martes, 9 de febrero de 2016

La leyenda del conquistador Martin Tinajero


Eumenes Fuguet Borregales 
"Creo... en las abejas que labraron su colmena dentro del corazón de Martín Tinajero...".
Aquiles Nazoa

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Con la finalidad de saldar deudas  contraídas por el gobierno español con los Welser, banqueros alemanes, el rey Carlos V dispone una capitulación suscrita en Madrid el 27 de marzo de 1528; aceptada por Enrique Ehinger y Gerónimo Sailer. La Capitulación   los autoriza: “descubrir, conquistar y poblar la vasta región que comprendía la provincia de Venezuela; los obliga fundar dos ciudades y tres  fortalezas; movilizar cincuenta técnicos para las minas a conseguir todo en un  plazo de dos años”. Dos gobernadores alemanes tuvo Venezuela, con el afán de conseguir las supuestas riquezas de “El Dorado”, llegarían hasta las cercanías de Bogotá: Ambrosio Alfinger Primer Gobernador y Capitán General de Venezuela, fundador de   Maracaibo y Jorge Spira.  Un funcionario de los Welser fue Nicolás Federmann (1505- 1542), al llegar a Coro a comienzos de mayo de 1535, es designado por Spira teniente gobernador, con la misión de  expedicionar los primeros meses de 1536 hacia el occidente, para llegar hasta el Cabo de la Vela en la Guajira. En el grupo  de Federmann  se encontraba un joven conquistador español conocido como Martín Tinajero, nacido en la población de Écija,  provincia de Sevilla de la comunidad autónoma de Andalucía, cuya patrona por cierto es la virgen del Valle, celebrada el 8 de septiembre.

 Martín hijo de labriegos, dedicados también a la preparación de la  arcilla para elaborar tinajas, de allí la denominación de tinajero.

De excelente comportamiento, colaborador en los oficios de la casa y bondadoso con sus compañeros de vecindad. La leyenda escrita por Fray Pedro de Aguado  sobre Martín Tinajero informa que de adolescente en la iglesia del pueblo, escuchó: “Tu corazón está destinado a una gran leyenda”, Martín pensaba que sería un llamado al sacerdocio.

 Entusiasmado por los amigos dispuestos a buscar aventuras en el Nuevo Mundo y  motivados por la Leyenda de El Dorado”, embarcaron hacia Coro.  Martín iba en la expedición de Federmann como cocinero; el capellán era el  Padre Vicente Requejada, nacido en Zaragoza. Primer Agustino en llegar a Hispano América. La expedición se dirigió en dirección Rio Hacha; el grupo sufrió las inclemencias de las lluvias, transitaron en áreas boscosas y desérticas, colmadas de  plagas; en ocasiones no conseguían agua o comida; el joven Martín no soportó la travesía, falleciendo en septiembre de 1536, supuestamente en la región cercana a Bobures. Federmann continuó su periplo; luego de varios días decide regresar a Coro por la misma ruta;  durante su avance notan una aroma  extraña y agradable a cierta distancia donde habían  dejado semi enterrado a Martín; al aproximarse notaron el aumento de la fragancia; en el espacio del pecho se encontraba una colmena de abejas; sus compañeros admirados comentaban que: “el corazón de Martín siempre era de miel”. En su pueblo se le consideraba un “soldado santo”.

  La muerte de este joven conquistador dio lugar a varias leyendas registradas por los cronistas de la época Fray Pedro de Aguado y Fray Pedro Simón, reseñada igualmente por el historiador José de Oviedo y Baños (1671-1738), natural de Bogotá y en tres ocasiones Alcalde de Caracas; nos dejó su importante obra “Historia de la conquista y población de la provincia venezolana”.

 El ilustre valenciano José Bernardo Núñez (1895-1964), primer Cronista Oficial de Caracas, ensayista y escritor de fina pluma, nos ofrece igualmente su relato de este personaje del siglo XVI. El escritor uruguayo-venezolano, reconocido cuentista Armando Quintero Laplume (1944- ), en su obra: “el corazón de Martín Tinajero, origen de una leyenda”, nos recrea de manera amplia sobre este joven personaje. Aquiles Nazoa, conocido escritor caraqueño, humorista, poeta (1920-1976), nos relata en su Credo
: …  Creo en el perro de Ulises y en el gato risueño de Alicia en el País de las Maravillas, en el loro de Robinson Crusoe, en los ratoncitos que tiran del carro de la Cenicienta; en Reralfiro el caballo de Rolando y en las abejas que labraron su colmena en el corazón de Martín Tinajero

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