Por David R. Chacón Rodríguez.
Fue Isnotú, un pequeño pueblecito
montañoso de los Andes Trujillanos, el lugar escogido por la Divina Providencia
para que naciera allí, el 26 de octubre de 1864, el niño José Gregorio
Hernández Cisneros, quien con el correr de los años vendría a ser el primer
venerable de la iglesia venezolana.
Sus padres se habían conocido en el
pueblo de San Alejo de Boconó, en donde vivieron hasta la guerra de la Federación.
Cuando empezó la contienda don Benigno, se vio perseguido por Martín Espinosa,
un liberal exaltado que debido a sus discrepancias políticas, juró aplicarle la
sentencia capital, por militar en el
bando opuesto. Al saber la noticia de
que Espinosa se acercaba a su hacienda con el fin de cumplir su injusta
amenaza, Benigno, ante el inminente peligro resolvió huir, donde no le
alcanzaran los odios del caudillo analfabeto y anodino. Avisándole previamente
a su amada, a media noche, cuando ya todo el mundo estaba dormido emprendió su
viaje en una briosa yegua que llevaba enfundados los cascos para silenciar sus
pisadas. Cuando pasó por la casa de su prometida, ésta le salió al paso
jineteando una impetuosa cabalgadura expresándole que estaba lista para correr
con él la misma aventura en lueñas tierras desconocidas. Como no había tiempo
para avisarle a nadie, grávidos de temores y peligros se marcharon juntos, en
esa ruta de azares y angustias. Después
de varios días de caminos, llegaron a Isnotú, donde contrajeron matrimonio el
22 de octubre de 1862.
José Gregorio, fue el 2º hijo del
matrimonio formado por Don Benigno María Hernández Manzaneda y Josefa Antonia
Cisneros Mansilla, de esta unión nacerán en total siete hermanos: María Isolina
(24-5-1863); José Gregorio (26-10-1864); María Isolina del Carmen (25-5-1866);
María Sofía (29-9-1867); César Benigno (30-8-1869); José Benjamín Benigno
(6-8-1870); y Josefa Antonia Hernández Cisneros (24-8-1872).
Con autorización del párroco de
Escuque, don Zoilo Troconis, el 30 de enero de 1865 recibió del presbítero
Sinforiano Briceño, el sacramento del
bautismo en la iglesia Parroquial del Santísimo Nombre de Jesús de
Escuque, actuando como padrinos Tomás Lobo y Perpetua Enríquez.
Dos años después, en diciembre de 1867,
el joven José Gregorio, aprovechando la visita pastoral del Obispo de Mérida,
Monseñor Juan Hilario Bosset, toma la confirmación apadrinado por el Presbítero
Francisco de Paula Moreno.
José Gregorio celebra su primera
comunión, en la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Rosario de Libertad.
El 28 de agosto de 1872, muere la madre
de José Gregorio, doña Josefa Antonia Cisneros, cincuenta y cuatro días antes
de cumplir los 10 años de matrimonio. Los funerales tuvieron lugar en la
iglesia parroquial de Nuestra Señora de Rosario de Libertad.
Su recuerdo amable y cariñoso quedó
grabado en él y una vez lo condensó con estas palabras: Mi madre, que me amaba, desde la cuna me enseñó la virtud, me crió en
la ciencia de Dios y me puso por guía la santa caridad.
El 16 de noviembre de 1876, su padre
contrajo nuevas nupcias con Doña María Hercilia Escalona. El matrimonio se
efectuó en la parroquia de San Alejo de
Boconó. De esta unión nacerán otros seis niños.
Las primeras letras las recibió de su
madre, quién además de enseñarle los rudimentos de lenguaje, urbanidad y
matemáticas, le inculcó el amor por el catecismo, la historia sagrada y sus
obligaciones para con Dios y con la Patria. Posteriormente, fue inscrito en la
única escuela privada existente en Isnotú, la de Pedro Celestino Sánchez, un
viejo lobo de mar, y su esposa Carmen Sánchez de Jelambi, quienes después de
cuatro años de enseñanza le sugirieron al padre que lo enviara a Caracas, pues
poco quedaba por enseñarle. Siguiendo su consejo, en febrero de 1878, a los 13
años de edad, parte hacia la capital en compañía de dos amigos de su padre, los
diputados al Congreso, Jesús Romero y Francisco Vásquez, con el fin de estudiar
sus cursos preparatorio y filosófico. Una vez matriculado en el Colegio
Villegas, obtuvo las más altas
calificaciones, tal es así, que el Director, Doctor Guillermo Tell Villegas, al
darse cuenta de las brillantes cualidades que se escondían en el nuevo alumno,
lo nombró, aún siendo estudiante de primer año de filosofía, catedrático de
aritmética e Inspector vigilante, cargos estos que desempeñó con esmerada
competencia durante su permanencia en el establecimiento. En esa época sus
profesores fueron: Guillermo Tell Villegas, Celedonio Rodríguez, Juan José y
Pedro Aguerrevere, Pablo Acosta Ortiz, Andrés María Caballero, Rafael Seijas,
Félix Soublette y Francisco J. Mármol.
