miércoles, 5 de noviembre de 2014

Visión del general Bernardo O'Higgins Riquelme, el primer soldado de Chile, a los 236 años de su nacimiento.


David R. Chacón Rodríguez*
                           

 
 
                  


Bernardo O'Higgins Riquelme

Desilusionado Miranda de los acontecimientos ocurridos en la República Francesa, continúa con su antiguo y amado proyecto de vida: la independencia de las colonias americanas.

El 22 de diciembre de 1797 firma en París, con el peruano José del Pozo y Sucre, y el chileno, Manuel José de Salas, delegados de las junta de diputados de los pueblos y provincias de la América Meridional, la famosa instrucción o Convenio de París, mediante el cual el Precursor fue investido con el carácter de Plenipotenciario ante Inglaterra y Estados Unidos para pactar la emancipación absoluta de las colonias hispanoamericanas. Esta instrucción consta de 18 artículos y en ella figura Dupérou como secretario.  Con este documento se da origen al derecho internacional americano. Hay quienes opinan que ese día debía ser declarado el Día de la América Latina.

Ya de regreso, a finales de 1797 Miranda organiza en su casa de Londres La Gran Reunión Americana. Una sociedad política y secreta, que basada en el dogma republicano, tenía como fin lograr la independencia de América. Ella funcionaba como Junta Central Directiva,  matriz encargada de dirigir sus sucursales o núcleos que muchos le han confundido con Logias Masónicas, cuando en honor a la verdad hasta los actuales momentos no se ha podido encontrar ningún dato concreto, ni prueba documental alguna que nos sirva de base referencial para certificar que el Generalísimo fuera masón, por lo tanto a nuestro modesto entender, su pertenencia a esta organización no queda ni afirmada ni refutada.

         Allí comienza el magisterio  continental de Miranda el cual se extiende a un sinnúmero de patriotas, entre los cuales vale la pena mencionar: el argentino Mariano Moreno, los chilenos Bernardo O’Higgins y José Miguel Carrera; los ecuatorianos Bejarano, Medrano, Carlos Montufar y Vicente Rocafuerte; el guatemalteco Del Valle; el mejicano Servando Teresa de Mier; los peruanos Bernardo Monteagudo y Baquijano; el popayanejo Ortis.

Bernardo O’Higgins Riquelme nació en Chillán el 20 de agosto de 1776 y partió a la inmortalidad en Lima, de una afección cardíaca el 24 de octubre de 1842, a los 64 años de edad. Sus restos fueron enterrados en la ciudad de Lima y repatriados en 1868 por una comitiva encabezada por Manuel Blanco Encalada, para luego ser enterrados en el Cementerio General. Después, en 1978 fueron trasladados al Altar de la Patria, ubicado en plena Alameda, en Santiago.  

Era hijo natural del irlandés Ambrosio O’Higgins, Conde de Osorno y Virrey del Perú, y de Isabel Riquelme.

El 23 de enero de 1783 fue bautizado en la iglesia parroquial de Talca, constando en el acta el reconocimiento de su paternidad por parte de Ambrosio Higgins. Aunque en la partida aparece como «Bernardo Higins», fue conocido hasta la edad de 24 años como «Bernardo Riquelme».

Por ser hijo  ilegítimo” su padre tomó la decisión de entregárselo a una familia talquina de su confianza, para que el niño tuviera la mejor educación y crianza posibles. Como bien se evidencia en su partida de bautismo:

El cual niño Bernardo O’Higgins[1] está a cargo de don Juan Albano Pereira, vecino de esta villa de Talca, quien me expresa habérselo remitido su padre, el referido don Ambrosio O’Higgins, para que cuide de su crianza, educación y doctrina correspondiente, como consta de su carta, que para este fin le tiene escrita, y existe en su poder, bajo de su firma; encargándole asimismo que ordene estos asuntos de modo que en cualquier tiempo pueda constar su hijo”.

Otro aspecto importante que se destacar que para cuidar la reputación de la madre soltera su nombre fue ocultado. “… y de una señora principal de aquel Obispado, también soltera que por su crédito no ha expresado aquí su nombre”.

