jueves, 1 de marzo de 2012

LUIS PÉREZ CARREÑO

HISTORIA DE LA OBSTETRICIA EN CARABOBO
Dr. Alberto Sosa Olavarría


Nació en Montalbán, Estado Carabobo, el 26 de julio de 1866, hijo de un discípulo de Vargas, el Dr. José María Pérez y de Doña Isabel Carreño, realiza sus estudios preuniversitarios en la ciudad de Valencia y luego se inscribe en la Ilustre Universidad de Caracas adquiriendo al final de sus estudios la condición de biborlado: Médico y Abogado. Sus compañeros de promoción fueron Samuel Eustaquio Niño, Emilio Conde Flores, Manuel Díaz Rodríguez, Elías Toro y Jesús Sanabria Bruzual. Su inclinación por el Arte Obstétrico se puso de manifiesto desde etapas tempranas de su carrera, llegado a Valencia se incorporó a la docencia en el Colegio de Primera Categoría para continuar luego en la Cátedra de Medicina Operatoria y Obstetricia de la Universidad de Valencia. Luego de una extraordinaria y fructífera labor como médico y como magistrado muere en el año de 1932. Compartimos al máximo el criterio expresado por el Dr. Fabián de Jesús Díaz, biógrafo de Pérez Carreño, que evocar el nombre de éste, enmarcándolo en el medio y en la época en que él actuara, es reactualizar la edad de oro de la Provincia Carabobeña.

La preponderancia que le diera a la Obstetricia en su fecundo proceder hipocrático se refleja en la publicación de dos excelentes trabajos titulados: “Higiene de la Mujer Embarazada”, el cual constaba de nueve fascículos correspondiendo a cada uno de los meses de la gestación, y en mayo de 1901 publica a través de la imprenta “Las Noticias” un fascículo de 16 páginas titulado “ÚTILES ADVERTENCIAS acerca de los partos”, con un prólogo del Dr. Eduardo Celis, catedrático jubilado de Anatomía de la Universidad de Valencia. En este documento, se pone en evidencia el profundo conocimiento que tuviera el Dr. Pérez Carreño de la obstetricia y de la trascendental importancia que le concedía a la madre y al feto en el vital trance del parto.

El propósito de la publicación era el de hacer llegar a los padres de familia unas “Útiles Advertencias” con el objeto de crear conciencia acerca de los cuidados necesarios a la embarazada y a la vez advertir de los inminentes riesgos y graves peligros a los que se expone la madre y su criatura al permitir que la asistencia sea prodigada por empíricos e ignorantes del arte obstétrico.

Señala el autor que “Nuestro ánimo es divulgar en la sociedad en que vivimos, los detalles, reglas y principios que hemos aprendido en el Arte de los partos, estudio a que nos hemos consagrado desde las aulas, a fin de que predomine la ciencia, porque estamos bien poseídos de que escasas serán las víctimas y nulo los desastres, cuando el esplendor de la verdad, haya sustituido a las sombras de la ignorancia”.

En ese importante documento, el autor deja expresa constancia de haber estado entre los primeros que en Venezuela protestaron contra el uso del cornezuelo de centeno durante el parto (EL DIARIO - Julio-1983), medicamento al cual atribuye y con sobradas razones, efectos mortales tanto para la madre como para el feto, al producir la “tetanización” del músculo uterino. La experiencia del autor al respecto queda expresada en el siguiente párrafo: “Tanta impresión dejaron en nuestro ánimo los desastres causados por la brutal e intempestiva administración del cornezuelo de centeno, y como estos hechos se repitieran, que publicamos el artículo citado a fin de que llevada a todas partes por medio de la prensa la noticia de sus efectos desastrosos, se guardasen de usarlo sin la autorización facultativa”... para continuar más adelante “El hecho, desgraciadamente frecuente, nos ha sugerido escribir estos consejos, para que padres y madres, penetrados de la verdad que encierran, no confíen tan ciegamente vidas que importa conservar, al aventurado recurso del empirismo”.

