miércoles, 29 de abril de 2015
GENEALOGIA DEL GRAL. FRANCISCO LINARES ALCÁNTARA MILLÓN
Por Oldman Botello
Individuo de número
del Instituto Venezolano de Genealogía
El apellido Alcántara es castellano, pero proviene del árabe Al-cantr, que significa el puente. Afirma Atienza que procede de un caballero cuyo nombre se ignora, quien se distinguió en la reconquista de la villa de Alcántara (Cáceres) en 1166 y a quien el rey Fernando II de León autorizó para que tomase por sus armas las del escudo de dicha Villa y usase su nombre por apellido: Alcántara. En ese escudo está un puente de piedra romano que existe en el pueblo. Dicho escudo fue modificado cuando los árabes volvieron a tomar la ciudad y ya no tiene el puente sino la cruz de Alcántara con ocho torrecillas de plata. (Atienza, 1954: 96)
Los Alcántara-Piñango
El matrimonio formado por José Timoteo Alcántara, posiblemente español y doña Ramona Antonia Piñango, nacida en 1759 y ya viuda en 1830, “personas blancas de esta feligresía”, no se efectuó en Caracas. Tal vez en Baruta o Petare. No aparece en el legendario libro de Matrimonios y Velaciones de españoles y blancos criollos celebrados en la Catedral caraqueña entre 1615 y 1831.
De dicho matrimonio nació en Caracas, que se conozca al menos, un varón:
Francisco de Paula Anastasio Alcántara Piñango, general de brigada de los ejércitos de la Independencia, el 27 de abril de 1778 y bautizado el 2 de mayo siguiente. Cursó estudios de primeras letras en la escuela de don Simón Rodríguez a finales de la octava década del siglo XVIII) y tuvo dos condiscípulos de lujo: Simón Bolívar y Florencio Leandro Palacios Plaza, pariente del futuro Libertador. El padre, don Timoteo Alcántara, cancelaba ocho reales por los estudios del niño Francisco de Paula. El hecho de ser compañeros de estudios llevó a Francisco a tutear y llamar Simón al Libertador, aunque en los momentos de privacidad o en las visitas familiares, nunca en público porque esa confianza se la reservaba Simón para sus hermanos y sus tíos, así como a su viejo amigo don Martín Tovar Ponte. (Pérez Tenreiro, 1969:111)
Incorporado a la lucha por la independencia desde 1811, en el desarrollo de tantas batallas donde se encontró resultó con serias heridas que hicieron de su cuerpo una criba. En la solicitud de haberes militares que dirigió al Congreso en 1838 explica:
“Me ocupé de la pacificación de las provincias de Cundinamarca el año 14 cuando las divergencias sobre federación; fui uno de los de la expedición de Los Cayos, desembarqué en Carúpano y después en Ocumare hice de jefe de vanguardia en la memorable jornada de aquel punto que puede llamarse la Restauración de la República por la serie de encuentros y triunfos obtenidos sobre los enemigos […] Cuarenta y tres acciones campales y más de trescientas parciales he sostenido, derramando más de tres veces mi sangre para cuyo recuerdo se me ha condecorado con once escudos y las medallas de Libertador de Venezuela, Cundinamarca y la Cruz de Boyacá”. (Ibídem: 192)
En otro documento de 1842, muy avanzado en edad, informa al presidente José Antonio Páez, que fue su enemigo irreconciliable por la lealtad suya a Bolívar:
“En la acción de Camoruco en San Carlos el año de 1813 sufrí la fractura de dos costillas principales en el lado izquierdo, cuya falsa e irregular soldadura, me ha hecho y me harán sufrir compresivas fatigosa y doloridas (sic) hasta la muerte por la lesión viciada, ya incurable, me tiene inutilizado este miembro. También en la acción de Laguna seca de Guanare mandada por el Excmo. Señor general Rafael Urdaneta, perdí la movilidad útil del brazo derecho, por haber sufrido en ella una terrible fractura en el hombro, la que mal curada en las fatigas de la guerra, y mal soldada, me tiene inutilizado este miembro. En la batalla de El Juncal de Barcelona mandada por el general Gregorio Mac Gregor sufrí la fractura y casi demolición del hombro izquierdo, cuyo brazo me ha quedado también completamente inutilizado. De resultas de una fractura en la frente sobre la ceja del ojo izquierdo, mi vista está hoy casi totalmente apagada, y de manera tan triste que no me auxilia ninguna especie de lente. Esta herida me atormenta siempre el cerebro con un
ruido doloroso, que consume la memoria; y las falsas soldaduras de mis demás miembros inutilizados, me causan dolores más o menos agudos según las estaciones, que me atormentan en todo el año”. (Ibídem: 200)
De la existencia de estas lesiones de guerra dieron constancia los médicos Pedro Guillén y Francisco Ignacio Carreño. Con respecto a la herida en la frente, señaló el facultativo Carreño que el coronel Alcántara también tenía entorpecido el oído y una pérdida casi absoluta de la memoria. En consecuencia “ha quedado totalmente inútil para procurarse la subsistencia”. En ese año 1842 estaba residenciado en Turmero. Luego pasó a La Victoria donde falleció el 19 de febrero de 1848, como lo informó al el gobernador de la provincia de Aragua recién creada, Felipe Bigott al secretario de Guerra y Marina. La partida de defunción suscrita por el cura coadjutor de La Victoria Pbro. Francisco Antonio Pereira, dice:
“En veinte de febrero de mil ochocientos cuarenta y ocho, yo el cura coadjutor de esta parroquia de La Victoria, di sepultura eclesiástica al cadáver del señor general Francisco Alcántara viudo de la señora Concepción Millón [en la parte superior de la línea se lee: recibió los sacramentos] de que certifico. Francisco A[ntonio] Pereira” (APLV. Libro de defunciones Nº 3, folio 2v)
Tenía 70 años de edad. El general Francisco de Paula Alcántara Piñango casó el 7 de julio de 1804 con doña María del Rosario Millón González, natural de La Habana, nacida en 1783 y de veintiún años de edad. Era hija de don José Millón y doña María González. En la partida de matrimonio dice Concepción Millón, posiblemente un error. (Catedral, Matrimonios, Libro Nº IX (1782-1810), 1804: 153; Iturriza-Báez, 1974: 871). Doña María del Rosario murió antes de 1848, dejando viudo al general Alcántara. Con sucesión:
I) Merced María Alcántara Millón. Nació en 1806. Permanecía soltera en 1830.
II) José Tomás, enajenado. De Caracas. Nació en 1808
III) Ramón Alcántara Millón, nació en Caracas en 1811, que sigue al III
IV) Teresa. Nació en Caracas en 1814
V) Vicenta. Valetudinaria
Con doña Trinidad Linares, trujillana de San Lázaro fue padre de
VI) Francisco de Paula Linares, que nació el 2 de febrero de 1811 y murió el 12 siguiente.
VII) Francisco de Paula Linares Alcántara, segundo del nombre, quien recibió el apellido Alcántara de su padre con la condición impuesta por el hijo de usar el de su madre en primer lugar. Nació en Turmero el 13 de abril de 1825. Murió en La Guaira el 30 de noviembre de 1878; que sigue al VI.
El general Francisco Linares Alcántara fue Presidente de la República, del Congreso, presidente del estado Guzmán Blanco con capital en La Victoria e integrante de la masonería venezolana. Se inició en la Logia Victoria Nº 38 (hoy es Nº 9). De este personaje nacido en Turmero en 1825 y de su esposa Belén existen varios retratos muy fieles en cuanto a su representación, surgidos del pincel de destacados artistas. Una descripción del personaje surgió de la pluma de Jenny de Tallenay, francesa, hija del Encargado de negocios y Cónsul de Francia en Caracas monsieur Henry de Tallenay, cuando lo visitó acompañado de su padre en la Casa Amarilla en 1878. Dice así: “El presidente estaba de uniforme y tenía dos de sus edecanes a su lado. Era un hombre joven aún, de estatura elevada; aunque mulato, tenía las facciones finas y regulares. El pelo un poco crespo revelaba la presencia de la sangre africana. Estaba casado con una mujer joven y encantadora, perteneciente a una de las antiguas familias españolas establecidas en el país. Se la mencionaba por su belleza y distinción”. (De Tallenay, 1989: 74)
Pero no era mulato, era un mestizo “lavado” o de color claro. En el momento cuando lo conoció Jenny de Tallenay tenía exactamente 53
años y no era tan joven, habida cuenta que se calcula en 50 años la expectativa de vida en esos tiempos. Moriría el mismo año.
Es fama que cuando el general Francisco de Paula Alcántara manifestó a su hijo que le daría el apellido, este respondió que aceptaba, pero el apellido de su madre lo llevaría primero. Por eso se firmaba Linares Alcántara y no Alcántara Linares como debía ser.
