LAS CAMINADORAS fueron clase aparte, esas son las duras de este
negocio, incontrolables, inestables y problemáticas, son más peligrosas que
chavistas contando votos, comenzaron en la Casanova, fueron correteadas hasta
la Libertador y hoy languidecen en las cercanías de La Florida donde increíblemente
ejercen su labor en horas diurnas, por aquello de la inseguridad y viéndolas se
palpa de cerca los estragos de la devaluación porque parecen vacas cerreras que
son "ojerosas y garrapatosas".
Años atrás tuve que ir a la clínica, donde
una persona que había sufrido un accidente requería de mis servicios, era la
época en que la Avenida Libertador se convertía en el centro del comercio de la
carne humana. Apenas caía la noche, las famosas caminadoras de la Libertador
desplegaban todos sus encantos para la
atracción de posibles clientes, la oscuridad permitía que muchos travestis se
colaran entre ellas, la pasarela colocada estratégicamente frente a la clínica,
servía de magnifico vía de escape en caso de persecuciones policiales y por eso
estas trabajadoras nocturnas habían elegido ese sitio para su labor. Ese día
una vez cumplida mi función médica salí en búsqueda de mi carro y me encontré
ante un pandemónium de gritos, carreras y rolos de policías que revoloteaban
sobre mi cabeza amenazadoramente. Quedé estático, no sabía qué hacer, pronto
comprendí que me encontraba en medio de una redada policial, intenté escapar
cuando siento que un policía corpulento me agarra del brazo y trataba de
ponerme las esposas, quedé sorprendido y no tuve tiempo de reaccionar, ya me
veía en la cárcel cuando un salvador grito de los muchachos guardianes de la
clínica intervinieron e hicieron saber a
los policías que yo era médico y no tenía nada que ver en aquel
despelote. No dejaba de reírme y los agentes de la seguridad pública no se
explicaban tal conducta, porque yo solo pensaba en la cara que pondría mi mujer
cuando la llamara para que fuera en mi rescate a una comisaría donde yo estaría rodeado de mujeres
pintarrajadas y de otras no tan hembras con voz gruesa y cañones en la barba.
Explicarle a mi esposa que había salido a cumplir con mi deber de médico y
terminar preso en una redada de caminadoras hubiera sido harto difícil.
Sabana Grande comenzó a mermar con la
aparición del CENTRO COMERCIAL CHACAITO, fue el primer centro comercial de la
ciudad, un cambio radical en la oferta de mercancías y también en el ambiente
farandulero. El Drugstore, una gringada mas donde ofrecían hot dogs gigantes y
unas enormes lisas cerveceras, pero en el sótano se abrieron dos tesoros para
los amantes de la vida nocturna, la discoteca Eva y el Scotch Pub y en la
esquina opuesta la jai caraqueña inventó el exclusivo Le Club, un lugar súper
sifrino donde había que sacar un carnet y firmar un libro de asistencia para
entrar, luego del trámite burocrático y traspasada la puerta había que fruncir
un poco la nariz para estar en la onda. Poco tiempo después mudaron hacia la salida a la Solano
el HIPOCAMPO, donde Renato Salani y el clarinete de su hermano Giulio nos
hacían bailar las románticas canciones del festival de San Remo, fue la época
de Il Mondo, de las canciones de Nicola di Bari y del inolvidable Volare de
Doménico Modugno,” Nel blu dipinto di blu…”
EVA, fue la gran discoteca, sencillamente
espectacular y la manejaba un francés Jacques Delsol, allí se bailaba la música
disco en contorsiones que tenían mucho que ver con el estado físico de la
personas era el sitio in de Caracas, allí había que ir para ver y para ser
visto, si no ibas a la Eva no estabas en
nada, era un ambiente ruidoso y apretujado. El Scotch Pub, era por contrario,
un lugar discreto y tranquilo donde Pat Obrien tocó el piano como nunca, lo
recuerdo como una versión moderna y en
technicolor de la película " Casablanca", donde Humprey Bogart
soltó su inolvidable "Play it again, Sam".
En una noche en el Eva, me encontré con un
señor que intentaba hacer cabriolas con una muchacha a quien triplicaba en
edad, pero ella lo doblaba en estatura, era ese tipo de chama que siempre quiso
ser Miss pero no llego a clasificar para el concurso y quedan errantes en las
pistas hasta que consiguen un resuelve.
