Por Carlos Alarico Gómez, Ph.D.*
Una
apreciada profesora me envía lo que a su criterio fue la última carta de amor
que escribió Bolívar, la cual estaba dirigida a Fanny Aristeguieta de Villards
-su prima en tercer grado- a quien conoció en la época en que vivió en Paris
entre los años 1804-1806, después de perder a su amada María Teresa. Fanny era
una mujer casada, pero no hay duda de que ambos se quisieron mucho. Ella misma
se ocupó de revelarlo en una carta que le escribió a Bolívar el 6 de abril de 1826, en
la cual le dice: “He tenido y tengo la creencia de que Ud. me amó
sinceramente”. En esa misiva la bella Fanny se quejaba de que le había enviado
cinco cartas a su amado infiel y solo le
había respondido una. No sabía la joven francesa que en esa época su antiguo
amor se encontraba embelesado en los brazos de otra mujer casada: Manuela
Sáenz. En compensación, Bolívar le envió una foto suya a Fanny y su edecán Wilson
se ofreció para visitarla en París “…si Su Excelencia lo juzga conveniente”.
Sobre este caso existen valiosas pruebas documentadas, a lo que hay que añadir
los comentarios de hombres como Simón Rodríguez y Alejandro de Humboldt,
quienes estuvieron en la casa de Fanny en el tiempo en que Bolívar era su
amante.
De todo ello se infiere que ambos se amaron
apasionadamente, pero un detenido análisis de la carta que supuestamente escribió
Bolívar el 6 o el 16 de diciembre de 1830 no es más que el producto de la
fértil imaginación de Luciano Mendible Camejo, brillante abogado apureño,
presidente del estado Guárico durante el Gobierno de Cipriano Castro, quien
tuvo que huir de Venezuela cuando Gómez dio el golpe de Estado el 19 de
diciembre de 1908. Al enterarse de que el golpe había sido exitoso su reacción
fue la de alzarse en armas al frente de una revolución a la que sus hombres
llamaron “La Mendiblera”, pero al verse derrotado huyó a Colombia, fijando
residencia en Barranquilla, una población muy cercana a Santa Marta. Su largo
exilio lo ocupó con diferentes actividades, entre las cuales se dedicó preferentemente
al periodismo, oficio que le permitió escribir muchos artículos de prensa en el
diario El Comercio de Barranquilla,
que era dirigido por Abel Santos Carbonel. Fue allí donde apareció publicada en
1925 la hermosa carta que supuestamente le habría escrito Bolívar a Fanny.
Antes de analizar las razones por las cuales creo que es apócrifa, estimo
conveniente que el lector repase su contenido:
“Santa Marta, 06 de diciembre de 1830.
Querida prima: Te extrañará que piense en ti al borde del sepulcro. Ha llegado mi última aurora. Tengo al frente el Mar Caribe, azul y plata, agitado como mi alma por grandes tempestades. A mi espalda se alza el macizo gigantesco de la Sierra con sus viejos picos coronados de nieve impoluta, como nuestros ensueños de 1805. Por sobre mí el cielo más bello de América, la más hermosa sinfonía de colores, el más hermoso derroche de luz. Y tú estás conmigo cuando todos me abandonan. Tú estás conmigo en los postreros latidos de la vida, en las últimas fulguraciones de la conciencia. ¡Adiós Fanny! Esta carta llena de signos vacilantes la escribe la misma que estrechó la tuya en las horas del amor, de la esperanza y de la fe. Esta es la letra que iluminó el relámpago de los cañones en Boyacá y en Carabobo, la que escribió el Decreto de Trujillo y el Mensaje al Congreso de Angostura. ¿No la reconoces, verdad? Yo tampoco la reconocería si la muerte no me señalara con su dedo despiadado la realidad de este supremo instante. Si yo hubiera muerto sobre un campo de batalla, dando frente al enemigo, te dejaría mis glorias, la gloria que entreví a tu lado en los lampos de un sol de primavera. Muero miserable, proscrito, detestado por los mismos que gozaron mis favores, víctima de inmenso dolor, preso de infinitas amarguras. Te dejo en recuerdo mis tristezas y las lágrimas que no llegaron a verter mis ojos. ¿No es digna de tu grandeza tal ofrenda? Estuviste a mi lado en el peligro, conmigo presidiste los Consejos de Gobierno, tuyos fueron mis triunfos y tuyos mis reveses, tuyos son también mi último pensamiento y mi pena postrimera. En las noches galantes en el Magdalena, vi desfilar mil veces la góndola de Byron por los canales de Venecia. En ella iban grandes bellezas y grandes hermosuras, pero no ibas tú, porque tú has flotado en mi alma montada sobre níveas castidades. A la hora de los grandes desengaños, a la hora de las íntimas congojas apareces ante mis ojos moribundos con los hechizos de la juventud y de la fortuna. Me miras y en tus pupilas arde el fuego de los volcanes, me hablas y en tu voz escucho las dianas inmortales de Junín y Bomboná. ¿Recibiste los mensajes que te envié desde la cima del Chimborazo? Adiós Fanny, todo ha terminado. Juventud, ilusiones, sonrisas y alegría se hunden en la nada. Sólo quedas tú como visión seráfica señoreando el infinito, dominando la eternidad. Me tocó la misión del relámpago: rasgar un instante las tinieblas, fulgurar sobre el abismo y tornar a perderme en el vacío. Bolívar”.