El general Guzmán Blanco, en la frecuente correspondencia íntima con su esposa hace unas consideraciones sobre el comportamiento protocolar del general Alcántara cuando ejercía la presidencia interina de la República, durante en un viaje del Ilustre Americano al balneario de aguas termales guariqueñas de Guarumen, el norte de El Sombrero. Corría el 24 de enero de 1874 y en la carta dice a doña Ana Teresa Ibarra de Guzmán: “La comida que da Alcántara la celebro. Es bueno que se vaya introduciendo la costumbre de que los hombres públicos no vivan con su hogar incógnito. Si todos los liberales que tienen altas posiciones oficiales dieran comidas o reuniones más o menos grandes, antes de cinco años los godos habrían concluido su papel como medio social”. Pero en la misma carta no tiene las mismas palabras acerca del comportamiento de doña Belén de Alcántara: “Tú debes mandarle a la señora de Alcántara, llegado el día, una tarjeta tuya y otra mía, y como yo estoy ausente y ella no vino a casa el 1º del año, si te manda a invitar le contestas que tenga la bondad de excusarte por mi ausencia”. (Castellanos, 1969: 311) Una falla protocolar de doña Belén con el jefe del país y su esposa.
Cuando el general Linares Alcántara llegó a la política solo tenía la casa de su domicilio en La Victoria, que había comprado en 1864 a José María Castillo como curador del menor Francisco E. Barrutia y una pequeña hacienda en los alrededores de la misma ciudad. (Boletín CGR, p.59) cuando falleció y se practicó la repartición de los bienes a la viuda y a sus hijos poseía 19 casas, dos haciendas en
La Victoria (La Quebrada y La Concepción, que fueron unidas cuando eran suyas; y créditos activos para un total del cuerpo de bienes estimado en 1.169.036,36 bolívares. A los hijos legítimos correspondieron Bs. 492.204,48 y a la vida doña Belén por gananciales Bs. 460.238, 61 y por la legítima 82.034,08, todo después de deducirse los honorarios al abogado, deudas y gastos de velatorio. (Ibídem: 63-64)
Otros de los hijos del general Francisco de Paula Alcántara Piñango fueron:
VIII) Manuel. Murió con grado en general combatiendo en San Casimiro en noviembre de 1870
IX) José Gregorio Valera, hijo de doña Candelaria Valera, de Turmero, la cual era prima de Trinidad Linares, la madre de Francisco Linares Alcántara, el Presidente. Nació en Turmero el 11 de marzo de 1826. Sigue al VIII
X) Francisco Navas Alcántara, con Carmen Navas. General. Sigue al IX
XI) Francisco Manamá. Con N. Manamá. De Maracay. Sigue al X
XII) Ramón Dorta. De Maracay, nacido en 1870. Coronel a quien apodaban Piquihuye. Fue su madre Arbertina (sic) Dorta, de distinguidas familias de Maracay. Sigue al XI
XIII) José Ángel Rodríguez, oriundo de Turmero, nacido en 1856; fue su madre Amalia Rodríguez. Sigue al XII.
III. Ramón Alcántara Millón. Tercer hijo del matrimonio de don Francisco de Paula Alcántara y María González. Nació en Caracas en 1811. Licenciado en Leyes graduado en la UCV en 1837; antes le habían discernido los títulos de bachiller en artes, mención filosofía en 1830 y bachiller en leyes en 1837 y a poco el de licenciado en leyes. No llegó a obtener el doctorado en leyes. Ejerció siempre como abogado en Aragua. En la política actuó como representante (diputado) al Congreso y en el asalto supuestamente auspiciado por el general José Tadeo Monagas al Congreso en 1848 fue herido con un bayonetazo pero sobrevivió. Fue propietario de tierras en La Victoria y en Maracay de la
hacienda Tucupido (hoy San Jacinto) en 1867, en sociedad con don Diego Hurtado, político y periodista residente en La Victoria. Ese mismo año la vendió a don Nicanor González de Linares-Mier y Terán y este a su vez al general Joaquín Crespo que cambió el nombre de la hacienda por el de San Jacinto.
Ramón Alcántara contrajo matrimonio en San Mateo el 17 de junio de 1846 con doña Francisca Caracciola Pérez Polanco, nacida en el mismo pueblo el 5 de junio de 1824 e hija de José María Pérez Arana, de notable familia e Isabel Polanco Ceballos, de familias tradicionales de San Mateo. Fueron testigos de la boda don José María Pérez, el suegro del novio y doña Mercedes María Alcántara, hermana del novio. Con sucesión:
III.a. Isabel Alcántara Pérez, nació en La Victoria el 29 de octubre de 1848. Casó en la iglesia de San Pablo, en Caracas el 1º de febrero de 1866 con el general Ezequiel Pérez Polanco, su tío materno, parentesco dispensado por el Arzobispo de Caracas monseñor Silvestre Guevara y Lira, padres de
III.a.1.- Tomás Pérez Alcántara, que murió en La Rotunda en 1913, donde
permanecía detenido por estar implicado en la conspiración fomentada
por el general Román Delgado Chalbaud, su jefe y amigo. (Pérez
Tenreiro, 1980: 54)
III. a.2.- Francisco Pérez Alcántara, casado el 23 de noviembre de 1911 en la
parroquia El Recreo de Caracas con Josefina Tenreiro Francia, hija de
Lorenzo Tenreiro Sirut, abogado de origen cubano y Julia Francia Gil.
Con descendencia:
III.a.2.a.- Francisco Antonio Pérez Tenreiro
III.a.2.b.- Tomás Pérez Tenreiro. Nació en Caracas el 25 de
noviembre de 1916. Coronel del ejército egresado de la
Escuela Militar y Naval con sede en Maracay. Casó el 14 de
octubre de 1948 con doña Isabel Jurado de Veer, hija de
Bernardo Jurado Blanco y Gertrudis María Luisa de Veer.
Testigos de la boda el Tcnel. Carlos Delgado Chalbaud,
mayor Marcos Pérez Jiménez y Johan de Veer Englest.
Con descendencia: Gonzalo Ney, Andrés Fernán, Carlos
Javier, Bernardo Eugenio, María Marcela de la
Guadalupe y Diego Tomás Pérez Jurado. El coronel Pérez
Tenreiro fue Individuo de Número de la Academia
Nacional de la Historia. Escribió varios libros.
VI.- Francisco Linares Alcántara. Nació en Turmero el 13 de abril de 1825.
Murió en La Guaira, en la casa Guipuzcoana a las 11:30 de la noche del 30
de noviembre de 1878 en ejercicio de la Presidencia de la República. Fue
su madre la trujillana Trinidad Linares. Fue bautizado por el padre Juan
Vicente Cisneros en la iglesia de N. S. de Candelaria, en Turmero, el 18 de
abril siguiente. Su padrino, el caraqueño don Domingo Ibarra. Casó en La
Victoria, el día 25 de agosto de 1864, día de San Luis Rey, con Belén
Estévez Yánez, de Tinaco, estado Cojedes, donde nació el 16-1-1849, hija
del licenciado Mateo Estévez y doña Belén Yánez [era hermano de la
novia monseñor Luis Felipe Estévez, además de Vicenta de Urbaneja,
Gral. Guillermo Estevez Yánez; Jorge y Bernabé Estévez Yánez]. El
padrino del connubio fue el mariscal Juan Crisóstomo Falcón, por poder
otorgado al licenciado Ramón Alcántara y doña Ana Estévez de González.
(Morón, 1981: 165; Reyes, 1955: 155); murió doña Belén en Caracas el
18 de septiembre de 1912. Casó a los 15 años de edad y su esposo tenía 39.
Al quedar viuda contrajo nuevo matrimonio con Francisco Yépez (falleció
en 1907), quien la hizo madre de Ramón, María Teresa y Cristina, casada
con Ramón Mendoza Blanco. Con sucesión Alcántara-Estévez de su primer
matrimonio:
VI.1.- Belén Alcántara Estévez, nació en 1865 en La Victoria y bautizada
el mismo año. Sus padrinos, el mariscal Falcón y Ana Estévez de
González (futura suegra del Dr. Raimundo Andueza Palacio). Casó
con José Antonio Zárraga Clemente, hijo de don José Antonio
Zárraga Baquero Aristiguieta y Rafaela de Clemente Palacios e
Iriarte Jerez y Aristiguieta. Murió Zárraga en abril de 1936. Con
descendencia:
VI.1.a. Belén María Zárraga Alcántara, nació en Caracas el 1º de
diciembre de 1883, casada con Mario Giacopini Urdaneta,
de Maracaibo, nacido el 18 de agosto de 1884, hijo de
Giuseppe Giacopini Tori y Euricia Urdaneta Maya,
trujillana.
VI.2.- Teresa Efigenia, nació en La Victoria el 6 de septiembre de 1867 y
la apadrinaron Elías González y Ana Estévez. Casada con Manuel
Azpúrua Huizi, hijo de Manuel María Azpurua y Díaz de
Flores y doña Carmen Huizi Hernández. Murió a fines de 1936.
