sábado, 9 de agosto de 2014

LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL EN VENEZUELA. A un centenario del suceso

Por Carlos Alarico Gómez
 


La Primera Guerra Mundial se inició el 28 de junio de 1914 como consecuencia del asesinato en Sarajevo del archiduque del Imperio Austro-Húngaro Francisco Fernando y de su esposa Sofía. El trágico suceso ocurrió debido a la acción del anarco-terrorista Gavrilo Princip, quien actuó bajo las órdenes del general Dragutín Dinitrijevic, jefe del grupo Mano Negra, lo que provocó una inmediata declaración de guerra del Imperio Austro-Húngaro contra Serbia, la cual fue respaldada por Alemania y el Imperio Otomano, que procedieron de inmediato a ocupar el territorio de Bélgica y Serbia. En represalia Rusia, Francia e Inglaterra declararon la guerra a Austria y Alemania, generando un complejo movimiento en el resto de las cancillerías europeas, que se fueron alineando en torno a cada uno de sus respectivos ejes.
En Venezuela la guerra despertó un gran interés, sobre todo por la participación de los pilotos venezolanos Carlos Méyer Baldó y Luis Ramírez Rivas, quienes lucharon en los cielos europeos vistiendo uniformes diferentes. Méyer era marabino de nacimiento, pero su padre alemán lo envió a Berlín en 1908 a completar su formación militar en la Academia de Aviación Militar. Sirvió en el Ejército del II Reich bajo las órdenes del comandante Manfred von Richtofen, conocido como el Barón Rojo, apodo que le dieron debido al color que usaba en el fuselaje de su escuadrón. El venezolano se destacó gracias a su valor y pericia, por cuyo motivo recibió la Cruz de Hierro en su primera clase, la Copa de Honor, la Cruz Hanseática y la insignia de Piloto de Caza. Luis Camilo Ramírez, por su parte, luchó a favor de los franceses. Era de familia merideña, pero nacido en Caracas en 1886. En 1911 viajó a Francia para estudiar en la Academia de Aviación, habiendo logrado el título de Aviador un año después, lo que le permitió incorporarse a las filas del ejército francés cuando estalló la guerra, combatiendo en el segundo batallón de la Legión Extranjera. Ramírez actuó con extraordinario valor en las batallas del Somme, Marne y Verdún, recibiendo por ello diversas condecoraciones. 

