martes, 17 de marzo de 2015

Vargas, el ejemplo civil

JOSÉ FÉLIX DÍAZ BERMÚDEZ *

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Si de algo puede vanagloriarse Venezuela y tener en ello timbre de orgullo y compromiso es el haber contado en momentos trascendentales de su historia con hombres de significación, virtudes ejemplares, capacidad intelectual, méritos ciudadanos para cumplir la responsabilidad de orientar a la nación y haber ocupado inclusive la presidencia de la República.

Por cada dictador, autoritario y déspota que tuvimos, un ciudadano, un republicano, un estadista, una sociedad que se opuso a las fuerzas del atropello y la barbarie señalando el país futuro, más allá de la Venezuela de las pasiones y la lucha, la del deber, la del derecho, la de la escuela, la de la paz, la del bien común.

El Dr. José María Vargas simbolizó ideales de civilización y de cultura cuando su prestigioso nombre fue presentado en medio de nuestras contiendas políticas para detener las apetencias del instinto guerrero que se creyó dueño de la República por haberse expuesto en los campos de batalla,  representado en cambio el eminente sabio una etapa superior de pensamiento, civilidad y republicanismo que prometía al fin realizar los propósitos en los que se había fundado la nación y por los cuales se había alcanzado la  independencia.

La nueva República que había surgido en 1830 tuvo entre sus constituyentes principales a Vargas, sabio, prudente, ejemplar, en medio de la vergonzosa ingratitud contra Bolívar de la cual no se hizo parte y, al mismo tiempo, afirmando los cimientos de la nación, ya que bajo su ejercicio como presidente de la Convención de Valencia en ese mismo año surgieron la ley del 23 de julio que organizó a la Marina, el decreto que señaló los sueldos de los altos funcionarios, el decreto del 5 de agosto que abolió la confiscación y el notabilísimo decreto del 6 de agosto en el cual se consagraron las garantías de los venezolanos y en el cual, entre otras disposiciones, se reconocía la facultad de: "reclamar sus derechos" ante la autoridad pública que: "en ningún tiempo será impedida ni limitada"; la prohibición de que ningún individuo o asociación particular pudiese: "abrogarse la calificación de pueblo"; la libertad de pensamiento y el derecho de asilo. Igualmente, se consagró el impedimento de detenciones arbitrarias; el derecho de los presos a la comunicación; la exclusión del: "tormento, y todo tratamiento que agrave la pena"; la no extracción y utilización del tesoro público para fines indebidos y, por último, el sometimiento de los militares a la autoridad civil, todo lo cual evidenció su elevado carácter como hombre de Estado y los principios conforme a los cuales se afirmaba Venezuela.

Ante esos y otros hechos que testimoniaban su admirable conducta del pasado y del presente, nada pudieron lograr entonces contra el ilustre Vargas las infamias y asechanzas del militarismo que dirigido por Mariño, Carujo y otros más, se oponía a la candidatura presidencial civil imputándole carecer del: "prestigio moral... de las grandes acciones y las relaciones adquiridas en la guerra de independencia", con lo cual no se concebía a Venezuela de otra forma sino dependiente a la autoridad perpetua de las armas.

No obstante ello, Vargas ganó las elecciones presidenciales inaugurando así un primer ejercicio de transición republicana entre aquellos gobiernos sometidos por la espada del caudillo y aquellos otros que significaban el predominio de la ley y las aspiraciones de una ciudadanía libre.

Los desagradados enemigos del gobierno civil, el 08 de julio de 1835, desataron en Caracas sus acciones a través de actos intimidatorios con los cuales pretendieron forzar que el presidente Vargas renunciase abandonando su deber. No cedió el insigne magistrado ante ninguno de ellos, y cuando la cólera insultante de Carujo le expresó: "Señor doctor, usted sabe ya el pronunciamiento..., una revolución produjo el gobierno que usted ha servido..." y que: "Los gobiernos son de hecho...", Vargas le respondió: "La nación se ha constituido legalmente y establecido su gobierno hijo de un grande hecho nacional y la voluntad de todos legítimamente expresada...", ante esa respuesta de coraje y dignidad el antiguo conspirador septembrino gritó violentamente: "El mundo es de los valientes...", mientras Vargas con firmeza respondió: "No! El mundo es del hombre justo...". En ese momento cuando ya las pasiones se desbordaban el presidente civilista mantuvo e impuso finalmente su autoridad impidiendo en ese instante que se materializara el infame acto contra su gobierno para enaltecimiento de la República, del derecho y de la patria.

@jfd599
 |  EL UNIVERSAL
domingo 15 de marzo de 2015  
 

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