Con sucesión: María Azpúrua Alcántara, que casó con su tío el
general Francisco Linares Alcántara-Estévez, hermano de doña
Teresa Alcántara Estévez, el 4 de abril de 1936.
VI.3. Trinidad Hermógenes Dolores (Trina). Nació en La
Victoria el 19 de abril de 1869. Fue apadrinada por el
general Antonio Guzmán Blanco y Ana Teresa Ibarra de
Guzmán Blanco; la tuvo por poder en el bautizo la señorita
Vicenta Estévez Yépez, hermana de doña Belén de
Alcántara. Murió en Caracas el 25 de febrero de 1936. No tomó
estado.
VI.4.- Luisa María, nació en La Victoria el 12 de mayo de 1871.
Sus padrinos: monseñor Luis Felipe Estévez, su tío e Isabel
González, luego señora de Andueza Palacio. Casó con
Raimundo Andueza-Palacio González (Raimundito), hijo
del Dr. Raimundo Andueza Palacio. Fue presidente de
Aragua comenzando el siglo XX y murió joven.
VI.5.- Vicenta Margarita. Nació en Caracas, en la parroquia
Altagracia, el 14 de mayo de 1873.
VI.6.- Francisco de Paula Linares-Alcántara Estévez, nació en
Caracas, de Carmelitas a Altagracia, el 18 de marzo de
1876, a las siete de la mañana, cuando su padre era
presidente del estado Guzmán Blanco con capital La
Victoria. Murió en Caracas el 28 de abril de 1958. Casó el
24 de abril de 1936 con doña María Azpúrua Alcántara, su
sobrina, hija de su hermana Teresa, con dispensa
arzobispal. Con sucesión Beatriz Alcántara Azpúrua de
Sabat.
Fueron también otros hijos suyos:
Con doña Amelia María Hidalgo Jordán, nacidos en La Victoria
VI.7- Francisco Segundo Alcántara Hidalgo, nació en la primera
década del siglo XX. Fue presidente de la Asamblea
Legislativa del estado Aragua, diputado a ella, gobernador
encargado del estado Aragua en 1966; segundo comandante
de la policía de Caracas. Su padre lo llamaba Calanche y
contó muchas peripecias de su vida militar que luego don
Francisco Segundo recogería en un libro publicado en 1958
titulado Aclamación, Conjura, Reacción. Murió en La
Victoria en la década de los setenta del siglo XX. Fue casado
con doña María del Rosario Astor (Marina), fallecida el 23
de septiembre de 2012. Con descendencia: Francisco de
Paula, Julio Marco, José Cipriano y Miguel Arturo
Alcántara Astor.
VI.8.- Marcos Alcántara Hidalgo
VI.9.- Amanda Alcántara Hidalgo
Con Carmen Luisa Torres, de Ciudad Bolívar, un varón que se
malogró antes de nacer.
VI.10.- Una hija con Petra Hernández
VI.11.- José Francisco Alcántara, con Josefina Ascanio, durante su
exilio. La madre era ecuatoriana. Este descendiente fue
criado por las hermanas Trina y Vicenta Alcántara Estévez.
VI.12.- Carmen Ofelia Urquía, con su homónima Carmen Ofelia
Urquía
VII.- Manuel Alcántara. Fue enviado por su hermano Francisco Linares
Alcántara, jefe civil y militar de Aragua, junto con otro hermano, José
Gregorio Valera a sofocar una insurrección en San Casimiro y el
enemigo los atacó en emboscada el 2 de noviembre de 1870, hiriendo
mortalmente a Manuel Alcántara. Se desconocen otros datos suyos.
VIII.- José Gregorio Valera. General. Fue su madre doña Candelaria
Valera. Nació en Turmero el 11 de marzo de 1826. Su hermano
Francisco le tuvo gran estimación y permaneció siempre a su
lado ocupando altas responsabilidades. Se inició en la guerra en 1868 en
la defensa de Turmero el 6 de marzo. Presidente del estado
Guzmán Blanco, capital La Victoria, en 1877. Ministro de Guerra y
Marina en 1878 y Primer Designado a la Presidencia de la República
durante el gobierno de su hermano Francisco, llegó a ocupar
provisionalmente el solio presidencial al morir aquel. Antiguzmancista,
defiende al gobierno en 1878 contra la Revolución Reivindicadora en La
Victoria pero fue derrotado. Fue enjuiciado por la muerte del general
Rafael María Gualdrón, a quien ordenó fusilar, pero lo absolvieron en
1880. Retirado de la política, terminó sus días ejerciendo un modesto
comercio y una zapatería en Turmero el 18 de octubre de 1909 a los 83
años. Su partida de defunción dice “ex-Presidente de la República”.
(APT. 1909: 437) El gobierno gomecista le rindió los honores
correspondientes a sus servicios públicos, rango militar y por haber
ejercido la Presidencia de la República. Fue casado con Susana H. de
Valera, de quien enviudó. Se conoció solo un hijo suyo, el coronel Benito
Valera, turmereño fallecido en La Victoria.
IX.- Francisco Navas Alcántara. Nació en Turmero en 1855 y murió en la
misma ciudad el 18 de febrero de 1910. Fue su madre doña Carmen
Navas. Estuvo muy cerca de su padre cuando ejerció la Presidencia de la
República y de él recibió las primeras luces de la guerra. Desde 1900
hasta 1910 ejerció la jefatura civil de Turmero; fue su secretario su
hermano José Ángel Rodríguez. Murió tuberculoso y fue sepultado con
el sable entre sus manos, su último deseo. (APT. Defunciones.
1910: 441)
X.- Francisco Manamá. Solo se sabe de él que residía en Maracay y que en
1908-1910 ocupó la gobernación del Territorio Federal Amazonas por
designación de su hermano Francisco Linares Alcántara-Estévez,
ministro del Interior y con autorización del general Juan Vicente Gómez,
quien comenzaba su mandato de 27 años.
XI.- Ramón Dorta. Coronel o general. Hijo de Arbertina (sic) Dorta, de
distinguidas familias de Maracay. Nació en dicha ciudad en 1870.
Incursionó en guerritas internas de fines del siglo XIX y comienzos del
XX, comenzando a los 14 años de edad cuando fue reclutado cerca de su
casa de Maracay en la esquina de El Zanjón (Bolívar con Sucre); estuvo
presente a las órdenes del general Joaquín Crespo en la batalla de la Mata
Carmelera donde murió el caudillo llanero; formaba parte del grupo de
fusilería del general Isidoro Wiedemann por su habilidad para dar en el
blanco. Estuvo entre los antagonistas armados del gobierno gomecista.
En 1928 tuvo acción en Caracas y en 1929 se alzó en el estado Miranda
en combinación con la insurrección del general José Rafael Gabaldón en
Biscucuy, estado Portuguesa. Permaneció detenido en el castillo de
Puerto Cabello y en La Rotunda y allí lo conocieron Jóvito Villalba y
Andrés Eloy Blanco. Por su manera de hacer la guerra de guerrillas era
apodado Piquihuye. Ejerció el comercio en Guatire. Fue criado por el
general Linares Alcántara padre. Tomó estado con doña María Luisa
Chirinos con quien se radicó en los Dos Caminos, estado Miranda. No
hubo descendencia de la unión. Murió casi a edad nonagenaria en 1958.
XII.- José Ángel Rodríguez. Nació en Turmero en 1856 y murió el 24 de
mayo de 1920. Fue su madre doña Amalia Rodríguez. No ejerció el
oficio de militar sino el de educador en su ciudad natal. Fue concejal
y presidió el Concejo de Turmero. Quedó huérfano de madre a los dos
años de edad. Su hermano Francisco Linares-Alcántara Estévez
lo designó Tesorero General del estado Aragua cuando ocupó la primera
magistratura regional. Contrajo matrimonio en 1894 con doña Herminia
Pacheco, de Turmero, hija de don Brígido Pérez Flores y doña Elvira
Pacheco Lugo. Con sucesión:
XII.1.- Diógenes Ángel, nació en 1895. Casó con Rita Julia Valladares y
fueron padres de Josefina, Herminia, Hilda, Trina y Edilia
Rodríguez Valladares.
XII.2.- Soledad Esther, nació en 1896, casada con José María Marín, con
descendencia: Teófilo, José Miguel, Isabelina y Luisa Marín
Rodríguez.
XII.3.- Amalia, nació en 1899. Tomó estado con Eusebio Reyes, padres
de Pedro, Julio, José y Francisco (Pancho) Rodríguez Reyes,
cronista oral de Turmero.
XII.4.- Rafael Amós, nació en 1900; casado con María Carmona y
fueron padres de José Ángel, María Elpidia, Rafael, Héctor, Luís
y Leyda Rodríguez Carmona.
