequito en acogedoras churuatas.
Lamentablemente Santo Tomé tuvo que ser refundada
en diferentes lugares, debido a los continuos ataques de piratas ingleses y holandeses
que venían en búsqueda de la ciudad de oro, a la que llamaban El Dorado. El más
renombrado de ellos fue el famoso Sir Walter Raleigh, quien saqueó a San Tomé y
la destruyó totalmente en el año 1618.
Ciudad Guayana
Tres siglos y
medio más tarde fue decretada la creación de Ciudad Guayana, ubicada en el
mismo lugar donde Antonio de Berrío efectuó el primer acto fundacional. En esa
ocasión se unieron dos poblados: Puerto Ordaz, que fue planeada y erigida por
la empresa Orinoco Mining Company en
1952; y la vetusta San Félix de Guayana, fundada en 1724 por la Misión de la
Purísima Concepción de Nuestra Señora del Caroní. Su crecimiento ha sido
constante, generando desde 1952 un extenso programa de construcción de industrias,
hospitales, autopistas, universidades, urbanizaciones e instalaciones
recreativas.
Hoy día Ciudad Guayana cuenta con sitios de gran
interés turístico, tales como el Parque Caroní que esta integrado por La
Llovizna, Cachamay
y Löefling, que son una muestra representativa de la majestuosidad y belleza
del río Caroní; además. se puede disfrutar de antigüedades históricas como el
Malecón de San Félix, las Ruinas de la Misión del Caroní y los Castillos de
Guayana.
Y como si todo eso no bastara para admirar el lugar, en 1967 fue puesta
en funcionamiento la planta hidroeléctrica de El Guri durante el mandato de Raúl Leoni, el único
presidente guayanés que hemos tenido. A partir de entonces el desarrollo
nacional quedó sustentado por el gran potencial energético que proporciona el
río Caroní. Debemos recordar que semanas antes de la inauguración del Guri se
puso a prueba la capacidad técnica de la CVG, con la implementación de un
espectacular y exitoso operativo que fue organizado para salvar la fauna que
tenía como hábitat el lugar donde se erigiría la represa.
Angostura
En lo referente a la capital de la Provincia de
Guayana, la misma fue establecida en Angostura el 22 de mayo de 1764, fecha en
la cual Joaquín Sabás Moreno
de Mendoza terminó la edificación de sus instituciones básicas y de la
plaza mayor, de acuerdo a la tradición hispánica, lo que permitió que el padre
Bruno de Barcelona procediera a bautizar el nuevo poblado. Para dirigir la
Provincia fue designado Gobernador Moreno de Mendoza, el cual permaneció en el
cargo durante dos años, entregándole el mando a Manuel Centurión, quien
consolidó la obra emprendida por su antecesor. La ciudad mantuvo su nombre
hasta el año 1846, fecha en la cual el presidente Carlos Soublette le cambió el
nombre por el de Ciudad Bolívar, en honor al Libertador, cuyos restos habían
sido repatriados cuatro años antes.
Las Misiones
Además de los ingentes esfuerzos de Berrío y de
Moreno de Mendoza para fundar poblados, fue notable la intervención de las
Misiones religiosas en ese sentido, especialmente la de los padres Capuchinos
de Cataluña quienes levantaron ciudades de gran raigambre en la zona como
Tumeremo, Guasipati, El Callao y Upata. Nuestra Señora de Belén de Tumeremo fue
erigida el 26 de enero de 1788 por el padre Mariano de Perafita.
Medio siglo después de la fundación de Angostura llegó al
lugar El Libertador, gracias al titánico esfuerzo de Manuel Carlos Piar, quien
venció en San Félix al general Miguel de La Torre logrando establecer un
territorio libre en Guayana y facilitando que los rebeldes completaran la fase
final de la lucha emancipadora. Eso fue lo que le permitió a Bolívar atravesar
el Orinoco y completar la derrota española en el territorio guayanés.
