lunes, 10 de agosto de 2009

Un patriota bajo la sotana

Eumenes Fuguet Borregales (*)

En la capital.También en provincia."La Escuela de Cristo".Capellanes a las órdenes del Libertador.Sacerdotes detenidos y desterrados.Mártires, oficiantes y guerreros.

Existe el monumento del soldado anónimo y muchas estatuas en sitios emblemáticos que hacen honor a próceres que dieron sus vidas por la Independencia de Venezuela, pero en la agenda de las efigies está pendiente erigir tres grandes monumentos para agradecer y enaltecer la participación de quienes, en forma valiosa y con fervor patriótico, han formado una trilogía de abnegación en beneficio de los más puros ideales de la libertad, identidad y soberanía: nuestras valerosas mujeres, el niño héroe y el sacerdote anónimo.

Pero quisiera hacer énfasis en resaltar la importante actuación de nuestros prelados. Podemos decir que, desde el mismo momento del inicio de nuestra emancipación, fue inmediata y masiva la incorporación de estos hombres de sotana cuando se plegaron al grito emancipador que Caracas dio: unos cumplieron funciones en el Estado Mayor Especial del Ejército Libertador, como capellanes militares; en Mérida decidieron utilizar las campanas de las iglesias para fabricar cañones, balas, ollas y clavos; otros desarrollaron actividades logísticas o cumplían funciones de legisladores, y hasta uno de ellos fue ministro de la Defensa.

Lo admirable es que todos, con su verbo encendido de fe y patriotismo, supieron desempeñar con la mejor disposición la simbiosis de difusores de la fe y participación activa hombro a hombro, al lado de militares y civiles, en beneficio de la redención de los pueblos oprimidos.
Sufrieron cárceles, destierros y hasta la pérdida de sus vidas. Fue así como con su presencia, palabra y ejemplo, como guías espirituales lograron reanimar el entusiasmo y la fe perdida para alcanzar libertad, paz y justicia.
El 19 de abril de 1810, cuando visualizó que se complicaba la situación en la Sala Capitular para analizar con el Capitán General los sucesos de España, el presbítero José Félix Blanco se dirigió casi corriendo hasta la iglesia de La Merced. Iba en busca del sacerdote chileno José Cortés de Madariaga -verdadero protagonista de ese día histórico-. Lo encontró confesando ese Jueves Santo a una penitente a la que le diría: "Hija mía, sus pecados pueden esperar, la patria no".
Al incorporarse al ayuntamiento, Madariaga se autoproclamó diputado por el clero y -tras bastidores- encendió los ánimos en el pueblo al indicarle con el dedo un rotundo "no" cuando Emparán les consultó si querían que los siguiera gobernando, y por primera vez en 300 años de yugo español, el gobierno quedó a manos de los criollos.
En julio de 1812, Cortés de Madariaga fue apresado y llevado a la prisión de Cádiz junto con otros valientes emancipadores, denominados los "Ocho Monstruos". Amén de que lograron escapar e incorporarse a la lucha, así participó Madariaga en el Congresillo de Cariaco, el 8 de mayo de 1817, y vivió en Riohacha, donde murió en 1826.