XII.5.- Trinidad Herminia (Herminia), nació en Turmero en 1901. Casó
con don Pedro Gómez López, sobrino de monseñor Vicente
López Aveledo, párroco que fue de Maracay, con descendencia
Carmen Emilia, Pedro Vicente, Rubén y Alcira
XII.6.- Francisco Vicente Rodríguez Pacheco, nació en 1907. Casó con
doña María Emilia Pérez y fueron padres de Vicente, Carlos
Augusto, Francisco José, Matilde, José Gregorio Rodríguez
Pérez.
XII.7.- Héctor José, nació en 1908. No tomó estado
XII.8.- Ángel Augusto, nació en diciembre de 1910. Contrajo
nupcias con Edita Martínez y son padres de Ángel Gilberto,
Néstor Germán, Efrén Augusto (fue dos veces alcalde del
municipio Mariño del estado Aragua, Turmero, cuna de sus
mayores), Carlos Eduardo y Mariela Herminia Rodríguez
Martínez.
XII.9.- Oscar Leonidas, nació en Turmero en enero de 1912. Casó
con doña María T. Acevedo y son padres de Bernardo, Nora,
Beatriz y Jesús Octavio Rodríguez Acevedo.
XII.10.- Olga María Rodríguez Pacheco, nació en diciembre de 1914.
Murió en julio de 1917 a los casi tres años de edad.
EPISTOLARIO ALCÁNTARA
Telégrafo Nacional
De Carúpano el 8 de julio de 1914, las 9 horas 30 a.m.
Señor Gral Juan V. Gómez
Hoy llegó a ésta el Gral. Francisco L. Alcántara, en el vapor “Perón”. DyF Luis F[elipe]. Calvani (1).
Fechado ayer 7 en Puerto España (Trinidad).
Operario
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Telégrafo Nacional
De Macuro el 9 de julio de 1914. Las 6 horas p.m.
Señor
Dr. E[zequiel] A. Vivas
Hoy llegó Alcántara. Me preguntó por varios oficiales de él que están en el castillo y está muy abierto conmigo. Conferenciará con Castro y Rodríguez. Avisaré el resultado. Pumarejo. (2)
Fechado el 7 en Puerto España
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Cartas
Caracas, 17 de noviembre de 1917
Sr. Gral. J. V. Gómez
Pte.
Estimado Gral. y amigo.
Respetuosamente le saludo y me permito exigirle se sirva concederme una corta audiencia, pues deseo comunicarle personalmente los resultados de mi viaje a Curazao.
Soy de Ud. atta., respetuosa y agradecida amiga.
Trina Alcántara
Nota al margen escrita en lápiz por secretaría: Mañana a las 4 p.m.
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Caracas, 25 de noviembre de 1917
Sr. Gral. J. V. Gómez
etc., etc., etc.
Respetado General y amigo.
Dispense, General, que mi estado de tribulación me lleve a molestarlo una vez más. Ayer recibí la tarjeta, con que su nunca desmentida atención y cortesía tuvo a bien favorecerme; y solo Dios sabe cómo pasé la noche y cuanto he sufrido al ver que nada se ha podido lograr en mi asunto. Sin embargo, yo no desespero, y Dios que en su inagotable misericordia acoge aun hasta el pecador extraviado que lo busca, me ha de hacer el bien, de que Ud. consiga que Francisco pueda en el seno de los suyos, entregarse a la curación que con urgencia y por encima de cualquier otra consideración exige su estado, como condición imperiosa para que pueda conservar su propia existencia para mí tan cara. En la situación en que me encuentro, General, no sé qué hacerme; a la Virgen a quien siempre acudo en mis aflicciones y a quien nunca he dejado de pedir por Ud. y por todos los que le son queridos, no ceso de pedirle que me ilumine.
De un lado mi hermana Vicenta, cuyo estado de salud, sabe Ud. cual es (3); y del otro todas las amarguras que experimento, agravadas ahora con la noticia que me comunica y con las que he recibido de Francisco, cuya gripe se me dice se ha agravado. Sometida a la voluntad de Dios, General, mi obligación es llevar mi cruz hasta el fin. Cualquier cosa que la Providencia haya dispuesto, yo soy la llamada a velar al lado de Francisco enfermo, y
con toda la sinceridad de que mi alma de mujer cristiana es capaz, a Ud. se lo digo, en mis oraciones y en mis ruegos al Altísimo por la salud de mi hermano siempre habrá un recuerdo y una invocación por la prosperidad y bienestar de Ud. y de su familia. Pronto me iré, pues, General, pero antes debo llevar a su conocimiento mi ida, a fin de que Ud., en cuenta de esta determinación, tenga la bondad de decirme si al estar yo en capacidad de hacer el viaje, podría efectuarlo. De todos modos, General, altamente agradecida a todo lo mucho que le debo y a todas las especiales atenciones de que le soy deudora junto con mi familia toda, jamás olvidaré la benevolencia con que siempre he sido tratada por Ud.
Que Dios y la Virgen lo protejan, General, son los fervientes votos que hace
Su atta. seg. serv. y amiga
Trina Alcántara
Nota al margen escrita por secretaría: que está bien
--------------------
Curazao, 24 de octubre de 1917
Señor General J. V. Gómez
Etc. etc. etc.
Maracay.
Mi querido Jefe y amigo:
Le envío mi respetuoso saludo.
He venido hoy a mi oficina el General Alcántara a manifestarme que su señorita hermana regresará a La Guaira en el vapor americano que saldrá de aquí mañana o pasado. Al propio tiempo me ha hecho saber que él mismo ha resuelto volver al país, contando como cuenta con las garantías que usted le tiene otorgadas por intervención de su citada hermana, y que solo espera para realizar su viaje los recursos que le enviará la señorita Trina a fin de saldar previamente los honorarios que adeuda a sus médicos y otros compromisos que tiene contraídos en esta isla. Lo que antecede es, en síntesis, lo expresado por Alcántara, cuya salud continúa mala. Sobre su propósito, me prometo saber lo que Ud. tenga a bien instruirme.
[………….]
Siempre aviaré a Ud. por cable la salida de la señorita Alcántara.
Consérvese bien, mi querido General y disponga de su leal amigo,
Herman Leyba (4)
Nota escrita a lápiz al margen: Recibido y en cuenta
NOTAS
1) Dr. Luis Felipe Calvani, abogado de Rio Caribe. Cónsul de Venezuela en Trinidad. Eficiente servidor del gobierno gomecista desde su posición de diplomático. Fue el padre del ex-canciller socialcristiano Arístides Calvani.
2) Castro es el general Cipriano Castro; posiblemente el señor Rodríguez sea Asunción Rodríguez, adversario del régimen gomecista desde entonces hasta los años treinta del siglo XX. El señorn Pumarejo tiene tufo a colombiano. Podría ser un “colaborador” tarifado del gobierno que le hacía seguimiento a sus enemigos en Trinidad.
3) Vicenta, como se sabe, es la hermana demente de los Alcántara
4) Herman Leyba, zuliano o falconiano, era el Cónsul de Venezuela en Curazao, quien mantenía una estrecha vigilancia sobre los adversarios del gobierno gomecista en la vecina isla holandesa. No se le escapaba una porque tenía una red de espionaje en los muelles, aduanas, hoteles, establecimientos comerciales, en los barcos, etc. que le rendían cuenta y eran bien remunerados.
FUENTES CONSULTADAS
Documentales
Archivo Histórico de la Contraloría General de la República
Archivo de la Academia Nacional de la Historia. Colección Arístides Rojas.
Archivo particular de Oldman Botello
Bibliográficas
ALCÁNTARA, Francisco de Paula, Cnel. (1827) Al público. Caracas: Imprenta de
Fermín Romero
ATIENZA, Julio de. (1954). Nobiliario Hispano. Madrid: Aguilar de Ediciones.
Boletín del Archivo Histórico de la Contraloría General de la República. (1999)
Patrimonio de los Presidentes de Venezuela. Caracas: Italgráfica
BOTELLO, Oldman (1995) Historia de Aragua. Caracas: Academia Nacional de la
Historia. [Serie Historias Regionales, 2)
CASTELLANOS, Rafael Ramón (1969). Guzmán Blanco íntimo. Caracas. Ediciones de
Librería Historia
GONZÁLEZ GUINÁN, Francisco. (1954). Historia contemporánea de Venezuela.
Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República. Vol.
ITURRIZA GUILLÉN, Carlos. (1974) Matrimonios y velaciones de españoles y criollos
blancos celebrados en la Catedral de Caracas. 1615-1831.
Caracas: Publicaciones del Instituto Venezolano de Genealogía
LINARES ALCÁNTARA, Francisco. (1979). Apuntes. Trayectoria del Gral. FLA.
Caracas: Oficina Técnica del ministerio de la Defensa
MOLINARES S., Liubys y Yasmín Pires. (2000) Francisco Linares Alcántara: El
archivo de una época de adulación, tráfico de influencias y
conspiraciones (1892-1958) [Fondo documental para optar al título
de licenciadas en historia. UCV.]
