domingo, 27 de julio de 2014

Cómo era Santiago de León de Caracas y sus habitantes en tiempos de su fundación


David R. Chacón Rodríguez

 



Después de la llegada de Cristóbal Colón al continente americano, se emitieron  muchísimos documentos solicitando información sobre aquellas lejanas tierras que tanta curiosidad despertaban para la expansión europea. En un principio, se redactaron instrucciones a los viajeros, exploradores o conquistadores sobre el modo de comportarse con los naturales que encontraran,  indicando la manera como podrían observar las maravillas de aquellas hermosas tierras y la necesidad de favorecer la conversión de sus naturales a la santa fe católica, pero, el desconocimiento imperante que había en la corona española sobre el Nuevo Mundo, la explotación de los indios,  los considerables abusos cometidos por la rapacidad,  desorden e insaciable codicia de los españoles[1],  quienes mantenían una abierta estafa a la propia corona, etc., fueron algunos de los problemas que le impedían ejercer, digna y correctamente, sus funciones de administración y control, motivo por el cual el Consejo de Indias y las autoridades provinciales se vieron obligadas a implementar un sistema que le permitiera  recabar una eficaz información sobre los diversos aspectos que imponía el conocimiento de ese diverso mundo inabarcable y desconocido, de clima y orografía muy diferentes, poblado por un mosaico de pueblos de culturas y lenguas muy diversas, y así poder evaluar los recursos necesarios para el mantenimiento de la población allí existente como los recursos tributarios y los que pudieran obtenerse en beneficio de la corona y de esta manera ahorrar el costo de un cuerpo de especialistas que, con numerosos recursos técnicos, recorriesen los dilatados espacios americanos investigando para informar al Consejo de Indias y de esta manera poder descubrir como era en realidad el vasto  continente formado por las Nuevas Indias.

     En el acopio de la información utilizaron diversos cauces, comenzando por las órdenes dadas a los Virreyes y a las Audiencias para la confección de descripciones que relataran aspectos generales del territorio, tales como, la situación administrativa, geográfica, económica, demográfica, etnográfica, militar, religiosa, etc. O importantes aspectos parciales como la distribución de tierras, etnias, idiomas, aborígenes, etc. En otras ocasiones, la administración recurrió a acuciosas encuestas, enviando elaboradísimos interrogatorios para que lo contestaran las autoridades menores de toda América (Corregidores, Alcaldes Mayores, Párrocos, Curas de Aldeas,  etc.).

     Las respuestas que las autoridades regionales y locales hispanoamericanas dieron a estas solicitudes confeccionadas por el Consejo de Indias se conocen hoy con el nombre de Relaciones o Descripciones Geográficas y en algunas oportunidades, como Relaciones Topográficas.

     Durante los trescientos años que duró el período de la colonia, estos interrogatorios se llevaron a la práctica muchas veces, tanto, que casi resultaron  una costumbre, un hábito político; tal es así, que durante el siglo XVI se verificaron once veces (en 1530, 1533, 1548, 1563, 1569, 1572, 1573, 1577, 1581, 1584,  y 1592), cuatro en el siglo XVII (1604, 1621, 1635, 1648),  diez en el siglo XVIII (1730?, 1741, 1751, 1754, 1755,1765, 1768, 1777, 1784 y 1791), y tres en el siglo XIX (una en 1807, y dos en 1812). Los resultados de cada petición general son las que conforman el gran banco de datos, que nos permite conocer a cabalidad la riqueza y variedad de la vida en América,  así como, sus aspectos socioeconómicos, constituyendo un valioso precedente de la estadística moderna que cuantifica y calibra a la población mediante censos, agregando datos que utiliza en beneficio de su propio funcionamiento, conciliando el mayor número posible de informes competentes y fiables.

     En Venezuela han aparecido cinco en total, la descripción de Santiago de León  de Caracas, Gobernación de Venezuela y Nuestra Señora de Caraballeda,1578[2];  la de Nueva Zamora, su término y laguna de Maracaibo, 1579[3]; la de la Nueva Segobia  de Barquisimeto, 1579[4]; la del Tocuyo, 1578[5] y la de Trujillo de Nuestra Señora de La Paz[6] (Estado Trujillo), 1579.



     El documento que nosotros vamos a analizar ahora, es  un cuestionario de cincuenta preguntas que fue enviado, impreso, por la Corona a las Indias Occidentales, con el objeto de recabar información sobre los distintos aspectos de su realidad. Las preguntas que lo forman tratan diversos temas administrativos, agrícolas, demográficos, eclesiásticos, etnográficos,  etnohistóricos, ganaderos, geográficos, lingüísticos, médicos, militares, políticos, religiosos, urbanos, y de los recursos necesarios para el mantenimiento de la población, así como, los que se pudieran obtener en beneficio de la Corona.

