domingo, 17 de noviembre de 2013

Don Pedro Grases y Don Vicente Lecuna

David R. Chacón Rodríguez / Carlos Maldonado-Bourgoin
 Fundación Pedro Grases.
 

El presente texto es un extracto del texto que escribimos para la 
Fundación Venezuela Positiva para el libro 
Las peñas y las tertulias: puente de saber, cultura y cordialidad.

Escribir del Maestro Pedro Grases, sobre las tertulias efectuadas y
 llevadas a cabo por él en su casa de La Florida y, por sobre todo, en la 
quinta Vilafranca de La Castellana, es hablar de lo “afirmativo venezolano”.
 El Municipio Chacao puso nombre calle Don Pedro Grases para signar la 
importancia de la casa, una de las primeras de la urbanización, donde el
 humanista catalán–venezolano desarrolló el hábito positivo de saber 
conversar, donde estuvo la sede de la Secretaría de la Comisión de las
 Obras Completas de Andrés Bello, que fue centro de investigación
 documental y bibliográfica, y donde además estuvo albergada la 
importante biblioteca temática, donada a Venezuela y a la Universidad
 Metropolitana por Grases.

El Dr. Pedro Grases llega a Venezuela en agosto de 1937, escapó
 milagrosamente de la muerte al inicio de la guerra civil española. El arte de
 tertuliar lo manejaba el joven abogado y humanista en su villa natal,
Vilafranca del Penedés, en Barcelona y en Madrid. Algunas fotografías
 permiten un viaje por la época de las vanguardias: Pedro Grases junto a 
Ramón Gómez de la Serna en tertulia de café en 1934, recuerda el cuadro 
de José Gutiérrez Solana La tertulia del Café Pombo; en dicha pintura está 
representado Pedro Emilio Coll en compañía de figuras de las letras y de
 las artes españolas.

Durante su permanencia en la Universidad de Harvard como Profesor Invitado, Pedro Grases en tertulias con figuras de las letras como Amado Alonso y Jorge Guillén fue afinando uno de sus grandes proyectos de vida, el estudio de la grandiosa obra del humanista de América, Don Andrés Bello.

La tertulia sabatina de Pedro Grases era indiscutible e inobjetable referencia cultural. Don Pedro fue un devoto de la amistad, cuando en 1980, fue entrevistado por el internacionalmente conocido periodista español Joaquín Soler Serrano para la serie A Fondo pregunta al Maestro Grases sobre la actividad. Él la define como “un sitio donde se reunían una pluralidad de gentes de diferentes ramas y profesiones, para estar informados, hacer culto a la amistad y tratar entre otros, la situación política del país y del mundo, temas históricos, estéticos y literarios, a cambio de amistad, café y libros” – A las doce del día del sábado todo el mundo está afuera para dedicarme a la familia y al fútbol”–.

Las tertulias de Vicente Lecuna
En el momento que el Dr. Pedro Grases organizó la Primera Exposición del Libro Venezolano desde 1808 hasta 1830, con la colaboración del Ateneo de Caracas, don Manuel Segundo Sánchez le sugirió que para mejorar la colección pidiera al Dr. Vicente Lecuna el préstamo de los impresos que poseía relativos al período en cuestión.

Siguiendo el consejo, don Pedro lo visitó en su oficina en la Presidencia del Banco de Venezuela. Al ser recibido, el Dr. Lecuna escuchó pacientemente su petición y lo despachó de sopetón y sin ninguna explicación le dijo: no tengo tiempo, joven. Acongojado por el fracaso, le confesó esta falta de atención a don Manuel, expresándole que no volvería a ver a este hombre tan brusco y malhumorado, finalmente, con el tiempo, don Pedro olvidó el desagradable percance y ante las continuas insistencias de don Manuel acordó acudir a la tertulia que reunía al Dr. Lecuna en su casa de habitación situada en la esquina de Reducto, los domingos en la mañana. A ella asistían “un grupo selecto de hombres de letras, de historiadores, y de hombres de acción ciudadana, con los cuales compartía inquietudes, alegrías y pesares. He aquí algunos nombres: Manuel Segundo Sánchez, Luis Alberto Sucre, Nicolás Eugenio Navarro, Carlos Borges, Luis Correa, Román Cárdenas, Alberto Adriani, Julio Planchart, Eduardo Carreño, Gumersindo Torres, Tito Salas, Guillermo Tell Villegas Pulido, Esteban Gil Borges, Rufino Blanco Fombona, Cristóbal L. Mendoza. Sorprende el trato y afinidad del Dr. Lecuna con personas tan dispares, por ejemplo, como la exquisita Teresa de la Parra y el ceñudo Rufino Blanco Fombona, seres unidos a Lecuna por la misma comunión: el amor a Bolívar".

Durante una de las discusiones que generalmente se suscitaban, Pedro Grases intervino y al despedirse el Dr. Lecuna, le dijo: Usted vendrá cada domingo, pues hay asuntos que conoce mejor que nosotros.

De esta manera las asperezas se limaron, transformándose su relación en cordialidad, admiración y sincera amistad.

El Maestro Pedro Grases comprometido con su tiempo, fue un hombre de diálogo, que vivió su época, que opinó y que pensó siempre a la vista del repertorio de problemas que su circunstancia le propuso. Fue un hombre situado a la altura del momento y desde ese nivel juzgaba y escribía a su modo, desechando toda tendencia arbitraria y dogmática, demostrando así, una lección de honradez de pensamiento y fidelidad a su propia vocación que ejercitaba “sin prisa, sin pausa, pero con constancia”. He ahí su grandeza.


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