MORÓN, Guillermo. (1981) Los Presidentes de Venezuela. Caracas: Meneven.
PÉREZ TENREIRO, Tomás. (1969). Rasgos biográficos del Gral. Francisco de Paula
Alcántara. Caracas: Oficina Técnica del ministerio de la Defensa Discurso de
incorporación a la Academia Nacional de la Historia. 1969)
RODRÍGUEZ, José Ángel. Mi Diario. En blog: Turmero para siempre, digitalizado por
Néstor Germán Rodríguez. [Colección Memorias Históricas]
TALLENAY, Jenny de. (1989). Recuerdos de Venezuela. Caracas: Fundación de
Promoción Cultural de Venezuela. [Colección viajes y descripciones, 14]
Informantes
Dr. José Giacopini Zárraga (+) Dr. Carlos Julio Tavera-Acosta Marcano
Dr. Efrén Rodríguez Martínez Dr. Germán Fleitas Núñez
Lic. Crisálida Dupouy Francisco Rodríguez Reyes
Etiquetas:
Estado Aragua: Sucesos y personajes,
Oldman Botello,
Presidentes
domingo, 26 de abril de 2015
HEMINGWAY: ENTRE LA T IERRA Y EL MAR
Rafael Arteaga Romero *
Fue en las vacaciones de la primavera del año 2012. Mi esposa cumplía años en ese entonces y de mutuo acuerdo escogimos
irnos de viaje a algún lugar marino habida cuenta de nuestro gusto por lugares
olorosos a yodo y sal y llenos de historias marineras.
Enrumbamos hacia los cayos de La Florida,
específicamente a Key West o Cayo Hueso como también se le conoce buscando
playas, historias del gran océano y no
se cuanto más
Siendo el lugar de los Estados Unidos más
cercano a la isla de Cuba, queríamos ver donde llegaron los primeros balseros,
pioneros de la diáspora cubana. Nos atraía entrar a la casa donde vivió ese
connotado escritor, periodista, cazador de fieras, pescador de alta mar y
muchas cosas más llamado Ernest Hemingway.
Una vez llegados a nuestro destino floridiano
buscamos el número 907 de Whitestreet, situado a pocas cuadras del muelle
principal, lugar de una hermosa mansión de arquitectura hispana y de dos pisos,
construida en 1851. Allí Hemingway y su
esposa vivieron desde los años treinta y durante más de diez años, escribiendo
en ella sus obras más importantes.
Al pasear por sus amplios y arbolados jardines
me di cuenta de la gran cantidad de gatos de varias razas que moraban en ellos,
muchos con una característica especial:
sus patas, por una alteración genética tenían cinco y más dedos y su origen fue
un gato regalado al escritor en los años 30, el cual poseía esa característica
llamada polidactilia.
Subiendo al segundo piso de la casa, pudimos observar una habitación que
guardaba el escritorio y algunos libros, conservándose aún la máquina de
escribir utilizada tantas veces.
Igualmente allí se atesoraban múltiples trofeos de caza mayor, representados
por cabezas de animales disecadas colgando de las paredes como recuerdo de sus
viajes a tierras africanas.
Su afición por el mar lo lleva a vivir en Cuba durante mas de 20 años
(1939-1960) entre La Habana y Finca Vigía , a unos 24 kilómetros de la capital,
lugar donde escribió Rafael Arteaga Romero * obra que le valió el Premio Pulitzer en
Mayo de 1952. Acostumbraba salir de
pesca en su muy cómodo yate “Pilar”, siendo ganador de varios concursos y uno
de ellos celebrado en 1960 llevó su nombre: “Concurso de Pesca Hemingway” en donde también participó Fidel Castro.
El Bar Floridita y la Bodeguita del Medio
atestiguan la fuerte tendencia al alcoholismo de Hemingway, particularmente El
Floridita en donde existe una estatua suya al lado de la barra del bar como
testigo mudo de sus permanentes visitas al mismo.
Si las etapas de su vida dedicadas al mundo
marino son interesantes, no menos son las vividas en tierras muy lejanas a su
lugar natal, Idahoo, Estados Unidos. Hacia el año de 1914, al comenzar la
Primera Guerra Mundial, se alistó como
tantos otros jóvenes en el ejército de su país, pero no fue aceptado como
combatiente por tener un defecto visual y se le destinó al frente en Italia como conductor de ambulancias militares.
Laborando como periodista en Nueva York para
varios diarios fue enviado como corresponsal a cubrir las incidencias de la
guerra civil española actividad que le permitió conocer la península ibérica y
vivir sus costumbres. Su gusto por la España de entonces lo animó a viajar a
ella varias veces acumulando amistades y grandes noches de farra y corridas de
toros. De allí surge su obra “Muerte en la Tarde” , “Por quién doblan las
Campanas” , “Adiós a las Armas” y otras más.
La Segunda Guerra Mundial lo encuentra
desarrollando su trabajo de corresponsal en Normandía y durante el desembarco
de las tropas aliadas, demostró un gran valor al estar en los sitios de pleno
combate, valor que fue posteriormente reconocido al concederle a posteriori la
“Estrella de Bronce” del ejército americano.
Al llegar la post guerra y hacia 1946 comenzó
a escribir una trilogía tentativamente titulada “La Tierra, El Mar y El Aire”,
la cual revelaba los tres ambientes en que siempre se movió, particularmente
tierra y mar, que inspiraron el título de este artículo.
Pero curiosamente en el aire también estuvo a punto de morir pues en uno
de sus viajes por avión en el continente africano, el aparato sufrió un
desperfecto cayendo a tierra, dejándolo gravemente herido y con importantes
secuelas orgánicas. Tales secuelas y el deterioro físico sufrido contribuyeron
a la gran depresión que mantuvo durante años. Algunos meses después le fue
concedido el Premio Nobel de Literatura pero sus trastornos de salud no le
permitieron viajar a Estocolmo para recibirlo.
Su gran depresión lo lleva al suicidio el cual ocurre en l961 en su casa
de habitación perdiendo así el mundo de las letras al prolífico autor de más de
un centenar de relatos, una decena de novelas, cuatrocientos artículos y
ensayos y hasta una obra de teatro.
*Médico pediatra y escritor.
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Miscelaneos,
Rafael Arteaga Romero
viernes, 24 de abril de 2015
José Gregorio Hernández Cisneros: entre la Ciencia y la fe
Por David R. Chacón Rodríguez.
Fue Isnotú, un pequeño pueblecito
montañoso de los Andes Trujillanos, el lugar escogido por la Divina Providencia
para que naciera allí, el 26 de octubre de 1864, el niño José Gregorio
Hernández Cisneros, quien con el correr de los años vendría a ser el primer
venerable de la iglesia venezolana.
Sus padres se habían conocido en el
pueblo de San Alejo de Boconó, en donde vivieron hasta la guerra de la Federación.
Cuando empezó la contienda don Benigno, se vio perseguido por Martín Espinosa,
un liberal exaltado que debido a sus discrepancias políticas, juró aplicarle la
sentencia capital, por militar en el
bando opuesto. Al saber la noticia de
que Espinosa se acercaba a su hacienda con el fin de cumplir su injusta
amenaza, Benigno, ante el inminente peligro resolvió huir, donde no le
alcanzaran los odios del caudillo analfabeto y anodino. Avisándole previamente
a su amada, a media noche, cuando ya todo el mundo estaba dormido emprendió su
viaje en una briosa yegua que llevaba enfundados los cascos para silenciar sus
pisadas. Cuando pasó por la casa de su prometida, ésta le salió al paso
jineteando una impetuosa cabalgadura expresándole que estaba lista para correr
con él la misma aventura en lueñas tierras desconocidas. Como no había tiempo
para avisarle a nadie, grávidos de temores y peligros se marcharon juntos, en
esa ruta de azares y angustias. Después
de varios días de caminos, llegaron a Isnotú, donde contrajeron matrimonio el
22 de octubre de 1862.
José Gregorio, fue el 2º hijo del
matrimonio formado por Don Benigno María Hernández Manzaneda y Josefa Antonia
Cisneros Mansilla, de esta unión nacerán en total siete hermanos: María Isolina
(24-5-1863); José Gregorio (26-10-1864); María Isolina del Carmen (25-5-1866);
María Sofía (29-9-1867); César Benigno (30-8-1869); José Benjamín Benigno
(6-8-1870); y Josefa Antonia Hernández Cisneros (24-8-1872).
Con autorización del párroco de
Escuque, don Zoilo Troconis, el 30 de enero de 1865 recibió del presbítero
Sinforiano Briceño, el sacramento del
bautismo en la iglesia Parroquial del Santísimo Nombre de Jesús de
Escuque, actuando como padrinos Tomás Lobo y Perpetua Enríquez.