A los quince años fue enviado a Londres para completar su educación. En esa ciudad estudió  inglés,  matemáticas, literatura francesa, dibujo, historia, geografía, música y manejo de las armas.

Allí conoce a Miranda, quien inculcó en su joven espíritu las ideas de independencia y emancipación, de las que, con el tiempo sería uno de los más decididos campeones. Llegó a alcanzar los grados de Capitán General del Ejército de Chile, Brigadier de las Provincias Unidas del Río de La Plata,  Gran Mariscal del Perú, general de la Gran Colombia y se incorpora al Gran Consejo de Generales del Ejército Unido Libertador (20 de agosto de 1824),  y uno de los principales organizadores de la Expedición Libertadora del Perú. Gobernó a Chile desde 1817 a 1823.
        
         El inicio de las relaciones de Miranda con O’Higgins nos las narra el historiador chileno Benjamín Vicuña Mackenna en su obra Vida de O’Higgins. La Corona del Héroe.

Él las describe diciendo:

En el curso de su estudios el joven O’Higgins necesitó los servicios de un profesor de matemáticas, y sabiendo que un General Americano, ilustre ya en Europa, se ocupaba de hacer un curso particular a varios de sus compatriotas y españoles, se incorporó entre éstos bajo el nombre convencional que usaba entonces de Mr. Riquelme[2].

Y luego, a continuación, da a conocer cómo nace esa incondicional lealtad:

Miranda, sin embargo, no tardó en descubrir que aquel joven, al parecer oscuro, era el hijo de un hombre eminente, y que además desempeñaba el empleo más alto en el sistema colonial de España.  La activa mente del patriota venezolano comprendió lo que aquel encuentro podía valer para sus planes y como su adolescente discípulo fuera de una índole afable y de un modesto comporte, tomólo en afección y  le prestó desde luego toda su deferencia y casi su amistad[3].

En enero de 1801, por chismes infundados por el traidor cubano Pedro José Caro, quien lo denunció ante la corte española por ser cómplice con Miranda del plan de insurrección de las Indias Occidentales, su padre se molesta con él y en carta que le envía ese mismo año le pide que perdone las faltas que hubiere podido cometer diciéndole:

Yo, señor, no sé qué delito haya cometido para semejante castigo, ni sé en qué haya sido ingrato (uno de los delitos que más aborrezco) pues en toda mi vida he procurado con todo ahinco el dar gusto a V.E. y al ver ahora frustrada esta mi sola pretensión, e irritado a mi padre y protector, he quedado confuso. ¡Una puñalada no me fuera tan dolorosa! ¡No sé como no me caí muerto de vergüenza al oír semejantes razones! Jamás he temido, ni a la muerte, ni a la pobreza; pero en este instante he quedado acobardado, considerándome el último de los hombres y el más desgraciado. ¡No sé quién haya sido el que tuvo tan mal corazón para tratar de arruinarme en la opinión de V.E., mi padre y protector. Lo cito para ante la presencia de Dios, ya que en este mundo no lo conozco, para pedirle la satisfacción requerida.

Sin embargo, Bernardo siente una especial admiración por su maestro y éste mientras imparte sus horas de clase, mira con especial interés el desarrollo de su discípulo. Después de observarlo detenidamente, durante año y medio, éste decide contarle sus planes para conseguir la independencia de las tierras americanas trasmitiéndole así un ideal que nunca traicionará.

    Después del fallecimiento de su padre, Bernardo recibe una cuantiosa herencia y su situación cambia radicalmente y puede regresar a su patria, embarcándose el 14 abril de 1802 en la fragata Aurora[4], antes de irse se despide de su maestro, y Miranda, preocupado por su futuro como una prueba de su afecto le ofrece un decálogo secreto de sus creencias, en el que resumía toda la experiencia de su vida revolucionaria y su sublime doctrina de amor y libertad para la América y que debían guiar la conducta de O’Higgins, en el que Miranda había encontrado una precoz madurez.

Consistía en una serie de indicaciones, dedicadas al fortalecimiento de su espíritu con la convicción de que a pesar de los obstáculos nunca descanse en sostener el más ardiente amor a su Patria ni escatime esfuerzos y energías por el mantenimiento de su felicidad.

