viernes, 14 de febrero de 2014

MIRANDA MASÓN Y REVOLUCIONARIO

Por Carlos Alarico Gómez.
PH-D en Historia
Profesor de Historia en la UAH
Presidente del Círculo de Escritores de Venezuela


    

La influencia de la masonería en el pensamiento revolucionario de Miranda y su contribución al afianzamiento de esa doctrina en nuestro país es un aspecto que vale la pena analizar. Debo comenzar por decir que hay un número respetable de investigadores que expresan sus dudas sobre la masonería de Miranda e incluso sobre el origen de su pensamiento masónico. Soy de los convencidos de que Miranda comenzó a estudiar esta disciplina a través de su vinculación con Peter Turnbull, cuya amistad surge en Cádiz en 1777, fecha que coincide con la creación de la Capitanía General de Venezuela.
A pesar de esa iniciación temprana, es cierto que aún no se ha encontrado el documento de su incorporación a la Hermandad Masónica. Sin embargo, no es el único caso. El de Bolívar no apareció sino hasta 1956. Sin embargo, la acuciosa investigadora Miriam Blanco de Hood establece en su libro Repertorio Americano (editado por la Embajada venezolana en el Reino Unido en 1979) que fue Miranda el que estableció la Logia Caballeros Racionales Nº 7.
En el mismo sentido se han pronunciado historiadores muy serios como Buenaventura Briceño Belisario en su obra Humanos Inmortales (Edit. Lex, La Habana, 1951) y José Ferrer Benimelli en Masonería Española Contemporánea (Madrid, Edit. Siglo XXI, 1980). A pesar de esas aseveraciones emitidas por investigadores de tan elevada reputación, todavía se mantiene la diatriba en torno a la condición de Masón de Miranda. Por lo tanto, creo que lo sensato es que continuemos en la búsqueda hasta lograr que aparezca el referido documento, tal como lo seguimos haciendo con el acta de la fundación de Caracas y con las partidas de nacimiento de Colón y del padre de la patria.
Sobre el tema mirandino también se han ocupado historiadores venezolanos contemporáneos entre los que debo mencionar a David Chacón, Giovanni Meza Dorta, Carlos Maldonado, Ovidio Aguilar y Eloy Reverón. No son los únicos, pero su extensa labor investigativa en torno a los papeles de Miranda genera respeto entre los que hemos tenido la oportunidad de leerlos. 
En torno a este punto debe admitirse que lo realmente importante para la historia de un personaje como Miranda es su actitud de libre pensador, su valentía al incorporarse a una sociedad secreta que estaba taxativamente prohibida por el papa Clemente XII en su Bula In Eminenti emitida en 1738, además de su enfrentamiento contra cualquier tipo de fanatismo y de injusticia y de su clara tendencia a la búsqueda de la verdad científica de lo que dejó una larga evidencia en su extenso archivo.
Como se sabe, el archivo fue felizmente recuperado en 1925 por el diplomático Caracciolo Parra Pérez con la inestimable cooperación de Alberto Adriani. El Archivo había permanecido desde 1812 en el Foreign Office y luego fue llevado al castillo del Conde de Bathurst, en la ciudad de Cirencester (Inglaterra), tal como asevera el propio Parra Pérez en su obra Páginas de Historia y de Polémica editada en Caracas por la Litografía del Comercio en el año 1943.
Un aspecto que a veces se pasa por alto es que Miranda tomaba contacto con los masones en cualquier lugar al que llegaba, tal como hizo durante su permanencia en el recién nacido país norteño entre los años 1783 y 1784. En esa época inició amistad con Alejandro Hamilton, Tomás Jefferson y con el propio Washington, todos ellos Hermanos de la cofradía masónica, culto que tiene un origen ancestral, pero que se expande a partir del año 1700 durante la Ilustración, proceso llamado también “El Siglo de Las Luces”, época que aporta pensadores de gran trascendencia como es el caso de Francisco de Miranda y también el de Isaac Newton, que interpretó a Dios como el gran arquitecto del universo, creador de las leyes que rigen el espacio y el tiempo. Ese pensamiento newtoniano va a llegar profundo en la actitud librepensadora de muchos jóvenes de la época, que se rebelaban contra la mitología y las verdades a priori, en lo que también influía el denso pensamiento de Emanuel Kant.
La masonería de Miranda presenta una cantidad abrumadora de evidencias. Miranda se codeó con los líderes mundiales de su tiempo, frecuentó los ambientes más sofisticados, fue héroe revolucionario en Europa, África y América.
Todo ello muestra claramente que para una organización como la Hermandad Masónica habría sido un honor contar con un hombre de su talento e influencia. Y es de presumir que eso fue lo que hicieron. La inmensa mayoría de los venezolanos estamos convencidos de que Miranda era Masón, pero sé muy bien que este problema es difícil de solucionar y la razón es que los historiadores estamos formados sobre la base de la sustentación documental. Soy de los que piensa que debe comenzarse a analizar la posibilidad de un criterio de investigación más amplio, en el que se pueda incorporar el concepto del “word-of-mouth”, según el cual se puede recurrir a la opinión pública siempre y cuando el dato que se use esté sustentado sobre una base lógica, sin mitificaciones ni supersticiones enfermizas. Mientras llega ese momento, me he dado a la tarea de extraer de esta vieja polémica los puntos en los que todos estamos de acuerdo.