Dos años después, en diciembre de 1867,
el joven José Gregorio, aprovechando la visita pastoral del Obispo de Mérida,
Monseñor Juan Hilario Bosset, toma la confirmación apadrinado por el Presbítero
Francisco de Paula Moreno.
José Gregorio celebra su primera
comunión, en la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Rosario de Libertad.
El 28 de agosto de 1872, muere la madre
de José Gregorio, doña Josefa Antonia Cisneros, cincuenta y cuatro días antes
de cumplir los 10 años de matrimonio. Los funerales tuvieron lugar en la
iglesia parroquial de Nuestra Señora de Rosario de Libertad.
Su recuerdo amable y cariñoso quedó
grabado en él y una vez lo condensó con estas palabras: Mi madre, que me amaba, desde la cuna me enseñó la virtud, me crió en
la ciencia de Dios y me puso por guía la santa caridad.
El 16 de noviembre de 1876, su padre
contrajo nuevas nupcias con Doña María Hercilia Escalona. El matrimonio se
efectuó en la parroquia de San Alejo de
Boconó. De esta unión nacerán otros seis niños.
Las primeras letras las recibió de su
madre, quién además de enseñarle los rudimentos de lenguaje, urbanidad y
matemáticas, le inculcó el amor por el catecismo, la historia sagrada y sus
obligaciones para con Dios y con la Patria. Posteriormente, fue inscrito en la
única escuela privada existente en Isnotú, la de Pedro Celestino Sánchez, un
viejo lobo de mar, y su esposa Carmen Sánchez de Jelambi, quienes después de
cuatro años de enseñanza le sugirieron al padre que lo enviara a Caracas, pues
poco quedaba por enseñarle. Siguiendo su consejo, en febrero de 1878, a los 13
años de edad, parte hacia la capital en compañía de dos amigos de su padre, los
diputados al Congreso, Jesús Romero y Francisco Vásquez, con el fin de estudiar
sus cursos preparatorio y filosófico. Una vez matriculado en el Colegio
Villegas, obtuvo las más altas
calificaciones, tal es así, que el Director, Doctor Guillermo Tell Villegas, al
darse cuenta de las brillantes cualidades que se escondían en el nuevo alumno,
lo nombró, aún siendo estudiante de primer año de filosofía, catedrático de
aritmética e Inspector vigilante, cargos estos que desempeñó con esmerada
competencia durante su permanencia en el establecimiento. En esa época sus
profesores fueron: Guillermo Tell Villegas, Celedonio Rodríguez, Juan José y
Pedro Aguerrevere, Pablo Acosta Ortiz, Andrés María Caballero, Rafael Seijas,
Félix Soublette y Francisco J. Mármol.
Dice Núñez Ponte que desde ese tiempo
ya se asomaba en Hernández aquel fondo de
incontrastable rectitud, espíritu de justicia, ansia de saber, gravedad del
trabajo y criterio práctico negado a lo quimérico, a lo ligero y a lo frívolo.
Espejo de juventud, nada le falta ni en brillo, ni en tersura, ni en fineza.
Aunque de exterior retraída y en apariencia frío, guarda un alma tierna,
desinteresada y ardiente, y mediante la reflexión habitual, el apego firme al
deber y la regularidad perseverante de la vida llegará a apurar el acerado temple de ánimo que ha de
distinguirle siempre.
En junio de 1882, José Gregorio termina
el Bachillerato, y comienza sus estudios de Medicina en la Universidad Central
de Caracas, donde siempre obtuvo las calificaciones más altas y sus
catedráticos, los doctores José de Briceño, José Ignacio Cardozo, Alejandro
Frías, Adolfo Frydensberg, Calixto González, Vicente G. Guánchez, Nicanor Guardia, E. Jelambi, Guillermo
Morales, Elías Rodríguez, José Urbano, Manuel Velásquez, Antonio José Villegas
y muchos otros tuvieron siempre por él un profundo respeto y admiración.
Era tanta sus sed de conocimientos, que
al poco tiempo los textos de la Facultad
le parecieron deficientes; razón por la cual pidió a París las obras más
recientes y completas de Anatomía, Fisiología, Patología, Terapéutica e
Higiene. José Gregorio era un hombre erudito y sabio que además del castellano
estaba versado en otros idiomas, tales como el latín, inglés, francés,
italiano, alemán y portugués, de cuyos autores acostumbraba a leer los clásicos
en las áreas de ciencia, arte, historia, literatura, filosofía y poesía. Vivía
especial satisfacción de saber cada día algo más que el anterior, de intimar
con el pasado, de comprender mejor los fenómenos de la vida, los procesos de la
naturaleza, etc.
El 19 de junio de 1888 presentó su
examen de Bachiller en Ciencias Médicas, tocándole disertar sobre La doctrina de Laennec que asienta la unidad
del tubérculo es hoy una verdad comprobada a pesar de la escuela de Virchow que
sostiene la dualidad. La exposición resultó ser excelente y por eso mereció
su publicación.
El
29 de junio de ese mismo año, en presencia del Rector Doctor Santos
Dominici, sacó a la suerte las tres preguntas que la facultad de Medicina
mandaba por ley y le tocó defender las siguientes tesis: 1º- Medios para distinguir la locura simulada de
la locura real.; 2º- El lavado del estómago es una operación inocente y de gran
utilidad en las operaciones de este órgano en que esté indicado.; 3º- En casa de cálculo vesical, ¿cuándo está
indicada la litotricia y cuándo las diferentes especies de talla?, y
Después de superar esta prueba, al día siguiente presentó su examen para
obtener el título de Doctor en Ciencias Médicas, también en presencia del
Rector y cinco examinadores, que lo interrogaron acerca de los diferentes temas
de la carrera, durante media hora cada uno. El examen fue público y asistió
gran número de personas, además de los estudiantes, siendo aprobado por
unanimidad como sobresaliente. El Rector Dominici, al otorgarle el título, le
dijo las siguientes frases proféticas:
Venezuela y la medicina esperan mucho del Doctor José Gregorio Hernández.
Cuando se graduó tenía veinte tres años. Su aprecio y admiración hacia la
familia Dominici lo llevó a borlarse el
día del santo de Pedro Cesar y su padre que llegó a quererlo como un hijo,
decidió que su triunfo se celebraría en su casa.
Para hacerle frente a sus nuevas
obligaciones, el 18 de agosto se traslada a su pueblo natal con el fin de
ejercer su profesión, pero lamentablemente la invidia medicorum, como el mismo la llamara, lo hizo regresar a
Caracas porque en Isnotú, los dos médicos del pueblo, que además eran los jefes
de los partidos políticos allí representados, le hicieron la guerra y lo
tildaron de godo.
Al poco tiempo de llegar José Gregorio se encontró con su antiguo
profesor de fisiología e higiene, el Doctor Calixto González, médico de cabecera
del entonces Presidente de la República General y fundador del Hospital Vargas,
Doctor Juan Pablo Rojas Paúl, quien al manifestarle su deseo de ampliar sus
conocimientos, le recomienda ante el Primer Mandatario para que le conceda una
beca para seguir estudios de
Microscopía, Histología Normal y Patológica, Fisiología Experimental y
Bacteriología.
Durante su estadía en París y Berlín,
estudia con Matías Duval, quien le imparte las materias de microscopía,
embriología e histología; Charles Richet, en fisiología; y con Isidore Straus,
en Bacteriología.
Allí en la ciudad luz sus compañeros se
divierten y hablan de las nuevas tendencias filosóficas y religiosas. Muy pocos
creen en Dios y ninguno va a misa. Todos conocen al Doctor Hernández y lo
invitan a sus fiestas y reuniones pero ninguno consigue que acepte. Con ellos
sólo compartirá en la Universidad y en los hospitales.
Como al Doctor Hernández, la vida
nocturna de París nunca le llamó la atención, un grupo de amigos que formaban
parte de la colonia estudiantil venezolana en París, se reunió con la intención
de jugarle un broma, lo invitaron a una reunión con la excusa de celebrar la
fecha patria del 5 de julio, con la promesa de que serían muy formales para que
no se enfadase. El Doctor Hernández ingenuamente creyó en la veracidad de sus
amigos y asistió a la cita en casa de
las mujeres de mala vida que ellos previamente habían aleccionado. Una de
ellas, La Chaton, tenía fama de hacer
caer aún a los más castos, por lo tanto ella fue la elegida para tentar al
joven José Gregorio. Cuando él llegó, no dudó ni un instante que se trataba de
distinguidas señoras de sociedad y como a tales las saludó muy respetuoso. Sus
compañeros maliciosamente sonreían divertidos. Poco a poco fueron retirándose
hasta dejarlo sólo con La Chaton,
pensando en el éxito que ella obtendría. Después de media noche volvieron
sigilosamente, pero sólo encontraron a La Chatón que lloraba desconsoladamente,
y entre sollozos les decía: Ustedes son
unos bandidos..., Por burla me han dejado con un verdadero Santo..., Estoy
arrepentida de mi vida de pecado...Las cosas que me ha dicho ese hombre....
ante esta lamentable situación, donde José Gregorio no se dejó avasallar por
seducciones ni intereses terrenos, todos se quedaron mudos y por un tiempo
Hernández no les dirigió la palabra, ni en su vida volvió a hablar de este
suceso. Para ese entonces José Gregorio tenía 26 años.