Dice Núñez Ponte que desde ese tiempo
ya se asomaba en Hernández aquel fondo de
incontrastable rectitud, espíritu de justicia, ansia de saber, gravedad del
trabajo y criterio práctico negado a lo quimérico, a lo ligero y a lo frívolo.
Espejo de juventud, nada le falta ni en brillo, ni en tersura, ni en fineza.
Aunque de exterior retraída y en apariencia frío, guarda un alma tierna,
desinteresada y ardiente, y mediante la reflexión habitual, el apego firme al
deber y la regularidad perseverante de la vida llegará a apurar el acerado temple de ánimo que ha de
distinguirle siempre.
En junio de 1882, José Gregorio termina
el Bachillerato, y comienza sus estudios de Medicina en la Universidad Central
de Caracas, donde siempre obtuvo las calificaciones más altas y sus
catedráticos, los doctores José de Briceño, José Ignacio Cardozo, Alejandro
Frías, Adolfo Frydensberg, Calixto González, Vicente G. Guánchez, Nicanor Guardia, E. Jelambi, Guillermo
Morales, Elías Rodríguez, José Urbano, Manuel Velásquez, Antonio José Villegas
y muchos otros tuvieron siempre por él un profundo respeto y admiración.
Era tanta sus sed de conocimientos, que
al poco tiempo los textos de la Facultad
le parecieron deficientes; razón por la cual pidió a París las obras más
recientes y completas de Anatomía, Fisiología, Patología, Terapéutica e
Higiene. José Gregorio era un hombre erudito y sabio que además del castellano
estaba versado en otros idiomas, tales como el latín, inglés, francés,
italiano, alemán y portugués, de cuyos autores acostumbraba a leer los clásicos
en las áreas de ciencia, arte, historia, literatura, filosofía y poesía. Vivía
especial satisfacción de saber cada día algo más que el anterior, de intimar
con el pasado, de comprender mejor los fenómenos de la vida, los procesos de la
naturaleza, etc.
El 19 de junio de 1888 presentó su
examen de Bachiller en Ciencias Médicas, tocándole disertar sobre La doctrina de Laennec que asienta la unidad
del tubérculo es hoy una verdad comprobada a pesar de la escuela de Virchow que
sostiene la dualidad. La exposición resultó ser excelente y por eso mereció
su publicación.
El
29 de junio de ese mismo año, en presencia del Rector Doctor Santos
Dominici, sacó a la suerte las tres preguntas que la facultad de Medicina
mandaba por ley y le tocó defender las siguientes tesis: 1º- Medios para distinguir la locura simulada de
la locura real.; 2º- El lavado del estómago es una operación inocente y de gran
utilidad en las operaciones de este órgano en que esté indicado.; 3º- En casa de cálculo vesical, ¿cuándo está
indicada la litotricia y cuándo las diferentes especies de talla?, y
Después de superar esta prueba, al día siguiente presentó su examen para
obtener el título de Doctor en Ciencias Médicas, también en presencia del
Rector y cinco examinadores, que lo interrogaron acerca de los diferentes temas
de la carrera, durante media hora cada uno. El examen fue público y asistió
gran número de personas, además de los estudiantes, siendo aprobado por
unanimidad como sobresaliente. El Rector Dominici, al otorgarle el título, le
dijo las siguientes frases proféticas:
Venezuela y la medicina esperan mucho del Doctor José Gregorio Hernández.
Cuando se graduó tenía veinte tres años. Su aprecio y admiración hacia la
familia Dominici lo llevó a borlarse el
día del santo de Pedro Cesar y su padre que llegó a quererlo como un hijo,
decidió que su triunfo se celebraría en su casa.
Para hacerle frente a sus nuevas
obligaciones, el 18 de agosto se traslada a su pueblo natal con el fin de
ejercer su profesión, pero lamentablemente la invidia medicorum, como el mismo la llamara, lo hizo regresar a
Caracas porque en Isnotú, los dos médicos del pueblo, que además eran los jefes
de los partidos políticos allí representados, le hicieron la guerra y lo
tildaron de godo.
