lunes, 21 de enero de 2013

LA ENFERMEDAD DEL GENERAL GÓMEZ

Por Oldman Botello 
   El primero de diciembre de 1935 fue la última vez que al general Juan Vicente Gómez se le vio en público.  Un grupo cercano a las 300 personas fue a su casa de campo de Las Delicias para conocer  su estado de salud, pues ya en noviembre presentaba quebrantos y los exámenes de sangre y orina marcaban una diabetes más un problema renal y trascendió a la gente de Las Delicias y La Pedrera que le tenían mucho afecto.

   El general tuvo conocimiento de que era solicitado por tal número de vecinos y otros venidos de Maracay por el sombreado camino de Choroní; se asomó al balcón de la planta superior de la casona que tenía el nombre de “23 de mayo” y solo dijo alzando su mano derecha para saludar: ¡Cómo están los amigos; aquí estamos, comenzamos a agarrar diciembre”. Acto seguido se fue a la cama.

   Una anécdota del coronel Felipe Galíndez, encargado de la hacienda Mariara, nos fue referida por su hijo don Alberto Núñez hace varios años. El general Gómez fue a inspeccionar la vaquera y Galíndez le dio las novedades. Luego el general se retiró y en la tarde cuando llegó a su casa, Galíndez comentó a la esposa: ¡Ay María! ahora sí se va a morir el general Gómez. Los fundillos le llegan a los jarretes”. En efecto, el caudillo tachirense estaba decaído, muy delgado.

  Unos días después, ya en cama, vino a visitarlo su hijo Gonzalo Gómez y le entregó un puñado de billetes para que se comprara su regalo. Una premonición del viejo gobernante porque Gonzalo cumplía años el 10 de enero siguiente.

    Cierto día de la primera semana de diciembre llamó a su lecho de enfermo al general López Contreras, ministro de Guerra y Marina y al Dr. Pedro Tinoco, ministro del Interior y les dijo: “Yo me voy a dedicar a curarme. Eleazar, usted me responde por el control  militar del país y el Dr. Tinoco de la parte civil. Rafael María me responde por Caracas. Florencio y Juan Vicente de mis intereses personales”. Rafael María Velasco era el gobernador del Distrito Federal; Florencio y Juan Vicente Gómez Núñez, sus hijos más cercanos. Dio instrucciones de no dejar subir sino a los tres y a los miembros de su familia. Así lo ordenó al general Julio Anselmo Santander, el jefe de los edecanes.

    El estado de salud del enfermo se agravó con una pielonefritis con infección ascendente y murió a las 11:45 de la noche del 17 de diciembre. Exclamó su primo el general Eustoquio Gómez, que estaba a su lado en la habitación: “¡Tronco de hombre, hasta a la muerte le costó tumbarlo”. En efecto, tenía más de un mes luchando contra la enfermedad. Fu sepultado el 19 de diciembre siguiente en el Panteón diseñado por el arquitecto francés Antonio Malaussena. Su gobierno fue de 27 años, comenzado en diciembre de 1908.
                                   oldmanbotello@hotmail.com

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