El vejete era un conocido hombre de negocios que había hecho mucho dinero y se
hacía sentir en todas partes exhibiéndose con muchachas jóvenes que eran su
pasatiempo. Me topé con el señor en el baño y me sorprendió cuando le veía
mirarse ante un espejo y con la boca abierta examinaba detenidamente su lengua,
la movía de lado a lado, la subía y la bajaba, la proyectaba hacia adelante,
sus movimientos eran como los de una cobra dispuesta a atacar y cuando terminó
esa rutina de ejercicios lingüísticos, exclamó ! Aquí hay hombre para rato! El
viejito era muy atildado y después de arreglarse la corbata sacó un frasco de
Agua de Colonia Jean Marie Farina, se la restregó en la cara y me dijo: mira
mijo, cuando salgas con una carajita usa
este perfume, porque las hace recordar a su abuelito y se ponen flojitas. Dicho
esto, pasándose la mano por su pelo engominado salió al ruedo con su lengua en
ristre listo para terminar la faena con la grandulona.
Echo de menos DON LUIS, el mejor bar que he
visto en Caracas, estaba situado en Chacaíto, un poquito antes del edificio
Easo y tenía su apartado especial de estacionamiento, era un sitio casi
secreto, rodeado de vidrios gruesos y negros que impedían cualquier visión
indiscreta, no le abrían a nadie que no fuera conocido y creo que instalaron la
primera cámara de vigilancia que llego al país, uno se paraba en la puerta y
esperaba el rechinar de la cerradura que permitía el acceso. En su interior, que discreto lujo,
una acogedora penumbra, unas mullidas poltronas de cuero negro y un inolvidable
sonido surgido de las teclas de un piano Steinway de media cola, acariciadas
por las manos mágicas del maestro Filippo. La
barra tallada en noble caoba te recibía en calma y unas palabras, casi
un susurro te recibían dándote la bienvenida el magistral Renato, rey
indiscutible de los cocteles y la fina atención. Eran casi parte de la
decoración del local tres personajes que se daban cita y con mucha frecuencia en la esquina más
iluminada de la barra, un italiano muy bien trajeado con una pajarita casi
siempre desabrochada, cordial y dado a repartir rondas de tragos a los
presentes, era el exitoso constructor de Playa Grande, el viejo Tani y sus
amigotes y financistas Alfredo Stelling y el Dr. Miguel Pérez Carreño. En Don
Louis se servían los mejores tragos usando vasos de cristal, solo se servían
dos tipos de pasa palos, asado negro cortado en pequeños trocitos y carpaccio
con bizcotelas, eso sí, mínimas raciones. El sitio era para tomar uno o acaso
dos tragos acompañados de la maravillosa música de Il Maestro Filippo. Que
falta nos hace hoy un Don Louis, clase y elegancia a todo dar.
Si de barras oscuras hablamos hay que mencionar un rinconcito en
la Avenida Libertador con música de los 50 y 60, boleritos pegajosos de Lucho
Gatica y Carmen Delia Depiní, magnifico
lugar para entonarse y decidir llevarle una serenata a la compañera de
universidad a quien le "estábamos echando los perros" ¿les suena
RECORDAR ES VIVIR? José Luis Pimentel fue su dueño, luego fue mi alumno y hoy
es un renombrado galeno
El BULEVAR de Sabana Grande era otra cosa,
ese era el centro del medio de la mitad, Sergio Dahbar en un artículo publicado
esta semana en El Nacional lo define muy bien “En los años setenta Sabana
Grande era una fiesta que no se apagaba nunca. Las librerías Uno, Cruz del Sur
y Suma, formaban un triángulo ineludible que atraían a la bohemia nacional e
internacional como un imán. Se colgaba carne cruda en una galería y se esperaba
recibir reconocimiento de la crítica. La tertulia era hasta altas horas de la
noche, se bebía licor como cosaco, para en la madrugada buscar cobijo en una
cama ajena que ofrecía afecto y horas menguadas de sueño” Que maravilla en
pocas frases condensó todo. La exposición aludida fue utilizando carne cruda y
se llamó Necrofilia, fue una exposición provocadora de la gente de izquierda,en
una galería llamada El Techo de la Ballena, se esperaba la llegada de la
Digepol para clausurarla, pero fue la Sanidad quien la cerró debido a la
putrefacción inaguantable del local. Esos artistas despistados eran algo
inocentes.