Al poco tiempo de llegar José Gregorio se encontró con su antiguo
profesor de fisiología e higiene, el Doctor Calixto González, médico de cabecera
del entonces Presidente de la República General y fundador del Hospital Vargas,
Doctor Juan Pablo Rojas Paúl, quien al manifestarle su deseo de ampliar sus
conocimientos, le recomienda ante el Primer Mandatario para que le conceda una
beca para seguir estudios de
Microscopía, Histología Normal y Patológica, Fisiología Experimental y
Bacteriología.
Durante su estadía en París y Berlín,
estudia con Matías Duval, quien le imparte las materias de microscopía,
embriología e histología; Charles Richet, en fisiología; y con Isidore Straus,
en Bacteriología.
Allí en la ciudad luz sus compañeros se
divierten y hablan de las nuevas tendencias filosóficas y religiosas. Muy pocos
creen en Dios y ninguno va a misa. Todos conocen al Doctor Hernández y lo
invitan a sus fiestas y reuniones pero ninguno consigue que acepte. Con ellos
sólo compartirá en la Universidad y en los hospitales.
Como al Doctor Hernández, la vida
nocturna de París nunca le llamó la atención, un grupo de amigos que formaban
parte de la colonia estudiantil venezolana en París, se reunió con la intención
de jugarle un broma, lo invitaron a una reunión con la excusa de celebrar la
fecha patria del 5 de julio, con la promesa de que serían muy formales para que
no se enfadase. El Doctor Hernández ingenuamente creyó en la veracidad de sus
amigos y asistió a la cita en casa de
las mujeres de mala vida que ellos previamente habían aleccionado. Una de
ellas, La Chaton, tenía fama de hacer
caer aún a los más castos, por lo tanto ella fue la elegida para tentar al
joven José Gregorio. Cuando él llegó, no dudó ni un instante que se trataba de
distinguidas señoras de sociedad y como a tales las saludó muy respetuoso. Sus
compañeros maliciosamente sonreían divertidos. Poco a poco fueron retirándose
hasta dejarlo sólo con La Chaton,
pensando en el éxito que ella obtendría. Después de media noche volvieron
sigilosamente, pero sólo encontraron a La Chatón que lloraba desconsoladamente,
y entre sollozos les decía: Ustedes son
unos bandidos..., Por burla me han dejado con un verdadero Santo..., Estoy
arrepentida de mi vida de pecado...Las cosas que me ha dicho ese hombre....
ante esta lamentable situación, donde José Gregorio no se dejó avasallar por
seducciones ni intereses terrenos, todos se quedaron mudos y por un tiempo
Hernández no les dirigió la palabra, ni en su vida volvió a hablar de este
suceso. Para ese entonces José Gregorio tenía 26 años.
José
Gregorio Hernández, franciscano seglar
Al tratar las virtudes heroicas
del Dr. José Gregorio Hernández debemos mencionar que fue un católico ejemplar,
modelo de fe, de caridad cristiana y santidad comprobada. En su deseo de
perfección, abrazó el estado de los penitentes que llevaban una vida de duras
mortificaciones, castidad y continencia
perpetua. Para realizar su programa de vida espiritual siguió el ejemplo de San
Francisco de Asís que presenta al hombre como un ser de amor y se comprometió a
vivir el Evangelio siguiendo las huellas de Cristo, a la manera que él expuso
en sus «Memoriale propositi» (1221) y
a las Reglas aprobadas por los Sumos Pontífices Nicolás IV y León XIII, quien
en un intento de democracia cristiana, el viernes 15 de mayo de 1891, promulgó
la famosa Encíclica Rerum Novarum «De las
cosas nuevas» o «De los cambios
políticos», que acomodan a los seglares a las exigencias y a las esperanzas
de la santa Iglesia, en las nuevas condiciones de los tiempos y para cumplir
sus propósitos el 7 de diciembre de 1899, se inscribe Orden Franciscana Seglar.
Como vecino de la iglesia de
Nuestra Señora de las Mercedes practicaba con santo deleite las infinitas
excelencias de la vida religiosa. Concurría diariamente, entre las seis y las
siete de la mañana, con asiduo fervor y diligente devoción, en visita
edificante a la Santa Misa, comulgando en la más conmovedora postura, después
se arrodillaba en el lado sur del arco que une la nave central con la lateral,
donde se encuentra el altar de La Piedad y la epístola del Altar. En ese
momento, siguiendo a los humildes hijos del Patriarca de Asís, vestía la librea
del terciario con su santo escapulario y cuerda.
. En aquel tiempo La toma de habito consistía en profesar por un año, la Regla y vida de los Franciscanos Seglares que consistía en guardar el Santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo siguiendo el ejemplo de San Francisco de Asís, que hizo de Cristo el inspirador y centro de su vida con Dios y con los hombres. Cristo don del amor del Padre, es el camino hacia Él, es la verdad en la cual nos introduce el Espíritu Santo, es la vida que Él ha venido a traer abundantemente.
Los franciscanos seglares se
dedicaban asiduamente a la lectura del Santo Evangelio, pasando del Evangelio a
la vida y de la vida al Evangelio".
Una
vez Razetti recordando las virtudes de José Gregorio escribió a sus familiares
diciendo: Creo que hay virtudes que se
pueden imitar, pero la castidad de Hernández no..., y así era en efecto, el
doctor Hernández pasaba sus ratos de descanso leyendo, tocando violín o piano y
pintando. A una de sus cuñadas una vez le regaló un cuadro del Sagrado
Corazón, hecho por él, y otro de Nuestra
Señora del Sagrado Corazón de la cual era muy devoto.
De regreso a Caracas, en 1891, fue
designado catedrático de Histología Normal y Patología, Fisiología y
Bacteriología en la Universidad Central de Venezuela.
Antes del doctor Hernández, la
enseñanza de la medicina en Venezuela se hacía mediante figuras pintadas en los
textos, descripciones éstas que se aprendían y se repetían en coro. Siendo
escasa la práctica rutinaria. Es con él cuando se inicia la verdadera reforma
con la implementación de la medicina experimental en Venezuela, poniéndose en
práctica el uso del microscopio, los contajes globulares, las vivisecciones
animales, la teoría celular de Virchow y la estructura celular. Fue tal su
escuela, que el Doctor Diego Carbonell expresó: Hernández fue el biólogo más ilustre que haya brillado en la Escuela
Médica de Caracas.
Todo el fruto de su inteligencia y de
su sensibilidad las plasmó en los predios de la ciencia y del arte con profunda
naturalidad. Entre los trabajos publicados en área científica, que Razetti
llamó Hermosos capítulos de ciencia alta
y profunda, legados a la cultura nacional, figuran: Sobre el número de glóbulos rojos; Sobre la angina de pecho de
naturaleza palúdica (en colaboración con el Dr. Nicanor Guardia; Elementos de Bacteriología; Elementos de
Embriología. Prolegómenos. (Sus escritos originales sobre esta materia se
extraviaron); Estudio sobre la anatomía
patológica de la fiebre amarilla (En colaboración con Felipe Guevara Rojas). Nota
preliminar acerca del tratamiento de la tuberculosis por el aceite de chaulmoogra.
De su
cátedra como profesor, se encuentran las clases que dio a un grupo de sus
alumnos, figurando entre ellas: Lecciones
de Bacteriología I-IX, (dictadas durante el año 1873. Fueron recogidas por
los Bachilleres José A. Cuevas y José H. Cardozo); Lecciones tomadas en sus clases
Fisiología; Lecciones tomadas en sus
clases de Histología y Embriología; Lesiones anatomopatológicas de la pulmonía
simple o crupal; Lecciones tomadas en sus clases de Bacteriología y
Parasitología; Lecciones tomadas en sus clases de Anatomía Patológica, recogidas
por el Bachiller José Izquierdo. Y en el ramo humanístico tenemos: El Señor Don Nicanor Guardia; La verdadera
enfermedad de Santa Teresa de Jesús. (Inédito e inconcluso); Elementos de Filosofía, que fue obra de
texto en diversos centros educacionales, y en cuyo prólogo expresaba: (Presenta
con gran claridad sus convicciones filosóficas). Visión de Arte. (Sueño donde describe el cuadro de la
Multiplicación de los panes de Arturo Michelena); En un vagón, es un argumento sobre el libre albedrío); Los Maitines. (Describe con toda
elegancia los que presenció en La Cartuja).
En 1904 es llamado para ocupar el
sillón Nº XXVIII como Miembro fundador de la Academia Nacional de Medicina, y
al año siguiente, recibió la Medalla de
Instrucción Pública.
Poniendo de un lado la brillante
posición que ocupaba por su virtud y saber, decidió obedecer el llamado de
Dios, y el 16 de julio de 1908, cuando frisaba los 44 años de edad, viaja a Europa con el fin de ingresar a la
Cartuja de Farneta cerca de la ciudad de
Lucca, en Italia. Durante su permanencia de diez meses como Cartujo tomó el nombre de Fray Marcelo. Esta exigente
orden religiosa (ordo cartusiensis), fundada en Francia por San Bruno en el año
1806, se caracteriza por llevar una vida de anacoretas, es decir, sacerdotes
que viven solos en el desierto. La oración, la lectura y el trabajo manual, que
consiste principalmente en copiar libros, son sus ocupaciones ordinarias. Según
la regla de su fundador, sus normas son el aislamiento, la extrema pobreza, el
silencio y mutismo absoluto, la meditación, la lectura, la oración, abstinencia
perpetua y por la frecuencia con que mortifican su cuerpo con severos y rigurosos ayunos, así como las
prolongadas vigilias. No conocen el uso del alimento animal. Los domingos y
jueves comen huevos y queso, los martes y sábados se alimentan de huevos
cocidos; y los otros días de la semana, viven con pan y agua. No hacen sino una
sola comida al día, excepto en las octavas de natividad, epifanía, pascuas,
pentecostés y algunas otras fiestas. Son los monjes más pobres, llevan un rudo
cilicio. Estas severas reglas impuestas por su fundador aún permanecen vigentes. Lamentablemente no pude
vivir allí más de nueve meses porque no
tenía suficiente fuerza física para resistir al frío, al ayuno y al trabajo manual.
Por disposición del ciudadano
Presidente Provisional de la República, el 14 de septiembre de 1909, se crea
por resolución del Ministerio de Instrucción Pública la cátedra de Anatomía
Patológica Práctica y se nombró al Doctor José Gregorio Hernández como su Profesor, el cual estuvo al frente de ella
dos años, desde 16 de septiembre de 1909 al 1º de septiembre de 1911, de sus
trabajos al frente de esta cátedra se conservan: De la nefritis en la fiebre amarilla, el 20 de enero de 1910 (Recogida por el Bachiller
José Izquierdo); y el 10 de febrero de
1910, presentó en el Congreso
Panamericano de Washington, su investigación Estudios de Parasitología Venezolana. De la Bilharziasis en Caracas. En el cual relata siete casos de esta
enfermedad, basado en el estudio coprológico de las heces de los sujetos
examinados.
El 18 de julio de 1913 renuncia a su
puesto como Académico de Número en la Academia de Medicina, pero seis días
después, su Secretario Perpetuo Doctor Luis Razetti le comunica que ese cargo no
es renunciable. A fines de ese año, ingresó en el Colegio Pío Latino de Roma,
para seguir la carrera sacerdotal, pero al poco tiempo tuvo que abandonar su
intento por motivos de salud.
En cierta ocasión el Doctor Hernández,
que siempre tuvo la justicia por norma, aplazó a cinco estudiantes, porque
tenían más de cuarenta faltas de asistencia a clase. Los discípulos se armaron
y fueron en busca del maestro. El maestro al oír las voces encolerizadas de sus
alumnos respondió con imprevista mansedumbre:
-Señores: sólo he cumplido con mi deber. Ustedes pueden hacerme lo que quieran,
que yo me haré la ilusión de que me ha atropellado el tranvía... Huelga
decir que los jóvenes, antes de alejarse avergonzados, le pidieron mil
perdones. Coincidencia trágica, no fue un tranvía, sino un automóvil el que
años más tarde, privó a Caracas de su benefactor y héroe científico.
En horas de la tarde del lunes 18 de
marzo de 1918, al regresar del entierro de su hermano Pedro Luis, José Gregorio
manifestó a su familia en la casa de Tienda Honda que Esta vez le toco a Pedro Luis. Yo le pido a Dios que el próximo que se
lleve sea a mí.
Y así aconteció, el domingo 29 de junio
de 1919, día de los Santos Apóstoles San Pedro y San Pablo, día en que cumplía
su trigésimo primero aniversario de haber recibido el grado de Doctor, después
de almuerzo, a eso de las dos de la tarde, el señor Jacobo Salazar Sucre, lo
fue a llamar para que fuese a atender a un niño que se había caído de una
ventana de balconcete. Cuando llegó encontró que el doctor ya estaba sentado en
la mesa, inclusive con la servilleta puesta, pero cuando le informaron de que
se trataba de un niño herido, se levantó, aún en contra de la voluntad de sus
familiares, y haciendo gala de la bondad
que lo caracterizaba, dijo que: si se
trataba de un niño herido, no se podía
dejar para más tarde.
En aquel entonces vivía con su hermana
Isolina de Carvallo, en la casa número 3, ubicada entre las esquinas de San Andrés y Desbarrancados, en la
parroquia de La Pastora.
En las cercanías de la farmacia de
Amadores, le dijo al señor Salazar Sucre que se adelantara y le dijera a la
madre del niño le tuviera agua hervida, que mientras tanto él compraría lo
necesario, porque tal vez en la casa no había lo que él iba a necesitar.
Esta familia se apellidaba Fagúndez y
vivía a pocos metros de su casa, entre las esquinas de Cardones y Aurora.
Al salir, a eso de las 2 de la tarde,
observó que el tranvía que bajaba de La Pastora estaba estacionado en el desvío
y pensó atravesar la calle por delante, sin darse cuenta que en la misma
dirección se acercaba un automóvil proveniente de la esquinas de Guanábano
hacia la de Urapal.
Cuando se dio cuenta que el vehículo[3] se
avalanzaba sobre él, sólo atinó a exclamar ¡Virgen
Santísima!.
Su cuerpo, alcanzado por el auto fue
arrojado contra el poste de hierro que sirve para el alumbrado público de la
calle frontera a la botica, fracturándose la base del cráneo con la acera.
Auxiliado inmediatamente por el chofer
Fernando Bustamante[4],
fue trasladado al Hospital Vargas, a donde ingresó en estado de coma.
Tenía un morado y una pequeñísima
herida en la sien derecha, sangre en la nariz, la boca y la cabeza. Arriba de
las rodillas había en ambas piernas una franja morada.
El capellán del hospital. Presbítero
Doctor Tomás García Pompa, le impuso los santos
óleos.
Después que el cadáver fue reconocido
por los Doctores Francisco Ignacio Carreño y Ramón Aveledo, fue llevado a la
casa Nº 57 entre las esquinas de Tienda
Honda y Puente Trinidad para que fuera velado.
Cuando hubo terminado los oficios
religiosos, al salir de la Catedral se ordenó poner el féretro en una carroza
tirada por dos parejas de caballos americanos, para conducirlo al cementerio,
pero el pueblo clamoroso se irguió voceando:
El Doctor Hernández es nuestro. El
Doctor Hernández no va en carro para el cementerio. Si lo meten al Doctor
Hernández en carro, lo romperemos. A nuestro hombros, Doctor, Usted, ni después
de muerto en coche. Y actuando como un sólo hombre,
se posesionó de la urna y con el mayor respeto lo llevó en procesión.
El inesperado y funesto fallecimiento
del Siervo de Dios produjo un profundo dolor en la sociedad caraqueña. Una
incontrolable multitud de personas lo visitaron para darle su último adiós y
asistieron a su exequias, demostrando así, evidentemente, la estima y aprecio
en que todos tenían a tan eminente hombre.
La fama de Su Santidad que tuvo durante
su vida, continuó propagándose aún después de su muerte.
Por esta razón la Curia Arzobispal de
Caracas inició la Causa de Beatificación y Canonización, retomando el proceso
informativo que inició el Arzobispo de Caracas, Monseñor Lucas Guillermo
Castillo, cuando el 2 de julio de 1949 publica una oración pidiendo la
beatificación del Siervo de Dios José Gregorio Hernández, posteriormente el 18
de junio de 1949 publica un edicto anunciando el inicio del proceso Diocesano
de beatificación del Doctor José Gregorio Hernández.
Poco tiempo después el Arzobispo de
Caracas Monseñor Doctor Rafael Arias Blanco, lleva a Roma un cofre con los
recaudos del proceso diocesano de beatificación. En Roma se nombró al R.P.
Carlos Miccinelli como Postulador General de la Causa, y éste designó a
Monseñor José Rincón Bonilla, Vicepostulador de la Causa en Venezuela.
Con el tiempo estas actuaciones
decayeron hasta que el 10 de enero de 1957, se reanudan de nuevo las
investigaciones; y en 1961, se realizó en Caracas un proceso diocesano.
El día 2 de abril de 1964, se promulgó
el decreto Super scriptis Servi Dei,
sobre los escritos del Siervo de Dios; y luego siguieron los decretos de Introducción de la Causa, el 4 de
mayo de 1972; el de No Culto público
(prohibición que hace la iglesia de colocar la imagen en los templos, ofrecer
misas a su gloria, realizar reuniones piadosas a su nombre, etc.), el 5 de
enero de 1973; el Proceso Apostólico, acerca de las virtudes en particular,
realizado en Caracas desde 1972 a 1976.
El 1º de agosto de 1980 se publicó el
decreto de la Autenticidad del Proceso.
El 24 de septiembre de 1985, los Teólogos consultores, en reunión especial,
dieron su voto afirmativo sobre cada una de sus virtudes. Después los Padres
Cardenales, en la Congregación Ordinaria del 17 de diciembre de 1985, tras la
ponencia de la Causa hecha por el Señor Cardenal Eduardo Gagnon, reconocieron
que el Siervo de Dios José Gregorio Hernández Cisneros, había practicado las
virtudes teologales y cardinales en grado heroico.
Una vez que el Cardenal Palazzini en su
calidad de Prefecto y Ponente de la Causa, hizo relación de todo esto, a Su
Santidad Juan Pablo II, el Sumo Pontífice aceptó gozosamente el veredicto de la
Congregación para las Causas de los Santos y ordenó que se redactase en la
forma acostumbrada el Decreto sobre las virtudes heroicas del Siervo de Dios.