Sin más preámbulo veamos ahora su  contenido:


CONSEJOS DE UN VIEJO SUD-AMERICANO A UN JOVEN COMPATRIOTA AL REGRESAR DE LA INGLATERRA A SU PAÍS[5]

Mi joven amigo:

El ardiente interés que tomo en vuestra felicidad, me induce a ofreceros algunas Palabras de advertencia al entrar en  ese gran mundo en cuyas olas yo he sido arrastrado por tantos años. Conocéis la historia de mi vida, y podéis juzgar mis consejos merecen o no ser oídos.

"Al manifestaros una confianza hasta aquí ilimitada, os he dado pruebas de que aprecio altamente vuestro honor y vuestra discreción, y al trasmitiros estas reflexiones os demuestro la convicción que abrigo de vuestro buen sentido, porque nada puede ser más insano, y a veces más peligroso, que hacer advertencias a un necio.

"Al dejar la Inglaterra, no olvidéis por un solo instante que fuera de este país no hay en toda la tierra sino otra nación en la que se puede hablar una palabra de política, fuera del corazón probado de un amigo, y que esa nación son los Estados Unidos.

“Elegid, pues, un amigo, pero elegidle con el mayor cuidado, porque si os equivocáis sois perdido. Varias veces os he indicado  los nombres de varios sud-americanos en quienes podríais reposar vuestra confianza, si llegarais a encontrarlos en vuestro camino, lo que dudo porque habitáis una zona diferente.

"No teniendo sino muy imperfectas ideas del país que habitáis, no puedo daros mi opinión sobre la educación, conocimientos y carácter de vuestros compatriotas, pero a juzgar por su mayor distancia del viejo mundo, los creería los más ignorantes y los más preocupados. En mí larga conexión con Sud-América, sois el único chileno que he tratado, y por consiguiente no conozco más de aquel país que lo que dice su historia[6] poco ha publicada, y que lo presenta bajo luces tan favorables.

"Por los hechos referidos en esa historia esperaría mucho de vuestros campesinos, particularmente del sur, donde, si no me engaño, intentáis establecer vuestra residencia. Sus guerras con sus vecinos deben hacerlos aptos para las armas, mientras que la carencia de un pueblo libre debe traer a sus espíritus la idea de la libertad y de la independencia[7] .

"Volviendo al punto de vuestros futuros confidentes, desconfiad de todo hombre que haya pasado de la edad de cuarenta años, a menos que os conste el que sea amigo de la lectura y particularmente de, aquellos libros que hayan sido prohibidos por la Inquisición. En los otros, las preocupaciones están demasiado arraigadas para que pueda haber esperanza de que cambien y para que el remedio no sea peligroso.

“La juventud es la edad de los ardientes y generosos sentimientos. Entre los jóvenes de vuestra edad encontraréis fácilmente muchos prontos a escuchar y fáciles de convencerse. Pero por otra parte, la juventud es también la época de la indiscreción y de los actos temerarios; así es que debéis temer estos defectos en los jóvenes, tanto como la timidez y las preocupaciones en los viejos.

"Es también un error el creer que todo hombre, porque tiene una corona en la cabeza o se sienta en la poltrona de un canónigo, es un fanático intolerante y un enemigo decidido de los derechos de los hombres. Conozco por experiencia que en esta clase existen los hombres más ilustrados y liberales de Sud-América, pero la dificultad está en descubriros. Ellos saben lo que es la Inquisición y que las menores palabras y hechos son pesados en su balanza, en la que, así como se concede fácilmente indulgencia por los pecados de una conducta irregular, nunca se otorga al liberalismo en las opiniones.

"El orgullo y fanatismo de los españoles son invencibles. Ellos os despreciaran por haber nacido en América y os aborrecerán por ser educado en Inglaterra. Manteneos, pues, siempre a larga distancia de ellos

“Los americanos, impacientes y comunicativos, os exigirán con avidez la relación de vuestros viajes y aventuras, y de la naturaleza de sus preguntas podéis formaros una regla, a fin de descubrir el carácter de las personas que os interpelen. Concediendo la debida indulgencia a su profunda ignorancia, debéis valorizar su carácter por el grado de atención que os presten y la mayor o menor inteligencia que manifiesten en comprenderos, concediéndoles o no vuestra confianza en consecuencia.