En una ocasión caminaba por Sabana Grande con
una amiga y nos topamos con un colombiano peludo y con una camisa al estilo de
Daniel Santos, con el cual intercambiamos algunas palabras, a mí me pareció
algo trivial, de haberlo sabido entonces me le hubiese guindado del cuello y me
hubiese tomado un selfie para el recuerdo, porque años después supe que le
había dado la mano al fenomenal GABO, UN DESCONOCIDO MAS, quien pasado los años
se convertiría en Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez,
orgullo de todo latinoamericano.
En la década de los setenta, Londres marcaba
el ritmo de los grandes cambios, los Beatles nos obligaron no solo a oír su
música, sino nos enseñaron a vestir pantalones de bota ancha y a dar
preponderancia al pelo largo y bigotes. La capital británica se había
convertido en la Meca de todo contestatario y era el destino de músicos,
poetas, pintores, era el centro de la vida licenciosa. Las minorías de
costumbres sexuales equivocadas no fueron la excepción y todo metrosexual, gay o simple marico sentía la atracción de la
City como destino final de sus aventuras. Cuando regresaban de su periplo
londinense, volvían con un posgrado y hasta un PHD en mariconerías, se soltaban
el moño y pareciera que habían comprado
la cerrajería de abrir los clóset. En ese entonces nos reuníamos semanalmente
con un grupo de amigos alrededor de la barra de La Cibeles y nos tomábamos toda
la cerveza que pudiéramos consumir mientras disfrutábamos de nuestra
conversación. Uno de los asiduos era objeto de bromas por lo delicado y fino de
sus intervenciones, el resto lo calificaba de gay, pero yo le tenía un especial
aprecio y siempre objetaba a su favor que la delicadeza en el trato era porque
había quedado huérfano desde niño y había sido criado por un trio de tías
solteronas. Pero el asunto se puso color de hormigas cuando anunció su
inminente viaje a Londres. Dos años después lo vi en el Gran Café mientras reía
alborozado y agarrado de manos con un
catire altote que no hablaba español, me lo presentó como SU TARZÁN. Este
cuento de hados no terminó bien porque poco tiempo después al catire se lo llevó
por delante una gandola de 18 ruedas y mi amigo cayó en una depresión
melancólica que lo condujo a una muerte temprana con una infección rebelde a
tratamiento y que luego llamarían Síndrome de Inmuno Deficiencia Adquirida
(SIDA).
Anécdotas de putas hay mil, pero vamos a
dejarlas hasta aquí en beneficio de la moral y las buenas costumbres. Quiero
dejar constancia que escribo para todo tipo de público y cuando termino un
artículo se lo leo a Maribel, quien se transforma en la primera censora, es
decir tengo mi Vitelio Reyes particular.
Sabana Grande ha recibido la agresión en sus
entrañas cuando la perforaron para el paso del Metro, ha sufrido la gélida
reconstrucción ordenada por PDVSA, ahora es un caminadero de gente presurosa
que no dedica ni una mirada a las nubes, donde desaparecieron sus bellos
locales para dar paso a unos cajones uniformes, donde se limitan a vender
zapatos hechos en serie en lejanas fábricas chinas, sus calles fueron cubiertas
con un absurdo e irregular piso de adoquines que imposibilita el caminar a
alguna desprevenida dama que intente cruzarla en tacones altos y son la amenaza
permanente para las rodillas de cualquier niño que ose correr en sus espacios.
Sabana
Grande ha cambiado mucho, pero apuesto por las nuevas generaciones que se
encargaran de darle un nuevo matiz, seguirá siendo el corazón palpitante de la
ciudad que se irá adaptando a todos los cambios por venir, es esa la razón de
ser del centro de toda urbe moderna,
basta con leer crónicas como esta para seguir dando empuje en la creación de
nuevas experiencias, de empezar a tejer los recuerdos del mañana. Hasta aquí
mis remembranzas, adiós Sabana Grande de mis amores, Sabana Grande de mis
sueños, bienvenido el futuro, porque la seguiré viviendo y bebiendo,
enredándome en sus aventuras.
Que bella historia, mi querido doctor, lo recuerdo con mucho cariño y respeto. Fui su paciente en 2013 🤗🙏
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