Después de cumplir con los trámites requeridos, el Santísimo Padre declaró
solemnemente en Roma, el 16 de enero de 1986 Que consta que las virtudes teologales Fe, Esperanza y Caridad para con
Dios y el prójimo, y de las virtudes cardinales Prudencia, Justicia, Templanza,
Fortaleza y sus anexas, del Siervo de Dios José Gregorio Hernández, en grado heroico, en el caso y para los
efectos de que se trata.
CONTRIBUCIÓN
A LA BIBLIOHEMEROGRAFÍA
DEL DOCTOR JOSE GREGORIO HERNÁNDEZ CISNEROS
David R. Chacón Rodríguez
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13-21. En: Tres discursos sobre José
Gregorio Hernández. Prólogo: Pedro Pablo Aguilar. Caracas: Cromotip. 1969. 61 p.
_____.:
Discurso en el viejo Paraninfo de la
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30 años del fallecimiento del Doctor José Gregorio Hernández. Publicado con
el Título El Diremos Mañana de la lección perenne, p.
23-51. En: Tres discursos sobre José
Gregorio Hernández. Prólogo: Pedro Pablo Aguilar. Caracas: Cromotip. 1969. 61 p.
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Palabras
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Caracas.
Tipografía La Nación. 1945.
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La
doctrina de Laennec que asienta la unidad del tubérculo es hoy una verdad
comprobada a pesar de la escuela de Virchow que sostiene la dualidad.
Discurso pronunciado por el entonces bachiller J. Gregorio Hernández al
presentar examen de bachiller en Ciencias Médicas en la Ilustre Universidad.
En:
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_____.:
La
doctrina de Laennec que asienta la unidad del tubérculo es hoy una verdad
comprobada a pesar de la escuela de Virchow que sostiene la dualidad.
Discurso pronunciado por el entonces bachiller J. Gregorio Hernández al
presentar examen de bachiller en Ciencias Médicas en la Ilustre Universidad.
En: José Gregorio Hernández. Obras Completas.
Caracas: Ediciones OBE. Organización de Bienestar Estudiantil. U.C.V. 1968. pp.
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Lecciones
de Bacteriología I-IX, (dictadas durante el año 1873. Fueron recogidas por
los Bachilleres José A. Cuevas y José H. Cardozo).
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IV, Núms. 6 y 7, pp. 48-49; 55-56.; Año
I. Mes V, 8, Año I. Mes V, Núm. 9, pp. 73-74; Año I. Mes VI, Núm.,11, pp. 53-54; Año I. Mes VII, Núm., 14,1893. pp. 77-78, y
Año I. Mes IX, Núm., 18, 1894, pp. 107-108.
_____.:
Lecciones
de Bacteriología I-IX, (dictadas durante el año 1873. Fueron recogidas por
los Bachilleres José A. Cuevas y José H. Cardozo).
En: José Gregorio Hernández. Obras Completas.
Caracas: Ediciones OBE. Organización de Bienestar Estudiantil. U.C.V. 1968. pp.
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El
Señor Don Nicanor Guardia.
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El
Señor Don Nicanor Guardia.
En: José Gregorio Hernández. Obras Completas.
Caracas: Ediciones OBE. Organización de Bienestar Estudiantil. U.C.V. 1968. pp.
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y Guardia, Nicanor.: Sobre la angina de
pecho de naturaleza palúdica.
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__________
y Guardia, Nicanor.: Sobre la angina de
pecho de naturaleza palúdica.
En: José Gregorio Hernández. Obras Completas.
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Sobre
el número de glóbulos rojos.
En: Gaceta Médica de Caracas. VII. (15): 84.
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Sobre
el número de glóbulos rojos.
En: José Gregorio Hernández. Obras Completas.
Caracas: Ediciones OBE. Organización de Bienestar Estudiantil. U.C.V. 1968. pp.
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La
verdadera enfermedad de Santa Teresa de Jesús. (Inédito e inconcluso).
En: José Gregorio Hernández. Obras Completas.
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Lecciones
tomadas en sus clases de Histología y Embriología,
recogidas por el Bachiller José Izquierdo, durante el curso dictado en el
año 1910.
En: José Gregorio Hernández. Obras Completas.
Caracas: Ediciones OBE. Organización de Bienestar Estudiantil. U.C.V. 1968. p.
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Lecciones
tomadas en sus clases Fisiología, recogidas por el Bachiller José
Izquierdo durante el curso dictado en 1908.
En: José Gregorio Hernández. Obras Completas.
Caracas: Ediciones OBE. Organización de Bienestar Estudiantil. U.C.V. 1968. pp.