     Como ya hemos dicho, este interrogatorio -de 1577- (reeditado en 1584) no es un hecho aislado; responde a un conjunto de acciones que se inician en los años sesenta para ordenar la legislación,  reactivar el semiparalizado Consejo de Indias,  organizar y controlar los problemas que presentaban la nuevas tierras de ultramar y así conseguir, el mejor conocimiento de las tierras que se querían legislar y explotar.

     Esta búsqueda de conocimientos se completa con el conjunto, destinadas a la sistematización de las cuestiones seleccionadas para conocer el Nuevo Mundo, buscando el establecimiento  de un registro de información y  estableciendo las premisas teóricas sobre las que se basa el sistema. Pensamos, que la redacción y envío de este cuestionario fue realmente, por sí sola,  una idea innovadora y ambiciosa y su valoración, está todavía por hacer.
    
En ella, se encuentra condensada en cincuenta preguntas –formuladas  telegráficamente- toda la  información que se requiere para El buen gobierno y ennoblecimiento de las Indias, para la cual solicita una lista de todos los pueblos dependientes de la autoridad de un gobernador, corregidor o alcalde mayor -quienes eran los encargados de distribuirla-, esta  lista debía adjuntarse a las Relaciones correspondientes. En un apartado especial, se indica como debe responderse, pidiendo que se contesten en hoja aparte, de manera concisa, clara y veraz, dando por seguro, lo seguro, y por dudoso, lo que es dudoso. Debía ir encabezada con la fecha completa -día, mes y año- incluyendo los nombres de los participantes en la preparación de la Relación, expresando además, el nombre de la autoridad que le había enviado la instrucción. El interrogatorio debía responderse uno a uno, ordenadamente, siguiendo la numeración estipulada.

     En dicho cuestionario se observa, que las preguntas, realizadas en un lenguaje simple y conciso, ofrecían una serie de opciones para responder y expresar perfectamente lo que se pedía, iban destinadas a tener un conocimiento cabal del territorio que permitiese saber las características geográficas generales de la población, que permitiese saber qué y cuánta gente había en cada poblado y los recursos que habían para vivir, así como la posibilidad de mejorarlos.

     Para hacer una justa  valoración de esta encuesta es importante tener en cuenta su objetivo, su finalidad, y a quién iba dirigido, por esa razón he intentado hacer una sistematización (sin duda alguna subjetiva) de las 50 preguntas, agrupándolas de acuerdo a la configuración de sus objetivos, en 8 grupos, a saber:

1.- Preguntas que se refieren a la comarca o provincia. Van destinadas a establecer las características geográficas del núcleo urbano y la región, indagando además, su historia, el origen de su nombre y las singularidades de la  población indígena que la habita, haciendo especial hincapié en su manera de vivir y la lengua que hablan. Son las preguntas 1 a 5.  Constituye el  10 % del total.

2.- Se relacionan con los pueblos de españoles buscando determinar la definición astronómica de las ciudades, distancias de las capitales (cabeceras administrativas) y otros centros colindantes, recursos del asentamiento, calidad y orientación de los caminos, para lo cual se solicita un plano del pueblo. Son las preguntas 6 a 10 e interpreta un 10% del total.

3.- Bajo este grupo se recoge la descripción física y política de las naciones de naturales, (pueblos de indios): su ubicación geográfica y administrativa (distancias del corregimiento), calidad de los caminos, números de habitantes, significación de su nombre en lengua aborigen, características de la población prehispánica, organización social, política, y razón de sus señoríos, gobiernos, trajes, medicina, vestidos, alimentación, ritos y costumbres en general. Son las preguntas 11 a 15 y representan un 10% del total.

4.- Reúne de una manera muy puntual la información de todos los tipos de pueblos, ubicación de los núcleos urbanos (de españoles e indios), calidad de la tierra, características climáticas, ríos y lagunas, valles y montañas, cuevas y volcanes. Recursos animales y vegetales de la zona. Rendimiento de las especies trasladadas y productos comerciales de gran interés, como la seda y la lana; cultivos de españoles: el trigo, la cebada, el vino y el aceite. Son las preguntas 16 a 27 y significan un 24% del total.

5.- Estudia otros recursos como minas, canteras, gemas, mármoles y salinas.

Son las preguntas 28 a 30 y representan un 6% del total.

6.- Recoge los diferentes aspectos generales de la vida del pueblo, desde  un punto de vista civil, comercial, militar,  religioso y sanitario, tales como: formas y materiales de los caseríos, trato y contrato de los habitantes, fortalezas, descripción de las diócesis, conventos, parroquias, monasterios, capellanías, órdenes religiosas, hospitales, etc.

Son las preguntas 31 a 37 y representan un 14% del total.

7.- Está dedicado a los pueblos marítimos, poniendo de relieve la importancia que tenía la navegación como medio de comunicación, así como, los movimientos comerciales de exportación e importación. Son las preguntas 38 a 47 y representan el 20% del total.

8.- Se refiere a la desaparición de los pueblos establecidos por los españoles, cosas notables en naturaleza, efectos y firmas de los participantes en la relación. Son las preguntas 48 a 50 y forman un 4% del total.

