Por Carlos Alarico Gómez*, **.
El saneamiento ambiental ha sido una preocupación constante del gremio médico venezolano, a veces olvidado por algunos gobernantes que en forma desconsiderada ignoran los grandes logros alcanzados. Indaguemos esta realidad en la historia nacional para ver los aportes incuestionables a la salud pública nacional y mundial que han realizado nuestros médicos.
Lo primero que se observa es una lucha frontal contra las grandes endemias que asolaron el país durante el siglo XX, tales como el paludismo, la tuberculosis, el tifus, la sífilis, la anquilostomiasis, la viruela, la bilharzia, las enfermedades venéreas, la lepra y el mal de chagas.
Es de recordar que hasta la sexta década del siglo pasado la población era mayoritariamente rural y vivía en su mayor parte en aldeas, en pequeños caseríos o en haciendas. Hacia la mitad de los años veinte únicamente existían seis ciudades con más de 20 mil habitantes, según los datos del Censo Nacional. Caracas, la capital, tenía una población de 92.212 habitantes, Maracaibo 46.706, Valencia 29.466, Barquisimeto 23.943, San Cristóbal 21.385 y Carúpano 20.937.
Al compararse los censos de población de 1891 y 1920 se encuentra que en ese lapso de 29 años el país sólo creció el 3.8%. Es decir, en apenas 88 mil almas. La situación cambió notablemente a partir de 1926, notándose un incremento de más del 30% para 1941, lo que demuestra el historiador Federico Brito Figueroa en el siguiente cuadro, que fija la población rural y urbana en el lapso 1926-1941:
Años Habit. Pob.Urb.% Habit. Pob.Rur.%
1926 454.000 15 2.573.000 85
1936 1.168.000 35 2.196.000 65
1941 1.516.000 39 2.334.000 61
Estas cifras indican que los médicos venezolanos emprendieron una lucha a fondo contra esos males, pues tan pronto salían de la Universidad tenían que efectuar un lapso de por lo menos dos años de residencia en zonas rurales. Para indagar si eso es así, hay que investigar los hechos objetivos.
La lucha contra las endemias se inicia en 1902 con la fundación del Hospital San Antonio de Carora y la organización del Laboratorio del Hospital Vargas, en Caracas, que fue puesto bajo la responsabilidad del joven sabio trujillano Rafael Rangel, que en 1903 hace su primer gran aporte al descubrir el “anquilostomo duodenal”, luego llamado “necator americanus”, principal causante de la anemia en el país.
En 1904 se crea la Academia de Medicina y un año después Rangel descubre el “tripanosoma venezuelense”, que producía una enfermedad fatal en los equinos, logrando establecer que el “gusano de monte” es el causante de muchas dermatitis. En esa misma época el médico venezolano Víctor Raúl Soto descubre el huevo de la bilharzia, en tanto su colega Rafael Herrera Vegas funda la Liga Contra la Tuberculosis, que tantas víctimas cobraba en el país, aplicando el principio de que la tuberculosis puede curarse aislando al paciente, proporcionándole dieta adecuada y un ambiente idóneo. El galeno venezolano inauguró en Caracas el primer Dispensario Anti-Tuberculoso en 1906, inspirado en el descubrimiento del bacilo logrado por el científico alemán Roberto Koch en 1882, el cual fue investigado a fondo por los franceses Albert Calmette y Camille Guerin lo que les permitió desarrollar la vacuna BCG en 1908; aunque ésta no se pudo usar hasta 1923 cuando se aplicó en niños enfermos, pero no se pudo utilizar sino hasta después de la II Guerra Mundial; aunque Venezuela la aplicó en 1933 apoyada en el método del Dr. Herrera Vegas, que incluía el envío de enfermos a Los Teques, cuyo clima era propicio para el tratamiento. Esa fue la razón por la que diecinueve años antes se escogió ese lugar para el primer hospital anti-tuberculoso, el cual se colocó bajo la responsabilidad de ese especialista.
En ese mismo año de 1906 Rangel descubrió la “bacteridia carbonosa” y se fundó el Leprocomio de Cabo Blanco. Es necesario señalar que la vacuna contra la lepra fue desarrollada por el Dr. Jacinto Convit en la década de 1980, pero con anterioridad su tratamiento se basaba en aislamiento, por ser altamente contagiosa.
Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos contra esas enfermedades endémicas no se pudo evitar que en el año 1908 brotara una fuerte epidemia de fiebre amarilla en Upata, otra de peste bubónica en La Guaira y una más de tuberculosis a nivel nacional. La situación fue tan terrible que provocó una fuerte depresión en el sabio Rangel y el país tuvo que llorar su lamentable decisión de quitarse la vida (20-08-1909).
La lucha contra la sífilis la inician los médicos venezolanos Luis Razetti y Felipe Guevara Rojas en 1911, con la inyección 606 o salvarsán; la cual desarrollaron en una clínica privada que fundaron, lo que coincidió con la inauguración del Instituto Anatómico. Ese año se celebró el I Congreso Venezolano de Medicina y Razetti inició una campaña contra el alcoholismo, publicando un manual práctico para ayudar a los adictos. En 1912 se creó la Oficina de Sanidad Nacional y fue designado director el Dr. Samuel Darío Maldonado, quien propuso la primera Ley de Sanidad Nacional; impuso las vacunaciones anti-variólica y anti-tífica; fundó el Laboratorio de Bacteriología y creó el certificado de salud.
Un año después el doctor Francisco Rísquez fundó la Escuela de Enfermeras, pero como consecuencia de fuertes disturbios estudiantiles fue cerrada la Universidad. Sin embargo, la presión de los estudiantes de medicina fue tan grande que la dictadura gomecista se vio en la obligación de reabrir la Escuela Práctica de Medicina el 3 de abril de 1915 en un local adyacente al Hospital Vargas; y el 19 de diciembre de 1916 inauguró las escuelas de Farmacia y de Dentistería; aunque funcionaron en forma autónoma hasta que en 1922 se reintegraron a la U.C.V., cuando esta reinició sus actividades.
El gremio médico comienza a introducir la anestesia en 1916 y no contentos con ese logro los doctores Juan Iturbe y Eudoro González descubren el huésped intermediario de la bilharzia (el caracol) y de la leishmaniasis.
La perenne preocupación del gremio médico por insistir ante los gobiernos de turno para que funden edificaciones sanitarias idóneas permitió que entre los años 1917-1918 se inauguraran los hospitales de Upata y San Fernando, así como la Sociedad Médico-Quirúrgica del Zulia; pero lamentablemente se desarrolló una epidemia llamada “Gripe Española”, que diezmó al país. Caracas perdió el 10% de su población. Sin embargo, los médicos se enfrentaron a esta epidemia iniciando en el Hospital Chacín Itriago un tratamiento ad-hoc contra las enfermedades infecto-contagiosas.
En esa época el Dr. Enrique Tejera descubre el agente causal del mal del chagas (Tripanosoma Cruzis), el cual se combatirá cuarenta años más tarde con los descubrimientos del sabio venezolano José Francisco Torrealba. La batalla por una Venezuela sana es frontal. En Maracaibo comienza a funcionar el hospital de Niños Pobres, en El Tocuyo el Egidio Montesinos y en Tumeremo el Santa Rosa.
Luis Razetti elabora en 1922 el I Censo Médico Nacional, el cual registra 482 médicos en todo el país. El año siguiente se promulgó la Ley de Sanidad Nacional y el Reglamento Sanitario de Vacunación y en 1925 se introdujo el electrocardiógrafo. Además, se logró la fundación del Instituto de Medicina Tropical y del primer Dispensario Anti-Venéreo. En 1928 se funda un nuevo Dispensario Antituberculoso, la Shell inaugura el hospital Caribbean en el Estado Zulia y en 1930 la Standard pone en funcionamiento los hospitales de Quiriquire y Caripito. En 1933 se efectúa la Semana Sanitaria Antituberculosa y comienza a funcionar el Centro Piloto de Vacunación con BCG. El Dr. Pedro Del Corral practica con éxito un tratamiento antipalúdico en la Clínica Maracay, basado en inyecciones endovenosas de atebrina.
Debe resaltarse el esfuerzo que efectuaron en la primera mitad del siglo veinte los doctores Pablo Acosta Ortiz, Carlos Manuel de La Cabada, Samuel Darío Maldonado y Juan París, quienes forjaron una estructura de servicio médico a nivel nacional que mejoró en mucho la calidad de vida de los venezolanos.
De manera especial debe señalarse la labor emprendida por Eleazar López Contreras, quien asesorado por un grupo de médicos extraordinarios procedió a crear el Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, al frente del cual colocó al Dr. Enrique Tejera, quien se rodeó de especialistas de primera como: Arnoldo Gabaldón, que dirige victorioso la campaña contra el paludismo; Pastor Oropeza, en pediatría; José Antonio Baldó, en tisiología; Francisco Rísquez, quien preside la Cruzada Venezolana Sanitario-Social y Gustavo H. Machado al frente del Consejo Venezolano del Niño. Asimismo, inauguró el Puesto de Socorro de Santa Teresa, en Caracas; el Instituto de Oncología Luis Razetti; el Hospital Carlos J. Bello, de la CRV; el Instituto de Puericultura y la Casa-Cuna; la Maternidad Concepción Palacios; y numerosos centros asistenciales; cloacas; acueductos; drenajes; saneamiento y obras de riego. En consecuencia, las tasas de mortalidad y morbilidad bajaron. La población creció más y más.
Sanear, poblar y educar han sido los objetivos eternos del gremio médico, que cambiaron y humanizaron la faz del país, en lo que ayudó la actitud condescendiente y de apertura democrática que se inició en el país después de la muerte de Gómez en 1935, lo que permitió el nacimiento de un sistema de orden social justo, que dió inicio a un régimen de libertad y de participación.