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Lecciones tomadas en sus clases de
Bacteriología y Parasitología, recogidas por el Bachiller José Izquierdo.
En: José Gregorio Hernández. Obras Completas.
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Lecciones tomadas en sus clases de Anatomía
Patológica, recogidas por el Bachiller José Izquierdo, durante el curso
dictado en el año de 1906-1907. (Inéditas).
En: José Gregorio Hernández. Obras Completas.
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De la nefritis en la fiebre amarilla. 20
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En: José Gregorio Hernández. Obras Completas.
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Elementos de Embriología General.
(Prolegómenos). Caracas, 19 de abril de 1910.
En: José Gregorio Hernández. Obras Completas.
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En: José Gregorio Hernández. Obras Completas.
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Elementos de Filosofía. Tip. Emp. El Cojo. Caracas. 1912. 220 p. (Hay una
edición de 1912 y otra de 1959).
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Elementos de Filosofía.
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Gregorio Hernández. Obras Completas. Caracas: Ediciones OBE. Organización
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Visión de Arte
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Arturo Michelena).
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En un vagón
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En un vagón
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Los Maitines
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En: Revista
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__________y
Felipe Guevara Rojas.: Estudio sobre la
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Nota preliminar acerca del tratamiento de la
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la Universidad Central de Venezuela, tomando por modelo el de la Facultad de
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pronunciado por el Excelentísimo Señor Doctor Pedro Pablo Tenrreiro, Obispo
Titular de Ortossia, en el solemne funeral celebrado en la Santa Iglesia
Metropolitana, el 13 de julio de 1944, con motivo del XXV aniversario de la
muerte del Doctor José Gregorio Hernández, acaecida el 29 de junio de 1919.
Caracas: Americana. 1944. 18 p. 22 cm.
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TRAVIESO, Carlos R y Fermín Vélez Boza.: Informe
que presentan los Doctores Carlos R. Travieso y Fermín Vélez Boza acerca de los
restos del Doctor José Gregorio Hernández como expertos médicos nombrados por
la autoridad eclesiástica. Caracas, 18 de noviembre de 1975. Fue redactado con
ocasión de su exhumación y traslado del Cementerio General del Sur y su
reinhumación en la iglesia Parroquial de Nuestra Señora de Candelaria el día 23
de octubre de 1975.
En:
Revista de la Sociedad de Historia de la
Medicina. Vol. XXV, Núm. 39. Caracas. 1977. pp. 99-104.
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VELEZ BOZA, Fermín.: José Gregorio
Hernández. Obras Completas. Caracas: Ediciones OBE. Organización de
Bienestar Estudiantil. U.C.V. 1968.
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José Gregorio Hernández Maestro. Aporte al
conocimiento de su labor docente en la Facultad de Medicina de la Universidad
Central de Venezolana, de 1891 a 1919.
Separata
de la Revista Venezolana de Sanidad y
Asistencia Social. Caracas. Vol. XLII. Nº. 3 y 4. Julio-Diciembre de 1977.
Ediciones del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social. Oficina de
Publicaciones, Biblioteca y Archivo. Caracas, Venezuela.
_____.:
Historia de la microscopía en Venezuela. Siglos XVIII y XIX.
En: Revista de la Sociedad de Historia de la
Medicina. Caracas. Vol. 30. Nº 45-46. 1981. pp. 125-197.
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En: El Nuevo Diario. Caracas. Nº 2.332, del
lunes 30 de junio de 1919.
.-VILLEGAS
RUÍZ, Juan de Dios.: Elogio del Doctor
José Gregorio Hernández en la Academia Nacional de la Medicina, el 20 de
noviembre de 1919.
En: Gaceta Médica de Caracas. Caracas. Vol.
26. Núm. 20. 1919. p.215.
.-
YÁBER PÉREZ, Miguel.: José Gregorio
Hernández. 3ª edición. Caracas: Ediciones Tripode. 1989. 204 p.
[1] Llamada
también Fraternidad Seglar Franciscana, o también T.O.F. o Tercera Orden
Franciscana.
[2] Documento
facilitado por la Hna. Andreina Jiménez Rojas. Secretaria de la fraternidad de
la Merced O.F.S.
[3]
El conductor (chofer) se llamaba Fernando Bustamante y poseía el certificado de
conducir Nº 444, expedido por el Gobernador del Distrito Federal el 16 de junio
de 1919. El expediente del juicio seguido al señor Bustamante por la muerte del
Doctor José Gregorio Hernández se encuentra en la Oficina Principal del
Registro Público de Caracas, bajo el Nº 32, de fecha 29 de junio de 1919.
[4]
Tenía 28 años de edad.
Excelente Artículo felicitaciones
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