1.      En primer lugar, debemos señalar la sólida amistad que existió entre Peter Turnbul y Miranda, que comienza en 1777.
2.      La Masonería se afianza en Venezuela gracias al esfuerzo de Francisco de Miranda, que inspirado en la doctrina libertaria de los masones inicia el camino de la Independencia en el año 1806. Y si bien ese primer intento no alcanza su objetivo, el recordado Precursor dejó una semilla sembrada en el corazón de los venezolanos que germinó el 19 de abril de 1810 dando nacimiento a una institución llamada Junta Suprema cuyas autoridades marcaron la vía para la obtención de la soberanía.
3.      En julio de 1810 Miranda apoya la gestión política que la Junta Suprema le encomendó a Bolívar, Bello y López Méndez. Los hospedó en su casa y los llevó a visitar la Logia Lautaro. Miranda era un hombre de ideas claras sobre el pensamiento universal masónico y hablaba constantemente de los principios de libertad, de participación y de respeto por las creencias.
4.      La Masonería llegó a nuestro país en 1810 cuando la Logia de Carabobo fue fundada por el capitán Valerio Barriga, a través del movimiento masónico Carbonarios, lo que coincide con el regreso de Miranda. A su llegada lo primero que hizo fue fundar la Sociedad Patriótica, a la que convirtió en un instrumento clave para la Revolución de Independencia y curiosamente lo hace con el estilo organizacional de los masones. Los jóvenes que se integran a ella eran revolucionarios radicales como fue el caso de Bolívar, Coto Paúl y los hermanos Salias.
5.      En 1813 Bolívar toma el poder por primera vez y facilita el regreso a Venezuela de Rafael Diego Mérida, quien traía la misión de instalar una Logia en Caracas, que habría de ser filial de la Sociedad de Caballeros Racionales. No pudo lograr su objetivo debido a la derrota que le inflige Boves y a la expulsión de los patriotas de Caracas, que tuvieron que emigrar a Oriente.
6.      Una vez obtenida la Independencia en 1821 los masones pudieron revivir las pocas Logias existentes. Páez fijó residencia en Maracay y allí estableció un gran movimiento masónico del cual fue promotor, tal como aparece en los archivos que conserva el Cronista de la Ciudad de Maracay Oldman Botello, en los que se encuentran documentos que demuestran que las más antiguas Logias del estado son las Nº 9 de La Victoria y la Nº 90 de Villa de Cura. En esa última población la plaza Miranda está ubicada en el centro de la ciudad, en recuerdo afectuoso al fundador de la Masonería en Venezuela.
7.      La Gran Logia de la Masonería venezolana fue fundada el 24 de junio de 1824 en presencia del comisionado francés Joseph Cerneau, quien designó Gran Maestro a Diego Bautista Urbaneja Sturdy. A la Gran Logia le correspondió coordinar a las dieciocho que ya existían.
8.      En 1828 Bolívar prohíbe la masonería en todo el territorio de Colombia.
9.      En 1838 se inicia la reestructuración de la Gran Logia para adaptarla a la naciente Cuarta República, lo que se hizo bajo la guía del Gran Maestro Urbaneja. Las reuniones se realizaban en la casa número 12 de la esquina de Traposos, propiedad de Manuel Felipe Tovar.
10.  En 1853 se organiza en forma definitiva la Gran Logia en la capital de   Venezuela. La Logia Esperanza Nº 7 fue creada el 27 de diciembre de 1853, la cual fue instalada por el destacado intelectual Masón Isaac J.  Pardo-
11.  El 7 de  Septiembre de 1863 la Gran Logia compró un terreno entre las esquinas de Arguinzones (hoy Maturín) y Jesuitas, donde comenzaron a levantar el Templo, que fue inaugurado el 1 de diciembre de 1873.
12.  Antonio Guzmán Blanco, para entonces presidente de la República, fue el que inauguró el Templo. A Miranda se le dio la categoría de fundador de la Masonería durante la celebración del segundo centenario de su nacimiento. Ese día el Gran Maestro Masón José Tomás Uzcátegui declaró el 28 de marzo como día nacional de la Masonería, en honor a Francisco de Miranda. A partir de ese momento la Fraternidad Masónica intensificó el reconocimiento a Miranda por su sostenida influencia en el mundo de las ideas, en el que ayudó a establecer un método de reflexión al que solo tienen acceso los iniciados en esa doctrina. El Precursor sostuvo siempre la importancia de estimular la capacidad de pensar y la  transmisión del valor supremo de la libertad.
La fe de Miranda en la masonería la llevó a los campos de batalla en sus días de revolucionario, cuando defendió victorioso la plaza de Pensacola durante la Revolución de Independencia de las colonias norteamericanas, al igual que lo hizo en los campos de batalla de Europa al defender victorioso las banderas de la Revolución Francesa. No tuvo la misma suerte en su lar nativo, pero dejó sembrada una semilla que germinó al concretarse la Revolución de Independencia que tanto pregonó y que aún permanece en el corazón de los hombres de buena voluntad que luchan por los ideales de libertad, igualdad y fraternidad. 


 

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