"No permitáis que jamás, se, apodere de vuestro ánimo ni el disgusto ni la desesperación, pues si alguna vez dais, entrada a estos sentimientos, os pondréis en la impotencia de servir a vuestra patria.

"Al contrario, fortaleced vuestro espíritu con la convicción de que no pasará ni un solo día, desde que volvais a vuestro país sin que ocurran sucesos que os llenen de, desconsolantes ideas sobre la dignidad y el juicio de los hombres, aumentándose el abatimiento con la dificultad aparente de poner remedio a aquellos males.

"He tratado siempre de imbuiros principalmente este principio en nuestras  conversaciones, y es uno de aquellos objetos que yo desearía recordaros, no solo todos los días sino en cada una de sus horas.      

“¡Amais a vuestra patria! Acariciad ese sentimiento constantemente, fortificadlo por todos los medios posibles, porque sólo a su duración y a su energía  debereis el hacer el bien.

"Los obstáculos para servir a vuestro país son tan numerosos, tan formidables, tan invencibles, llegaré a decir, que sólo el más ardiente amor por vuestra patria podrá sosteneros en vuestros esfuerzos por su felicidad.

“¿Respecto del probable destino de vuestro país, ya conocéis mis ideas, y aun en el caso de que las ignoraseis, no sería este el lugar a propósito para discutirlas.
Leed este papel todos los días, durante vuestra navegación, y destruidlo enseguida. -No olvidéis ni la Inquisición ni sus espías, ni sus sótanos, ni sus Suplicios.

(Firmado)

Francisco Miranda



Con estos consejos Miranda perpetúa el ingreso de O’Higgins al movimiento libertador, y en la que él, por espacio de 40 años fue el Precursor indiscutible de la emancipación de las Colonias Americanas.

Bolívar y O'Higgins

Bolívar y O'Higgins establecieron las más cordiales relaciones que culminaron en la oferta de O'Higgins, reiterada muchas veces, de participar en las campañas y en las batallas de la independencia peruana. "Jamás, decía O'Higgins, he perdido la oportunidad de manifestar la honra que recibiría de hallarme peleando a las órdenes de S. E; el día de la batalla en que deba decidirse la suerte del Perú en el carácter de simple voluntario, pues, habiendo venido a estos países, en mi carácter de particular, creo muy natural que S. E. no supiese el rango militar que tengo en el Ejército del Perú. Nada podrá sustraerme-agregaba-del retiro en que me he propuesto mantener me en el Perú, sino una batalla en cuyo día, todo americano que pueda ceñir una espada, está obligado a emplearla en defensa de la causa de la libertad de América; sí ese día la fortuna coronase esta obra como lo espero, volvería entonces a mi vida privada, satisfecho de la única recompensa que ambiciono en este mundo".

El Libertador, el 14 de Junio le contestaba con las siguientes frases : "Ya antes había manifestado a Heres mi deseo de verla en las filas del Ejército Libertador; un bravo General como Ud. temido de sus enemigos y experimentado entre nuestros Jefes y Oficiales no puede menos de dar un nuevo grado de aprecio a nuestro ejército. Por mi parte, ofrezco a usted un mando en él, si no correspondiente al mérito y situación de usted a lo menos propio para distinguir a cualquier Jefe que quiera señalarse en un campo de gloria, porque un cuerpo del Ejército de Colombia a las órdenes de Ud. Debe contar con la victoria. Así pues, mi querido General y amigo, yo insisto a Ud. para que acepte mi convite, siempre que su situación física permita a Ud. este sacrificio.-BOLIVAR

Aceptando la invitación del Libertador,  el 18 de agosto de 1824, se reúne con él en Huancayo.  Al verlo,  Bolívar le presentó la oficialidad del ejército, pero no le dio ningún puesto de responsabilidad como le había ofrecido. Sólo lo incorporó en su comitiva  y con él se hallaba en Lima cuando el 18 de diciembre de 1825 se recibió la noticia del triunfo de Ayacucho obtenido el pasado día 9. O'Higgins sufrió una gran desilusión.