La política internacional en el gobierno de Gómez
Desde el inicio de su gobierno en 1908 el general Juan Vicente Gómez le dio una gran importancia a la política exterior y para ello reanudó relaciones con Colombia (1909) y Holanda (1909). Con Alemania firmó el Tratado de Paz y Navegación (1909), al tiempo que celebraba el Tratado de Arbitraje con Brasil y Argentina en 1909. El 22 de marzo de 1912 firmó el Tratado de Restablecimiento de Relaciones Diplomáticas con Estados Unidos, aprovechando la visita del Secretario de Estado Philander Knox. Finalmente normalizó sus relaciones con Francia en 1913.
La reactivación de las relaciones con Holanda e Inglaterra permitieron que la Royal Dutch–Shell, liderada por Henry Deterding, firmara el 12 de diciembre de 1909 una concesión de 27 millones de hectáreas para la exploración y producción de petróleo.  Debe recordarse que para esa época la aviación comenzaba a desarrollarse civil y militarmente, la industria automovilística iba en ascenso y el crecimiento industrial en general exigía más y más petróleo. Por lo tanto, las potencias luchaban contra el tiempo para garantizar su bienestar y su seguridad. Al despuntar 1913 la Shell constituyó una empresa llamada Burlingston Investments con sede en Estados Unidos, que a través de la Caribbean Petroleum Co. adquirió el control de sus concesiones. Deterding designó a William Doyle para dirigir la empresa, quien viajó a Caracas en abril de 1913, en donde abrió una oficina ubicada de Cuño a Caja de Agua Nº 26. Esa empresa contrató a los ingenieros Ralph Arnold y George Mac Cready, que se encontraban en el país desde el año anterior trabajando para la General Asphalt, debido a que ya habían recorrido y conocían bien casi toda la costa venezolana. Su recomendación fue tajante: Mene Grande o el área de los Barrosos en el Zulia eran los mejores lugares para comenzar.
Para llevar adelante el proyecto se escogieron a Floyd Merrit y Garnet Joslin, dos jóvenes geólogos norteamericanos que viajaron a Mene Grande vía Cabimas conducidos por el baquiano Ángel María Navas. Al llegar allí  lograron hacer estallar el Pozo “Zumaque Uno” el 1 de julio de 1914, dando comienzo a una era que impulsará el crecimiento acelerado de la economía. En consecuencia las exportaciones pasaron de 75 millones en 1908 a 152 millones en 1913, los bancos reportaron en bóveda 2 millones 368 mil bolívares en oro en el mismo lapso y para 1914 esa cifra ascendió a 10 millones 40 mil bolívares. Los depósitos del público subieron a un promedio de 5 millones por año y los ingresos fiscales en 1908 fueron de 50 millones 410 mil bolívares, lo que ascendió en 1911 a 82 millones. En 1914 la renta aduanera aportó 30 millones de bolívares al fisco y las internas 19 millones más. Hubo orden fiscal y como consecuencia la banca internacional comenzó a establecerse en Venezuela. 
El Congreso de Neutrales
Al estallar la guerra la posición de EE. UU. era idéntica a la de Venezuela, pues ambos países sostenían el principio de la neutralidad absoluta ya que la conflagración estaba concentrada en Europa, pero a medida que el conflicto creció la violencia se amplió a otros continentes, llegando a América debido al ataque contra el barco británico Lusitania, el cual fue hundido por un submarino alemán causando la muerte a 1.198 personas, quienes eran estadounidenses en su mayoría, ya que el buque hacía la ruta Nueva York-Liverpool. El malestar originado por este hecho pesó en el ánimo de la opinión pública en Estados Unidos y el 4 de abril de 1917 provocó la entrada de ese país en la guerra mundial.
En Venezuela se produjo entonces una fuerte presión de parte del embajador de Estados Unidos Preston Mc Goodwin (1913-1924), a lo que Gómez respondió con una proposición que presentó nuestro embajador en Washington Santos Dominici, en la que planteaba la formación de un Congreso de Neutrales, tal como se refleja con propiedad en la tesis de María Carolina De Lima y Antonio Massimini presentada en la Universidad Metropolitana bajo la tutoría del profesor Edgardo Mondolfi (2008).
El análisis de estos jóvenes demuestra ampliamente que en el año 1914, al iniciarse la Primera Guerra Mundial, el gobierno de Gómez propuso crear el Congreso Mundial de Neutrales, con el respaldo de la mayoría de los gobiernos de este hemisferio y de los medios de mayor relevancia. Fiel a su propuesta el régimen se mantuvo neutral durante todo el conflicto, a pesar de que recibía presiones por parte de ambos bandos para entrar en la contienda. El gobierno venezolano buscaba mantener buenas relaciones con Europa y con la totalidad de las naciones del continente americano, lo que refleja una distancia radical con la política exterior asumida por su antecesor, que provocó incluso el bloqueo de los puertos venezolanos en 1902-1903. El proyecto de Congreso de Neutrales presentado por Dominici en Washington se basaba en una carta que Gómez le había enviado al excanciller César Zumeta, la cual tenía como postulado fundamental la definición de los derechos y los deberes de los países neutrales con el fin de someter sus conclusiones a una Asamblea que dejara definitivamente incorporada al derecho internacional el alcance de la no beligerancia. Como se ve, la carta era un adelanto de lo que en 1919 sería la Sociedad de las Naciones.
El 20 de diciembre de 1917 el influyente matutino The New York Times se refirió en su editorial a la proposición venezolana y la calificó como “una de las más grandes y amplias que han nacido del sentimiento reinante entre las naciones neutrales, lo que hace al proyecto importante y trascendental”, agregando: “Es el hecho de que no limita la sugestión de la referida Conferencia Internacional a las 21 naciones del Norte, Centro y Sur América...”. Hasta ese momento el derecho internacional para casos de beligerancia se basaba en el Convenio de La Haya suscrito en 1819 y en los acuerdos alcanzados en la II Conferencia de la Paz celebrada en 1907.
La clara posición venezolana no fue bien vista por las potencias en conflicto. Alemania y Francia fueron los países que más presionaron a Gómez para que entrara en la guerra, pero el Benemérito se mostraba escurridizo. Se cuenta que en vista de la insistencia tan pertinaz dio audiencia en Maracay a ambos embajadores, fijándoles la misma hora y día. Los hizo esperar un poco y luego fue a saludarlos donde estaban y les preguntó:
-¿Y cómo están los amigos?
            Y al recibir la respuesta, les preguntó de nuevo:
-¿A que no saben por qué me tardé un poco?
El alemán respondió:
-No, Herr General, no lo sé.
Y el francés dijo:
-No lo sé, monsieur le President.
Y entonces Gómez les expresó:
-Pues, vean ustedes, vengo de la Iglesia. Le estaba pidiendo a la Virgen que ayude a Venezuela a no entrar en la guerra, a mantenerse neutral. Porque todos son amigos, sí señor.
Esa anécdota revela en mucho el carácter y la sabiduría campechana del general Gómez. Esa posición de Neutralidad la mantuvo en los conflictos de los países latinoamericanos lo que le valió el reconocimiento del Vaticano debido a su labor por la paz, por lo que le confirió la preciada Orden Piana en su Primera Clase, Gran Cruz, durante el Papado de Benedicto XV, convirtiéndolo en conde romano. También el Gobierno alemán le hizo un regalo muy preciado, único en su género, al entregarle la espada de Tannenberg, con la cual el mariscal Paul Von Hindenburg le ganó una gran batalla a los rusos en la I Guerra Mundial. El regalo le fue hecho por el propio Hindenburg mientras era Presidente de Alemania (1929), por su posición de neutralidad.
  

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