También en provincia
Así como en las grandes ciudades, también en la provincia no faltaron sacerdotes que se plegaran a la gesta emancipadora. El sacerdote Antonio María Briceño Altuve figura con destacada participación en la Junta Patriótica de Mérida. Detenido en 1812 y liberado en 1815, participó con Páez en la Campaña de los Llanos de Apure y Arauca, y fue diputado por Barinas en el Congreso de Angostura.
Entretanto, en los movimientos de Mérida sirvieron mucho de apoyo los eclesiásticos Buenaventura Vivas, Enrique Manzaneda Salas, Francisco Antonio Uzcátegui y Fray Juan Agustín Ortiz. En Trujillo, los sacerdotes Ricardo Gamboa, Francisco Antonio Rosario, José Antonio Rendón, José Segovia, Bartolomé Monsant y Fray Francisco Antonio Alvarez organizaron en 1810 la Junta Patriótica; en esta región, Alvarez redactó la Primera Constitución de Trujillo, y posteriormente en 1814, siguiendo las órdenes de Urdaneta, tuvo que emigrar hacia la Nueva Granada.
Un caso muy pintoresco es el del presbítero Francisco Antonio Uzcátegui Dávila, quien se incorporó en Mérida al movimiento del 19 de Abril; en su pequeña orfebrería fabricó con las campanas 16 cañones, y con el material sobrante elaboró ollas y clavos para las herraduras. Y se jactaba en decir: a quienes se oponían a sus ideas: "No sólo con la palabra se hace la independencia... Debajo de esta sotana tengo pantalones bien puestos". Él también apoyó a Cortés de Madariaga a su paso por Mérida, vía Bogotá, en comisión de la Junta Suprema.
Por Barinas, los sacerdotes Manuel González, Francisco Gualdrón, Enrique Manzaneda Salas e Ignacio Ramón Briceño Méndez (hermano del prócer Pedro Briceño Méndez) se adhirieron al movimiento del 19 de Abril de 1810. Mientras que la provincia de Cumaná tuvo como representantes a los sacerdotes Domingo Vallenilla, presidente de la Junta Patriótica, y Andrés Callejón, miembro de la Junta Patriótica, quien murió prisionero en La Guaira en el año 1814.
Muchos otros sacerdotes de "armas tomar" figuran en la historia, como José María Márquez, Jacobo Laguna, Diego Bernardo Sánchez, Andrés Padilla Morón, José Joaquín Labrador, José Rosello, Juan José Mendoza y Diego Botinos, quienes también tuvieron papel protagónico en el movimiento del 19 de Abril.
Por ejemplo, Márquez se desempeñó como capellán del ejército de Mariño y murió en 1814, en el Castillo San Felipe de Puerto Cabello; el presbítero Laguna se afilió al ejército de José Francisco Bermúdez. La Junta Suprema que se formó en Barcelona tuvo como digno representante del clero al párroco Fernando Amézquita, entre otros tantos.

Y aunque comencé por las provincias, termino con Caracas, en donde los sacerdotes Bernardo Lanfranco, Juan Antonio Navarrete y Silvestre Méndez apoyaron el movimiento emancipador de 1810; éste último tuvo que salir de Venezuela en el año 1814. La mayoría de los sacerdotes nombrados firmó el acta del 19 de Abril y de la Independencia en sus respectivas provincias. Pero la junta que se formó en Guayana -en la que también estuvo representando al clero el sacerdote y doctor José Cándido Martínez- fue disuelta por las autoridades realistas, siendo apresados y enviados a Puerto Rico.

"La Escuela de Cristo"
En Maracaibo, un grupo de seguidores del movimiento revolucionario del 19 de Abril de 1810, para evitar sospechas en sus reuniones activaron en una iglesia una sociedad con el nombre "La Escuela de Cristo". Entre los integrantes estaba el sacerdote Fernando San Just, pero en marzo de 1812 fueron delatados y hechos prisioneros en el templo Santa Ana de Maracaibo. Tan sólo una placa conmemorativa recuerda esta importante actividad revolucionaria.
Pero otro hito en el que intervinieron efectivamente los sacerdotes fueron las elecciones para elegir a diputados al primer Congreso. Tras los sucesos del 19 de Abril, realizaron votaciones en las distintas iglesias del país, y de los 44 diputados elegidos, nueve sacerdotes representaron la firma del Acta de la Independencia.
Y así como los clérigos tuvieron destacada participación en las actividades de la emancipación, algunas instalaciones eclesiásticas sirvieron de sede para la realización de importantes eventos históricos, tales como las reuniones previas a la Declaración de la Independencia, el 5 de julio de 1811, que se efectuaron en la Capilla Seminario de Santa Rosa de Lima; la Declaración se realizó en la Capilla Santa Inés (hoy sede de la Alcaldía del Municipio Libertador) y Bolívar fue denominado "Capitán General de los Ejércitos", con el sobrenombre de "Libertador", en la iglesia San Francisco de Caracas, el 14 de octubre de 1813.

Prosiguen los hechos como la activación de la Sociedad Patriótica de Valencia, el 25 de agosto de 1811, siendo su presidente el sacerdote Francisco Narvarte, y vicepresidente el ya mencionado José Félix Blanco.

También entre los firmantes de la primera Constitución de Venezuela y de Hispanoamérica, del 21 de diciembre de 1811, de 37 diputados, 7 corresponden a sacerdotes, quienes eran Luis Ignacio Mendoza, José Luis Cazorla, Juan Díaz Argote, Salvador Delgado, Manuel Vicente de Maya, Juan Nepomuceno y José Vicente de Unda.

Capellanes a las órdenes del Libertador

Simón Bolívar contó también a su lado con el apoyo de muchos sacerdotes, como José Félix Blanco, Miguel Peraza, Silvestre Méndez, Carlos Quintana (murió mutilado por los realistas en San Carlos, en 1814) y Marcos Ribas (hermano del general José Félix Ribas).

Fray Luis Almansa y los sacerdotes Manuel Barroso, José María Márquez y Jacobo Laguna acompañaron como capellanes militares hacia el centro de Venezuela al Ejército de Oriente, al mando del general Santiago Mariño, en apoyo del Libertador. De ellos, el clérigo Márquez cayó prisionero en la Batalla de El Arao y muere en las bóvedas de Puerto Cabello.

Es de resaltar a los seminaristas. Para el año 1812, estudiaban en Caracas 85 seminaristas, acompañados del rector, el distinguido sacerdote Gabriel José Lindo. Pero para el mes de marzo de 1814 quedaban apenas 6, y al mes de julio de ese fatídico año quedaba uno solo. Y es que estos jóvenes acompañaron al general José Félix Ribas y lucharon a las órdenes del comandante Francisco Antonio "Coto" Paúl en la Batalla de Vigirima (23 al 25 de diciembre de 1813); el general Urdaneta los bautizó, junto con los universitarios, como "El Escuadrón de Escolares". Estos seminaristas lucharon con entusiasmo y patriotismo, muriendo algunos de ellos. También lucharon en la Batalla de La Victoria, el 12 de febrero de 1814, a las órdenes de Ribas, cuyo heroísmo dio motivo para decretar aquella fecha como "Día de la Juventud Venezolana", en el año 1947.

Como consecuencia de esas luchas, el sacerdote Lindo fue enviado a España en 1816 en calidad de prisionero, por Morillo, y murió en Cádiz al año siguiente.

Luego, después del combate de La Victoria, Ribas se dirigió con los estudiantes y seminaristas hacia Ocumare del Tuy, donde el jefe realista Francisco Rosette días antes había sembrado terror y desolación en esa población. El sacerdote Juan de Orta y otros clérigos tuvieron que atender a los heridos.

El 11 de febrero de 1814 se llevó a cabo, en la iglesia San Francisco de Caracas, el "Acta Solemne entre el Estado y el Sacerdocio", mediante la cual las alhajas, vasos sagrados y los objetos de valor de las iglesias pasan a manos del Estado para su preservación contra el pillaje; además, se podría disponer de algunas para ayudar en los gastos de la Independencia.
Ese mismo año sucedió el incidente denominado "Sitio de Valencia". Eran finales de marzo. Ante la inminente llegada a Valencia del jefe realista José Tomás Morales con tres mil efectivos, Urdaneta recibe del Libertador la orden de "Defender a Valencia hasta morir". Con apenas 280 soldados para defender a la población civil, la ciudadela organizada fue ejemplo de valor y sacrificio por parte de los valencianos.

Por su parte, el arzobispo de Caracas, el español Narciso Coll y Prat, se encontraba con 40 sacerdotes a su paso para Calabozo y tuvo que sufrir los embates del hambre, la sed y el ataque enemigo; allí murieron algunos de los clérigos que ayudaban espiritualmente a la población durante seis días.

Sacerdotes detenidos y desterrados

En el fatal año 1814, luego de la derrota de La Puerta (cerca de San Juan de los Morros), las fuerzas realistas de Boves se dedicaron al asesinato y pillaje; el clero venezolano no escapó de esa barbarie; 14 de ellos fueron enviados en septiembre como prisioneros a los calabozos de Cádiz. Unos 36 lograron escapar hacia Trinidad y Curazao. Casi 20 pudieron esconderse, para continuar más adelante su labor de apostolado y de lucha.

También la historia nos presenta las hazañas de sacerdotes en la "Campaña de Apure", en la que varios presbíteros se enfilaron al ejército de Páez y participaron como capellanes, o en la Reserva del Ejército en las operaciones militares en Achaguas, El Yagual y la Toma de San Fernando, en 1816. Entre ellos aparecen el sacerdote y vicario del Ejército José Félix Blanco, Ramón Ignacio Méndez, Trinidad Travieso, Luis Mendoza, José Luis Ovalles, Antonio María Briceño Altuve, Lorenzo Santander y Félix Sosa, entre otros.

De Ramón Ignacio Méndez se sabe que fue el sacerdote que presenció el juramento de lealtad que habría hecho Páez en el hato de Cañafístola, el 30 de enero de 1818, hacia el Libertador. Mientras que el sacerdote Trinidad Travieso, junto a Pedro Camejo, intercedió ante Páez para que no fusilaran al joven capitán de 16 años, el neogranadino José María Córdoba, futuro general más joven de la emancipación hispanoamericana y héroe en Ayacucho.

Otro incidente de sacerdotes inmolados se registró el 7 de abril en Barcelona, durante el asalto a la Casa Fuerte de la Purísima Concepción por parte del jefe realista Juan Aldama. Fallecieron algunos sacerdotes, entre ellos Felipe Tejada, Felipe Sifontes y Juan Antonio Godoy; también fueron sacrificados los jóvenes seminaristas Nicanor Alguíndegui, Juan Bautista Reyes y Fernando Sabino.

Mártires, oficiantes y guerreros

En julio de 1812, el presbítero José Cortés de Madariaga fue apresado y llevado a la prisión de Cádiz junto con otros valientes emancipadores, denominados los "Ocho Monstruos". Lograron escapar e incorporarse a la lucha, así participó Madariaga en el Congresillo de Cariaco, el 8 de mayo de 1817, y vivió hasta su muerte en Riohacha, donde murió en 1826.

Narciso Coll y Prat había llegado a Caracas en 1810, mantuvo siempre una tolerancia con los dos bandos participantes en la lucha emancipadora, y el 2 de marzo de 1811 ofició la misa en la instalación del primer Congreso. En el año 1816, el jefe español Pablo Morillo lo envió a España y, antes de morir en 1822, pidió que su corazón fuera enterrado en la Catedral de Caracas, deseo que se cumplió en 1843.

La "Campaña de Guayana" fue otra importante actividad independentista, ejecutada en el año 1817, en la que hubo actuación por parte del clero, a través de la activa participación, como jefe de las Misiones del Caroní, del sacerdote José Félix Blanco, quien proporcionó 800 caballos, mulas y provisiones para el Ejército Republicano, que triunfó el 11 de abril en la Batalla de San Félix, dirigida magistralmente por el general de División curazoleño Manuel Piar.

* General de Brigada (Ej)
eumenes@cantv.net

Diario El Carabobeño
Historia y tradición

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