     Del rápido análisis del formulario precedente se pueden extraer algunas conclusiones  acerca de los temas planteados. En él, aparece con bastante realce el tema urbano, seguramente debido al interés de saber si se habían puesto en práctica las Ordenanzas de Descubrimiento, nueva población y pacificación, dadas por Felipe II, en 1573. Igualmente, se reflejan las preocupaciones por la  defensa y los servicios, tales como la salud y la educación, destacando también los asuntos comerciales. En resumen, podemos afirmar, que prevalecen las preocupaciones geográficas,  inscritas dentro de un clima científico, y los asuntos económicos son vistos desde una óptica de análisis de estructura, disminuyendo el aspecto fiscal.

     De la propia sistematización del cuestionario podemos inferir el siguiente cuadro:

Temas considerados                             total

Aspectos Geográficos:
     Situación                             2,0
     Descripción, medición, características
     territorio, clima, fauna, flora                     34,0
     Aspectos urbanos: localización, traza               10,0
     Total                                          46,0
Aspectos político-administrativos
     Defensa                               2,0
     Servicios: salud, correos                      2,0
     Total                                          4,0
Aspectos demográfico-sociales
     Censo-población                           2,0
     República de indios: costumbre, religión,
     oficios, economía, política, población lengua           4,0
     Total                                          6,0
Aspectos económicos
     Agricultura                               8,0
     Ganadería                             2,0
     Minería                               6,0
     Comercio: navegación, puertos                            12,0
     Total                                          28,0
Aspectos culturales
     Historia: colonización                         4,0
     Colección, curiosidades                   2,0
     Total                                          6,0
Aspectos eclesiásticos
     Asuntos administrativos                   6,0
     Total                                          6,0
Varios                                         2,0
     Total preguntas                                50


     Llama la atención que se han eliminado todas las preguntas sobre negros y mestizos, quizás porque este tipo de población tenía su mayor auge en las aglomeraciones urbanas o productivas minas-ingenios, etc.

     Una vez analizado el interrogatorio, veamos ahora como la información de Juan de Pimentel,  de  1578, describe a Caracas y sus habitantes:

     La relación se refiere fundamentalmente a las ciudades de Santiago de León de Caracas y Nuestra Señora de Caraballeda. En el mencionado documento se expresa que la provincia de Caracas tenía una extensión de 35 leguas de Este a Oeste y 25 leguas de Norte a Sur, es decir, comprendía el territorio que actualmente forma el Distrito Federal y el Estado Miranda.

     En ella se mencionan y esclarecen  los topónimos de: Amanure: Nombre que dan los indígenas  Toromaymas  al pueblo de Nuestra Señora de Caraballeda  en honor a un indio que así  se llamaba.

Caracas: Tribu de indios que tomó su nombre de unos bledos[7] que en su lengua se llaman Caracas.


Catuchaquao: Nombre que dan los indios al asiento de esta ciudad, el cual toma su nombre de un pequeño arroyo que pasa junto a ella, y que recibe este nombre por unos árboles que hay en él llamados catuchas (Guanábanas) y quao, es quebrada o arroyo que lleva agua, por lo tanto, quiere decir, quebrada del guanábano.

Guaraira Repano (Sierra Grande): Nombre con que los indígenas llamaban a este majestuoso cerro llamado El Ávila. Erróneamente se ha sostenido que obtiene su actual nombre por una encomienda que le dieron en tierras de esa montaña a Gabriel de Ávila para allí construir una casa, y al habitarla la gente comenzó a llamarla con el nombre que hoy tiene: El Ávila, pero en honor a la verdad, no hay ningún indicio documental que pruebe que  Gabriel de Ávila haya sido propietario de esa zona. En los documentos de esa época cuando se aludía a la montaña,  se decía: El cerro de esta ciudad; El otro lado del cerro; Este lado del cerro; La Cumbre del Cerro; La quebrada de Anauquito; La quebrada de Cotiza; La quebrada de Gamboa o del Carrizal; La quebrada de Sanchorquíz; Las cabeceras del río Anauco; Las cabeceras del río Catuche; Los montes de esta ciudad, etc.

     La primera referencia documental  que da testimonio de su existencia bajo su actual  topónimo  es  a partir del 20 de mayo de 1774, por pertenecer a la familia de Juan Álvarez Ávila y a sus hijos Domingo de Ávila, Fernando de Ávila y a Miguel de Ávila[8].

Guarenas: Pueblo indígena que deriva su epíteto, porque viven en tierras sin montes y tienen mucha hierba que recibe ese nombre.

Quiriquires: Porque en el sitio donde viven hay muchos árboles a maneras de chaparros llamados así, aunque hay otros que sostienen que toman su nombre en honor a unos pajarillos que en Castilla, la vieja, llamaban  linazeros.

Toromaymas: Porque los naturales que en esa tierra viven lo tomaron de un pájaro llamado Toro y en su canto parece que dijera Mayma.

