JESUS ALFARO GARANTÓN
“Así es la vida ya
usted ve, un cigarrito y un café” eso lo dice el coro de una conocida canción
del incomparable grupo GUACO, que no necesita presentación para demostrar su
calor marabino y esa melodía se me vino a la memoria cuando me senté a saborear
un café cayendo en cuenta que el café es la única bebida que se puede degustar
en solitario y no es mal visto. Haga la prueba, siéntese solo en la barra de un
bar y pida algún trago, inmediatamente sentirá varias miradas que se cruzaran con las suyas con un gesto de
conmiseración, sus vecinos ocasionales pensarán para sus adentros “tremendo despecho
mi hermano”. Si por casualidad pide un
té o una tacita de leche caliente ya los pensamientos de sus compañeros de
barra cambiarán a “humm, ….a este tipo como que se le moja la canoa”. Pero si
usted pide un café, no hay problema porque esa infusión si es aceptable para
ser consumida a cualquiera hora y en cualquier lugar. Es como si el café
tuviera un pasaporte que diera inmunidad diplomática, con el agravante que es
aceptado sin visa en cualquier país del mundo.
Pues sí, ya
sentado frente a mí café le di rienda suelta a la imaginación y comprendí que el
café tiene su magia intrínseca, el café comparte con usted la soledad y le brinda compañía, generalmente
es servido a una alta temperatura y hay que esperar algo de tiempo para que el
líquido se enfríe, es una dulce espera para que tengamos unos minutos para la
íntima reflexión. Es increíble, pero a veces esa espera por el tonificador
marroncito es el único momento en el día en que usted tiene tiempo para
reencontrarse consigo mismo. Ese negrito
o marrón se convierte en una especie de psiquiatra de bolsillo, usted le cuenta
sus preocupaciones y él calla y se enfría.
El café debe
tomarse en taza y su presentación es clave en la degustación del preparado. Una taza con un asa adecuada que permita su agarre
con seguridad aumenta el placer de la bebida, si el maquinista de la cafetera
le dedica tiempo a adornar con diferentes tonos la espuma sobrenadante del
ansiado marroncito ya ese café sube a la dignidad de sublimación.
El café es
originario de la zona nororiental del continente africano, específicamente de
Etiopía y cuenta la leyenda que un pastor de cabras llamado Kaldi fue el
ingenuo descubridor de los efectos del rojo fruto del cafeto, cuando observó el
comportamiento alocado de su rebaño después de comer las mencionadas semillas que crecían en un matorral, sus cabras
brincaban y danzaban sin cesar después de la ingesta de esas semillas.
Sorprendido por la conducta de sus animales decidió llevar los frutos a un
anciano sabio de su pueblo que los rechazó por ser amargos y los tiró al fuego,
el aroma que se desprendió de los frutos fue tan delicioso que Kaldi los retiró
del fuego, los sumergió en agua para crear, involuntariamente, la primera taza
de café. De allí el café se derramó por los países árabes y se regó hasta la
Europa del siglo XVI.
El café es
introducido en América en el siglo XVII, principalmente en Brasil y desde allí se
cuela a Venezuela por la frontera del estado Bolívar. El café se hizo un
cultivo tradicional en todos los rincones de la patria. En Caracas, la siembra del
café se aposentó principalmente en la Hacienda Blandín en los terrenos que hoy destina
el Caracas Country Club para la práctica del golf. Mas las mejores tierras para
el cultivo del café se consiguen en la serranía andina y los cafetales se
adueñaron de esa zona ya a finales del
siglo 18. Nuestro país fue un gran productor de café, Venezuela llegó a ser
exportador de un excelente café hasta que llegó el barbarazo y ¡¡ zuás, también
se lo llevó!!. Hoy el venezolano hace colas para conseguir un medio kilito de
café bachaqueado. Son las delicias que nos deja el socialismo del siglo XXI.
El café es llamado
la bebida intelectual, porque estimula y aclara las ideas y hace más viva la
imaginación. Este efecto estimulante de la bebida se basa en su contenido de cafeína
que actúa avivando la actividad cerebral. Laboratorios de investigación han
aislado un componente genético en el ADN de los grandes tomadores de café y lo
identificaron como el componente SLC6A4 que está estrechamente ligado a la
serotonina, sustancia que interviene en la generación de placer a nivel
cerebral. Los pobres humanos que carecen de esta famosa SLC6A4, no lograrán
jamás el gustazo de experimentar las bondades de un buen café.
Los expertos en
degustación del café han llegado a la conclusión que hay dos tipos de café que
destacan como mejores del mundo por lo sutil de sus sabores y su delicado
aroma, esto ha hecho que sus precios se hayan ido por los cielos, hablamos del
BLUE MOUNTAIN JAMAICA, que como su nombre lo indica es originario de las
montañas azules de Jamaica, donde su producción es muy limitada y hace que su
comercialización sea muy disputada y permita subir sus precios donde solo los
más escogidos puedan ser los que se deleiten con sus tesoros ocultos. El otro
café que disputa la corona de mejor del mundo es el KOPI LUWAK, originario de
Indonesia y es literalmente designado como “un café de mierda”. No se ofendan con este apelativo pero este
café debe su exquisitez a la extraña manera de desarrollar todo su potencial
gustativo al formar parte de los
desechos fecales de la civeta, una especie de mapurite de las islas filipinas.
