VICENTE GUERRERO BERNABEY
A mi amigo ALEXIS ORELLANA
A Barquisimeto mi pueblo
Como todas las tardes mis pasos
se dirigieron al lugar de los encuentros, los amigos ya reunidos en la mesa
habitual en amena conversación. “Habla
con el viejo...” fue la respuesta al
saludo, “te espera…” respondió otro
señalando al solitario que saboreaba su café a sorbos como paladeando
recuerdos. “¿Puedo?”, expresaste con tu vos firme, a modo de
saludo, de hombre acostumbrado al
dialogo circunstancial, ocasional, de curioso citadino que para mal de
males ejercía el oficio periodístico en
un momento de los tantos momentos poco
recomendables. Lacónica fue la respuesta del viejo a la pregunta, “ … arrime esa silla, le brindo el café….”. La taza se interpuso entre los dos y salieron
del alma los recuerdos.
“ … Un amigo me asomo el recuerdo de “EL COMPONEDOR” comenzando nomás este café en el momento que
Ud. entraba. Cosas de viejo revivir historias que nadie quiere escuchar y como
me contaron que disfruta y transmite historias de esta ciudad chata, calurosa,
de rojos arreboles y larguísimo pasado, sentí interés en conocerlo mientras
saboreaba este amargo. No podía dejar que el recuerdo se perdiera en la bruma
de esta tarde.”
—El COMPONEDOR, tipógrafo de oficio,
cargó sobre sus hombros imprentas que
reproducían paginas libertarias en el
silencio de las noches. Doña MERCEDES más de una vez sacó coraje para superar
el miedo que esas hojas escritas le producían.
Cuantas veces este hombre cargo grillos
y paso días tras las rejas
que no impedían
que esas hojas siguieran saliendo.
Con otros compañeros buscaba convencer a
obreros tipógrafos a formar gremios y en esta tarea, el poder, el sempiterno poder, allanaba talleres, destrozaba maquinas, equipos y algunos terminaban en oscuras
celdas,….. pero seguían y seguían, el
miedo no los detenía.
El COMPONEDOR era incansable, escribió “EL CERCO DEL
HAMBRE” que causo mas de un malestar en
este pueblo, tenía él y sus compañeros
una razón de lucha: “LA
LIBERTAD”, tal como
suena mi buen amigo, “LA LIBERTAD” con mayúscula, así
la imprimían con los “tipos” mas grande que sus “galeras”
permitían”
“----- ¿Qué le pasa
amigo? Lo veo serio y como que en sus ojos……. ¿No será que estoy recordando a
alguien que Ud. conoce?”
Dio el último
sorbo al café, apoyo la taza vacía en la mesa y en un acto de supremo respeto y
cortesía como para no continuar clavando espuelas, me dejó con un tiempo que
fue y es mío., que me enorgullece, lo vi dirigirse a la puerta, me dijo adiós con la mano y se
perdió en la noche de Barquisimeto.
* Una historia real
VICENTE GUERRERO BERNABEY
EDITOR
REVISTA MEDICA RAZETTI
vgbernabey@gmail.com
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