* CARLOS ALARICO GÓMEZ, periodista e historiador. Realizó sus estudios en Italia, Estados Unidos y Venezuela, donde obtuvo sus títulos de licenciado, magister y doctor. Entre sus numerosas obras publicadas se cuentan Miranda Periodista, El papel de los medios de comunicación en el bloqueo de Venezuela en 1902, La Formación del Estado Democrático en Venezuela.
Su labor profesional lo ha hecho acreedor a numerosos reconocimientos, tales como: Premio Municipal de Periodismo, Municipio Sucre (Mención Docencia e Investigación), 1990; Premio Municipal de Periodismo, Municipio Baruta (Mención Radio), 1991; Premio Iberoamericano de Periodismo, 1996. También ha sido condecorado con las órdenes Andrés Bello, Andrés Eloy Blanco, José Antonio Páez, Cacique Yare y Francisco de Miranda, entre otras. Es miembro del Círculo de Escritores de Venezuela, del Colegio Nacional de Periodistas, del Colegio de Relacionistas, de la Sociedad Divulgadora de la Historia Militar y de la Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses.
** CARLOS ALARICO GÓMEZ, es un asiduo colaborador del Club Médico Caracas.
martes, 21 de febrero de 2012
lunes, 20 de febrero de 2012
Cmdte. Tirso Salaverria y el “Grito de Federación”
Eumenes Fuguet Borregales (*)
El domingo 20 de febrero de 1859 a las ocho de la noche, en Coro se inicia la Guerra Federal, también conocida como Guerra Larga o Guerra de los Cinco Años; Muchos historiadores coinciden que fue una prolongación de la guerra de independencia en cuanto a los problemas de carácter social y político, dejados sin resolver, una vez lograda definitivamente la emancipación de España con las victorias de 1821, de 1823 y la separación en 1830 de la República de Colombia conocida como Gran Colombia.
Esta guerra duraría hasta el 24 de abril de 1863, cuando después de largas negociaciones, se firma el Tratado de Coche entre los comisionados de Falcón y de Páez. Los abanderados de este movimiento fueron Ezequiel Zamora y Juan Crisóstomo Falcón. Después de la guerra de independencia, es la más larga contienda civil que ha sufrido nuestro país.
Analizando las causas que originaron el conflicto, estudiamos que: El 7 de junio de 1858, un decreto del presidente Castro ordena la expulsión de Venezuela de Juan Crisóstomo Falcón, Ezequiel Zamora, Antonio Leocadio Guzmán, y otros futuros jefes, mientras en los valles de Aragua, en la sierra de Carabobo y en los llanos de Portuguesa se levantaban en armas, bandas de campesinos armados. Al tiempo que la insurrección se extendía, el gobierno daba muestras de incapacidad. El comandante Tirso Salaverría de oficio zapatero, al frente de cuarenta voluntarios, al grito de “federación” ocupa el cuartel de Coro, conocido como la Casa del Parque, hoy calle Palmasola, apoderándose de unos 900 fusiles y gran cantidad de pólvora. Al día siguiente lanzaría el Grito de la Federación, convocando a los corianos a unirse a la lucha: “La revolución de marzo ha sido inicuamente falseada. Atraídos por los encantos de su programa fascinador, concurrieron a consumarla todos los venezolanos; y su triunfo no ha producido otros gajes que el entronizamiento de una minoría siempre retrógrada, siempre impotente en su caída, siempre ávida de satisfacer innobles venganzas... “Después de felicitar al pueblo por la hazaña de la noche anterior, al acompañarlo en la grave empresa de desarmar la fuerza y apoderarnos de las armas con que un esbirro, remedo de gobernador del general Castro, nos oprimiera..., y de instigar a arrostrar la lucha de esta campaña que comienza. “¡Corianos! No temáis. La Federación es el Gobierno de los libres, y Venezuela obtendrá el lauro de la Federación. No hay un solo venezolano, con excepción del reducido club que hasta ahora nos ha dominado, cuyo corazón no lata de entusiasmo al impulso de esa voz mágica y arrolladora”.
Desde la Vela de Coro se enviaron comisiones a buscar a Zamora en Curazao y a Falcón en la isla de Saint Thomas; dos días más tarde desembarcaría Ezequiel Zamora en Coro y Falcón en Palma Sola el 24 de julio. La principal acción de la Guerra Federal se ejecutó en Santa Inés cercana a Barinas el 10 de diciembre de 1859, con triunfo de Zamora sobre el general gubernamental Pedro Emilio Ramos.
El Cmdte. Tirso Salaverría nacido en Coro, Edo. Falcón en 1821, hijo de Ramón Salaverría, designado por Zamora jefe de la plaza, del castillo de La Vela y de las tropas federalistas del estado. Debido al avance de las fuerzas gubernamentales comandadas por el general León de Febres Cordero, tuvo que abandonar la ciudad; es hecho prisionero. Al lograr su libertad se reincorporó al movimiento federalista en San Felipe, siendo nombrado por el general Juan Crisóstomo Falcón comandante militar del estado Independiente de Yaracuy; en 1860, enfrentó en Canoabo a un grueso contingente de fuerzas centralistas y, en enero de 1862, con el título de general de brigada, participó en la batalla de Pururuche, resultando herido. Designado Diputado por Coro ante la Asamblea Nacional de 1863, figuró entre los firmantes de la Constitución de 1864, año cuando el mariscal Falcón, Presidente de la República, le concedió una Espada de Honor. En julio de 1884 fecha fue designado primer comandante del resguardo de La Vela de Coro; llegó a ostentar el grado de general en jefe; casado con Asunción Yaraure con descendencia; Salaverría falleció en Coro 17 de junio de 1901. En consideración a la acción del Grito de la Federación, en el Escudo Nacional, al lado de la fecha del 19 de Abril de 1810, aparece la del 20 de febrero de 1859; un monumento a la Federación fue inaugurado en Coro el 22 de febrero de 1919. El Arco de la Federación en Caracas, ubicado en El Calvario fue inaugurado por el presidente Joaquín Crespo el 28 de octubre de 1895.
(*) Gral. de Bgda. eumenes7@gmail.com
Historia y Tradición
El domingo 20 de febrero de 1859 a las ocho de la noche, en Coro se inicia la Guerra Federal, también conocida como Guerra Larga o Guerra de los Cinco Años; Muchos historiadores coinciden que fue una prolongación de la guerra de independencia en cuanto a los problemas de carácter social y político, dejados sin resolver, una vez lograda definitivamente la emancipación de España con las victorias de 1821, de 1823 y la separación en 1830 de la República de Colombia conocida como Gran Colombia.
Esta guerra duraría hasta el 24 de abril de 1863, cuando después de largas negociaciones, se firma el Tratado de Coche entre los comisionados de Falcón y de Páez. Los abanderados de este movimiento fueron Ezequiel Zamora y Juan Crisóstomo Falcón. Después de la guerra de independencia, es la más larga contienda civil que ha sufrido nuestro país.
Analizando las causas que originaron el conflicto, estudiamos que: El 7 de junio de 1858, un decreto del presidente Castro ordena la expulsión de Venezuela de Juan Crisóstomo Falcón, Ezequiel Zamora, Antonio Leocadio Guzmán, y otros futuros jefes, mientras en los valles de Aragua, en la sierra de Carabobo y en los llanos de Portuguesa se levantaban en armas, bandas de campesinos armados. Al tiempo que la insurrección se extendía, el gobierno daba muestras de incapacidad. El comandante Tirso Salaverría de oficio zapatero, al frente de cuarenta voluntarios, al grito de “federación” ocupa el cuartel de Coro, conocido como la Casa del Parque, hoy calle Palmasola, apoderándose de unos 900 fusiles y gran cantidad de pólvora. Al día siguiente lanzaría el Grito de la Federación, convocando a los corianos a unirse a la lucha: “La revolución de marzo ha sido inicuamente falseada. Atraídos por los encantos de su programa fascinador, concurrieron a consumarla todos los venezolanos; y su triunfo no ha producido otros gajes que el entronizamiento de una minoría siempre retrógrada, siempre impotente en su caída, siempre ávida de satisfacer innobles venganzas... “Después de felicitar al pueblo por la hazaña de la noche anterior, al acompañarlo en la grave empresa de desarmar la fuerza y apoderarnos de las armas con que un esbirro, remedo de gobernador del general Castro, nos oprimiera..., y de instigar a arrostrar la lucha de esta campaña que comienza. “¡Corianos! No temáis. La Federación es el Gobierno de los libres, y Venezuela obtendrá el lauro de la Federación. No hay un solo venezolano, con excepción del reducido club que hasta ahora nos ha dominado, cuyo corazón no lata de entusiasmo al impulso de esa voz mágica y arrolladora”.
Desde la Vela de Coro se enviaron comisiones a buscar a Zamora en Curazao y a Falcón en la isla de Saint Thomas; dos días más tarde desembarcaría Ezequiel Zamora en Coro y Falcón en Palma Sola el 24 de julio. La principal acción de la Guerra Federal se ejecutó en Santa Inés cercana a Barinas el 10 de diciembre de 1859, con triunfo de Zamora sobre el general gubernamental Pedro Emilio Ramos.
El Cmdte. Tirso Salaverría nacido en Coro, Edo. Falcón en 1821, hijo de Ramón Salaverría, designado por Zamora jefe de la plaza, del castillo de La Vela y de las tropas federalistas del estado. Debido al avance de las fuerzas gubernamentales comandadas por el general León de Febres Cordero, tuvo que abandonar la ciudad; es hecho prisionero. Al lograr su libertad se reincorporó al movimiento federalista en San Felipe, siendo nombrado por el general Juan Crisóstomo Falcón comandante militar del estado Independiente de Yaracuy; en 1860, enfrentó en Canoabo a un grueso contingente de fuerzas centralistas y, en enero de 1862, con el título de general de brigada, participó en la batalla de Pururuche, resultando herido. Designado Diputado por Coro ante la Asamblea Nacional de 1863, figuró entre los firmantes de la Constitución de 1864, año cuando el mariscal Falcón, Presidente de la República, le concedió una Espada de Honor. En julio de 1884 fecha fue designado primer comandante del resguardo de La Vela de Coro; llegó a ostentar el grado de general en jefe; casado con Asunción Yaraure con descendencia; Salaverría falleció en Coro 17 de junio de 1901. En consideración a la acción del Grito de la Federación, en el Escudo Nacional, al lado de la fecha del 19 de Abril de 1810, aparece la del 20 de febrero de 1859; un monumento a la Federación fue inaugurado en Coro el 22 de febrero de 1919. El Arco de la Federación en Caracas, ubicado en El Calvario fue inaugurado por el presidente Joaquín Crespo el 28 de octubre de 1895.
(*) Gral. de Bgda. eumenes7@gmail.com
Historia y Tradición
sábado, 18 de febrero de 2012
REFRANES LLANEROS EN LA OBRA DE ANTONIO JOSÉ TORREALBA DIARIO DE UN LLANERO*
Prof Oldman Botello**
Introducción
Se trata en este trabajo de estudiar y presentar una serie de refranes escritos por don Antonio José Torrealba, el cunavichero que fue personaje fundamental en la atención a don Rómulo Gallegos durante los días que permaneció en la semana santa del año 1927, en el hato La Candelaria, en Apure, oportunidad en la cual el escritor caraqueño tomó información para la redacción de sus libros claves, Doña Bárbara y Cantaclaro, las obras de su bibliografía dedicadas al llano venezolano. Los refranes han sido tomados del examen del volumen quinto de los seis que conforman el Diario de un llanero, obra de Torrealba, con edición y estudio del profesor apureño Edgar Colmenares del Valle y que por suscripción entre un grupo de 401 personas de diversos lugares del país, empeñosos en la divulgación del trabajo inédito de Torrealba, se publicó con los auspicios de la Universidad Central de Venezuela y la Gobernación del estado Apure en 1987. Hemos extraído de ese volumen 28 refranes llaneros del total de dichos y expresiones, obviando algunos clásicos o muy trajinados. Esta muestra de refranes exclusivamente llaneros es la que nos pareció más oportuna, curiosa y atractiva dentro del universo de 473 páginas que contiene dicho quinto volumen.
La personalidad de Antonio José Torrealba
Antonio José Torrealba Osto nació en Cunaviche, municipio Pedro Camejo del estado Apure, el 3 de septiembre de 1883, hijo de don Antonio José Torrealba y Josefa Vinicia Osto, india otomaca que murió muy joven dejando dos hijos, Evaristo y Antonio José de seis meses de edad. (Colmenares, 1987: xxiv) Murió a los 66 años, en la misma población bajoapureña, el 14 de julio de 1949, de diabetes, después de haber estado tres días en el monte comiendo miel de aricas. Su vida fue la de un llanero cabal. Desde pequeño participó en las rudas faenas del campo. Adulto fue dueño del fundo Santa Rita de Hurtaleño que según es fama le fue despojado en 1922 por interpuesta persona, por el ex-presidente de Apure, general Vincencio Pérez Soto. En el tiempo que le permitía el trabajo de llano, Antonio José Torrealba adquirió libros de diversa índole, los leyó, asimiló el contenido y se fue formando a trancas y barrancas, atesorando un bagaje cultural que le permitiría escribir en unos libretones sus narraciones a las que llamó Diario de un llanero, textos que sus familiares entregaron para su estudio al maestro Ángel Rosenblat en 1949, seis meses después del fallecimiento de Torrealba, permaneciendo inéditos en el Instituto de Filología “Andrés Bello” hasta 1987, gracias al esfuerzo del profesor Edgar Colmenares del Valle, apureño, profesor de la UCV y hoy académico de la lengua. También fue publicado Azabache, una narración dedicada a su caballo de igual nombre.
El Diario de un llanero
Es un libro en seis volúmenes integrados a partir de los llamados libretones que dejó escritos Torrealba y que obraban en poder de su familia en Apure hasta cuando se los llevó a Caracas el profesor Rosenblat. En una tarea paciente, Edgar Colmenares del Valle los tomó, leyó, reconstruyó lo que había que reconstruir incluyendo un material que no estaba en estos libretones y que obtuvo aparte; acomodó el idioma donde pareció que debía hacerlo y estudió en profundidad lo que allí se decía, de la vida real o de la ficción. Como él mismo lo afirma:
[...] es expresión de una configuración narrativa episódica contaminada, en cierta forma, de épica, de crónica,de leyenda, de historia regional y hasta del sentido de una estructura novelesca abierta”. (Colmenares,ibídem: xlvi)
En efecto, allí hemos conseguido historia regional y crónica, además de la ficción, de la integración de versos clásicos y coplas populares y las de elaboración propia, como también historia regional y crónica, como nos resalta patéticamente en la narración de los sucesos acaecidos en el fundo Los Cañitos, dentro de la gran posesión La Candelaria, la noche del 29 de junio de 1931, cuando el hato era propiedad del general Juan Vicente Gómez y administrador del mismo el titulado coronel Miguel Poveda (su hijo del mismo nombre nos refirió que su padre, tachirense, nunca peleó en la guerra, pero le decían coronel) y en la cual fue muerto a tiros y cuchilladas el teniente también tachirense Anastasio Cárdenas Zurita, por clases y soldados encabezados por el sargento Sabino Natera que desconocieron su autoridad y luego huyeron vía al hato Merecure, asaltándolo, para encontrar la muerte más adelante. Fue Torrealba protagonista de los sucesos que narra, de la manera más curiosa, por teléfono desde San Fernando de Apure a La Candelaria. También en el mismo volumen que comentamos, el número 5, encontramos referencias a las acciones del coronel Alejandro Avendaño, el general Manotano, el general Lino Esqueda; general don Nieves Maica y Genaro Maica y don Bonifacio Velásquez, asesinado por un antiguo peón suyo, soldado en las tropas al mando del doctor Roberto Vargas y de Emilio Arévalo Cedeño, entre otros que fueron a pelear al médano de La Ceniza.
En el libro también hay importantes menciones de la vida de un hato, las faenas llaneras, costumbres y tradiciones, la flora, la fauna. La importancia del caballo para el hombre de la sabana y a quien considera casi un familiar; la caza del caimán, las yerbas medicinales y las que matan, los manatíes, los caribes, culebras de agua, los tembladores y su ecología. Personajes que existirán en Doña Bárbara, quiénes eran en la vida real -comenzando por el mismo Torrealba-; los múltiples refranes que nos dan un consejo, un alerta, presentan un estado de ánimo, una humorada, a veces una gruesa forma de decir las cosas. Expresiones del habla común llanera, rústicas unas, filosóficas y hondas otras.
Los refranes y los dichos
Dice el autor español Gregorio Doval en una importante obra suya:
[...] El ser humano no sólo habla; fundamentalmente lo que hace es expresarse; expresa sus emociones, sus sentimientos, sus deseos, sus necesidades o sus ignorancias, y para ello se sirve del lenguaje que a veces son corsés demasiado poco flexibles para matizar convenientemente la complejidad de nuestros mensajes [...] El habla popular no se recata y vive a su propio aire”. (Doval, 1995: x)
El Diccionario de la Real Academia Española tiene como acepción de la palabra refrán: “Dicho agudo y sentencioso de uso común”. (DRAE, 2002 (9): 1307) En sus Catilinarias, don Juan Montalvo escribió acerca de los refranes: “Los refranes son advertencias preñadas en sabiduría: el vulgo es el príncipe de los filósofos (Montalvo, 2007: 89) Ha sido muy utilizado el refrán como fórmula de conversación en todos los tiempos de la humanidad. Cervantes en su Quijote aporta buena porción de ellos, de todos los tipos, usos y colores. En Venezuela ha habido Jefes del Estado que lo usan para hacer más gráficas sus palabras. Guzmán Blanco dijo de Venezuela que era “como un cuero seco, que lo pisaban por un lado y se levantaba por el otro”. Del general Crespo se recuerda que en una carta para el general Guzmán Blanco le dice que le enviaba a un llanero, el general Juan Carlos Loreto, para jefe de su guardia personal, pero como no conoce nada de Caracas ni a los caraqueños, le recomienda: “condúzcalo por la falsa rienda hasta que coja los golpes caraqueños”. (Botello, 1997: 5) Del general Gómez es fama que le soltó en su despacho de Miraflores al general Román Delgado Chalbaud: “Qué culpa tiene la estaca si el sapo brinca y se ensarta”. Son conocidos también los refranes que utilizó el fallecido presidente Luís Herrera Campins (1926-2007) y utiliza el actual Hugo Chávez Frías, llaneros ambos, uno de Portuguesa y el otro barinés. Y son innumerables las cartas y telegramas del general Vincencio Pérez Soto, presidente del estado Apure entre 1915 y 1918, al general Gómez, su superior inmediato, en las que deja colar los refranes usuales en su conversación. Como cuando para significar la mala conducción en la persecución de guerrilleros antigomecistas, cierto general “está fallando como motor maluco”; y este otro, cuando le informa al general Gómez que esperaba a Arévalo Cedeño para combatirlo y “aquí le tengo el pan para la mantequilla”. O el general Pedro Zaraza, que en vísperas del combate contra el coronel Boves en Urica, dicen que dijo: “¡O se rompe la zaraza o se acaba la bovera!” y se acabó Boves el 7 de diciembre de 1814, porque Zaraza le metió la lanza en el pecho, cuchareado a la manera de los lanceros del llano, afincando el cabo de la lanza en el estribo para asegurar el bote de la muerte.
Del registro que hemos hecho, observamos que Torrealba aplica los refranes de manera contundente para sentenciar, prevenir, aconsejar, advertir. Como aquel equivalente al quien la hace la paga, diciendo “Él la ha hecho flaca y la va a pagar gorda”. Previniendo, como “en donde hay tigre no se ronca” o expresiones de más alto calibre: “Cuando el culo quiere látigo, se sienta en el mandador”. O frases históricas insólitas como la de “Vas a tener la de Páez en Los Araguatos”, que alude a la batalla que en este mismo llano apureño perdió el caudillo llanero con su amigo, compadre y ex-subalterno José Cornelio Muñoz en 1848. Cada refrán tiene su destino preciso a lo largo de los seis volúmenes que comportan la obra.
Conclusión
Podemos concluir en que el Diario de un llanero, de Antonio José Torrealba, es un prontuario de llaneridad, obviando lo superfluo, la ficción y las referencias a obras de la literatura universal o de la mitología antigua. Si extraemos en una labor de filigrana lo mejor de los seis volúmenes, podríamos obtener uno solo, donde estaría representado el Apure, el contexto llanero, la recia personalidad del hombre de la sabana con sus tragedias, amores, pasiones y el paisaje. La flora y la fauna como escenografía apropiada para el enriquecimiento del espíritu.
Fuentes:
TORREALBA, Antonio José. 1987. Diario de un llanero. Caracas: UCV-Gobernación de Apure.
BOTELLO, Oldman. 1979. Personajes de Doña Bárbara en la vida real y apuntes para la
genealogía de Rómulo Gallegos. Maracay: Meltypos. 1997.
Guzmán Blanco y Crespo en el Guárico. Campaña de 1871.Villa de Cura: Editorial Miranda. 2005.
Historia documentada de Maisanta. Caracas: Editorial El Centauro, José A. Catalá Editor
COLMENARES DEL VALLE, Edgar. 1987. “Presencia de Antonio José Torrealba en Doña Bárbara y Cantaclaro”, estudio introductorio al Diario de un llanero.
Diccionario de la Lengua Española. 2002. Barcelona: Real Academia Española-Espasa Calpe. Vol.
DOVAL, Gregorio. 1995. Del hecho al dicho. Madrid: Ediciones del Prado.
HERNÁNDEZ, Pedro Elías. 1977. Cunaviche doscientos años. Cagua: Fundación Rómulo Gallegos y Junta Bicentenaria de Cunaviche.
MONTALVO, Juan (2007) Las Catilinarias. Quito: Libresa.
ANEXO
Refranes llaneros
1) Él la ha hecho flaca y la va a pagar gorda (página 58)
2) Pare o pone; o deja el nido o bota la cluequera (p. 59)
3) Al que madruga se le duerme atrás de la puerta (69)
4) El día que se desenredó la marrana (69)
5) Le caerá la troja encima (77)
6) Aprendí a darles por donde es que se mueren (80)
7) Peló los dientes como burro cuando huele orín (183)
8) Cuando el culo quiere látigo, se sienta en el mandador (185)
9) Si Dios no me estaca el cuero (203)
10) Antes que el diablo lo sepa (212)
11) Dios en la silla y el diablo en el anca (223)
12) No valía medio de cagajones (272)
13) A parranda de gato no va ratón (273)
14) Donde hay tigre no se ronca (274)
15) Jurúnguelos para que sepa dónde cagó el tigre (279)
16) Qué puede traer que no lleve (279)
17) Vas a tener la de Páez y Muñoz en Los Araguatos (289)
18) Buenas palabras son resguardo de muelas cordales (290)
19) Usted no es el que me brama de cerca (290)
20) El palo es nacido y se cae (324)
21) Más vale agarrar a Jesucristo por el guayuco (327)
22) Más maluco que aguardiente con quinina (362)
23) Lo que se ha de ver no se porfía (368)
24) Hemos tenido más suerte que un quebrado (369)
25) Más revolcado que zorro matado de perro (374)
26) No me latas que me encuevo (378)
27) No valemos un pingo (379)
28) Es un burro cargado de bajero (422)
* XI CONGRESO DE HISTORIA REGIONAL Y LOCAL
San Juan de los Morros, 19-21 de Octubre de 2011
** Cronista de Maracay
oldmanbotello@hotmail.com
Concejo del Municipio Girardot
Estado Aragua
Introducción
Se trata en este trabajo de estudiar y presentar una serie de refranes escritos por don Antonio José Torrealba, el cunavichero que fue personaje fundamental en la atención a don Rómulo Gallegos durante los días que permaneció en la semana santa del año 1927, en el hato La Candelaria, en Apure, oportunidad en la cual el escritor caraqueño tomó información para la redacción de sus libros claves, Doña Bárbara y Cantaclaro, las obras de su bibliografía dedicadas al llano venezolano. Los refranes han sido tomados del examen del volumen quinto de los seis que conforman el Diario de un llanero, obra de Torrealba, con edición y estudio del profesor apureño Edgar Colmenares del Valle y que por suscripción entre un grupo de 401 personas de diversos lugares del país, empeñosos en la divulgación del trabajo inédito de Torrealba, se publicó con los auspicios de la Universidad Central de Venezuela y la Gobernación del estado Apure en 1987. Hemos extraído de ese volumen 28 refranes llaneros del total de dichos y expresiones, obviando algunos clásicos o muy trajinados. Esta muestra de refranes exclusivamente llaneros es la que nos pareció más oportuna, curiosa y atractiva dentro del universo de 473 páginas que contiene dicho quinto volumen.
La personalidad de Antonio José Torrealba
Antonio José Torrealba Osto nació en Cunaviche, municipio Pedro Camejo del estado Apure, el 3 de septiembre de 1883, hijo de don Antonio José Torrealba y Josefa Vinicia Osto, india otomaca que murió muy joven dejando dos hijos, Evaristo y Antonio José de seis meses de edad. (Colmenares, 1987: xxiv) Murió a los 66 años, en la misma población bajoapureña, el 14 de julio de 1949, de diabetes, después de haber estado tres días en el monte comiendo miel de aricas. Su vida fue la de un llanero cabal. Desde pequeño participó en las rudas faenas del campo. Adulto fue dueño del fundo Santa Rita de Hurtaleño que según es fama le fue despojado en 1922 por interpuesta persona, por el ex-presidente de Apure, general Vincencio Pérez Soto. En el tiempo que le permitía el trabajo de llano, Antonio José Torrealba adquirió libros de diversa índole, los leyó, asimiló el contenido y se fue formando a trancas y barrancas, atesorando un bagaje cultural que le permitiría escribir en unos libretones sus narraciones a las que llamó Diario de un llanero, textos que sus familiares entregaron para su estudio al maestro Ángel Rosenblat en 1949, seis meses después del fallecimiento de Torrealba, permaneciendo inéditos en el Instituto de Filología “Andrés Bello” hasta 1987, gracias al esfuerzo del profesor Edgar Colmenares del Valle, apureño, profesor de la UCV y hoy académico de la lengua. También fue publicado Azabache, una narración dedicada a su caballo de igual nombre.
El Diario de un llanero
Es un libro en seis volúmenes integrados a partir de los llamados libretones que dejó escritos Torrealba y que obraban en poder de su familia en Apure hasta cuando se los llevó a Caracas el profesor Rosenblat. En una tarea paciente, Edgar Colmenares del Valle los tomó, leyó, reconstruyó lo que había que reconstruir incluyendo un material que no estaba en estos libretones y que obtuvo aparte; acomodó el idioma donde pareció que debía hacerlo y estudió en profundidad lo que allí se decía, de la vida real o de la ficción. Como él mismo lo afirma:
[...] es expresión de una configuración narrativa episódica contaminada, en cierta forma, de épica, de crónica,de leyenda, de historia regional y hasta del sentido de una estructura novelesca abierta”. (Colmenares,ibídem: xlvi)
En efecto, allí hemos conseguido historia regional y crónica, además de la ficción, de la integración de versos clásicos y coplas populares y las de elaboración propia, como también historia regional y crónica, como nos resalta patéticamente en la narración de los sucesos acaecidos en el fundo Los Cañitos, dentro de la gran posesión La Candelaria, la noche del 29 de junio de 1931, cuando el hato era propiedad del general Juan Vicente Gómez y administrador del mismo el titulado coronel Miguel Poveda (su hijo del mismo nombre nos refirió que su padre, tachirense, nunca peleó en la guerra, pero le decían coronel) y en la cual fue muerto a tiros y cuchilladas el teniente también tachirense Anastasio Cárdenas Zurita, por clases y soldados encabezados por el sargento Sabino Natera que desconocieron su autoridad y luego huyeron vía al hato Merecure, asaltándolo, para encontrar la muerte más adelante. Fue Torrealba protagonista de los sucesos que narra, de la manera más curiosa, por teléfono desde San Fernando de Apure a La Candelaria. También en el mismo volumen que comentamos, el número 5, encontramos referencias a las acciones del coronel Alejandro Avendaño, el general Manotano, el general Lino Esqueda; general don Nieves Maica y Genaro Maica y don Bonifacio Velásquez, asesinado por un antiguo peón suyo, soldado en las tropas al mando del doctor Roberto Vargas y de Emilio Arévalo Cedeño, entre otros que fueron a pelear al médano de La Ceniza.
En el libro también hay importantes menciones de la vida de un hato, las faenas llaneras, costumbres y tradiciones, la flora, la fauna. La importancia del caballo para el hombre de la sabana y a quien considera casi un familiar; la caza del caimán, las yerbas medicinales y las que matan, los manatíes, los caribes, culebras de agua, los tembladores y su ecología. Personajes que existirán en Doña Bárbara, quiénes eran en la vida real -comenzando por el mismo Torrealba-; los múltiples refranes que nos dan un consejo, un alerta, presentan un estado de ánimo, una humorada, a veces una gruesa forma de decir las cosas. Expresiones del habla común llanera, rústicas unas, filosóficas y hondas otras.
Los refranes y los dichos
Dice el autor español Gregorio Doval en una importante obra suya:
[...] El ser humano no sólo habla; fundamentalmente lo que hace es expresarse; expresa sus emociones, sus sentimientos, sus deseos, sus necesidades o sus ignorancias, y para ello se sirve del lenguaje que a veces son corsés demasiado poco flexibles para matizar convenientemente la complejidad de nuestros mensajes [...] El habla popular no se recata y vive a su propio aire”. (Doval, 1995: x)
El Diccionario de la Real Academia Española tiene como acepción de la palabra refrán: “Dicho agudo y sentencioso de uso común”. (DRAE, 2002 (9): 1307) En sus Catilinarias, don Juan Montalvo escribió acerca de los refranes: “Los refranes son advertencias preñadas en sabiduría: el vulgo es el príncipe de los filósofos (Montalvo, 2007: 89) Ha sido muy utilizado el refrán como fórmula de conversación en todos los tiempos de la humanidad. Cervantes en su Quijote aporta buena porción de ellos, de todos los tipos, usos y colores. En Venezuela ha habido Jefes del Estado que lo usan para hacer más gráficas sus palabras. Guzmán Blanco dijo de Venezuela que era “como un cuero seco, que lo pisaban por un lado y se levantaba por el otro”. Del general Crespo se recuerda que en una carta para el general Guzmán Blanco le dice que le enviaba a un llanero, el general Juan Carlos Loreto, para jefe de su guardia personal, pero como no conoce nada de Caracas ni a los caraqueños, le recomienda: “condúzcalo por la falsa rienda hasta que coja los golpes caraqueños”. (Botello, 1997: 5) Del general Gómez es fama que le soltó en su despacho de Miraflores al general Román Delgado Chalbaud: “Qué culpa tiene la estaca si el sapo brinca y se ensarta”. Son conocidos también los refranes que utilizó el fallecido presidente Luís Herrera Campins (1926-2007) y utiliza el actual Hugo Chávez Frías, llaneros ambos, uno de Portuguesa y el otro barinés. Y son innumerables las cartas y telegramas del general Vincencio Pérez Soto, presidente del estado Apure entre 1915 y 1918, al general Gómez, su superior inmediato, en las que deja colar los refranes usuales en su conversación. Como cuando para significar la mala conducción en la persecución de guerrilleros antigomecistas, cierto general “está fallando como motor maluco”; y este otro, cuando le informa al general Gómez que esperaba a Arévalo Cedeño para combatirlo y “aquí le tengo el pan para la mantequilla”. O el general Pedro Zaraza, que en vísperas del combate contra el coronel Boves en Urica, dicen que dijo: “¡O se rompe la zaraza o se acaba la bovera!” y se acabó Boves el 7 de diciembre de 1814, porque Zaraza le metió la lanza en el pecho, cuchareado a la manera de los lanceros del llano, afincando el cabo de la lanza en el estribo para asegurar el bote de la muerte.
Del registro que hemos hecho, observamos que Torrealba aplica los refranes de manera contundente para sentenciar, prevenir, aconsejar, advertir. Como aquel equivalente al quien la hace la paga, diciendo “Él la ha hecho flaca y la va a pagar gorda”. Previniendo, como “en donde hay tigre no se ronca” o expresiones de más alto calibre: “Cuando el culo quiere látigo, se sienta en el mandador”. O frases históricas insólitas como la de “Vas a tener la de Páez en Los Araguatos”, que alude a la batalla que en este mismo llano apureño perdió el caudillo llanero con su amigo, compadre y ex-subalterno José Cornelio Muñoz en 1848. Cada refrán tiene su destino preciso a lo largo de los seis volúmenes que comportan la obra.
Conclusión
Podemos concluir en que el Diario de un llanero, de Antonio José Torrealba, es un prontuario de llaneridad, obviando lo superfluo, la ficción y las referencias a obras de la literatura universal o de la mitología antigua. Si extraemos en una labor de filigrana lo mejor de los seis volúmenes, podríamos obtener uno solo, donde estaría representado el Apure, el contexto llanero, la recia personalidad del hombre de la sabana con sus tragedias, amores, pasiones y el paisaje. La flora y la fauna como escenografía apropiada para el enriquecimiento del espíritu.
Fuentes:
TORREALBA, Antonio José. 1987. Diario de un llanero. Caracas: UCV-Gobernación de Apure.
BOTELLO, Oldman. 1979. Personajes de Doña Bárbara en la vida real y apuntes para la
genealogía de Rómulo Gallegos. Maracay: Meltypos. 1997.
Guzmán Blanco y Crespo en el Guárico. Campaña de 1871.Villa de Cura: Editorial Miranda. 2005.
Historia documentada de Maisanta. Caracas: Editorial El Centauro, José A. Catalá Editor
COLMENARES DEL VALLE, Edgar. 1987. “Presencia de Antonio José Torrealba en Doña Bárbara y Cantaclaro”, estudio introductorio al Diario de un llanero.
Diccionario de la Lengua Española. 2002. Barcelona: Real Academia Española-Espasa Calpe. Vol.
DOVAL, Gregorio. 1995. Del hecho al dicho. Madrid: Ediciones del Prado.
HERNÁNDEZ, Pedro Elías. 1977. Cunaviche doscientos años. Cagua: Fundación Rómulo Gallegos y Junta Bicentenaria de Cunaviche.
MONTALVO, Juan (2007) Las Catilinarias. Quito: Libresa.
ANEXO
Refranes llaneros
1) Él la ha hecho flaca y la va a pagar gorda (página 58)
2) Pare o pone; o deja el nido o bota la cluequera (p. 59)
3) Al que madruga se le duerme atrás de la puerta (69)
4) El día que se desenredó la marrana (69)
5) Le caerá la troja encima (77)
6) Aprendí a darles por donde es que se mueren (80)
7) Peló los dientes como burro cuando huele orín (183)
8) Cuando el culo quiere látigo, se sienta en el mandador (185)
9) Si Dios no me estaca el cuero (203)
10) Antes que el diablo lo sepa (212)
11) Dios en la silla y el diablo en el anca (223)
12) No valía medio de cagajones (272)
13) A parranda de gato no va ratón (273)
14) Donde hay tigre no se ronca (274)
15) Jurúnguelos para que sepa dónde cagó el tigre (279)
16) Qué puede traer que no lleve (279)
17) Vas a tener la de Páez y Muñoz en Los Araguatos (289)
18) Buenas palabras son resguardo de muelas cordales (290)
19) Usted no es el que me brama de cerca (290)
20) El palo es nacido y se cae (324)
21) Más vale agarrar a Jesucristo por el guayuco (327)
22) Más maluco que aguardiente con quinina (362)
23) Lo que se ha de ver no se porfía (368)
24) Hemos tenido más suerte que un quebrado (369)
25) Más revolcado que zorro matado de perro (374)
26) No me latas que me encuevo (378)
27) No valemos un pingo (379)
28) Es un burro cargado de bajero (422)
* XI CONGRESO DE HISTORIA REGIONAL Y LOCAL
San Juan de los Morros, 19-21 de Octubre de 2011
** Cronista de Maracay
oldmanbotello@hotmail.com
Concejo del Municipio Girardot
Estado Aragua
viernes, 17 de febrero de 2012
Bolívar y las mujeres / ASÍ SON LAS COSAS
OSCAR YANES
Al morir su gran amor, María Teresa del Toro, juró no volver a casarse, y cumplió
Esta circulando el libro Bolívar Católico, escrito por mi viejo amigo el sacerdote monseñor Alfonso de Jesús Alfonzo Vaz. Se ha hablado mucho del "Donjuanismo del Libertador" y monseñor relata un episodio de Bolívar poco difundido: se relaciona con una dama de la alta sociedad.
Cuenta monseñor sobre el "donjuanismo del Libertador", lo siguiente: "Puede afirmarse que se trata de una fábula más contra la persona de Bolívar. En efecto, al morir su gran amor, María Teresa del Toro, juró no volver a casarse, y lo cumplió. A los 21 años quedó viudo y libre para otro matrimonio; además galán, muy bien educado, rico y con una enorme fama. No faltaron mariposas que revolotearan buscando ese sol. Algunas llegaron a trastornarse por él. Una carta, sin fecha, sin lugar y sin nombre reafirma esta verdad, pero se llevaron el secreto".
He aquí su contenido:
"¡Señora! Anoche encontré la carta que Vd. ha tenido la bondad de escribirme y tanto me ha dado que pensar. Desde luego que mi primer deseo ha sido el complacer a Vd., en oír cuanto Vd. tiene que decirme; ¿pero de qué servirá esto? (...) En la situación de Vd., de su honor, de su reputación y de su familia, que el de olvidar cuanto ha pasado, que aunque de ninguna consecuencia al fin podría serle a Vd. funesta y a mi deshonrosa. Medite un solo instante los resultados de un mal paso dado por mi o por Vd. Medite Vd. un momento si a mí me fuera permitido otro objeto con respecto a Vd. que el de obtener su mano y medite Vd. un momento si esto podría suceder. No, mi señora, no podría suceder, por razones que Vd. no dejará de penetrar. Así, mi señora... yo ruego a Vd. que se tranquilice que vuelva a su familia aquel reposo, dicha que podría escapársele si todo vuelve a su antiguo estado, así como estaba antes. Si hiciéramos un escándalo, ¿Qué se diría de Vd., qué se pensaría de mí, y qué sufrirán aquellas personas que la conocen y la estiman? En una palabra, no sería Vd. ni yo tan solo los que padeciésemos, sería su honor, su reputación, su familia y sus parientes. Por mi parte, no hay sacrificios que yo no hiciere por tal de verla tan amena como antes.
Y por qué no si Vd. es buena, si Vd. es virtuosa y si conoce que los demás seria sumergirse en un abismo de desdichas que aun se puede evitar. Evitémoslo, pues, y yo prometo no abandonar una casa que amo como mía. Yo iré todos los días como antes, y mi conducta nada cambiará".
Después del fracaso militar en Puerto Cabello, Bolívar le escribe a Miranda: "Sobre mi corazón no manda nadie más que mi conciencia. Esta se encuentra tranquila (...) ¿Qué importa tener o no tener cosas superfluas? Lo necesario nunca falta para la vida. Jamás muere el hombre de necesidad en tierra. Jamás falta un amigo que nos socorra y el socorro de un amigo no puede ser nunca vergonzoso al recibirlo".
El libro es bueno leerlo y meditar, pues muchos conceptos del Libertador se ajustan hoy como anillo al dedo. Felicitaciones al autor de Bolívar Católico.
Así son las cosas.
ayanes@cantv.net
EL UNIVERSAL
viernes 17 de febrero de 2012 12:00 AM
Al morir su gran amor, María Teresa del Toro, juró no volver a casarse, y cumplió
Esta circulando el libro Bolívar Católico, escrito por mi viejo amigo el sacerdote monseñor Alfonso de Jesús Alfonzo Vaz. Se ha hablado mucho del "Donjuanismo del Libertador" y monseñor relata un episodio de Bolívar poco difundido: se relaciona con una dama de la alta sociedad.
Cuenta monseñor sobre el "donjuanismo del Libertador", lo siguiente: "Puede afirmarse que se trata de una fábula más contra la persona de Bolívar. En efecto, al morir su gran amor, María Teresa del Toro, juró no volver a casarse, y lo cumplió. A los 21 años quedó viudo y libre para otro matrimonio; además galán, muy bien educado, rico y con una enorme fama. No faltaron mariposas que revolotearan buscando ese sol. Algunas llegaron a trastornarse por él. Una carta, sin fecha, sin lugar y sin nombre reafirma esta verdad, pero se llevaron el secreto".
He aquí su contenido:
"¡Señora! Anoche encontré la carta que Vd. ha tenido la bondad de escribirme y tanto me ha dado que pensar. Desde luego que mi primer deseo ha sido el complacer a Vd., en oír cuanto Vd. tiene que decirme; ¿pero de qué servirá esto? (...) En la situación de Vd., de su honor, de su reputación y de su familia, que el de olvidar cuanto ha pasado, que aunque de ninguna consecuencia al fin podría serle a Vd. funesta y a mi deshonrosa. Medite un solo instante los resultados de un mal paso dado por mi o por Vd. Medite Vd. un momento si a mí me fuera permitido otro objeto con respecto a Vd. que el de obtener su mano y medite Vd. un momento si esto podría suceder. No, mi señora, no podría suceder, por razones que Vd. no dejará de penetrar. Así, mi señora... yo ruego a Vd. que se tranquilice que vuelva a su familia aquel reposo, dicha que podría escapársele si todo vuelve a su antiguo estado, así como estaba antes. Si hiciéramos un escándalo, ¿Qué se diría de Vd., qué se pensaría de mí, y qué sufrirán aquellas personas que la conocen y la estiman? En una palabra, no sería Vd. ni yo tan solo los que padeciésemos, sería su honor, su reputación, su familia y sus parientes. Por mi parte, no hay sacrificios que yo no hiciere por tal de verla tan amena como antes.
Y por qué no si Vd. es buena, si Vd. es virtuosa y si conoce que los demás seria sumergirse en un abismo de desdichas que aun se puede evitar. Evitémoslo, pues, y yo prometo no abandonar una casa que amo como mía. Yo iré todos los días como antes, y mi conducta nada cambiará".
Después del fracaso militar en Puerto Cabello, Bolívar le escribe a Miranda: "Sobre mi corazón no manda nadie más que mi conciencia. Esta se encuentra tranquila (...) ¿Qué importa tener o no tener cosas superfluas? Lo necesario nunca falta para la vida. Jamás muere el hombre de necesidad en tierra. Jamás falta un amigo que nos socorra y el socorro de un amigo no puede ser nunca vergonzoso al recibirlo".
El libro es bueno leerlo y meditar, pues muchos conceptos del Libertador se ajustan hoy como anillo al dedo. Felicitaciones al autor de Bolívar Católico.
Así son las cosas.
ayanes@cantv.net
EL UNIVERSAL
viernes 17 de febrero de 2012 12:00 AM
viernes, 10 de febrero de 2012
Los Protomédicos en Venezuela
Eumenes Fuguet Borregales (*)
Dr Lorenzo de Campins y Ballester
Dr Gaspar de la Touche
DrJosé Francisco Molina Sierra
Dr Felipe Tamariz
Dr José Joaquín Hernández
El protomedicato, era un Tribunal que reconocía la suficiencia de los futuros médicos y concedía las licencias necesarias para el ejercicio de dicha facultad, de allí deriva la denominación de protomédico; que son los primeros médicos en ejercer la docencia. En España el protomedicato se originó en Castilla en 1371; luego el 11 de enero de 1570 se promulgó la ley que ordenaba la instalación de los Protomédicos Generales en las colonias de ultramar; mediante esta ley se establecieron los Protomedicatos en México, Lima, Santo Domingo y Bogotá.
Para inicios del siglo XVIII, el primer médico extranjero examinado y aprobado para su ejercicio legal en la Provincia de Venezuela fue Gaspar de la Touche. Por petición del Dr. Lorenzo de Campins y Ballester, se elaboró la Real Cédula el 14 de mayo de 1777.
Lorenzo Campins nace en la Isla Palma de Mallorca en 1726; realizó estudios en dicha universidad y en la de Valencia-España, de donde egresa en 1775; ejerce en Cádiz hasta 1761; Llega a Caracas en 1762. Se encuentra que la medicina la ejercen personas empíricas, al año siguiente, con el deseo de enseñar a los futuros galenos y para eliminar la práctica de los curanderos, solicita desempeñarse como catedrático de medicina a través de una Cátedra Prima en la Real y Pontificia Universidad de Caracas, autorizado a partir del 10 de octubre de 1763. Se le conoce como el fundador de la enseñanza médica en Venezuela y primer protomédico de Caraca. El Dr. Campins logró un importante progreso en tan vital área de la salud para la época. En este cargo tuvo la responsabilidad de examinar las credenciales de los candidatos y daba el visto bueno a todos aquellos titulados o no, que deseaban ejercer la profesión; Ejerció la docencia por más de 20 años. Pudo lograr que la medicina adquiriera la debida jerarquía y respeto en los claustros universitarios. Adicionalmente fue médico de los reales hospitales de San Pablo, militar, San Lázaro, Nuestra Señora de la Caridad y del Real Colegio Seminario. El Protomedicato se circunscribía únicamente a la ciudad de Caracas. Muere en Caracas el 20 de febrero de 1785.
José Francisco Molina Sierra. Nacido en Puerto Cabello en 1753; segundo protomédico en sustitución de Lorenzo de Campins; es el primer médico graduado en Venezuela (1785), ejerció la docencia hasta su fallecimiento en 14 de abril de 1788. Durante tres años regentó la Cátedra Prima de Medicina.
Felipe Tamariz. Nacido en Caracas en 1759, cursó estudios en la Universidad de Caracas, graduándose de bachiller en medicina en 1788; tuvo como profesores a Campins y Molina Sierra; en 1788 fue nombrado para suceder a éste como protomédico. Su larga trayectoria docente la alternó con la actuación profesional en los hospitales, en el convento de los franciscanos y en la enfermería del seminario. Introdujo importantes reformas para la docencia anatomo-quirúrgica, y de medicina práctica y fisiología. Combatió con eficacia una epidemia de fiebre amarilla; fue miembro de la Junta Central de la Vacuna en 1804; realizó seria oposición al empirismo. Miembro de la Sociedad Patriótica fundada por Miranda en diciembre de 1810; a mediados de 1814 participó en la emigración de Caracas hacia el oriente, fue víctima de las tropas de Boves en Barcelona. Según Tamariz en 1793 se practicaban en Venezuela las siguientes operaciones: cateterismos, circuncisiones, punciones, curas radicales de hidrocele, paracentesis, uretrotomías, tallas perineales, extracción de cálculos vesicales, trepanaciones, amputaciones de miembros, traqueotomías y extracciones o cirugía de cataratas. Uno de sus alumnos fue Vicente Salias, autor de la letra del glorioso Himno Nacional.
José Joaquín Hernández: nacido en Caracas en 1776, fallecido el año 1850, catedrático de Medicina de la Universidad de Caracas. Sucesor del Dr. Felipe Tamariz, es el último de los protomédicos de Venezuela. Fue uno de los redactores de los Estatutos Republicanos de la Universidad sancionados por Bolívar en 1827. Marca una importante transición entre el coloniaje y la república, continuó aportando sus servicios como profesor de la Universidad. El Protomedicado es sustituido en 1827 por la Facultad Médica, creada por el Libertador cuando denomina el 24 de junio de 1827 como Universidad Central de Venezuela a la Real y Pontificia Universidad de Caracas, cuyo primer rector fue el sabio José María Vargas.
(*) Gral. de Bgda.
eumenes7@gmail.com
Historia y Tradición
Dr Lorenzo de Campins y Ballester
Dr Gaspar de la Touche
DrJosé Francisco Molina Sierra
Dr Felipe Tamariz
Dr José Joaquín Hernández
El protomedicato, era un Tribunal que reconocía la suficiencia de los futuros médicos y concedía las licencias necesarias para el ejercicio de dicha facultad, de allí deriva la denominación de protomédico; que son los primeros médicos en ejercer la docencia. En España el protomedicato se originó en Castilla en 1371; luego el 11 de enero de 1570 se promulgó la ley que ordenaba la instalación de los Protomédicos Generales en las colonias de ultramar; mediante esta ley se establecieron los Protomedicatos en México, Lima, Santo Domingo y Bogotá.
Para inicios del siglo XVIII, el primer médico extranjero examinado y aprobado para su ejercicio legal en la Provincia de Venezuela fue Gaspar de la Touche. Por petición del Dr. Lorenzo de Campins y Ballester, se elaboró la Real Cédula el 14 de mayo de 1777.
Lorenzo Campins nace en la Isla Palma de Mallorca en 1726; realizó estudios en dicha universidad y en la de Valencia-España, de donde egresa en 1775; ejerce en Cádiz hasta 1761; Llega a Caracas en 1762. Se encuentra que la medicina la ejercen personas empíricas, al año siguiente, con el deseo de enseñar a los futuros galenos y para eliminar la práctica de los curanderos, solicita desempeñarse como catedrático de medicina a través de una Cátedra Prima en la Real y Pontificia Universidad de Caracas, autorizado a partir del 10 de octubre de 1763. Se le conoce como el fundador de la enseñanza médica en Venezuela y primer protomédico de Caraca. El Dr. Campins logró un importante progreso en tan vital área de la salud para la época. En este cargo tuvo la responsabilidad de examinar las credenciales de los candidatos y daba el visto bueno a todos aquellos titulados o no, que deseaban ejercer la profesión; Ejerció la docencia por más de 20 años. Pudo lograr que la medicina adquiriera la debida jerarquía y respeto en los claustros universitarios. Adicionalmente fue médico de los reales hospitales de San Pablo, militar, San Lázaro, Nuestra Señora de la Caridad y del Real Colegio Seminario. El Protomedicato se circunscribía únicamente a la ciudad de Caracas. Muere en Caracas el 20 de febrero de 1785.
José Francisco Molina Sierra. Nacido en Puerto Cabello en 1753; segundo protomédico en sustitución de Lorenzo de Campins; es el primer médico graduado en Venezuela (1785), ejerció la docencia hasta su fallecimiento en 14 de abril de 1788. Durante tres años regentó la Cátedra Prima de Medicina.
Felipe Tamariz. Nacido en Caracas en 1759, cursó estudios en la Universidad de Caracas, graduándose de bachiller en medicina en 1788; tuvo como profesores a Campins y Molina Sierra; en 1788 fue nombrado para suceder a éste como protomédico. Su larga trayectoria docente la alternó con la actuación profesional en los hospitales, en el convento de los franciscanos y en la enfermería del seminario. Introdujo importantes reformas para la docencia anatomo-quirúrgica, y de medicina práctica y fisiología. Combatió con eficacia una epidemia de fiebre amarilla; fue miembro de la Junta Central de la Vacuna en 1804; realizó seria oposición al empirismo. Miembro de la Sociedad Patriótica fundada por Miranda en diciembre de 1810; a mediados de 1814 participó en la emigración de Caracas hacia el oriente, fue víctima de las tropas de Boves en Barcelona. Según Tamariz en 1793 se practicaban en Venezuela las siguientes operaciones: cateterismos, circuncisiones, punciones, curas radicales de hidrocele, paracentesis, uretrotomías, tallas perineales, extracción de cálculos vesicales, trepanaciones, amputaciones de miembros, traqueotomías y extracciones o cirugía de cataratas. Uno de sus alumnos fue Vicente Salias, autor de la letra del glorioso Himno Nacional.
José Joaquín Hernández: nacido en Caracas en 1776, fallecido el año 1850, catedrático de Medicina de la Universidad de Caracas. Sucesor del Dr. Felipe Tamariz, es el último de los protomédicos de Venezuela. Fue uno de los redactores de los Estatutos Republicanos de la Universidad sancionados por Bolívar en 1827. Marca una importante transición entre el coloniaje y la república, continuó aportando sus servicios como profesor de la Universidad. El Protomedicado es sustituido en 1827 por la Facultad Médica, creada por el Libertador cuando denomina el 24 de junio de 1827 como Universidad Central de Venezuela a la Real y Pontificia Universidad de Caracas, cuyo primer rector fue el sabio José María Vargas.
(*) Gral. de Bgda.
eumenes7@gmail.com
Historia y Tradición
viernes, 3 de febrero de 2012
Las espadas de Miranda, Bolívar y Sucre
Eumenes Fuguet Borregales (*)
La espada es un arma blanca, larga, recta, aguda y cortante,
representaba la victoria; al final del combate se entregaba
como símbolo de derrota; la espada es sinónimo de libertad y
fuerza. Regalarla era un gesto de afecto y muestra de honor
para quien la recibe, además un gesto de paz para quien la
regala.
El 12 de marzo de 1806, el presidente de Haití,
Alejandro Petión, le regaló a Miranda, en el puerto de Jacmel,
su espada que utilizó para la independencia, conocida como "La
Espada Libertadora". Miranda al recibirla y levantarla, dijo:
"Juro ser fiel y leal al pueblo libre de Suramérica,
independiente de España".
Ese memorable día izó la bandera de la redención. Inició el 24
de marzo su expedición rumbo a Venezuela. Los españoles
estaban informados de sus movimientos y en Ocumare de la
Costa, capturaron el 28 de abril a los navíos Bee y Bachus;
Miranda con mejor suerte, pudo dirigirse a Trinidad en el
Leander, para reaprovisionarse y dirigirse a La Vela de Coro,
adonde llegó el 3 de agosto de 1806. En esas cálidas arenas y
luego en el fortín San Pedro colocó la bandera; al siguiente
día llegó a Coro, pero los habitantes habían huido por
instrucciones de las autoridades españolas. A pesar de haber
dejado la semilla de la libertad, se retiró hacia Trinidad
para seguir a Inglaterra. Mediante una nota a Petión, devolvió
la espada.
Diez años después, Bolívar se encontraba el 21 de
diciembre de 1816 en Jacmel, donde Petión le ofreció apoyo
para una segunda expedición y le entregó "La Espada
Libertadora", la cual empuñó durante nueve años y acompañó en
las campañas de la Nueva Granada, Venezuela, Ecuador y Perú.
En 1825, el Libertador se la obsequió al valeroso general
Jacinto Lara, quien a su vez la regaló a oficiales amigos.
Actualmente se encuentra en el Museo Nacional de Historia de
Lima.
Ecuador le regaló una espada de oro a Sucre por el triunfo en
Pichincha, que luego regaló en enero de 1826 a su hermano
Jerónimo. Muchas espadas recibieron nuestros próceres, ellos
las regalaban a sus amigos militares y civiles. Las más
famosas y conocidas de ellas son las que le donó el Perú a
Bolívar y Sucre, al cumplirse un año de la magistral batalla
de Ayacucho. Más que espadas para la lucha son verdaderas
obras de arte, fabricadas en Lima por el orfebre Chungapoma,
bajo la supervisión del Intendente Cayetano Freire. La vaina
de la espada del Libertador es de oro macizo de 18 quilates.
La guarnición tiene un busto del Libertador en oro macizo,
coronado con gorro frigio de 155 piedras preciosas y una
corona de laurel compuesta de diamantes. El total de
brillantes es de 1.380, 8 rubíes y 7 esmeraldas, las hojas de
acero son del estilo damasco.
La espada del general en jefe
Antonio José de Sucre lleva 118 brillantes, 8 rubíes y 7
esmeraldas. El Ministro de Guerra del Perú las llevó hasta el
Potosí; a Bolívar se la entregaron el 25 de noviembre, él
mismo se la entregó a Sucre el 9 de diciembre, fecha
aniversaria de Ayacucho.
La espada de Bolívar pasó a manos de su hermana Juana. En
1890, el presidente Rojas Paúl la adquirió por 120.000
bolívares para exhibirla en el Museo Bolivariano de Caracas. A
partir de 1974, se encuentra en las bóvedas del Banco Central
de Venezuela. Sucre llevaba su espada en el momento del
asesinato en su viaje terrestre de Bogotá hacia Quito el 3 de
junio de 1830 en Berruecos, los asesinos se la llevaron, más
adelante sólo apareció la hoja, lamentablemente no han
aparecido ni la vaina ni los broches, todo de oro macizo.
Refiriéndose a esta arma, Bolívar expresó en su Última
Proclama dictada el 10 de diciembre de 1830 en San Pedro
Alejandrino: "... Los ministros del santuario dirigiendo sus
oraciones al cielo; y los militares empleando su espada en
defender las garantías sociales". Sucre, en el mensaje de
despedida al Congreso de Bolivia, el cual se leyó el 2 de
agosto de 1828, dijo: "En el retiro de mi vida, veré mis
cicatrices, y nunca me arrepentiré de llevarlas, cuando me
recuerden que para formar a Bolivia, preferí el imperio de las
leyes, a ser el tirano o el verdugo, que llevará siempre una
espada pendiente sobre la cabeza de los ciudadanos".
(*) General de Brigada
Diario El Carabobeño
Historia y Tradición
La espada es un arma blanca, larga, recta, aguda y cortante,
representaba la victoria; al final del combate se entregaba
como símbolo de derrota; la espada es sinónimo de libertad y
fuerza. Regalarla era un gesto de afecto y muestra de honor
para quien la recibe, además un gesto de paz para quien la
regala.
El 12 de marzo de 1806, el presidente de Haití,
Alejandro Petión, le regaló a Miranda, en el puerto de Jacmel,
su espada que utilizó para la independencia, conocida como "La
Espada Libertadora". Miranda al recibirla y levantarla, dijo:
"Juro ser fiel y leal al pueblo libre de Suramérica,
independiente de España".
Ese memorable día izó la bandera de la redención. Inició el 24
de marzo su expedición rumbo a Venezuela. Los españoles
estaban informados de sus movimientos y en Ocumare de la
Costa, capturaron el 28 de abril a los navíos Bee y Bachus;
Miranda con mejor suerte, pudo dirigirse a Trinidad en el
Leander, para reaprovisionarse y dirigirse a La Vela de Coro,
adonde llegó el 3 de agosto de 1806. En esas cálidas arenas y
luego en el fortín San Pedro colocó la bandera; al siguiente
día llegó a Coro, pero los habitantes habían huido por
instrucciones de las autoridades españolas. A pesar de haber
dejado la semilla de la libertad, se retiró hacia Trinidad
para seguir a Inglaterra. Mediante una nota a Petión, devolvió
la espada.
Diez años después, Bolívar se encontraba el 21 de
diciembre de 1816 en Jacmel, donde Petión le ofreció apoyo
para una segunda expedición y le entregó "La Espada
Libertadora", la cual empuñó durante nueve años y acompañó en
las campañas de la Nueva Granada, Venezuela, Ecuador y Perú.
En 1825, el Libertador se la obsequió al valeroso general
Jacinto Lara, quien a su vez la regaló a oficiales amigos.
