Oldman Botello
Introducción
El 16 de abril de 1905, cuando el general
Joaquín Crespo cumplía apenas siete años de muerto, el general Cipriano Castro,
Presidente de la República con cinco años en el poder, llegaba a Calabozo por
vía terrestre en la prosecución de una gira administrativo.-rochelera, rodeado
de un séquito; dejó encargado de la Jefatura del Estado al general Juan Vicente
Gómez, el vicepresidente. En el presente trabajo recogemos las ocurrencias y
sucesos de aquel tiempo.
El
general Castro de Gira
En
los primeros días de abril de 1905, el general Castro emprende una gira por todo
el país y que comienza en La Victoria. Está fastidiado de Caracas. Quiere
nuevos aires y la cercanía con las mujeres y el brandy a los que era tan
aficionado. Doña Zoila, su esposa, permaneció en Caracas hasta cuando su marido
llegara a Cumaná donde se rencontrarían.
En
La Victoria hubo parranda de la mano del presidente del estado Aragua general
Francisco Linares Alcántara. Después de Villa de Cura donde se detiene un día y
pernocta, prosigue por un mal camino que lo llevará al Llano, hacia Calabozo,
capital del Guárico y a San Fernando de Apure. En Villa de Cura le solicitan la
libertad del general Daniel Rangel Pacheco, político y militar merideño
radicado en Villa de Cura y donde formó una distinguida familia. Era nieto del
prócer merideño doctor y coronel Antonio Rangel (Mérida 1789-Maracaibo 1821).
Estaba preso por desafecto al régimen castrista y tal vez por su participación
en la llamada Revolución Libertadora, que se desarrolló entre 1901 y 1903. El
general Castro, que no era en ese momento el Presidente se cuidó de hacer la solicitud
de liberación al Presidente Gómez quien convino en ella.
Siguieron a Ortiz adonde llegaron el 14 de abril y hubo más peticiones
de libertad. Esta vez para dos guariqueños presos en Caracas o Puerto Cabello,
el sanjuanero general Julián Correa, quien en tiempos del gomecismo veló por la
construcción de la carretera desde San Juan a Morrocoyes, que más o menos tuvo
el rasgo vial de la actualidad. El otro preso fue Carlos Capote, de Ortiz o de
San Francisco de Cara, ambos fueron activos participantes en la aniquilada Revolución
Libertadora. El consabido telegrama se va a Caracas al presidente Gómez: “Puede, pues, dictar la orden de libertad si
lo estima conveniente”. Y ambos quedaron plenamente libres. Julián Correa,
hombre agradecido, se mantuvo fiel al general Gómez hasta su muerte. La
carretera citada es obra suya, porque mejoró, sin ser profesional de la
ingeniería, la vía que trazó el ingeniero villacurano Luis Eduardo Power.
La
llegada a Calabozo
El 16 de abril a las ocho de la mañana arribaron el general Castro y su
comitiva a Calabozo. Fue un recibimiento apoteósico. A la entrada de la capital
guariqueña salieron a recibirlo muchos jinetes, de las fuerzas vivas o fuerzas
de vivos de Calabozo; las fuerzas militares de la guarnición y mucho pueblo que
veía por primera vez de cerca un presidente de la República. Un hombre bajito, moreno,
nervioso, con una cabeza muy curiosa, pronunciada calvicie y una bien cuidada barba.
Rápidamente se pone al habla en el centro de la ciudad con lo más
representativo de la comunidad. Allí se le solicita la libertad de unos cuantos
personajes que purgaban prisión por andar en guerra contra el general Castro.
No vacila en otorgarla al general Luís Crespo Torres, parapareño, hermano del
general Joaquín Crespo y que era hasta 1902 el comandante del Noveno Cuerpo del
ejército de la Revolución Libertadora y que después de la derrota de La
Victoria prosiguió en guerra hasta Ciudad Bolívar, donde el general Gómez le
aplicó el ácido durante varios días, sitiando la ciudad a plomo de fusilería y
a cañonazos. Ese día de julio de 1903 fue detenido junto con tres de los
Manuitt, alzados permanentes. El general Crespo Torres, que moriría en 1933 en
Caracas, era casado con Carlota Mier y Terán Romero, hermana gemela de Octavio
Mier y Terán Romero, descendientes ambos de los Rubios de Cazorla y La Rubiera
o La Cruz de Guariquito. Los otros dos presos fueron Alejandro Torres Landaeta
y Wenceslao Azuaje. A las 11:30 se va el telegrama para el general Gómez sobre
la libertad de los tres prisioneros: “a
la cual yo no tengo inconvenientes en acceder siempre que usted juzgue oportuno
librar la orden de libertad”. Fueron puestos en la calle al día siguiente.