“Busquemos la Ciencia desde el primer momento, no incurramos más en llamar a última hora el que pudo habernos dado desde mucho tiempo antes la alegría; y que ahora, ya tarde va a intervenir para extraer un cadáver, atender a la madre, tanto tiempo debatida en inútiles esfuerzos y tentativas, y a la cual encuentra casi exánime, agotada y víctima de una infección de la que tal vez no salvará”.

Es contundente la posición del Dr. Pérez Carreño como obstetra. Combate firmemente el intrusismo inexperto en la atención de la parturienta y estimula a los futuros padres a buscar precozmente la ayuda del experto.

Impresionante el aquilatado juicio del maestro cuando señala: “El arte de los partos es hoy día matemático en sus indicaciones: se espera porque se debe esperar, se interviene porque es urgente intervenir; el tiempo que hay que esperar y el momento en que hay que intervenir no se confunden, uno y otro están señalados matemáticamente por el Arte: esperar minutos más de lo indicado es arriesgar la vida de la madre y el hijo. Por eso el arte debe presidir siempre la función de la maternidad”. Como exordio o bien como epifonema, debería encontrarse tan acertada e imperecedera sentencia, en los libros obstétricos actuales o en el material de apoyo que se entrega a nuestros alumnos al enseñarles la metodología de la atención del parto.

El concepto que tenía el Dr. Pérez Carreño de la asistencia obstétrica no difiere en modo alguno del paradigma perinatológico actual: actuar en función del bienestar integral tanto de la madre como de su hijo.

“¿Por qué conceder tan poco valor a la vida del niño?”, “que muera el niño pero que se salve la madre”, “¿Y por qué ha de morir el niño? Precisamente el arte interviene para salvar la vida de la criatura, y no para terminar un parto en el que se ha desesperado esperando.”...“Si el niño nace muerto ha pagado con la vida la negligencia o la ignorancia de los que debieron cuidar de su conservación”.

Sus orientaciones para el manejo del trabajo de parto continúan en plena vigencia, así leemos como ordena que “Durante el parto el médico está armado con la ciencia; de guardia siempre; asiste a los progresos del trabajo; palpa exteriormente sus adelantos, ausculta cada diez minutos el corazón del niño, (este precepto es importantísimo), practica nuevo aseo del canal genital, y alienta a la mujer inspirándole siempre fe y valor”.

Preconizaba la terminación artificial del parto ante la menor señal de que la vida materna o fetal corría peligro, sus brillantes descripciones de la aplicación del fórceps, recogidas por el Dr. Oscar Agüero en su incomparable historia del uso de ese instrumento en nuestro país, resultan harto demostrativas del dominio que sobre este extraordinario instrumento obstétrico poseía el Dr. Luis Pérez Carreño.

Las extremas medidas de antisepsia unidas a la ciencia y a la paciencia eran sus estandartes en la lucha contra la morbimortalidad materna y perinatal.

Considero un justo acto el transcribir para la historia de la Obstetricia en Carabobo el conjunto de normas propuestas por el Dr. Luis Pérez Carreño para ser aplicadas durante el embarazo, en el acto del parto, durante el puerperio. Juzgue el lector la vigencia de las mismas. Paradigma de esta normativa sólo la hemos encontrado en la “Cartilla de Partear” elaborada por el Sabio José María Vargas.

1. Durante el curso del embarazo asearse cada día las mamas con el agua boricada al 5 x 100.

2. Hacer examinar la orina por un facultativo durante los últimos tres meses del embarazo.

3. Durante los últimos quince días ponerse una inyección vaginal mañana y tarde con la solución de sublimado al 1 x 4.000.

4. Cada mañana después de la inyección, aseo de los órganos genitales externos con el agua hervida y el jabón sublimado.

5. La pieza donde ha de tener lugar el parto ha de estar libre de muebles innecesarios, cortinas, etc., etc. y debe ser cuidadosamente desinfectada.

6. Los cobertores de cama, vestidos interiores de la mujer y demás lienzos que hayan de usarse, han de estar hervidos previamente.