     Además de la llamada tribu de los indios Caracas, menciona que existían otras, tales como los Aruacos, Boquiracotos, Guayquerí, Guarenasija, Mariche, Meregotos, Paracotos, Tarmas, Teques, Toromaymas y Quiriqyres.

     Según la relación, en la provincia habían unos siete u ocho mil indios, de los cuales sólo cuatro mil estaban pacificados para la fecha. De sus características mentales afirma que los indios eran rudos y torpísimos de entendimiento y prontos para lo malo y nada hábiles para lo bueno; beben mucho, son imprevisivos y perezosos al punto que quisieran tener todo bajo sus hamacas. De su alimentación dice que los naturales van a las islas por sal, pescado y tortugas, para comer y hacer aceite de ellos. En referencia a su industria textil, expone que se benefician del algodón con el cual fabrican lienzos. Emplean el huso para hilar, tejen hamacas,  pampanillas,  cestas cataures para cargar enseres. Utilizan las fibras del maguey o caruata para hacer alpargatas, cinchas, jáquimas, sogas y con la corteza de la dama-jagua (majagua) y de sus hojas hacen amarras y otras cosas. El veneno de sus flechas lo extraen de la manzanilla que con víboras, sapos, arañas, y sangre de costumbre de mujer, y de otras cosas ponzoñosas, es confeccionada por una vieja que muere a consecuencia de preparar dicho veneno. También se menciona el uso de yerbas venenosas que aplican en los alimentos y bebidas para matarse unos a otros. Usaban arcos y flechas emponzoñadas con macanas decoradas a manera de espada de dos filos cortos, ancha en las puntas como una mano, son largas hasta la cinta (cintura) y otras hasta la barba, que blanden a dos manos. Para defenderse hincaban estacas agudas  tostadas (endurecidas al fuego) por los sitios donde ha de pasar el enemigo, en las labranzas y en los alrededores de sus bohíos, los cuales tienen una abertura en lo alto para la salida del humo de sus fogones.

Su dieta estaba formada por auyamas, batatas, caraota, carnes, cazabe, frijol, frutas, jojoto (maíz tierno), legumbres, maíz, manique (maní), mapuey, ocumo, pericaguares, pescado, plátano, sal, verduras, yuca amarga, y para comer hacían escudillas de totumos y con las taparas, cucharas y botijas con el fin de almacenar el agua. Su principal mantenimiento es el beber mazato con el cual se emborrachan, enmascarándose previamente. Fuman tabaco y cultivan la coca, con lo que dicen se les quita el hambre y la sed y les da fuerza. Eran comedores de carne humana, los que matan en la guerra o toman vivos se los comen, y ese interés de comerse unos a otros ha sido siempre la causa de sus guerras y pendencias. Andaban desnudos. Los hombres usaban un calabazo en el que meten el miembro viril, y luego lo amarraban a un hilo que traían en la cintura. Las indias usan unas pampanillas tejidas de algodón  pintadas, con las que se cubren las partes pudorosas; son de dos palmos y medio de largo y medio palmo de ancho, las llevan asidas por delante y por detrás de un hilo que traen atado por la cintura. Usan alpargatas de cáñamo (cocuizas), también utilizan unas guirnaldas de plumas de colores o cabezas de animales como gatos monteses, leones, osos, pumas, tigres, y las colas de ellos puestos en sus cabezas. Para deformarse las pantorrillas, las mujeres usaban la costumbre caribe de enrrollarse fuertemente el bajo de sus rodillas con hilos de algodón teñido y también ambos sexos se enrollaban encima de los tobillos hilos o cordones de algodón torcido hasta medio dedo o un dedo de espesor, a manera de ligas constrictoras.

Para sus festejos se untaban con orcay o mara (fijador con resina), y luego se pintaban de colorado (bariquiza), hecha de hojas o cortezas de árboles. Algunos se pintan medio cuerpo para abajo; otros, medio cuerpo para arriba, otros todos de colorado o negro, otros medias piernas o brazos o caras.

     En cuanto a su religión son animistas: No tienen adoraciones, santuarios, ni lugar dedicado para ello, sólo tienen su creencia en el demonio, el cual llamaban papo.

     En ellos el incesto era cosa común, No guardan parentesco entre sus afectos carnales, sino es el hijo a la madre y algunos a sus hermanas y de esto aún se duda porque de todas las demás usan mal hasta padres con sus hijas. La relación matrimonial funcionaba poligámicamente cuando a un indio le ha parecido bien una india se lo da a entender con palabras y si le parece que le muestra buena cara se va a casa de ella y si ella le pone en qué sentarse y le trae una totuma de agua para que se lave y pone que coma ya él entiende la voluntad de la moza y se van a dormir juntos sin que sus padres ni parientes les parezca mal y así quedan casados y en este casamiento sólo su voluntad lo sustenta mucho o poco en él porque si la india le parece que su marido no es buen labrador o por otra ocasión, lo deja y toma otro marido y él por otra cualquiera cosa liviana que sea hace lo mismo.

