viernes, 20 de mayo de 2011

Proclama de Urdaneta ante la muerte del Libertador

Eumenes Fuguet Borregales (*)
El general caraqueño Mariano Montilla (1782-1851), designado en 1828 Jefe Superior de los Departamentos del Istmo de Panamá, Magdalena y Zulia, testigo presencial en Santa Marta el 17 de diciembre de 1830 de la muerte del Libertador, le informa al general Rafael Urdaneta Presidente Provisional de la Gran Colombia desde el 5 de septiembre de ese año (la verdadera denominación es República de Colombia proclamada el 17 de diciembre de 1819 en Angostura).

"El excelentísimo señor Simón Bolívar ha pagado hoy a la naturaleza el precioso tributo de su importante vida". Urdaneta al conocer la infausta noticia emite en Bogotá el 9 de enero de 1831 una conmovedora proclama, llamando a la tolerancia y a la unión fraternal para salvar la patria de la anarquía: "¡Colombianos¡ Agobiado por el peso del dolor, me esfuerzo no obstante, por cumplir con el mas triste de mis deberes como magistrado, como ciudadano, como amigo. Os anuncio que ha cesado de existir el más ilustre entre todos los hijos de Colombia, el Libertador, el fundador de tres repúblicas, el inmortal Simón Bolívar. Después de haber agotado hasta las últimas heces del cáliz de amargura que le ofreció la suspicacia de algunos conciudadanos suyos, ha pasado a la región de las almas, dejando un vacío inmenso en Colombia, en América, en el orbe civilizado".

"¡Colombianos¡ Las pasiones contemporáneas, aún las mas encarnizadas, deben darse ya por satisfechas. Bolívar no pertenece de hoy más, sino al dominio de la historia; y mientras ella le asigna en sus páginas el prominente lugar a que le han hecho acreedor sus relevantes servicios a la causa de la humanidad, nosotros los que tenemos la desgracia de sobrevivirle debemos reunirnos en torno a su tumba helada, a llorar la pérdida que hemos hecho, a meditar sobre la situación de Colombia y prestarle los auxilios de que tanto necesita la patria para revivir."

"¡Colombianos¡ Deseoso de que no se malogren los esfuerzos inauditos de aquél varón esclarecido por la independencia y la libertad de nuestra tierra, me ocupo actualmente de dictar aquellas medidas que demandan el reposo y bienestar de los que viven sometidos al Gobierno Nacional, y de negociar con los que no lo están, los medios de llegar a un avenimiento amistosos, que tenga por resultados, reorganizar a Colombia y presentarla de nuevo a los ojos de las naciones en su pasada majestad y esplendor.

En nombre de la independencia y de la libertad, convido a todos los que abriguen en su pecho sentimientos nobles y generosos, a que coadyuven a la bella empresa de restaurar Colombia. Venid, pues, colombianos al templo de la concordia, venid conmigo a darnos un abrazo fraternal. Sólo así evitaremos que el país sea patrimonio de la anarquía mas espantosa y devoradora que jamás vieron los siglos

Bogotá Enero 9 de 1831

Gral. Rafael Urdaneta.

Al siguiente día, el "siempre leal", convocó una junta de notables, con la finalidad de explicarles en su condición de presidente provisional, la conveniencia de dejar el alto cargo, asumido con la condición de que el Libertador lo pudiera recibir; fallecido éste, quedaba sin efecto el nombramiento del prócer marabino. Los asistentes en forma unánime recomendaron que no renunciara. Ante la presión ejercida por los enemigos de Bolívar y para evitar una guerra civil, Urdaneta renuncia ante el Consejo de Estado reunido en Apulo, cerca de Bogotá el 30 de abril de 1831, allí dijo: "Mi continuación al frente del Gobierno no es ya necesaria; he resuelto en consecuencia separarme de los negocios públicos y no debiendo ni queriendo mandar más, he cesado en este instante en el ejercicio de las funciones del Poder Ejecutivo. Ruego por tanto al Consejo ocupe sin pérdida de tiempo, de nombrar la persona que haya de encargarse de la suprema autoridad. Al terminar mi vida política estoy satisfecho porque mi conciencia me dice que he cumplido con cuantos deberes me impuso la patria en la delicada situación en que me he visto colocado". Al serle recibida su renuncia, con el apoyo de Don Joaquín de Mier y Benítez, sale desterrado desde Santa Marta hacia Curazao el 7 de junio; en Venezuela y en la Nueva Granada no lo aceptaban por su definido afecto y lealtad hacia el Libertador. En esa isla pasará año y medio en la más completa miseria este paisano esclavo del deber y del honor.

(*)Gral. de Bgda
eumenes7@gmail.com
Diario El Carabobeño
Historia y Tradición

No hay comentarios:

Publicar un comentario