Eumenes Fuguet Borregales (*)
En cada espacio de la geografía nacional encontramos personajes y hechos que permiten a los señores cronistas oficiales, recoger y analizar la información transmitida a través de los tiempos en forma verbal o escrita, que una vez analizada sirva de interés a las generaciones presente y futura, de manera que puedan sentir el orgullo del gentilicio local; tal es el caso de dos personajes poco conocidos y divulgados del lar caquetío, cuya trayectoria dejó huellas de desprendimiento y ejemplo.
Blas Zavala. Nacido en Coro en 1810, de familia humilde, aprendió a tocar el tambor oyendo a las bandas militares realistas acantonadas en la mencionada ciudad, "raíz de Venezuela". Cuando ocurrió la llegada del general Rafael Urdaneta el 11 de mayo de 1821 procedente de Maracaibo en su avance hacia la concentración en San Carlos previa a la batalla de Carabobo, al organizar a los voluntarios corianos para reforzar sus fuerzas, consigue a un niño de once años que tocaba con soltura el instrumento de percusión, emocionado e inspirado por las hazañas que oía sobre la heroína Josefa Camejo Garcés en Paraguaná y de su tío monseñor Mariano Talavera y Garcés.
Este imberbe músico se incorpora en la marcha hacia la gloria, participa con su tambor dando los toques y ordenes del jefe en diferentes combates en Venezuela y Sur del continente. A pesar de perder la vista en su periplo emancipador, el joven músico continuó tocando en las bandas militares acompañado siempre de un soldado guía. Culminada la emancipación Blas Zavala, residenciado en Coro se dedicó a formar músicos militares con este tipo de instrumento conocido militarmente como "caja de guerra". Era muy amigo de John Hill, el conocido y valeroso corneta de orden de los Cazadores Británicos, que al toque de rodilla en tierra del coronel Thomas Ilderton Ferriar, el ínclito batallón soportó estoicamente la embestida del batallón Burgos durante el desarrollo de la batalla decisiva. Heroica acción que motivó al Libertador denominarlo el 11 de julio "Batallón Carabobo".
Ambos músicos saludaron el 24 de diciembre de 1826 al Libertador a su paso por Coro desde Lima hacia Caracas en su último viaje al país natal. Igualmente en La Guaira estuvieron presentes el 15 de diciembre de 1842 a la llegada de los restos del Padre de la Patria procedentes de Santa Marta. El coronel Juan Garcés Manzano (1799-1854), natural de Pueblo Nuevo, conocedor desde hace mucho tiempo de la actividad de Zavala, como Secretario de Guerra certificó la Cédula de Inválido solicitada por este leal y desconocido soldado.
Capitana María Anastasia Perón. Nació de la Vela de Coro el 10 de junio de 1837; recibió una esmerada educación que le permitió conocer biografías de los prohombres forjadores de la independencia. Al conocer el Grito de Federación realizado la noche del 20 de febrero de 1859 en Coro por parte del comandante Tirso Salaverría, la joven María Anastasia pide incorporarse al batallón Federación al mando del capitán León Colina (1829-1895), quien le asigna el cargo de enfermera.
En poco tiempo recibe la admiración y aprecio de los jefes y compañeros que la denominaban "La Veleñita" como también "La capitana de la Federación". El 20 de marzo de 1859 las fuerzas federalistas integradas por los batallones Federación y Flanqueadores a las órdenes del general Ezequiel Zamora (1817-1860), combaten cerca de la población de El Palito, para derrotar a las fuerzas del general Julián Castro apoyado por Páez, a las órdenes de los comandantes Andrés Avelino Pinto, José Ramón Arvelo y J. Cubillán. Sería el primer gran éxito de las fuerzas que enarbolaban las banderas de la Federación al mando de Zamora.
Ambos bandos tuvieron muchas bajas, entre ellas la de esta denodada veleña María Anastasia, a causa de un disparo en el pecho que le quita la vida luego de ocho horas de agonía. El oficial Mencias del batallón Federación tomó nota de las últimas palabras, cuando pudo decirle a sus compañeros preocupados por su grave estado de salud:
"Se que voy a morir, pero muero feliz porque se cumplieron mis ideales combatiendo por la bandera de la libertad, y le pido por Dios Nuestro Señor, porque soy cristiana, pido me entierren en la Vela de Coro, mi pueblo nativo, que es donde quiero reposen mis huesos, y que con el tiempo queden calcinados por la humedad salobre de la playa aunada a la brisa de la sierra coriana, y que las cenizas de mis huesos sirvan de abono para sembrar la libertad y la paz de mi Patria Venezuela, que es por lo que he entregado mi vida... Viva la Federación.
(*) Gral. de Bgda.
eumenes7@gmail.com
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