     Entre sus enfermedades más comunes podemos nombrar: catarro continuo, cámaras y calenturas, romadizo, la viruela y el sarampión. En caso de fallecimiento, al hombre lo enterraban de pie o sentado en un hoyo circular, junto con su arco, flechas, hamacas y alimentos para el camino; a la mujer, con sus usos y cataures que es un cesto en que meten su ajuar que es un huso y pampanillas quentas y algunas joyas de oro y otras cosas, sus comidas y bebidas.

Si son piaches no los entierran tan presto sino puestos en sus hamacas le dan fuego por debajo y se derrite hasta que lo secan y con la grasa que sale de él se untan las mujeres y esto es el luto entre ellos llorando y cantando sus parientes e mujeres porque hay indio que tiene cinco o seis...y en su canto o lloro refieren sus hazañas y valentía y si era buen labrador o pescador y otras cosas como estas y después con mucha honra queman y los huesos molidos los beben y para entonces hacen solemnes borracheras.

     En ella también se menciona la existencia de otros diez pueblos instaurados por los españoles: Barquisimeto, Carora, Coro, El Tocuyo, Nirgua,  Trujillo, Nueva Zamora (Maracaibo), Valencia, y la presencia de las islas Aves, Orchila, La Tortuga y los Roques.

     Respecto a la flora, dice que había: anones,  bledos caracas, biznaga,  cañafístula,  catuches (guanábanos), cedros muy grandes,  ceibos, con o sin espina, corozco (corozo), curagua (aguacate),  el hayo, jobos, guamos, guayacán, mamones, mameyes,  manzanillo (árbol venenoso),  mechoacán, con cuyas raíces se purgan, piñas, tabaco, totumos, uvas de mar (uva de playa),  yerba guarenas.

     De su fauna ornitológica se mencionan los azulejos, aves de rapiña, guacharacas, palomas, papagayos, patos, paujíes (dos géneros), perdices, quiriquires (pájaros linaceros), tortolitas, turpiales  y  zamuros. 

     De los mamíferos autóctonos  hace referencia a arañas, cachicamos (armadillos), conejos, gatos monteses, jaguares, leones, mapurites (zorrinos), monos (tres géneros), osos, osos hormigueros, peces de mares, perico ligero (perezoso), puercos monteses (báquiros), pumas, sapos, tigres, tortugas, zorros, venados, víboras. Y de los animales introducidos, burros, caballos, cabras, gallinas, gatos, mulas, ovejas, patos, pavos, perros, puercos y vacas.

     En el ramo agrícola indica la existencia de frutos autóctonos  como algodón, auyamas, batatas, el hayo (coca) para mascar, maíz, manique (maní), mapuey, ocumos, pericaguares, tabacos. Introducidos por los europeos cita, ajos, arroz, berenjena, berros, cebada, caraotas, cebollas, cidras, coles, culantro, eneldo, garbanzos, granadas, habas, higueras, hinojos, lechugas, lima de todas las especies, limones, mastuerzo, melones, membrillo, mostaza, nabos, naranjas, parra, perejil, poleo, rábanos, ruda, trigo, uvas, yerbabuena.

     En cuanto a las actividades  explotativas  cita la extracción de oro granado (en pepitas y granos) y también entremetido con mucha piedra.

     Conocida esta hermosa y esclarecedora descripción, analizaremos ahora,  brevemente, el  plano de la ciudad:




Año:               [1578]
Título:            Traza de la Ciudad de Santiago de León de Caracas y sus alrededores.
Autor:             Diego de Henares, por orden de Diego de Losada.
Datos matemáticos: Sin escala.
Descripción física:     Manuscrito.
                   A pluma, tinta negra.
                   Rayada la parte del Mar.

                   Dimensiones:    60,5 x  43,2  cm.
                   Procedencia: Sección  Patronato.  Legajo  Nº 294.  Ramo 12
Signatura:         Mapas y Planos de Venezuela, Nº. 6
Se encontró en la Descripción de Santiago de León de Caracas, realizada por el Gobernador de Venezuela, Don Juan de Pimentel, para contestar la Instrucción dada por el Rey Felipe II, el 1º de diciembre de 1575. Cuando aún la capital de Venezuela era la Provincia de Coro.
Abarca la parte costera de Venezuela desde la Punta de Tucacas, al Oeste, hasta el Morro de Macarapana, al Este.  Incluye algunas de sus islas.

Toponimia que aparece en el plano:
- Anauco, Quebrada de            
- Aracoi, río (Río Yaracuy)      
- Aricagua, Río de               
- Aroa, Río                      
- Arrecifes, Puerto              
- Blanco, Cavo                   
- Cabello, Puerto de             
- Caruabo, Río de                
- Caruata, Quebrada de
- Cata, Río y Ensenada de        
- Catia, Ensenada de
- Catucha, Quebrada
- Caurimare, Quebrada
- Codera, Cavo de la
- Chacau, Quebrada de
- Chichiribiche, Río y Punta
- Chuspa, Ensenada de
- Guaira, Río
- Guatapanare, Río de
- Guaicamacuto, Puerto de (Actual población de Macuto, en el Distrito Federal).
- Guira, Puerto de La (Se trata del Puerto de La Guaira).
- Higueroto, Ensenada de
- Higueroto, Río de
- Mamo, Río de
- Maracapana, Morro de
- Moron, Río
- Naiguata, Punta de
- Nuestra Señora de Caravalleda, Río de
- Paparo, Río
- Pirto, Puerto de
- Patanemo, Río y Ensenada
- Ocumare, Río y Ensenada
- Roques
- Santhiago de León, La Ciudad de
- Taguay, Río y Puerto de
- Tortuga, Isla de
- Triste, Golfo
- Tuaçana, Río de (Posiblemente sea el Río Todasana en el  Estado Miranda)
- Tucaca, Punta de
- Tunaima, Río y Punta de
- Turiamo, Río y Ensenada
- Unare, Morro de
- Unare, Río de
- Urama, Río y Puerto
- Vurvurata, Puerto de


Diego de Losada
 


     En 1578 el Gobernador Juan de Pimentel recibió la mencionada Instrucción en la que el soberano pedía una relación completa de todos los pueblos de la provincia, para lo cual formulaba un cuestionario de 50 preguntas. La descripción se inició el 1º de diciembre de 1578, y terminó el 23 del mismo mes y año. La copia que Pimentel envió a España se extravió, pero el escribano Juan de Amegaza sacó en 1585 un traslado de su original, cuya copia se encuentra en el Archivo General de Indias, Sección Patronato, legajo 294, ramo 12. Fue elaborado once años después de su fundación para responder la pregunta número diez de las informaciones requeridas por Felipe II, en ella se requería la traza y diseño en pintura de las calles y plazas y otros lugares señalados de monasterios, como quiera que se pueda rascuñar (sic) fácilmente en un papel (y) en que se declare qué parte del pueblo mira al medio día o al norte.

     En él se encuentra reflejada la idea de ordenación territorial planteada como tesis en  el urbanismo ordenado, donde la ciudad debe ir formada  por líneas cuadriculares para conseguir la perfección geométrica que caracterizó a la mayoría de las ciudades hispanoamericanas. De la plaza mayor partirían las ocho calles principales, dos hacia cada rumbo (N., S., E., y O).

     Diego de Henares fue el encargado de delinear la cuadrícula sobre el terreno.

     Es el más antiguo de la ciudad, representa la formación de Caracas y sus alrededores, indicando profusamente las quebradas de la ciudad, e incluye buena parte de la toponímia de la costa venezolana. Abarca desde Tucacas, al Oeste,  hasta el Morro de Maracapana al  Este en el actual estado Sucre, donde acaba la gobernación. Indica además algunas islas del Mar Caribe.

     Presenta veinticinco manzanas, de las cuales seis no están pobladas, en el centro de ella está la Plaza Mayor y al Sur, el convento o monasterio, ubicado casi sobre el Guaire.

     Lo más significativo  es la permanencia inmutable de grandes hitos urbanos como la Iglesia de San Francisco, Iglesia de San Mauricio, Iglesia Catedral, la Casa de Cabildo o sus casas se encuentran en el sitio de la Gobernación, en la esquina de Principal. La ciudad esta edificada entre las quebradas de Caroata y Catuche. Casi todos los nombres de ríos y ensenadas que registra el plano se han perdido. Este mapa fue enviado al Consejo de Indias cuando aún la capital de la provincia era Coro.

     En el acto de su fundación se siguió el ceremonial establecido que estipulaba la publicación de un pregonero de los poderes necesarios para la fundación en presencia de los pobladores y testigos que habían de firmar el acta. En esa oportunidad presenciaron el acto el Padre Blas de La Puente, y el fraile de la orden de San Juan, Baltazar García. Luego se determinaba y demarcaba la plaza principal o plaza mayor, en el centro de la fundación, colocándose allí el padrón, rollo o picota de la Real Justicia. Éste consistía en un grueso madero que se encontraba inserto en el suelo[9]. Con una cruz de madera se indicaba el sitio donde debía construirse la iglesia, la cual debía de quedar un poco más alto y así sobresalir en el conjunto. También se establecía el lugar de las Casas Reales y el Cabildo. Luego Diego de Losada, espada en mano tocaba con aquella dos veces el rollo o padrón, exclamando tres veces consecutivas estas palabras:

En nombre de Su Majestad para ejecución de la Real Justicia mandó alzar y se alzó un rollo de madera en alto en la plaza de esta dicha ciudad y estando el dicho capitán a caballo y armado de todas las armas dijo en alta e inteligible voz que podía ser oído de todos los circunstantes que si había alguna persona que se lo contradijese que saliese a lo pedir y demandar que en nombre de Su Majestad lo defendería lo cual dijo tres veces tirando de cada vez un golpe y dando en el dicho madero con una espada desnuda que en la mano tenía en señal de posesión y no hubo persona alguna que se lo contradijese y así quedó en quieta y pacífica posesión de la dicha ciudad y términos sin contradicción de persona alguna.

     Luego repartió a los vecinos los solares y tierras a los Alcaldes, Regidores y Oficiales.

             

     En 1965, al cumplirse los 25 años del Banco Central de Venezuela, su Junta Directiva acordó  producir la emisión de una serie de billetes de Bs. 5, para conmemorar el Cuatricentenario de la Fundación de Caracas (1567-1967).
Fue apodado popularmente con el mote de Dieguito, por la imagen del fundador que aparece en el centro del anverso, donde el pintor Felipe Sánchez representa imaginariamente el momento de la Fundación de la ciudad, realizada el 25 de julio de 1967. En el reverso se reproduce la Traza de la ciudad de Santiago de León de Caracas, del año 1578, conservada en el Archivo General de Indias, en Sevilla, España, ejecutada por Diego de Henares, por orden del Gobernador de Venezuela, don Juan de Pimentel, cuando todavía la capital de la Provincia de Venezuela, era la ciudad de Coro. Su validación se efectuó el 10 de mayo de 1966 con las firmas de los Doctores Alfredo Machado Gómez y Carlos Rafael Silva, quienes para esa época se desempeñaban como Presidente y Vicepresidente del Instituto emisor.  El grabado del retrato lo hizo el norteamericano Alfred Sealey. De este billete, fabricado por American Bank Note Co., el Banco Central ordenó la impresión de veinte millones de ejemplares. De las series A, B y C, seis millones de cada una y de la serie D, dos millones de piezas.