7. La mujer en el acto del parto ha de tener vacíos el recto y la vejiga.

8. Hecho el diagnóstico de la presentación, es inútil durante el trabajo molestar a la mujer con exámenes y tactos que sobre ser innecesarios, son perjudiciales. Debemos decir otro tanto de los esfuerzos inoportunos que se les invita a hacer y de las posiciones tan inverosímiles que se les obliga a tomar, puesto que no conducen sino a la extenuación y agotamiento de la mujer.

9. Durante los primeros dolores -período de dilatación- la mujer puede estar de pie, acostada o marchar, no debe abandonar la cama tan luego como se hayan derramado las aguas; dos horas después de perdidas dichas aguas y no terminare el parto, debe acudirse al médico, si éste no estuviere presente.

10. La placenta no debe quedar más de media hora dentro del útero; debe evitarse las tracciones bruscas del cordón y evitarse también extraerla con precipitación a fin de que no se rompan las membranas y queden restos de ellas dentro del útero.

11. Si el parto ha sido bien dirigido no hay necesidad de inyecciones vaginales; basta el aseo exterior con líquidos antisépticos, resguardando la entrada de la vagina con una capa de algodón aséptico.

12. El uso del cinturón o faja en las recién paridas es útil siempre y necesario a veces.

13. Nadie podrá tocar a la mujer recién parida sin haber sido previa y científicamente desinfectado.

14. La pieza ha de permanecer durante el día bien ventilada, abiertas puertas y ventanas; cerrada durante la noche, permitiendo siempre el cambio de la atmósfera ambiente, pero impidiendo que las corrientes directas de aire caigan sobre la mujer o el recién nacido.

15. Evitar la aglomeración de personas en la pieza de la parturienta y sacar fuera de ella todo lienzo sucio o cualquier otro objeto que pueda ser motivo de infección.

16. Inmediatamente después del parto la mujer debe reposar tranquila; no tomará nada, salvo indicación médica, porque las bebidas o pociones que se dan con la pretensión de limpiar el vientre o quitar entuertos, sobre ser ineficaces provocan a veces hemorragias y otros peligros. Del 4º al 6º día la madre podrá tomar una onza de aceite de castor en un vaso de leche caliente.

17. La recién parida debe permanecer en cama durante quince días por lo menos.

18. A la menor elevación de temperatura que se notare en la madre, acudir sin pérdida de tiempo al médico.

19. La alimentación de la recién parida debe ser sana, de fácil digestión y reparadora: Carne, pan, leche, legumbres, sopas. La cantidad de alimentos ingeridos cada vez, debe ser moderada, pudiéndose repetir a intervalos regulares, cada tres o cuatro horas. Las comidas abundantes producen casi fatalmente indigestiones, alteraciones en la calidad de la leche, con perjuicio de la salud de la madre y el niño.

Puede hacer uso del vino, cerveza, siempre en pequeñas cantidades, pues el alcohol que contienen estas bebidas son perjudiciales para el recién nacido.

No hay necesidad, en una palabra, de un régimen alimenticio especial; he aquí la regla: evitar los excesos en las comidas y bebidas y esperar que hayan sido digeridos los alimentos tomados antes de ingerir nuevas cantidades.

20. La mujer debe criar a su hijo, salvo contraindicación pronunciada únicamente por un facultativo.

21. El cordón no debe seccionarse tan luego como nace el niño pues que se priva a éste de algunos gramos de sangre que todavía debe recibir de la madre. Colóquese al niño en buena posición y espérese 15 minutos para hacer la sección.

22. El hilo para la ligadura del cordón debe estar hervido en una solución boricada al 5%. La curación del ombligo debe hacerse simplemente con algodón aséptico. El uso de otras sustancias retarda su caída y producen ulceraciones de larga duración.

23. Rechazar el uso de aguas o purgantes que se hacen al niño con perjuicio del buen funcionamiento de órganos digestivos; basta ponerlo desde el primer momento al pecho, cosa útil para la madre y recién nacido.

24. Realizar al recién nacido dos veces al día por mañana y tarde una instilación en cada ojo de algunas gotas de solución bórica al 3%-Doleris. (Tratamiento profiláctico de la oftalmía de los recién nacidos.)