José
Gregorio Hernández, franciscano seglar
Al tratar las virtudes heroicas
del Dr. José Gregorio Hernández debemos mencionar que fue un católico ejemplar,
modelo de fe, de caridad cristiana y santidad comprobada. En su deseo de
perfección, abrazó el estado de los penitentes que llevaban una vida de duras
mortificaciones, castidad y continencia
perpetua. Para realizar su programa de vida espiritual siguió el ejemplo de San
Francisco de Asís que presenta al hombre como un ser de amor y se comprometió a
vivir el Evangelio siguiendo las huellas de Cristo, a la manera que él expuso
en sus «Memoriale propositi» (1221) y
a las Reglas aprobadas por los Sumos Pontífices Nicolás IV y León XIII, quien
en un intento de democracia cristiana, el viernes 15 de mayo de 1891, promulgó
la famosa Encíclica Rerum Novarum «De las
cosas nuevas» o «De los cambios
políticos», que acomodan a los seglares a las exigencias y a las esperanzas
de la santa Iglesia, en las nuevas condiciones de los tiempos y para cumplir
sus propósitos el 7 de diciembre de 1899, se inscribe Orden Franciscana Seglar.
Como vecino de la iglesia de
Nuestra Señora de las Mercedes practicaba con santo deleite las infinitas
excelencias de la vida religiosa. Concurría diariamente, entre las seis y las
siete de la mañana, con asiduo fervor y diligente devoción, en visita
edificante a la Santa Misa, comulgando en la más conmovedora postura, después
se arrodillaba en el lado sur del arco que une la nave central con la lateral,
donde se encuentra el altar de La Piedad y la epístola del Altar. En ese
momento, siguiendo a los humildes hijos del Patriarca de Asís, vestía la librea
del terciario con su santo escapulario y cuerda.
. En aquel tiempo La toma de habito consistía en profesar por un año, la Regla y vida de los Franciscanos Seglares que consistía en guardar el Santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo siguiendo el ejemplo de San Francisco de Asís, que hizo de Cristo el inspirador y centro de su vida con Dios y con los hombres. Cristo don del amor del Padre, es el camino hacia Él, es la verdad en la cual nos introduce el Espíritu Santo, es la vida que Él ha venido a traer abundantemente.
Los franciscanos seglares se
dedicaban asiduamente a la lectura del Santo Evangelio, pasando del Evangelio a
la vida y de la vida al Evangelio".
Una
vez Razetti recordando las virtudes de José Gregorio escribió a sus familiares
diciendo: Creo que hay virtudes que se
pueden imitar, pero la castidad de Hernández no..., y así era en efecto, el
doctor Hernández pasaba sus ratos de descanso leyendo, tocando violín o piano y
pintando. A una de sus cuñadas una vez le regaló un cuadro del Sagrado
Corazón, hecho por él, y otro de Nuestra
Señora del Sagrado Corazón de la cual era muy devoto.
De regreso a Caracas, en 1891, fue
designado catedrático de Histología Normal y Patología, Fisiología y
Bacteriología en la Universidad Central de Venezuela.
Antes del doctor Hernández, la
enseñanza de la medicina en Venezuela se hacía mediante figuras pintadas en los
textos, descripciones éstas que se aprendían y se repetían en coro. Siendo
escasa la práctica rutinaria. Es con él cuando se inicia la verdadera reforma
con la implementación de la medicina experimental en Venezuela, poniéndose en
práctica el uso del microscopio, los contajes globulares, las vivisecciones
animales, la teoría celular de Virchow y la estructura celular. Fue tal su
escuela, que el Doctor Diego Carbonell expresó: Hernández fue el biólogo más ilustre que haya brillado en la Escuela
Médica de Caracas.
Todo el fruto de su inteligencia y de
su sensibilidad las plasmó en los predios de la ciencia y del arte con profunda
naturalidad. Entre los trabajos publicados en área científica, que Razetti
llamó Hermosos capítulos de ciencia alta
y profunda, legados a la cultura nacional, figuran: Sobre el número de glóbulos rojos; Sobre la angina de pecho de
naturaleza palúdica (en colaboración con el Dr. Nicanor Guardia; Elementos de Bacteriología; Elementos de
Embriología. Prolegómenos. (Sus escritos originales sobre esta materia se
extraviaron); Estudio sobre la anatomía
patológica de la fiebre amarilla (En colaboración con Felipe Guevara Rojas). Nota
preliminar acerca del tratamiento de la tuberculosis por el aceite de chaulmoogra.
De su
cátedra como profesor, se encuentran las clases que dio a un grupo de sus
alumnos, figurando entre ellas: Lecciones
de Bacteriología I-IX, (dictadas durante el año 1873. Fueron recogidas por
los Bachilleres José A. Cuevas y José H. Cardozo); Lecciones tomadas en sus clases
Fisiología; Lecciones tomadas en sus
clases de Histología y Embriología; Lesiones anatomopatológicas de la pulmonía
simple o crupal; Lecciones tomadas en sus clases de Bacteriología y
Parasitología; Lecciones tomadas en sus clases de Anatomía Patológica, recogidas
por el Bachiller José Izquierdo. Y en el ramo humanístico tenemos: El Señor Don Nicanor Guardia; La verdadera
enfermedad de Santa Teresa de Jesús. (Inédito e inconcluso); Elementos de Filosofía, que fue obra de
texto en diversos centros educacionales, y en cuyo prólogo expresaba: (Presenta
con gran claridad sus convicciones filosóficas). Visión de Arte. (Sueño donde describe el cuadro de la
Multiplicación de los panes de Arturo Michelena); En un vagón, es un argumento sobre el libre albedrío); Los Maitines. (Describe con toda
elegancia los que presenció en La Cartuja).
En 1904 es llamado para ocupar el
sillón Nº XXVIII como Miembro fundador de la Academia Nacional de Medicina, y
al año siguiente, recibió la Medalla de
Instrucción Pública.
Poniendo de un lado la brillante
posición que ocupaba por su virtud y saber, decidió obedecer el llamado de
Dios, y el 16 de julio de 1908, cuando frisaba los 44 años de edad, viaja a Europa con el fin de ingresar a la
Cartuja de Farneta cerca de la ciudad de
Lucca, en Italia. Durante su permanencia de diez meses como Cartujo tomó el nombre de Fray Marcelo. Esta exigente
orden religiosa (ordo cartusiensis), fundada en Francia por San Bruno en el año
1806, se caracteriza por llevar una vida de anacoretas, es decir, sacerdotes
que viven solos en el desierto. La oración, la lectura y el trabajo manual, que
consiste principalmente en copiar libros, son sus ocupaciones ordinarias. Según
la regla de su fundador, sus normas son el aislamiento, la extrema pobreza, el
silencio y mutismo absoluto, la meditación, la lectura, la oración, abstinencia
perpetua y por la frecuencia con que mortifican su cuerpo con severos y rigurosos ayunos, así como las
prolongadas vigilias. No conocen el uso del alimento animal. Los domingos y
jueves comen huevos y queso, los martes y sábados se alimentan de huevos
cocidos; y los otros días de la semana, viven con pan y agua. No hacen sino una
sola comida al día, excepto en las octavas de natividad, epifanía, pascuas,
pentecostés y algunas otras fiestas. Son los monjes más pobres, llevan un rudo
cilicio. Estas severas reglas impuestas por su fundador aún permanecen vigentes. Lamentablemente no pude
vivir allí más de nueve meses porque no
tenía suficiente fuerza física para resistir al frío, al ayuno y al trabajo manual.
Por disposición del ciudadano
Presidente Provisional de la República, el 14 de septiembre de 1909, se crea
por resolución del Ministerio de Instrucción Pública la cátedra de Anatomía
Patológica Práctica y se nombró al Doctor José Gregorio Hernández como su Profesor, el cual estuvo al frente de ella
dos años, desde 16 de septiembre de 1909 al 1º de septiembre de 1911, de sus
trabajos al frente de esta cátedra se conservan: De la nefritis en la fiebre amarilla, el 20 de enero de 1910 (Recogida por el Bachiller
José Izquierdo); y el 10 de febrero de
1910, presentó en el Congreso
Panamericano de Washington, su investigación Estudios de Parasitología Venezolana. De la Bilharziasis en Caracas. En el cual relata siete casos de esta
enfermedad, basado en el estudio coprológico de las heces de los sujetos
examinados.