[1] Al respecto, nos permitimos recomendar la lectura del Memorial que dio el bachiller Luis Sánchez, residente en Chillarón de Pareja, al Presidente Espinosa, en Madrid a 26 de agosto de 1566,  en que ponía de manifiesto los abusos y crueldades cometidos  por los españoles en Indias.
En: Archivo General de Indias. Sección Patronato, legajo 171, número 1, ramo 11.
[2] El original se encuentra en el Archivo General de Indias, en la ciudad de Sevilla, Sección Patronato, Legajo 294, ramo 12.  Hay  otro ejemplar en el Archivo de Londres. Fue dada a conocer Marcos Jiménez de la Espada en su obra Relaciones Geográficas de Indias. Perú-Madrid: Tipografía de Manuel G. Hernández. 1881-1897. Poco tiempo después Ángel Altolaguirre y Duvale la reproduce en su obra Relaciones Geográficas de la Gobernación de Venezuela (1767-1768). Madrid: Real Sociedad Geográfica. 1909. 350 p. Tiempo después, Germán Latorre, la publica en su obra Relaciones Geográficas de Indias (contenidas en el Archivo General de indias de Sevilla). La Hispanoamérica del siglo XVI, Colombia, Venezuela, Puerto Rico, República de Argentina. Colección y publicación hecha por ___ Catedrático de la Universidad y Jefe de Publicaciones del Centro de Estudios Americanistas de Sevilla. Sevilla: Lit. Zarzuela. 1919, p. 63-97. (Biblioteca Arcaya: 893).  El mismo  año, la reproduce  el Boletín del Centro de  Estudios  Americanistas de Sevilla, año VI, Nº 25. 1919. p. 17.;  de donde la tomó  la Academia Nacional de la Historia, y la vuelve a reproducir en su  Boletín. Tomo X, Nº 39 y 40 de 1927;  tiempo después, este mismo Boletín la reproduce parcialmente en el Tomo XXII, Nº 85. Walter Dupouy, hizo un comentario etnográfico en el Nº 2 de  Acta Venezolana.  Fray Froilán de Rionegro la incluye en sus Actuaciones y documentos del Gobierno Central de la unidad de la Raza en el descubrimiento, exploración, población, pacificación y civilización de las antiguas provincias españolas hoy República de Venezuela, 1486-1600. Siglos XV y XVI. Coleccionados bajo dirección y estudio de..., Misionero capuchino. Editado y publicados por el Gobierno de Venezuela. Tomo  primero. Introducción. La Coruña (España): Tipografía El Ideal Gallego. Cantón Grande, 22, 1926. XI+389+88 p., 23 x 16 cm. (Biblioteca Arcaya: 10.788);  el Hermano Nectario María la inserta en su Historia de la Conquista y Población de Caracas. Caracas: Concejo Municipal del Distrito Federal. Gráficas La Bodoniana. 1979. 416 p.  y  Antonio Arellano Moreno (Comp.) la incluye en su obra Relaciones Geográficas de Venezuela durante los siglos XVI, XVII y XVIII.  Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. Serie Historia Colonial de Venezuela. Nº 70. Madrid. 1964. Véase además: Fray Lino Gómez Canedo.: The Coming of Franciscans to Venezuela in 1575. Separata de la revista The American, vol. XVIII, Nº 4.  Washington, abril. 1962.
[3] Se encuentra en el Archivo General de Indias de la ciudad de Sevilla, Sección Indiferente General, Legajo 1528. Fue publicada  la primera vez por Cesáreo Fernández Duro, en la Historia de la Conquista y  Población de Venezuela de Oviedo y Baños.  Madrid: Luis Navarro Editor. 1885. 2 vol. (Biblioteca Arcaya.: 10.800). Posteriormente la reprodujo Juan Besson en su  Historia del Zulia. Tomo 1. Editorial Hnos. Belloso Rossell. Maracaibo. 1943. 5 vols. (Biblioteca Arcaya.: 11.328), y Julio Febres Cordero le hace un comentario etnográfico, en Acta Venezolana, Nº 2. 1945. El Hno. Nectario María la inserta íntegramente en su obra Los orígenes de Maracaibo. Madrid: Villena Artes Gráficas. INCE. 1977. p. 454-461.
[4] Se consiguió en el Archivo General de Indias de la ciudad de Sevilla, Sección Patronato, Legajo 294, ramo 11. Fue publicada por primera vez en el Boletín del Centro Histórico Larense,  Barquisimeto-Estado Lara. Nº II, abril-junio de 1942, quien la tomó de la copia que realizó Fray Froilán de Rionegro. El Hno. Nectario María hizo una nueva transcripción corregida para su obra Historia de la Fundación de la Ciudad de Nueva Segovia de Barquisimeto. Caracas: Ávila Gráfica S.A. 1952.
[5] Ejemplar existente en el Archivo General de Indias de Sevilla. Hay una copia en la Academia Nacional de la Historia  Documentos relativos a la Gobernación de Venezuela. 1531-1579. Libro Nº 7. Doc. 29. Igualmente fue publicada en el Boletín del Centro Histórico Larense, Barquisimeto-Estado Lara. Nº XI, julio-septiembre de 1944. R.D. Silva Uzcátegui la publicó en la Enciclopedia Larense. Tomo 1. Caracas. 1941; y Tulio López Ramírez hizo el estudio  etnográfico en la Memoria de la Sociedad de Ciencias Naturales La Salle. Nº 12.
[6] Está en el Archivo General de Indias de Sevilla. Se reproduce en el Boletín del Archivo Nacional, Nº 108. 1942, y el Hno. Nectario María la utilizó en su obra El Gobernador y Maestre de Campo Diego García de Paredes fundador de Trujillo de Venezuela. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo. 1957.
[7] Actualmente esta planta se conoce con el nombre de Hierba Caracas, Pira o Amaranto (Pertenece al género Amaranthus y a la familia Amaranthacea: Amananthos dubius martius), y desde la época del descubrimiento constituye una importante alternativa nutricional como proteína vegetal de alta calidad, con excelente balance de aminoácidos, buen tenor de carbohidratos, minerales, vitaminas (A y C)  y  alto contenido de fibras.
Su grano contiene abundante fósforo, magnesio, hierro, zinc, cobre y lisina, un aminoácido esencial para la correcta actividad del organismo, llegando a tener una cantidad similar a la de la leche de vaca.
Sus hojas son ricas en ácido fólico, calcio y vitaminas A, B2 y C (de ésta última tiene más que la naranja), y como si fuera poco, su tallo posee una alta porción de hierro. En general, sus cualidades nutritivas son superiores a las de la espinaca y la acelga.
Esta hierba era el componente base de la alimentación cotidiana de nuestros antepasados, y la cual, con un poco de difusión, se puede volver a utilizar, para la alimentación humana y animal (aves de corral, bovinos, ovinos y porcinos).
Desde el punto de vista farmacéutico sirve como cicatrizante y antioxidante para bajar la fiebre y combatir parásitos. Por su alto contenido de vitamina A también es utilizada para la elaboración de cosméticos, además, con ella se pueden preparar muchos platos sabrosos y nutritivos, como atoles, cremas, encurtidos, ensaladas, gratinados, tortillas o revoltillos, panes, puré, salsas y  sopas, además, su cultivo se puede hacer en cualquier tipo de tierra, por sus pocas exigencias de agua y abono.
Puede alcanzar un metro de alto. Sus hojas (elíptica, ovalada o rómbica) de color verde tienen el borde continuo y son más anchas que en la punta. El área de la hoja tiene entre 3 y 12 centímetros de longitud y de 2 a 8 centímetros de ancho. Sus espigas terminales o axilares tienen entre 10 y 25 cm de largo. Los tallos son de color verde o rojizo, erectos, con ramificaciones desde la base y no tienen tronco central. Las semillas de color oscuro son tan pequeñas que hace difícil su utilización en forma de harina. Como se puede observar, esta planta es de un elevado poder nutritivo.
[8] Véase: Archivo Histórico del Concejo Municipal.: Actas de Cabildo del 16 de agosto de 1774. 
C.F.: Juan Ernesto Montenegro.: El Ávila. Primera ordenanza conservacionista. En: Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Tomo LXXVII, Nº 308, Octubre-Diciembre de 1994. p. 114-118.
[9] Es considerado a lo que en futuros tiempos sería la colocación de la primera piedra.

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