Después de la Batalla asiste a la festividad que Bolívar ofreció para celebrar la victoria, O'Higgins concurrió serenamente de civil con su alma enferma de decepción por no haber asistido, como él lo deseaba, al triunfo final de la independencia de América y desde entonces, abandonó su uniforme y cuando Bolívar le preguntó por que asistía a las fiestas de la América libre sin sus condecoraciones, le contestó tranquilamente  Desde hoy el general O'Higgins ya no existe, soy sólo el ciudadano particular Bernardo O'Higgins. Después de Ayacucho mi misión americana está concluida”.

Al oírlo, Bolívar lo estrechó entre sus brazos, lo juntó cerca de su corazón algunos momentos y vivamente emocionado alzó el elegante bastón con empuñadura de oro y la inicial de su nombre que tenía en la mano, lo besó y lo entregó a O'Higgins, diciéndole:
"General, conserve usted este bastón como un obsequio del Libertador Simón Bolívar, que admira su patriotismo y su corazón".

En Caracas, para inmortalizar su memoria en la Parroquia San José funciona  la Escuela Nacional Bernardo O’Higgins y en la Parroquia El Paraíso se destaca la Plaza O`Higgins[8]. También está la Avenida O'Higgins, que va desde la India del Paraíso hasta el Puente de los Leones (elevado que cruza la Autopista Francisco Fajardo por arriba) y constituye el límite entre la Urbanización Montalbán I (del lado oeste) Parroquia La Vega y la Urbanización La Paz, del lado este en la Parroquia El Paraíso. Igualmente comunica la India del Paraíso, en sentido sureste-noroeste; con Las Urbanizaciones de Bella Vista, Vista Alegre, Colinas de Vista Alegre y La Yaguara; que corresponden a sectores del Paraíso. 


http://www.radiomundial.com.ve/sites/default/files/imagecache/400xY/images/Plaza_5.jpg


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Fuera de Chile, al Libertador General don Bernardo O'Higgins Riquelme se le han erigido:

.-Estatuas en la Antártica, en Buenos Aires, en Guatemala, en Lima, en Madrid, y en Trujillo, Perú.

.-Monumento en Bogotá, en Managua, en Quebec y en Roma

.-Bustos en Dublín, en Londres y  en Washington.

A pesar de sus trayectorias personales, cualidades y defectos,  O’Higgins, es con San Martín, Bolívar y Miranda uno de los cuatro Libertadores. La perennidad de su  genio, la sublimidad como hombre, su pensamiento, su sacrificio por la libertad, sus ideales patrióticas, su prodigiosa obra y su pensamiento filosófico, político y religioso los hacen resaltar como uno de los grandes próceres de la emancipación americana. En el proceso de la liberación de América, ellos fueron en conjunción admirable y en fusión íntima, cabeza, guía, sol, corazón,  espada e inspiración de la libertad y la justicia. Por eso, hoy en día constituyen un ejemplo para las generaciones futuras de América.




Partida de bautismo de Bernardo O' Higgins Riquelme, español. Enero 23 de 1783.


Transcripción de la Partida de bautismo de Bernardo O' Higgins Riquelme, español. Enero 23 de 1783.

Don Pedro Pablo de la Carrera, cura y vicario de la villa y doctrina de san Agustín de Talca, certifico, y doy fe, la necesaria en derecho, que el día veinte del mes de enero de mil setecientos ochenta y tres años, en la iglesia parroquial de esta villa de Talca, puse óleo y crisma, y bauticé sub conditione, a un niño llamado Bernardo O’Higgins, que nació en el Obispado de la Concepción, el día veinte del mes de agosto de mil setecientos setenta y ocho, hijo del Maestre de campo General de este Reino de Chile y Coronel de los Reales Ejércitos de su Majestad, don Ambrosio O’Higgins, soltero, y de una señora principal de aquel Obispado, también soltera que por su crédito no ha expresado aquí su nombre. El cual niño Bernardo O’Higgins está a cargo de don Juan Albano Pereira, vecino de esta villa de Talca, quien me expresa habérselo remitido su padre, el referido don Ambrosio O’Higgins, para que cuide de su crianza, educación y doctrina correspondiente, como consta de su carta, que para este fin le tiene escrita, y existe en su poder, bajo de su firma; encargándole asimismo que ordene estos asuntos de modo que en cualquier tiempo pueda constar su hijo. Y lo bauticé sub conditione por no haberse podido averiguar si estaría bautizado cuando lo trajeron; o si sabría bautizar el que lo bautizaría, ni quienes serían sus padrinos de agua, para poder tomar razón de ellos si estaría bien bautizado. Padrinos de óleo y crisma, y de este bautismo condicionado, fueron el mismo don Juan Albano Pereira, que lo tiene a su cargo, y de su esposa doña Bartolina de la Cruz; y para que conste di esta en estos términos, de pedimento verbal del referido don Juan Albano Pereira, en esta villa de Talca, a veintitrés de enero de mil setecientos ochenta y tres años, y lo anoté en este libro para que sirva de partida de que doy fe.- Don Pedro Pablo de la Carrera.
Bernardo O’Higgins, español.



 


                                                                             


Isabel Riquelme                                Ambrosio O'Higgins


Bernardo O'Higgins Riquelme (1778-1842) Autor Anónimo, Londres, 1798. Obra perteneciente al Historiador Belga Christian Ghymers


Casa en Lima donde O'Higgins vivió su exilio y murió (actualmente es conservada por la Pontificia Universidad Católica del Perú).




 

Firma de Bernardo O'Higgins

«Proclamación y jura de la Independencia de Chile» (12 de febrero 1818)

 

Cuadro de O´Higgins como diputado. Imagen extraída del libro El Diputado Bernardo O´Higgins en el Congreso del 1811.
 

La cripta que contiene la Tumba de Bernardo O'Higgins ubicada en la Plaza de la Ciudadanía, en Santiago de Chile

[1] La O' será agregada años más tarde y significa "Señor"
[2] Obras completas de ___ publicadas por la Universidad de Chile. Volumen Quinto. Vida de O’Higgins. La Corona del Héroe. Santiago de Chile: Talleres de la Dirección General de Prisiones. 1936.  p. 58.
[3] Op. Cit.
[4] Llega a Valparaíso el 6 de septiembre de 1802 a la edad de 24 años.

[5] El original de este precioso documento ha desaparecido. Dícese que O'Higgins lo ocultó varios años, llevándolo consigo, cosido en el forro interior de su sombrero.
Este texto está tomado de: Vicuña Mackenna, Benjamín: Obras completas de ___ publicadas por la Universidad de Chile. Volumen Quinto. Vida de O’Higgins. La Corona del Héroe. Santiago de chile: Talleres de la Dirección General de Prisiones. 1936. Capítulo III. p. 61-64.
[6] La Historia de Molina por ventura
[7] Es digna de citarse aquí como una curiosa  coincidencia de opiniones que en una carta inédita de 1815 vertía sobre los destinos de Chile el general Bolívar sucesor de Miranda. Tomamos este fragmento de una traducción inglesa Chile ha sido formado por la naturaleza, por las peculiaridades de su topografía y su situación, por las inocentes y virtuosas costumbres de sus habitantes Y el ejemplo de sus vecinos, los altivos republicanos de Arauco, para gozar las bendiciones que emanan de las justas y moderadas leyes de una república. Si este sistema de gobierno está llamado a mantenerse indefinidamente en algún País de Sud América, ese país es Chile. Jamás se ha extinguido en sus habitantes el espíritu de libertad. Los vicios del Asía y de la Europa tardarán mucho en corromper la moral de que ha disfrutado aquella parte del universo.  Acaso nunca lo consigan, y en consecuencia ese país preservará su uniformidad de opiniones políticas Y religiosas. En una palabra, Chile puede ser libre.
[8] Ubicada en una parcela que hace esquina junto al acceso norte del Puente de Los Leones. Esta formada  por un espejo de agua, rodeado por caminerías peatonales de este espacio público.
El espejo de agua contiene una pirámide escalonada de planta  rectangular, de la cual emerge el pedestal  de mármol que sirve de soporte a la estatua pedestre de bronce del patriota chileno Bernardo O´Higgins (1778 – 1842).

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