El 18 de julio de 1913 renuncia a su
puesto como Académico de Número en la Academia de Medicina, pero seis días
después, su Secretario Perpetuo Doctor Luis Razetti le comunica que ese cargo no
es renunciable. A fines de ese año, ingresó en el Colegio Pío Latino de Roma,
para seguir la carrera sacerdotal, pero al poco tiempo tuvo que abandonar su
intento por motivos de salud.
En cierta ocasión el Doctor Hernández,
que siempre tuvo la justicia por norma, aplazó a cinco estudiantes, porque
tenían más de cuarenta faltas de asistencia a clase. Los discípulos se armaron
y fueron en busca del maestro. El maestro al oír las voces encolerizadas de sus
alumnos respondió con imprevista mansedumbre:
-Señores: sólo he cumplido con mi deber. Ustedes pueden hacerme lo que quieran,
que yo me haré la ilusión de que me ha atropellado el tranvía... Huelga
decir que los jóvenes, antes de alejarse avergonzados, le pidieron mil
perdones. Coincidencia trágica, no fue un tranvía, sino un automóvil el que
años más tarde, privó a Caracas de su benefactor y héroe científico.
En horas de la tarde del lunes 18 de
marzo de 1918, al regresar del entierro de su hermano Pedro Luis, José Gregorio
manifestó a su familia en la casa de Tienda Honda que Esta vez le toco a Pedro Luis. Yo le pido a Dios que el próximo que se
lleve sea a mí.
Y así aconteció, el domingo 29 de junio
de 1919, día de los Santos Apóstoles San Pedro y San Pablo, día en que cumplía
su trigésimo primero aniversario de haber recibido el grado de Doctor, después
de almuerzo, a eso de las dos de la tarde, el señor Jacobo Salazar Sucre, lo
fue a llamar para que fuese a atender a un niño que se había caído de una
ventana de balconcete. Cuando llegó encontró que el doctor ya estaba sentado en
la mesa, inclusive con la servilleta puesta, pero cuando le informaron de que
se trataba de un niño herido, se levantó, aún en contra de la voluntad de sus
familiares, y haciendo gala de la bondad
que lo caracterizaba, dijo que: si se
trataba de un niño herido, no se podía
dejar para más tarde.
En aquel entonces vivía con su hermana
Isolina de Carvallo, en la casa número 3, ubicada entre las esquinas de San Andrés y Desbarrancados, en la
parroquia de La Pastora.
En las cercanías de la farmacia de
Amadores, le dijo al señor Salazar Sucre que se adelantara y le dijera a la
madre del niño le tuviera agua hervida, que mientras tanto él compraría lo
necesario, porque tal vez en la casa no había lo que él iba a necesitar.
Esta familia se apellidaba Fagúndez y
vivía a pocos metros de su casa, entre las esquinas de Cardones y Aurora.
Al salir, a eso de las 2 de la tarde,
observó que el tranvía que bajaba de La Pastora estaba estacionado en el desvío
y pensó atravesar la calle por delante, sin darse cuenta que en la misma
dirección se acercaba un automóvil proveniente de la esquinas de Guanábano
hacia la de Urapal.
Cuando se dio cuenta que el vehículo[3] se
avalanzaba sobre él, sólo atinó a exclamar ¡Virgen
Santísima!.
Su cuerpo, alcanzado por el auto fue
arrojado contra el poste de hierro que sirve para el alumbrado público de la
calle frontera a la botica, fracturándose la base del cráneo con la acera.
Auxiliado inmediatamente por el chofer
Fernando Bustamante[4],
fue trasladado al Hospital Vargas, a donde ingresó en estado de coma.
Tenía un morado y una pequeñísima
herida en la sien derecha, sangre en la nariz, la boca y la cabeza. Arriba de
las rodillas había en ambas piernas una franja morada.
El capellán del hospital. Presbítero
Doctor Tomás García Pompa, le impuso los santos
óleos.
Después que el cadáver fue reconocido
por los Doctores Francisco Ignacio Carreño y Ramón Aveledo, fue llevado a la
casa Nº 57 entre las esquinas de Tienda
Honda y Puente Trinidad para que fuera velado.
Cuando hubo terminado los oficios
religiosos, al salir de la Catedral se ordenó poner el féretro en una carroza
tirada por dos parejas de caballos americanos, para conducirlo al cementerio,
pero el pueblo clamoroso se irguió voceando:
El Doctor Hernández es nuestro. El
Doctor Hernández no va en carro para el cementerio. Si lo meten al Doctor
Hernández en carro, lo romperemos. A nuestro hombros, Doctor, Usted, ni después
de muerto en coche. Y actuando como un sólo hombre,
se posesionó de la urna y con el mayor respeto lo llevó en procesión.
El inesperado y funesto fallecimiento
del Siervo de Dios produjo un profundo dolor en la sociedad caraqueña. Una
incontrolable multitud de personas lo visitaron para darle su último adiós y
asistieron a su exequias, demostrando así, evidentemente, la estima y aprecio
en que todos tenían a tan eminente hombre.
La fama de Su Santidad que tuvo durante
su vida, continuó propagándose aún después de su muerte.
Por esta razón la Curia Arzobispal de
Caracas inició la Causa de Beatificación y Canonización, retomando el proceso
informativo que inició el Arzobispo de Caracas, Monseñor Lucas Guillermo
Castillo, cuando el 2 de julio de 1949 publica una oración pidiendo la
beatificación del Siervo de Dios José Gregorio Hernández, posteriormente el 18
de junio de 1949 publica un edicto anunciando el inicio del proceso Diocesano
de beatificación del Doctor José Gregorio Hernández.
Poco tiempo después el Arzobispo de
Caracas Monseñor Doctor Rafael Arias Blanco, lleva a Roma un cofre con los
recaudos del proceso diocesano de beatificación. En Roma se nombró al R.P.
Carlos Miccinelli como Postulador General de la Causa, y éste designó a
Monseñor José Rincón Bonilla, Vicepostulador de la Causa en Venezuela.
Con el tiempo estas actuaciones
decayeron hasta que el 10 de enero de 1957, se reanudan de nuevo las
investigaciones; y en 1961, se realizó en Caracas un proceso diocesano.
El día 2 de abril de 1964, se promulgó
el decreto Super scriptis Servi Dei,
sobre los escritos del Siervo de Dios; y luego siguieron los decretos de Introducción de la Causa, el 4 de
mayo de 1972; el de No Culto público
(prohibición que hace la iglesia de colocar la imagen en los templos, ofrecer
misas a su gloria, realizar reuniones piadosas a su nombre, etc.), el 5 de
enero de 1973; el Proceso Apostólico, acerca de las virtudes en particular,
realizado en Caracas desde 1972 a 1976.
El 1º de agosto de 1980 se publicó el
decreto de la Autenticidad del Proceso.
El 24 de septiembre de 1985, los Teólogos consultores, en reunión especial,
dieron su voto afirmativo sobre cada una de sus virtudes. Después los Padres
Cardenales, en la Congregación Ordinaria del 17 de diciembre de 1985, tras la
ponencia de la Causa hecha por el Señor Cardenal Eduardo Gagnon, reconocieron
que el Siervo de Dios José Gregorio Hernández Cisneros, había practicado las
virtudes teologales y cardinales en grado heroico.
Una vez que el Cardenal Palazzini en su
calidad de Prefecto y Ponente de la Causa, hizo relación de todo esto, a Su
Santidad Juan Pablo II, el Sumo Pontífice aceptó gozosamente el veredicto de la
Congregación para las Causas de los Santos y ordenó que se redactase en la
forma acostumbrada el Decreto sobre las virtudes heroicas del Siervo de Dios.
Después de cumplir con los trámites requeridos, el Santísimo Padre declaró
solemnemente en Roma, el 16 de enero de 1986 Que consta que las virtudes teologales Fe, Esperanza y Caridad para con
Dios y el prójimo, y de las virtudes cardinales Prudencia, Justicia, Templanza,
Fortaleza y sus anexas, del Siervo de Dios José Gregorio Hernández, en grado heroico, en el caso y para los
efectos de que se trata.
CONTRIBUCIÓN
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La
doctrina de Laennec que asienta la unidad del tubérculo es hoy una verdad
comprobada a pesar de la escuela de Virchow que sostiene la dualidad.
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La
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ocasión de su exhumación y traslado del Cementerio General del Sur y su
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[1] Llamada
también Fraternidad Seglar Franciscana, o también T.O.F. o Tercera Orden
Franciscana.
[2] Documento
facilitado por la Hna. Andreina Jiménez Rojas. Secretaria de la fraternidad de
la Merced O.F.S.
[3]
El conductor (chofer) se llamaba Fernando Bustamante y poseía el certificado de
conducir Nº 444, expedido por el Gobernador del Distrito Federal el 16 de junio
de 1919. El expediente del juicio seguido al señor Bustamante por la muerte del
Doctor José Gregorio Hernández se encuentra en la Oficina Principal del
Registro Público de Caracas, bajo el Nº 32, de fecha 29 de junio de 1919.
[4]
Tenía 28 años de edad.
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