Alberto Hinestroza Llanos
La Ultima Cena del Libertador Simón Bolívar en Santa
Marta
Después de 25 años, de
investigaciones sobre los últimos 17 días
que vivió el libertador Simón Bolívar, en Santa Marta, La Fundación
Periodistas Bolivarianos de América, edita el interesante libro: “La Ultima
Cena del Libertador Simón Bolívar en Santa Marta”, en cuyas páginas se revela
un tema muy poco conocido en el mundo bolivariano, como son los gustos que tuvo el fundador de
la patria colombiana, referente a la gastronomía.
De Bolívar se ha escrito mucho; como estadista, guerrero, gobernante, su
preocupación constante sobre el tema ambiental y sus Decretos, además de los
amores que compartió con bellas damas, incluso sobre su matrimonio y la soledad
que vivió en diferentes momentos, pero nadie había tocado el tema de su
alimentación, de sus gustos gastronómicos desde su niñez, su adolescencia y ya
como hombre visionario.
Escrito en un dialecto ameno, el lector conocerá interesantes anécdotas de
los banquetes que se le ofrecieron, en los países que libertó y entenderá como
fue que después de 1823, año que conoció a su amada Manuelita Sáenz, sus gustos
de comida fueron cambiando, gracias a los platos que Fernanda Barriga, una
morena que la acompañaba desde su
infancia, supo cocinarle y descubrir el
gusto de su paladar.
Esta morena, se convirtió en su cocinera personal y lo acompaño durante
siete años, incluso, fue, la que cuido su paladar en la agonía que vivió en
Santa Marta, en 1830, desde el 1 de diciembre, día que arribó a la ciudad,
hasta el 17, cuando murió en la alcoba principal de la Quinta la Floresta de
san Pedro Alejandrino.
El escritor colombiano Gabriel García Márquez, rescató su
anegación y amor para atender al Libertador en la obra; “El General en su Laberinto”,
dejando en ella, varios pasajes entre ellos: “A Fernanda no le alcanzaban los
ímpetus y el buen humor para atender a tantas solicitudes de comida a las horas
menos pensadas.
Varias
veces en esos días agónicos y crueles, le cocinaba las lentejas con aceite de
oliva para aliviar sus males de pecho.
Bolívar,
en Santa Marta, a donde llegó después de pasar varios meses en Cartagena, Soledad y Barranquilla, el
doctor Alejandro Prospero Reveránd, el médico que lo atendió, le prohibió a
Bolívar los platos selectos que esta morena le preparaba, por las masas de
sagú, que llego a molestar tanto al Libertador, al punto que cada vez que ella
lo preparaba, Bolívar, se molestaba y se desahogaba, “¡Si vuelves con tu
mazamorra, te llamaré Fernanda Séptima!”. Comparándola con el rey de España.
Conocedora
de sus gustos y de la vida que llevaba, relaciono su presencia en los últimos
momentos de la agonía con estas palabras: “”Con
lo que le han gustado las mujeres a este pobre huérfano, no puede morir sin una
sola en su cabecera, así sea vieja y fea y tan inservible como yo”.
Y no
solamente el libro habla de esta mujer virtuosa, invierte también en sus
páginas, interesantes ingredientes históricos, que el autor
los presenta como los productos con que sazonó la obra, para presentar al
lector bolivariano un interesante menú literario, que seguramente terminara
siendo de su gusto y paladar histórico.