miércoles, 25 de agosto de 2010

A MANERA DE PREÁMBULO:JUAN ANTONIO PÉREZ BONALDE, DOMINGO DEL MONTE, JOSÉ MARTÍ

MARIANA PÉREZ PÉREZ*



Prestigiosas voces de la intelectualidad venezolana han afirmado que la literatura de ese país se sustenta más de la narrativa que de la poesía. Gustavo Pereira[1] –en su libro El peor de los oficios– indica que la gran poesía se inicia con Pérez Bonalde, a la vez que hace referencia a Jesús Semprum, quien en 1911 decía a sus discípulos en la universidad que solo se podían citar con orgullo tres o cuatro nombres que honraban las bellas letras de Venezuela.



Sin discrepar de tan autorizados criterios, y con la certeza de que no es posible –ni tal vez sea necesario– hallar juntas, en cada época de la evolución poética, varias figuras sobresalientes o movimientos de altos valores, nos hemos atrevido a realizar, a grandes saltos, este recorrido donde se muestran los poetas venezolanos, desde la colonia hasta la actualidad. No solamente nos motiva la razón circunstancial de ser Venezuela el país invitado de honor a la XV Feria Internacional del Libro en Cuba, sino también –y más que todo– el reconocimiento de las arterias que transfunden sus sangres en la cultura de ambos países.



Muchos escritores venezolanos han vivido en Cuba por períodos más o menos extensos, así como tantísimos cubanos han puesto sus plantas y su amor en aquella tierra. Un nombre, sin embargo, se eleva por sobre todos y es el del “viajero [que] llegó un día a Caracas al anochecer, y sin sacudirse el polvo del camino, no preguntó dónde se comía ni se dormía, sino cómo se iba a donde estaba la estatua de Bolívar”[2]. José Martí viajó en 1881 a Venezuela, donde realizó una “corta e intensa vida americana”[3]; allí fundó la Revista Venezolana, que ha sido calificada en ese país como un orgullo nacional, y en la que publicara hermosísimas páginas, entre las que resaltan las dedicadas al intelectual Cecilio Acosta con motivo de su muerte. La presencia martiana ejerció una poderosa influencia en los creadores jóvenes y en la renovación modernista que –en realidad– llegó con cierto atraso a Venezuela.



Más tarde, en 1882 –desde Nueva York– publicó Martí el brillante prólogo al Poema del Niágara, de Juan Antonio Pérez Bonalde. Y he aquí hermosa coincidencia, que dos grandes de las letras cubanas y venezolanas, Heredia y Pérez Bonalde, hayan cantado, cada uno en su tiempo, las emociones que les inspirara la magnificencia de la naturaleza desbordada; o tal vez no sea solo coincidencia temática, porque José María Heredia vivió durante su infancia en la patria del otro, y en ella “Oyó decir de Bolívar, que se echó a llorar cuando entraba triunfante en Caracas”[4]. Acerca del texto de Pérez Bonalde dijo el Apóstol: “El torrente prestó su voz al poeta; el poeta su gemido de dolor a la maravilla rugidora”, y del herediano: “el Niágara portentoso le reveló, sumiso, su misterio, y el poeta adolescente de un pueblo desdeñado halló, de un vuelo, el sentido de la naturaleza que en siglos de contemplación no habían sabido entender con tanta majestad sus propios habitantes.”



A Cuba vino Domingo del Monte (1804-1853)[5], figura que, a través de sus concurridas tertulias, impulsó el movimiento literario habanero y aportó los fondos necesarios para comprar la libertad del poeta esclavo Juan Francisco Manzano. También vendrán a la Isla: José Antonio Maitín (1812-1824), Miguel Sánchez Pesquera, y muchos otros.



Las razones antes expresadas resultan más que suficientes para el intento de reunir en esta compilación –bajo el signo de tecnologías que aquellos no podían siguiera soñar– un conjunto de textos y de referencias bibliográficas que allanarán el camino de todos cuantos quieran conocer a Venezuela desde la voz y la metáfora de sus poetas. Sabemos que no se trata de un trabajo totalizador, es apenas una muestra de cuánto han aportado esos hombres y mujeres a la cultura de la América bolivariana y martiana; mucho material pudiera ser incluido, pero creemos que esta selección debe, en principio, despertar avidez en los lectores cubanos por conocer más acerca de una literatura que, hasta ahora, nos resulta casi desconocida. Esperamos que cada verso –así sea de los llamados “poetas menores”, a quienes también se les debe justicia– despierte en cada cual sentimientos de amor por esa tierra –a la que tanta poesía, y belleza le debemos– integrante ejemplar de esta región cantada por Andrés Bello:



Salve, fecunda zona,

que al sol enamorado circunscribes

el vago curso, y cuanto ser se anima

en cada vario clima,

acariciada de su luz, concibes!







* Mariana Pérez Pérez (Compiladora)
** Artículo enviado por Argimiro Torres. " El médico Poeta"

BIBLIOGRAFÍA
[1] Pereira, Gustavo. “Las libreas de la razón”. – p. 191. – En su: El peor de los oficios. – La Habana : Ed. Arte y Literatura, 2004.

[2] Martí, José. “Tres héroes”. – p. 230-234. – En: Morales, Salvador. Martí en Venezuela, Bolívar en Martí. – La Habana : Editora Política, 1985.

[3] Morales, Salvador. Martí en Venezuela, Bolívar en Martí. – La Habana : Editora Política, 1985.

[4] Martí, José. “Heredia”. Discurso pronunciado en Hardman Hall, Nueva York, 30 de noviembre de 1889.

[5] Escritor. Nace en Venezuela el 4 de agosto de 1904. Llega a Cuba en 1810. Amigo de Heredia. Funda junto a Jesús Villariño La Moda o Recreo semanal del bello sexo. Publica junto a Saco la Revista Bimestre de la Isla de Cuba. Su casa se convierte en el centro de la vida intelectual del país. Por ella pasan personalidades como Ramón de Palma, José María Cárdenas y Rodríguez, José Jacinto Milanés, Cirilo Villaverde, Felipe Poey, Plácido, Ramón Zambrana y otros. Colabora en El Eco de Madrid, el Aguinaldo Habanero, El Album, El Plantel. Es acusado en la conspiración de la Escalera. Abandona Cuba y muere en Madrid el 4 de noviembre de 1853. Su correspondencia es recogida por la Academia de Historia de Cuba en 7 tomos bajo el nombre de Centón epistolario de Domingo del Monte.

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