Querida prima: Te extrañará que piense en ti al borde del sepulcro. Ha llegado mi última aurora. Tengo al frente el Mar Caribe, azul y plata, agitado como mi alma por grandes tempestades. A mi espalda se alza el macizo gigantesco de la Sierra con sus viejos picos coronados de nieve impoluta, como nuestros ensueños de 1805. Por sobre mí el cielo más bello de América, la más hermosa sinfonía de colores, el más hermoso derroche de luz. Y tú estás conmigo cuando todos me abandonan. Tú estás conmigo en los postreros latidos de la vida, en las últimas fulguraciones de la conciencia. ¡Adiós Fanny! Esta carta llena de signos vacilantes la escribe la misma que estrechó la tuya en las horas del amor, de la esperanza y de la fe. Esta es la letra que iluminó el relámpago de los cañones en Boyacá y en Carabobo, la que escribió el Decreto de Trujillo y el Mensaje al Congreso de Angostura. ¿No la reconoces, verdad? Yo tampoco la reconocería si la muerte no me señalara con su dedo despiadado la realidad de este supremo instante. Si yo hubiera muerto sobre un campo de batalla, dando frente al enemigo, te dejaría mis glorias, la gloria que entreví a tu lado en los lampos de un sol de primavera. Muero miserable, proscrito, detestado por los mismos que gozaron mis favores, víctima de inmenso dolor, preso de infinitas amarguras. Te dejo en recuerdo mis tristezas y las lágrimas que no llegaron a verter mis ojos. ¿No es digna de tu grandeza tal ofrenda? Estuviste a mi lado en el peligro, conmigo presidiste los Consejos de Gobierno, tuyos fueron mis triunfos y tuyos mis reveses, tuyos son también mi último pensamiento y mi pena postrimera. En las noches galantes en el Magdalena, vi desfilar mil veces la góndola de Byron por los canales de Venecia. En ella iban grandes bellezas y grandes hermosuras, pero no ibas tú, porque tú has flotado en mi alma montada sobre níveas castidades. A la hora de los grandes desengaños, a la hora de las íntimas congojas apareces ante mis ojos moribundos con los hechizos de la juventud y de la fortuna. Me miras y en tus pupilas arde el fuego de los volcanes, me hablas y en tu voz escucho las dianas inmortales de Junín y Bomboná. ¿Recibiste los mensajes que te envié desde la cima del Chimborazo? Adiós Fanny, todo ha terminado. Juventud, ilusiones, sonrisas y alegría se hunden en la nada. Sólo quedas tú como visión seráfica señoreando el infinito, dominando la eternidad. Me tocó la misión del relámpago: rasgar un instante las tinieblas, fulgurar sobre el abismo y tornar a perderme en el vacío. Bolívar”.
La carta es muy bella y revela dominio del idioma, además de una fértil
imaginación, pero tiene los siguientes puntos débiles, que la hacen difícil de
admitir como cierta, los cuales enumero a continuación:
1.- La carta dice que muere “…proscrito, detestado por los mismos que gozaron mis
favores”. En verdad no fue así. A Bolívar no lo había abandonado nadie. Él renunció a la Presidencia de
Colombia por voluntad propia. Se encontraba muy enfermo y quería irse a Europa
para recuperar su salud. Cuando se fue de Bogotá dejó en la Presidencia a su amigo
Joaquín Mosquera, electo en el llamado Congreso Admirable que presidió Antonio
José de Sucre. En septiembre fue sustituido por Rafael Urdaneta, quien tomó el
poder por golpe de Estado para que Bolívar volviera, pero éste no aceptó. La
noticia se la llevó al Libertador el general Mariano Montilla, quien era el
gobernador de la provincia de Cartagena. Con él estuvieron
en sus días finales los generales José Laurencio Silva, Pedro Briceño Méndez,
Julián Infante, José Trinidad Portocarrero, Mariano Montilla y José María
Carreño; los coroneles Belford Hinton Wilson, José de la Cruz Paredes y Joaquín
de Mier; el comandante Juan Glen; los capitanes Andrés Ibarra y Lucas Meléndez;
los tenientes José María Molina y Fernando Bolívar Tinoco; los doctores Manuel
Pérez Recuero y Alejandro Próspero Reverend; su mayordomo José Palacios y
Fernanda su cocinera. Todos ellos fueron fieles al Libertador durante su vida y
después de su muerte. Todos eran personas de su plena confianza.
2.- En la carta se dice también
que muere “…miserable…”, lo que tampoco es cierto. Bolívar
no murió pobre: Sus bienes los administró María Antonia y hay mucha
documentación sobre las Minas de Aroa, sus haciendas, sus casas de Caracas. Lo
de la pobreza es un mito. Una persona pobre no viaja a Europa a curarse.