Actualmente se encuentra en el Museo Nacional de Historia de
Lima.
Ecuador le regaló una espada de oro a Sucre por el triunfo en
Pichincha, que luego regaló en enero de 1826 a su hermano
Jerónimo. Muchas espadas recibieron nuestros próceres, ellos
las regalaban a sus amigos militares y civiles. Las más
famosas y conocidas de ellas son las que le donó el Perú a
Bolívar y Sucre, al cumplirse un año de la magistral batalla
de Ayacucho. Más que espadas para la lucha son verdaderas
obras de arte, fabricadas en Lima por el orfebre Chungapoma,
bajo la supervisión del Intendente Cayetano Freire. La vaina
de la espada del Libertador es de oro macizo de 18 quilates.
La guarnición tiene un busto del Libertador en oro macizo,
coronado con gorro frigio de 155 piedras preciosas y una
corona de laurel compuesta de diamantes. El total de
brillantes es de 1.380, 8 rubíes y 7 esmeraldas, las hojas de
acero son del estilo damasco.
La espada del general en jefe
Antonio José de Sucre lleva 118 brillantes, 8 rubíes y 7
esmeraldas. El Ministro de Guerra del Perú las llevó hasta el
Potosí; a Bolívar se la entregaron el 25 de noviembre, él
mismo se la entregó a Sucre el 9 de diciembre, fecha
aniversaria de Ayacucho.
La espada de Bolívar pasó a manos de su hermana Juana. En
1890, el presidente Rojas Paúl la adquirió por 120.000
bolívares para exhibirla en el Museo Bolivariano de Caracas. A
partir de 1974, se encuentra en las bóvedas del Banco Central
de Venezuela. Sucre llevaba su espada en el momento del
asesinato en su viaje terrestre de Bogotá hacia Quito el 3 de
junio de 1830 en Berruecos, los asesinos se la llevaron, más
adelante sólo apareció la hoja, lamentablemente no han
aparecido ni la vaina ni los broches, todo de oro macizo.
Refiriéndose a esta arma, Bolívar expresó en su Última
Proclama dictada el 10 de diciembre de 1830 en San Pedro
Alejandrino: "... Los ministros del santuario dirigiendo sus
oraciones al cielo; y los militares empleando su espada en
defender las garantías sociales". Sucre, en el mensaje de
despedida al Congreso de Bolivia, el cual se leyó el 2 de
agosto de 1828, dijo: "En el retiro de mi vida, veré mis
cicatrices, y nunca me arrepentiré de llevarlas, cuando me
recuerden que para formar a Bolivia, preferí el imperio de las
leyes, a ser el tirano o el verdugo, que llevará siempre una
espada pendiente sobre la cabeza de los ciudadanos".
(*) General de Brigada
Diario El Carabobeño
Historia y Tradición
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Eumenes Fuguet Borregales,
Historia de Venezuela
miércoles, 1 de febrero de 2012
DDT. Un secreto militar más poderoso que el TNT
DR. DANIEL JOSÉ SANCHEZ SILVA
El 7 de diciembre de 1941 durante la segunda guerra mundial, la flota japonesa realiza el ataque a Pearl Harbor dando origen a la guerra del pacifico. La pretensión del imperio nipón, era la de ampliar sus territorios y su hegemonía en todo el pacifico. La fuerza con la cual contaban los japoneses en armas y hombres era superior a la de los aliados para ese momento. Los nipones habían conquistado la mayoría de las islas del pacifico estableciendo bases armadas en las mismas. Los aliados liderados por los Estados Unidos se dieron entonces a la tarea de recuperar las islas tomadas y tratar de neutralizar al imperio del sol. Sin embargo había un enemigo muy poderoso contra el cual no podían luchar y diezmaba cada vez más a los soldados aliados. La Malaria o Paludismo, en esas selvas tropicales de las islas del pacifico era endémica esa enfermedad. Los soldados caían victimas del paludismo y enfermaban o morían por decenas.
Al parecer el principal enemigo a vencer era el Paludismo cuyo agente trasmisor es un parasito mono celular llamado Plasmodium el cual es trasmitido a través de un vector “el mosquito Anopheles”. En el año 1939, el investigador suizo Paul Müller había descubierto la potente acción insecticida del dicloro-difenil-tricloroetano, conocido mundialmente con el nombre de DDT. Los aliados lo utilizaron rociando los campos de las islas japonesas aniquilando a su enemigo principal: El mosquito Anopheles. Por supuesto este producto constituía un secreto militar ya que los japoneses también padecían del paludismo. El DDT entonces se convirtió en un armas más útil que el TNT durante la guerra del pacifico. No solamente erradicaba al anopheles sino también al Chipo, y al Patas blancas (Aedes aegypti) de esta manera no había Chagas, Fiebre amarilla y Dengue además de paludismo.
En el año 1944 el científico Venezolano Dr. Arnoldo Gabaldón fue invitado a dictar una conferencia sobre malaria a los médicos militares norteamericanos que operarían en la Guerra del Pacífico. Inclusive los norteamericanos reconocían la autoridad de Arnoldo Gabaldon en materia de paludismo. Es aquí cuando Gabaldon se entera de la existencia del DDT, pero no puede hacer nada para adquirirlo o producirlo porque aun era un secreto militar. Sin embargo a su regreso a Venezuela organiza toda una campaña de prevención del paludismo, sustituyendo las viviendas de techo de paja por techo de zinc. Preparo cuadrillas urbanas y rurales para educar a la población sobre la manera de disponer de excretas, eliminar las aguas estancadas, realizar higiene personal, etc.
Para el año 1945 y una vez finalizada la guerra, se comercializo el DDT. Gabaldon entreno a miles de voluntarios sobre el uso del insecticida, y fue la campaña sanitaria más agresiva hecha por algún sanitarista en todo el orbe nacional. Algunas personas opinan que la historia de Venezuela se divide en un Antes y un Después del DDT. Cuadrillas enteras fumigaban casa por casa de manera gratuita, y se redujo en forma significativa los casos de paludismo. Hoy gracias a la acción de aquellos valientes voluntarios y del D.D.T. Venezuela pudo levantarse y continuar la lucha hacia su destino.
Para el año 1972 fue prohibido su uso en el mundo, debido a los efectos tóxicos que presentaba en algunos ecosistemas. Sin embargo hemos de agradecerle al D.D.T pues jugó un papel importantísimo en el control y erradicación de la malaria en las zonas tropicales
Anestesiología – Medicina Crítica
e-mail: danielsanchez24@Yahoo.com
El 7 de diciembre de 1941 durante la segunda guerra mundial, la flota japonesa realiza el ataque a Pearl Harbor dando origen a la guerra del pacifico. La pretensión del imperio nipón, era la de ampliar sus territorios y su hegemonía en todo el pacifico. La fuerza con la cual contaban los japoneses en armas y hombres era superior a la de los aliados para ese momento. Los nipones habían conquistado la mayoría de las islas del pacifico estableciendo bases armadas en las mismas. Los aliados liderados por los Estados Unidos se dieron entonces a la tarea de recuperar las islas tomadas y tratar de neutralizar al imperio del sol. Sin embargo había un enemigo muy poderoso contra el cual no podían luchar y diezmaba cada vez más a los soldados aliados. La Malaria o Paludismo, en esas selvas tropicales de las islas del pacifico era endémica esa enfermedad. Los soldados caían victimas del paludismo y enfermaban o morían por decenas.
Al parecer el principal enemigo a vencer era el Paludismo cuyo agente trasmisor es un parasito mono celular llamado Plasmodium el cual es trasmitido a través de un vector “el mosquito Anopheles”. En el año 1939, el investigador suizo Paul Müller había descubierto la potente acción insecticida del dicloro-difenil-tricloroetano, conocido mundialmente con el nombre de DDT. Los aliados lo utilizaron rociando los campos de las islas japonesas aniquilando a su enemigo principal: El mosquito Anopheles. Por supuesto este producto constituía un secreto militar ya que los japoneses también padecían del paludismo. El DDT entonces se convirtió en un armas más útil que el TNT durante la guerra del pacifico. No solamente erradicaba al anopheles sino también al Chipo, y al Patas blancas (Aedes aegypti) de esta manera no había Chagas, Fiebre amarilla y Dengue además de paludismo.
En el año 1944 el científico Venezolano Dr. Arnoldo Gabaldón fue invitado a dictar una conferencia sobre malaria a los médicos militares norteamericanos que operarían en la Guerra del Pacífico. Inclusive los norteamericanos reconocían la autoridad de Arnoldo Gabaldon en materia de paludismo. Es aquí cuando Gabaldon se entera de la existencia del DDT, pero no puede hacer nada para adquirirlo o producirlo porque aun era un secreto militar. Sin embargo a su regreso a Venezuela organiza toda una campaña de prevención del paludismo, sustituyendo las viviendas de techo de paja por techo de zinc. Preparo cuadrillas urbanas y rurales para educar a la población sobre la manera de disponer de excretas, eliminar las aguas estancadas, realizar higiene personal, etc.
Para el año 1945 y una vez finalizada la guerra, se comercializo el DDT. Gabaldon entreno a miles de voluntarios sobre el uso del insecticida, y fue la campaña sanitaria más agresiva hecha por algún sanitarista en todo el orbe nacional. Algunas personas opinan que la historia de Venezuela se divide en un Antes y un Después del DDT. Cuadrillas enteras fumigaban casa por casa de manera gratuita, y se redujo en forma significativa los casos de paludismo. Hoy gracias a la acción de aquellos valientes voluntarios y del D.D.T. Venezuela pudo levantarse y continuar la lucha hacia su destino.
Para el año 1972 fue prohibido su uso en el mundo, debido a los efectos tóxicos que presentaba en algunos ecosistemas. Sin embargo hemos de agradecerle al D.D.T pues jugó un papel importantísimo en el control y erradicación de la malaria en las zonas tropicales
Anestesiología – Medicina Crítica
e-mail: danielsanchez24@Yahoo.com
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