Si los granos del Kopi son recolectados directamente de las ramas del cafeto,
el café resultante no pasa de ser de una categoría regular, pero si este grano es
comido por la civeta y se espera que sean medio digeridos por su mucosa
intestinal encontraremos el santo grial de los degustadores del café. La
producción del Kopi Luwak es mínima y los salarios de los recolectores de “la
merd de mapurit” son bastante elevados, lo que encarece el producto. Tuve la
oportunidad de degustar el Blue Mountain hace 4 meses, en El Corte Inglés de
Preciados Madrid y en realidad mi recuerdo se reduce a que me tuve que bajar de
la mula con 9 Euros por media tacita de un buen negrito. L´infusion de merd, se
las dejo a los cubanos que son expertos en ese tipo degustación.
Italia, país no
productor de café se ha hecho la cuna del disfrute de esta bebida y eso
reafirma a los italianos en el Top Ten de los hedonistas del siglo XXI. Las
mejores máquinas de preparar café se producen en Milán. Hasta se ha creado una
nueva profesión, el barista, que es la persona que se especializa en preparar y
servir las mejores infusiones de café. Ya en Venezuela hay escuelas para la
formación de baristas.
Disfrutar de un buen café tiene su ritual. Según los
conocedores, un buen espresso tiene una espuma de color dorado avellana de al
menos 3 milímetros de espesor y permanece en la superficie de la taza por al
menos 30 segundos después de agregarle una cucharadita de azúcar. Preparar un
buen espresso es puro arte. No sólo se requiere tener una máquina de calidad,
sino también la destreza y conocimientos del barista, el artista a cargo de la
preparación del café. Definitivamente, saborear ese espresso aromático y
grueso, es estar un paso más cerca de la
felicidad. Caramba!!! si seguimos en esta onda estoy a punto de abandonar la
computadora y salir a tomarme un marroncito bien resuelto.
El
venezolano es difícil de entender, nadie como él para buscar alternativas ante
las dificultades, elegir un buen café es casi como la definición de nuestra
personalidad y la mejor prueba de ello es que cuando varios amigos se
encuentran para compartir un buen café, cada uno hará su petición distintiva. La
publicación Esnobismo Gourmet, publicó en 2012 las 11 maneras de degustar un
café venezolano. Así como Francia se da el lujo de tener más tipos de queso que
días del año, nosotros los criollos nos permitimos de pedir hasta 11 variantes
de cafés y aquí va su listado:
1-. CAFÉ CERRERO, servido con gran
concentración de café y sin ningún endulzante, especialmente requerido para
combatir el ratón.
2-. CAFÉ NEGRO o NEGRO CORTO, algo menos
concentrado pero endulzado, bueno para el despertar matutino.
3-. ENVENENADO o CARAJILLO, adicionado
con ron o brandy, utilizado en reuniones
de hombres.
4-. GUAYOYO, ya es un café mas aguado y no
requiere tanta azúcar como el negrito.
5-. GUARAPO, es un guayoyo endulzado con
papelón.
6-. MARRÓN, ya conlleva un agregado, la
leche y su cantidad establece variantes. No debe confundirse con el capuccino
italiano, porque el marrón no lleva espuma.
7-. MARRÓN CLARO, la proporción de leche
llega a ser del 70% de la mezcla.
8-. MARRÓN OSCURO, la proporción se
invierte, un 70% es café.
9-. CAFÉ CON LECHE, el clásico desayuno, hasta
un 80 % es leche
10-. TETERO, es leche con un pequeño toque
de café.
11-. CORTADO, café negro con un pequeño
rasguño de leche que corta su superficie.
Si a esto
le añadimos las últimas indicaciones de la temperatura deseada, tales como ”el
mío bien caliente” o “que me queme los dedos” y el indescifrable “ni tan frio,
ni calientísimo, más bien tibiezón” allí llegamos a la cima de los epicúreos.
La variante en la preparación y la degustación del café se hace infinita. Admitamos
que nuestra cultura cafetera tiene prosapia porque tener tantas escogencias
solo se admite en un país donde el café es el centro de mesa donde se tejen las
amistades
Hace unos
años escribí unas líneas donde me sorprendía por el costo de un café en la
barra, en esa ocasión me parecía increíble que yo pagara por un marroncito la
misma cantidad que pagué por la adquisición de mi primer carro después de
graduarme de médico, para ese entonces el café costaba 17.50 bolívares fuertes,
unos 17.500 bolívares de plata que fue el costo del flamante automóvil
deportivo que compré. Hoy, dos años después el mismo café y en el mismo sitio
cuesta 200 bolívares fuertes, 200.000 bolívares de plata, lo que costaba un
buen penthouse en el año 1965. Después de leer este último párrafo y sacando
cuentas de lo que es enfrentar una hiperinflación del 700 %, mis manos comenzaron
a temblar y decidí pedir UN CAFECITO,
PLISS, para recobrar mi sindéresis, para estimular la esperanza y no pediré el
cigarrito porque afortunadamente nunca fumé.