Completada esa odisea el Libertador fijó residencia en la bella Casona de San
Isidro, donde estuvo al lado de su amada Josefina Machado, a la que con dulzura
llamaba Pepita, una bella joven caraqueña que lo acompañó entre los años de
1813 a 1819, el período más difícil de su vida.
Se dice que en esa época El Libertador disfrutaba con Pepita
a las orillas del Orinoco, donde la llevaba a comer mangos, fruta que fue
traída a Venezuela por Fermín de Sancinenea en 1789, de acuerdo al informe que
envió a España refiriendo que sembró en Angostura semillas de canela, nuez
moscada, clavo, pimienta de Castilla y mango, precisando que esta última semilla
era originaria de la India. Esa aseveración sobre la sabrosa fruta también fue
hecha por Alejandro
de Humboldt en su obra Viaje a las Regiones Equinocciales del
Nuevo Mundo, cuando narra su visita a Angostura en 1800.
El Esequibo
Como es natural, no se puede hablar de Guayana sin
mencionar el delicado problema del Esequibo, territorio que fue ilegalmente
ocupado por los británicos y que solamente se intentó recuperar durante el
gobierno del guayanés Raúl Leoni, en un hecho que se conoce en la historia como
“La Rebelión del Rupununi”. Es de recordar que el 1 de enero de 1969 un
batallón de militares venezolanos, comandados por el teniente de la GN José
Pilar Barbella Ramos, ocupó por primera vez en un siglo el territorio Esequibo,
el cual nos había sido arrebatado por los ingleses. Lo más interesante de lo
ocurrido fue el entusiasmo con el que la población local recibió a nuestra
tropa, llamándolos paisanos, a quienes les pidieron que les dieran cédulas
venezolanas. La operación fue un éxito desde el punto de vista militar y
político, pero lamentablemente el gobierno se dejó presionar y procedió a
retirar su tropa.
Como se recordará el problema del Esequibo comenzó a
forjarse apenas Bolívar le dio trato preferencial a los ingleses, con el fin de
agradecerles su cooperación en la lucha contra España, Esa situación fue
aprovechada para penetrar en nuestro territorio a través de la porción
guayanesa que obtuvieron de Holanda a raíz de la derrota de Napoleón, lo que
causó que en 1824 Bolívar presentara una queja diplomática ante el gobierno
británico por el avance ilegal efectuado dentro del territorio de Colombia,
pero el problema siguió agravándose y en 1887 Guzmán Blanco se vio obligado a romper
relaciones diplomáticas con la Gran Bretaña. No obstante, la penetración continuó
hasta llegar a la desembocadura del Caroní.
El Ilustre Americano invocó entonces la Doctrina
Monroe emitida en 1823 por el gobierno norteamericano y, como consecuencia,
Inglaterra envió tres buques de guerra a La Guaira.
El problema de la Guayana Esequiba se complicó debido
a que los británicos querían tener ese territorio para explotar sus riquezas
naturales y para fortalecer su poder militar en las Américas. Tan es así que el
2 de julio de 1888 ocuparon Punta Barima y decretaron la creación de un
Distrito en territorio venezolano, que era ahora parte del Imperio Británico,
pero no tendrán éxito en su abuso, ya que se vieron forzados a retroceder debido
a la presión que ejerció Estados Unidos, aunque lograron afianzarse en más de
150 mil kilómetros cuadrados, de acuerdo al Laudo Arbitral sentenciado en París
en octubre de 1899. Como se puede observar, la gran oportunidad de recuperar nuestro
territorio se perdió ante la retirada del Rupununi, lamentablemente provocada por presiones internacionales.
En conclusión podemos afirmar que pese a todo Guayana
sigue siendo la tierra de promisión, el lugar del babandí, de la sapoara y del
merey, cuya Bandera es producto del
ingenio de Jesús Soto, uno de los grandes maestro de la plástica universal. En
fin, Guayana es el lugar en el que priva la cordialidad y la amistad.
(*): EL
autor es magister en comunicación, doctor en Historia, escritor y profesor
universitario categoría titular.
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