domingo, 11 de marzo de 2012

El país habló con su cine

ÁNGEL RICARDO GÓMEZ*
El rompimiento
La Venus de nácar
Taboga
Don Leandro, el inefable
Juan de la calle
La balandra Isabel llegó esta tarde


"El cine sonoro estaba naciendo justo cuando el país comenzaba a hablar". La frase corresponde al crítico Rodolfo Izaguirre, al referirse a la llegada del sonido a la gran pantalla venezolana. De 1908 a 1935 la nación ha sido silenciada por la dictadura de Juan Vicente Gómez, quien sólo fue separado de la presidencia por la muerte.

El primer largometraje con sonido del cine venezolano es El rompimiento, basado en la obra homónima de Rafael Guinand, y dirigido por Antonio María Delgado en 1938, tres años después de la muerte del Benemérito.

Óscar Yanes escribe en su columna Así son las cosas, un texto titulado ¡Cuidado con la conga! (2007). "La Caracas de 1936 rompió definitivamente con el pasado. Los 27 años del gobierno gomero, de las costumbres gomeras y de los trajes gomeros para damas y caballeros y hasta la literatura gomera, se fueron para el otro mundo".

El periodista narra: "Después de muerto Gómez, se comenzaron a presentar en los teatros comedias atrevidas con las chicas medio vestidas como en New York y La Habana... La entrada más cara en cine o teatro no pasaba de cinco reales. Las mujeres iban al cine lujosamente vestidas y en el estreno de una película como Ramona, por ejemplo, los caballeros llevaban smoking y las damas traje largo".

Venezuela conocía el cine desde 1897, dos años después de la primera proyección de los Hermanos Lumiere en Francia. El 28 de enero de aquel año se estrenan en el Teatro Baralt de Maracaibo Especialista sacando muelas en el Gran Hotel Europa y Muchachas bañándose en la Laguna de Maracaibo, de Manuel Trujillo Durán, documentales en blanco negro y sin sonido.

"Gómez fue un cinéfilo. Él llegó a verse en las películas, en los noticieros oficiales, pero nunca se oyó", recuerda Izaguirre, quien agrega que un sobrino del Benemérito, Efraín Gómez, contó con el apoyo del entonces presidente para estudiar cine en Estados Unidos. A su regreso, a finales de los años 20, convence al tío de crear Laboratorios Nacionales y fundó una pequeña empresa para hacer sus películas", señala Rodolfo Izaguirre, haciendo alusión a uno de los primeros intentos de colocar sonido a una cinta: La Venus de nácar (1932) de Efraín Gómez.

Guillermo Barrios, arquitecto e historiador del cine, sostiene que el primer largo sonoro de Venezuela, El rompimiento (1938), fue filmado en Venezuela pero montado en Estados Unidos. "Fue una película exhibida en Broadway y todo, según reportes de prensa. Tuvo una banda de sonido óptico, es decir, con el audio impreso sobre la misma película. Hubo una expresión de sonido en Bajo el cielo de Caracas (1934) de José Ferrán, con un sistema llamado vitaphone que consistía en una banda sonora grabada aparte, en un disco, que se sincronizaba con la película".

Taboga es un corto musical que también incorporó el sonido para 1938. Dirigido por Rafael Rivero, es recordada porque allí participó la orquesta de moda, la Billo's Happy Boys.

Barrios, autor del libro Tramas Cruzadas. El rol de la ciudad en el cine venezolano (2009), señala que la producción de cine mudo, previa a 1938, fue vasta. En efecto, La Cinemateca Nacional, en la filmografía de 1897 a 1938, citada por Izaguirre, registra más de 350 títulos.

"Uno de los primeros largos de ficción del cine mudo venezolano fue Don Leandro, el inefable (1919), donde figura Lucas Manzano como director y actor. A la manera de Chaplin, muestra a un hombre que viene del campo a la ciudad. Es interesante porque muestra a Caracas como una metrópolis cuando en realidad no era así", comenta el arquitecto.

Sin embargo, el sonido llega al cine venezolano con once años de retraso; la primera película sonora de la historia fue El cantante de jazz de Alan Crosland, en 1927.

Rodolfo Izaguirre cree que el retraso respondió a la situación del país: "dominado por la dictadura, primitivo...". Barrios, por su parte, sostiene que a la industria del cine en Estados Unidos no le interesaba fomentar producciones en países que pudieran convertirse en virtuales competidores. La exhibición sí era importante. "Para 1948 había casi 60 salas en Caracas", apunta el arquitecto.

Tampoco se corresponde la tecnología de cine sonoro con una producción de calidad. Ambos consultados coinciden en mencionar a La balandra Isabel llegó esta tarde (1950), de Carlos Hugo Christensen, como el primer hito de una industria venezolana.

"A partir de los años 40 los equipos de Efraín Gómez pasan al Ministerio de Obras Públicas y surgen otros estudios. Rómulo Gallegos crea Ávila Films con la idea de filmar Doña Bárbara. Con éste firmó el guión de Juan de la calle (1941). Por esa misma época surgiría Bolívar Films, que se propuso ocho coproducciones con México, una de estas La balandra Isabel...", recuerda Izaguirre.

@argomezc
*EL UNIVERSAL
domingo 11 de marzo de 2012

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