25. Mientras el niño no esté mamando debe permanecer en lecho separado de la madre.

26. Después de haber dado pecho al niño debe lavarse con solución de sublimado al 1 x 4000, y antes de darlo nuevamente, lavarlo con solución boricada al 3%.

27. Las alteraciones que se notaren en la salud del niño deben ser denunciadas al médico, sin pérdida de tiempo.

28. Durante el día el niño tomará el pecho cada dos horas, por la noche cada tres o cuatro horas; dándole en cada vez de un solo pecho. La duración de cada mamada es de un cuarto de hora a 20 minutos.

29. El niño puede ser bañado en agua tibia desde los ocho días; y la madre a los 30 o los 40 días, -según estado- en agua ídem.

30. El niño debe ser destetado entre los 15 a 18 meses. -Budín.

31. En caso de crianza artificial se puede recurrir al uso de la leche fresca de burra, cabra... en caso de que no pueda obtenerse fresca cada día como se requiera, se esteriliza pudiéndose conservar durante largo tiempo en buenas condiciones. Conviene hacer uso de la mezcla de leche procedente de varias vacas y no de una sola. “Ciertas vacas producen mucha manteca en tanto que otras producen poca; de igual manera sucede con la caseína; por otra parte está demostrado que la composición de la leche en la misma vaca varía mucho de un día a otro, en tanto que al contrario la leche mezclada de todas las vacas de un mismo establo varía poco.”

En las treinta y una normas o “advertencias” formuladas por el ilustre obstetra carabobeño, podemos observar la inequívoca condición del conocimiento actualizado para la época en que se desenvolvía este galeno. Destacan en ellas las normas de higiene de la glándula mamaria antes y durante la lactancia, los cuidados extremos en la limpieza de la pieza y los utensilios a utilizarse durante el parto, la deambulación materna durante el trabajo de parto siempre y cuando estuviesen íntegras las bolsas de las aguas, la proscripción de tactos a repetición, la ligadura tardía del cordón, la protección perineal durante el expulsivo y la tetada precoz, son medidas y sugerencias que hoy en día no tienen objeciones para ser aplicadas en los denominados partos de bajo riesgo.

La figura de Pérez Carreño como tocólogo se agiganta con la opinión que de él emitiera otro de los grandes en las lides cesiológicas venezolanas, el ilustrísimo Dr. Luis Razzetti, quien con motivo de la solicitud que ante él hiciera nuestro biografiado, de que leyera en su nombre y ante la Academia Nacional de Medicina un trabajo de su autoría y relacionado con el tratamiento del cordón umbilical. El texto de dicha opinión fue publicado en la Gaceta Médica de Caracas, XVIII, 15, 119, 1910 y señala: “El doctor Pérez Carreño es uno de los pocos médicos del interior que tienen la excelente costumbre de escribir y publicar el resultado de su experiencia personal, como lo demuestra el trabajo que voy a leer y en el cual comprueba el autor que estudia y raciocina con criterio propio”.
Dr. Luis Pérez arreño. Dibujo de la portada del libro de su biografíapor el Dr. Fabián Díaz.

El Dr. L. Pérez Carreño se inició en la educación superior en el Colegio de Primera Categoría, habiéndole sido asignada la Cátedra de Obstetricia y Medicina Operatoria, cargo que mantendría luego en la Universidad de Valencia. A cincuenta y dos alcanzaría el número de alumnos que pasaron por sus manos, siendo los últimos en titularse: Emiliano Azcúnez, Luis Ravelo Pérez, Luis Gonzaga Codecido y Jesús María Arcay Smith.

Compartió en su época de ejercicio profesional con los doctores Briceño Picón, Simón Marrero, Virgilio Herrera, Emiliano Azcúnez, Rafael Iturriza, Napoleón Araujo y Atilano Vizcarrondo.

Durante sus años de docencia, siempre se preocupó por exaltar las cualidades de quien fuera su maestro en obstetricia en la Universidad de Caracas, el doctor Simón Vaamonde Blesbois. Murió en Macuto el 7 de octubre de 1932 y sus restos reposan en el viejo cementerio de Valencia.

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