Al menos Luis Crespo Torres siempre fue amigo del régimen gomecista, auxiliado
económicamente por el Jefe del país y al morir era miembro del Consejo de
Guerra en 1933, por lo que se le rindió el homenaje que prescribía el
Reglamento y ceremonial castrense.
En
la noche fue servido un regio banquete donde no faltó la carne asada, el buen
vino, el brandy y otros manjares y bebidas. Durante el ágape al Siempre vencedor, jamás vencido, el
discurso de orden fue pronunciado por el enorme tribuno calaboceño Dr.
Filiberto Rodríguez Motamayor, que entre otras frases de mayor recordación
figuró la que expresaba exultante: “a los
Restauradores los seguían jóvenes cóndores que bañaban sus alas en los
resplandores de la gloria”. Acto seguido procedía a incorporarse de su
silla el secretario de la Presidencia Dr. Torres Cárdenas, valenciano, para
contestar a don Filiberto cuando ya el general Castro, como impulsado por un
resorte, pidió la palabra a tiempo que con una ligera presión en su hombro le
ordenaba a su secretario continuar sentado. Él mismo respondió a Filiberto
Rodríguez, donde se extendió en palabras lisonjeras para el notable tribuno y
agradecía las atenciones de que fue objeto en la capital guariqueña. Es el mismo
Filiberto que en 1902 contribuyó a acopiar armas desde San Fernando de Apure a
su gran amigo el doctor y general Roberto Vargas cuando este sitiaba a Calabozo
en la continuación de la lucha para tratar de derrocar por la fuerza de las
armas al gobierno del general Castro. Así han actuado siempre los capitostes de
los pueblos venezolanos. Un tiro al gobierno y otro a la revolución.
El
Presidente salió por tierra hasta Camaguán, donde lo esperaba el vapor “Puerto
Nutrias”. Lo aguardaban a bordo los generales Maximiano Casanova, del grupo del
general Castro que lo acompañó desde el Táchira en 1899; fue gobernador de Caracas
y desempeñaba la guarnición de la capital apureña; el general Nieves Maica
Osorio, parapareño, amigo de los generales Castro y Gomez y que también auxiliaba con provisiones desde
su hato de Araguaquén, cerca del Capanaparo, al general Arévalo Cedeño en sus
correrías por Apure; el Dr. Luciano Mendible, que fue el único que en Guárico y
Apure continuó apoyando al general Castro cuando fue derrocado por el general
Gómez y eso le costó 27 años de exilio en Trinidad y Colombia.
El
22 de abril de 1905 arribó el general Castro a San Fernando de Apure y al día
siguiente continúa la jalea por Castro; escriben un telegrama desde Calabozo
donde le informan que aún no se había desvanecido el entusiasmo que produjo su
visita y le anuncian que “hoy ni nunca más serán sus hermanos calaboceños otra cosa que
sus más fieles y adictos servidores” y firman el general A. Santiago de
Silvestry; el inefable Filiberto Rodríguez Motamayor; Luis Corrales, Juan
Landaeta Llovera, Paulo E. Landaeta y Rafael Carreño. Varios de ellos fueron
funcionarios gomecistas.
Esta sería posiblemente la primera gira de un
Presidente en funciones y sin actividad militar sino pacífica, a todo el país.
Luego, en 1937 la emprendió el general López Contreras. Encontró las carreteras
que construyó su jefe y mentor el general Gómez. A Castro no le alcanzó tiempo en
medio de una juerga permanente, para levantar ninguna obra positiva y menos
para las comunicaciones del interior y por eso anduvo de sarteneja en
sarteneja; en barriales y cruzar en botes cuantos ríos y caños encontró a su
paso durante su gira.
FUENTES:
Boletín del Archivo Histórico de Miraflores
N° 88,
BOTELLO, Oldman (1990), El Tuerto Vargas. Doctor y General. Caracas: Fondo de Publicaciones
del Ipasme.
BOTELLO. O.: Villacuranos. Esbozo genealógico
(inédito)
BOTELLO. O.: Historia General del Guárico (inédita).
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