3.- Las posibilidades físicas e
intelectuales de que Bolívar haya podido escribir una carta así, en ese
momento, solo puede ser considerada por la admiración que sentimos por él, pero
hay una extensa documentación médica en el libro de Reverend que revela su
estado de incapacidad. Tanto es así que cuando Bolívar llegó a Santa Marta el 1
de diciembre fue bajado del barco “Manuel” en silla de ruedas, sufriendo
de fuertes dolores estomacales y de dificultades respiratorias.
4.- El 6 de diciembre –que es la fecha de la carta- fue llevado de Santa Marta a la Hacienda San Pedro
Alejandrino en una berlina propiedad de Joaquín de Mier. La información aparece
en el Boletín N° 6 del médico Alejandro Próspero Reverend y fue insertada en el
folleto titulado La última enfermedad,
los últimos momentos y los funerales de Simón Bolívar, escrito por él y editado
en París en 1866.
5.- La otra fecha que aparece en la copia que le
fue entregada a Vicente Lecuna es la del 16 de diciembre. Ese día el Libertador
estaba inconsciente y al borde de la muerte. Su salud era tan delicada que seis
días antes decidió confesarse con el obispo de Santa Marta, monseñor José María
Estévez, recibiendo la extrema unción de manos del padre Hermenegildo
Barranco, párroco de la población de Mamatoco, la más cercana a San Pedro.
Ese mismo día firmó su testamento.
5.- Otro punto de menor cuantía
-pero de necesaria consideración- es el hecho de que Fanny fue un amor de
juventud, una aventura grata e interesante, similar a la que aparece en la vida
de la mayoría de los hombres. En el caso específico de Bolívar hay que tomar en
cuenta el gran amor que sintió por su esposa, a la que juró no contraer
matrimonio de nuevo y le cumplió. Es bastante probable que después de María Teresa
su gran amor haya sido Josefina Machado, una bella muchacha caraqueña que le
colocó una corona de laureles cuando llegó victorioso a Caracas en agosto de
1813. Josefina lo acompañó en sus horas más difíciles (1813-1819) y viajó con
él desde Haití en el barco con el que efectuó la primera expedición de Los
Cayos (1816). Ella murió cerca de Achaguas en 1819 cuando se dirigía a Bogotá a
reunirse con su amado, que para ese momento ya era el Libertador de la Nueva
Granada.
5.- Fue una bella carta de amor es
verdad, pero no la escribió Bolívar. Fue el producto de la fértil imaginación
del poeta Mendible. Esta aseveración parte de dos hechos fundamentales: El
primero es la investigación que a tal efecto ordenó en 1925 el Dr. Vicente
Lecuna, presidente y principal accionista del Banco de Venezuela, tan pronto
tuvo en sus manos la carta publicada por el diario El Comercio de Barranquilla. El resultado de las pruebas grafotécnicas
que ordenó Lecuna le permitieron establecer que la carta era apócrifa. El
segundo es la propia admisión de lo ocurrido que le hizo Mendible a Lecuna ante
el Dr. Elías Pérez Sosa, que dio testimonio del hecho. Esa confesión se produjo
durante una entrevista que sostuvieron cuando Mendible regresó a Venezuela en
1936, en la que dijo que él había escrito la carta para honrar y recordar el alma de Bolívar.
Caracas, 25 de agosto de 2015
*Carlos Alarico Gómez es profesor universitario categoría titular,
periodista y doctor en historia. Realizó
sus estudios superiores en Venezuela, Italia y Estados Unidos. En su
tesis de licenciatura analizó los orígenes del periodismo en Miranda Periodista, habiendo logrado en
su promoción la primera posición en su especialidad (UCAB-1977). La de maestría
versó sobre El papel de los medios de
comunicación en el bloqueo de Venezuela en 1902, lo que le permitió obtener
mención de honor (Universidad de Wisconsin, USA). En su tesis doctoral disertó
acerca del Proceso de Formación del
Estado Democrático en Venezuela y se graduó cum-laude (UCAB, 2004), habiéndosele conferido el honor de
solicitar los títulos correspondientes a la promoción 2004. Su labor
profesional lo ha hecho acreedor a numerosos reconocimientos, tales como:
Premio Municipal de Periodismo, Municipio Sucre (Mención Docencia e
Investigación), 1990; Premio Municipal de Periodismo, Municipio Baruta (Mención
Radio), 1991; Premio Iberoamericano de Periodismo, 1996. Ha sido condecorado
con las órdenes Andrés Bello, Andrés Eloy Blanco, José Antonio Páez, Cacique
Yare y Francisco de Miranda, entre otras. Es miembro del Círculo de
Escritores de Venezuela, del Colegio Nacional de Periodistas, del Colegio de
Relacionistas, de la Sociedad Divulgadora de la Historia Militar,
de la Biblioteca de Temas Tachirenses y del Club Médico Caracas. Es autor de más de 20 publicaciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario