domingo, 16 de agosto de 2009

El Testamento del General Antonio José de Sucre

Eumenes Fuguet Borregales (*)

Don Simón Rodríguez, nos dejó el axioma: "Los hombres no nacen cuando empiezan a ver la luz, sino cuando ellos empiezan a alumbrar con luz propia". La vida del general en Jefe Antonio José de Sucre, Gran Mariscal de Ayacucho, cual balanza de la justicia estuvo signada por la desgracia y la gloria; la primera por el martirio y sacrificio de su madrastra y hermanos; la gloria por sus espectaculares triunfos en Pichincha, "Cima de la Libertad" el 24 de mayo de 1822, y Ayacucho, "Cumbre de la Gloria Americana", el 9 de diciembre de 1824, para completar la gran tarea emancipadora.

La vida de nuestro egregio paladín cumanés fue tan corta, que podemos decir que vivió apenas un día, pues nació un 3 (febrero de 1795), y fallece vilmente asesinado en la montaña de Berruecos un 4 (junio de 1830). Su fructífera existencia la resumimos en una verdadera lección de: magnanimidad, patriotismo, honestidad, capacidad de táctico y estratega, diplomático, magistrado, periodista, educador, severo y estricto en el cumplimiento y aplicación de las leyes, probo en el manejo de los fondos públicos, digno representante de la juventud venezolana.

Unica persona a quien el Libertador escribiera una biografía: "Resumen sucinto de la vida del general Sucre". Recibió junto al coronel Simón Bolívar el bautizo de fuego cerca de Mariara en tierras gloriosas carabobeñas el 22 de julio de 1811, ambos a las órdenes del generalísimo Miranda. "Maestro de Libertadores".

Invitado para asistir como diputado al Congreso Admirable a realizarse en Bogotá el 20 de enero de 1830; Sucre procedió a elaborar su voluntad testamentaria, entregada el 10 de noviembre de 1829, previamente cerrada con tres sellos al general ecuatoriano Vicente Aguirre, su oficial de confianza:
1ro. En mi mujer legítima, Mariana Solanda, tengo una sola hija, Teresa que ha cumplido cuatro meses de edad, por lo que mi mujer no está embarazada.
2do. Si yo muero estando viva mi hija, es mi sola y única heredera, con excepción del tercio y quinto de mis bienes.
3ero. En el Caso de que mi mujer sea mi heredera, el quinto de mis bienes lo tomará mi ayudante coronel Pedro Alarcón, y se le distribuirá en los términos que le prevengo en una Memoria separada que le dejo y que se observará puntualmente. El tercio de mis bienes se repartirá igualmente entre mis ocho hermanos legítimos: José María, Jerónimo, Margarita, Manuela, José Manuel, Juan Manuel, Magdalena y Rosario.La distribución por partes exactamente iguales, le encargo a mi hermana Jerónima, que cumplirá con fidelidad.
4to. Las muy pocas mandas que prevengo las cumplirá Alarcón de mi quinto.De mis bienes se separará la espada que me regaló el Congreso de Colombia como premio por la Batalla de Ayacucho, y que se entregará al General Bolívar, en señal de gratitud por los servicios que ha hecho a mi patria.
5to. Mi hija o mi mujer, elegirán entre mis bienes lo que ellas gusten para su herencia, y puesto que a la primera nada reservo, comprende este artículo a la segunda.
6to. Mis bienes consisten en mi casa, que antes fue del marqués de Villarrocha, y que con lo que dejo para su conclusión me cuesta veinticuatro mil pesos, de los que 5.320, son a censo y pertenecen por una capellanía legal a mi mujer, a cuyo nombre se compró la casa, estando yo en Bolivia. 18.400 pesos que me reconoce a censo La Hacienda de Santiago, perteneciente a los señores Zaldumbides. 600 pesos de unos negros de mi propiedad que están en Esmeraldas. Mil pesos que vale mi cantina de plata. 12.000 pesos en plata que tengo en poder de Don Lucas de La Cotera, residente en Bolivia, 6.000 pesos que me debe el señor Cristóbal de Armero, por los arrendamientos de la Hacienda de la Huaca, en los años 1827 y 1828, que rebajados algunos picos que dice él que tiene que cargarme, quedará lo menos a mi favor 5.300. Y doscientos seis mil y pico de pesos en que está tasada mi hacienda en La Huaca, situada en el Valle de Chancay, del departamento de Lima, siendo este su valor el año 1825 y sin comprender las mejoras que haya tenido hasta ahora.
7mo. Mi herencia paterna y materna y nos 20.000 pesos que había prestado al gobierno de Colombia por medio de mi apoderado en Guayaquil no se cuenta en mis bienes, porque los he cedido desde años pasados a mis hermanos, que deben estar en posesión. 8vo. Mi cantina de plata, y las prendas de oro y plata, que hay en mi equipaje, las tomará mi ayudante Alarcón, también tomará lo que le guste de mi equipaje, repartiendo el resto entre mis criados. Mi buena papelera la dejo a Carlos Aguirre, a quien se le entregará.
9no. No debo cantidad alguna a nadie. Tenía una cuenta pendiente con mi ayudante el coronel Alarcón, y le he dado una libranza para que mi apoderado en Lima se la cobre de toda preferencia con los productos de La Huaca, de este año o del que viene. 10mo. Nombro por mis albaceas a los señores general Vicente Aguirre, y Coronel Pedro Alarcón. mientras se haga la distribución de mis bienes. Si mi hija vive, será mi mujer la tutora mientras no se case; si mi mujer se casa, será el tutor de mi hija el coronel Alarcón. Conocida la falta muerte, del "Abel de América", el testamento fue abierto ante los testigos el 19 de junio de 1830; la viuda no pudo asistir por enfermedad, siendo representada por el Comandante José Andrade.

Razón tenía Mariana al decir: " Corazón más puro que el de Sucre, no ha palpitado en pecho alguno".

(*) Gral de Bgada.
eumenes7@gmail.com

Diario El Carabobeño
Historia y Tradición

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