miércoles, 29 de abril de 2009

El primer amo del valle

Gerónimo Alberto Yerena Cabrera.

Garci-González de Silva

Datos parciales de la genealogía del Libertador
Caracas de Antaño
Los primeros amos del Siglo XXI



En la sección Caracas de Antaño, del Blog Venezuela Libre a principios del año 2008, en algunos artículos, inicié la modalidad de combinar tres temas: Caracas de Antaño, Datos parciales de la genealogía del Libertador y los Amos del Valle, con la finalidad de evitar escribir un trabajo completo de la genealogía del Libertador y hacerlo parcialmente, combinado con sucesos, edificaciones o personajes de la Caracas Colonial, que estuvieron ligados de una u otra forma al Libertador. Los relaciono con aquellos amos del valle de la Caracas colonial los cuales formaron parte importante de nuestra capital, y también asociarlos con algunas construcciones emblemáticas, que, a pesar de las modificaciones que sufrieron por los conocidos terremotos ocurridos durante la colonia y en plena gesta independentista, aún persisten en nuestra querida capital.
El trabajo que elaboré en el año 1998 sobre la Legendaria Ana de Rojas, fue la inspiración para publicar esta trilogía, sin embargo, preferí seleccionar algunos hechos o personajes antes de publicar la narración de Ana de Rojas, motivado a que ella sola abarcaría, de una vez, casi todo el tema en cuestión. Comencé con Alonso Díaz Moreno (1) a quién le corresponde un bien merecido lugar en importancia y en esa oportunidad lo asocié con Simón Bolívar "El Viejo" y las coincidencias entre ambos.
En esta ocasión en orden cronológico le corresponde a Garci-González de Silva, el cual fue el primer amo del valle, y su descendencia esta ligada íntimamente con el Libertador. Al hablar de la biografía de este personaje, del cual hay tantos trabajos escritos, es difícil evitar repeticiones, por lo cual he seleccionado el "dossier" escrito por Guillermo Meneses en su libro El Libro de Caracas (2), en el cual la clara narración que hace de este personaje condensa todo lo que de él pueda decirse.
A continuación transcribo textualmente:
"Garci-González de Silva. Uno de los hombres más resaltantes durante los primeros años de la vida de Caracas es Garci-González de Silva. Llegó, según el mismo dice, un año después que Losada. El testimonio de Garci-Gonzalez es solicitado como válido en varios casos relacionados con la fundación de la ciudad. El hombre es de aquellos a quienes puede llamarse con toda verdad conquistador y poblador. Garci-González de Silva tiene apetencia de tierra; quiere establecer relación precisa de propietario; promueve documentos que prueban dominios, posesión; defiende con las armas sus bienes; guerrea por los ganados, por las semillas; alguna vez es herido por los indios. Ya ha afirmado J.A. de Armas Chitty que puede vérsele como el primer latifundista. Aceptamos el término, pero también podríamos considerarlo como hombrón que pelea por su vida y por su fortuna además de ser escrupuloso cumplidor de las normas legales. Después de que logra el dominio de la tierra (y demuestra hechos de valor y arrojo suficientes para solicitar trato de excepción) desea papeles en regla; compra a veces a sus compañeros, menos ansiosos o menos cumplidores de formulas, los terrenos que les han concedido; llena de papeles se asegura de que están demostrados su propiedad, su derecho. Está unido a la provincia, tiene cargos administrativos; es Regidor por Elección y luego, por Cédula Real, adquiere el cargo a perpetuidad; de muchas maneras es uno de los primeros caraqueños. En el ataque del pirata Preston no parece afortunado; sale a pelear a los caminos conocidos el inglés lo desborda por la pica de la traición. En las próximas elecciones de Cabildo es elegido Procurador, con lo que se prueba que no hubo desconfianza para él con motivo de la defensa de la ciudad. Si el viejo Andrea de Ledesma se hizo Quijote de Caracas para morir frente a los hombres de Preston, Garci-González de Silva estaba vigilando otras entradas; las que lógicamente debían estar guardadas. Se tiene por cierto que era amigo de poesías, danzas y comedietas y las representaba en la Plaza Mayor. Por todas esas razones, este caballero reúne en su persona mucho de lo que puede ser exigido a un caraqueño de los primeros tiempos. Estaba unido a Caracas y la sentía suya como para defenderla a igual que defendía otros valores materiales que poseía; estaba unido a ella y a sus gentes y le parecía grato soltar al aire de la tarde alguna canción, algún verso, algún gesto de danza. Buen señor caraqueño don Garci-González de Silva cuya memoria se guarda con admiración y cariño en la ciudad de Santiago de Léon de Caracas; su ciudad"
Con esta descripción Guillermo Meneses sintetiza en pocas palabras toda la vida de este personaje y nos viaja por esa época, de una manera tal, que pareciera que la estuviéramos viviendo.

Datos parciales de la genealogía del Libertador
Garci-González de Silva se casó con Beatriz Gómez de Rojas, más conocida por el segundo apellido que era el que usaba a igual que sus dos hermanas, Ana y Francisca, hijas de la legendaria Ana de Rojas. Por lo tanto Beatriz Gómez de Rojas o Beatriz de Rojas, era tía de Beatriz Díaz y Rojas hija de su hermana Ana la cual se casó en el año de 1592 con Simón Bolívar "El Mozo"; desde allí siguió el entronque entre toda la descendencia de las Rojas, y el parentesco con El Libertador (3).

Primeros "amos del valle" del siglo XXI
Alberto Cuevas Picón (4), en el prólogo de la edición original del Libro de Caracas, hace el siguiente comentario refiriéndose a Guillermo Meneses: "Podemos decir que el libro no asume ninguna posición frente a los hechos. Sin contenido polémico, se convierte en una crónica real, objetiva y veraz de los acontecimientos más importantes en la vida de la ciudad".
Esto lo pudo decir gracias a la naciente democracia, que para esa época sólo tenía 9 años y ya enrumbaba al país en un camino cierto. ¿Podrían decir lo mismo, ahora, autores de la calidad y prestancia de un Guillermo Meneses, en 10 años que han transcurrido de la "Revolución Bonita", del llamado Socialismo del Siglo XXI, donde la objetividad y la veracidad de los hechos acontecidos en este último periodo, sólo depende de la voluntad y de los dictámenes del "líder?
En cuanto a los primeros "Amos del Valle" de la colonia y los surgidos en el siglo XXI, me recuerda al comentario de Francisco Herrera Luque (5) en su libro Los Amos del Valle: "No se iguala al caballo con el burro ni a cabo con general. Machete no es arma noble, ni torta é cazabe es pan".

yerena.geronimo@gmail.com

Bibliografía
1.- Gerónimo Alberto Yerena Cabrera. Alonso Díaz Moreno, coincidencias con Simón Bolívar "El Viejo". Publicado en el Blog Venezuela Libre de Joaquín Ramón. Sección Caracas de Antaño. Sábado 12 de abril de 2008.
http://joacoramon.blogspot.com/
2.- Guillermo Meneses. Libro de Caracas. Dossier Garci-González de Silva, pag 18. Editorial Funda Arte, 1995.
3.-Raúl Díaz Legórburu (premio nacional de historia 1981) La casa natal del Libertador. La Caracas de Bolívar. p 83. Editado por la Gobernación del Distrito Federal en el bicentenario del natalicio del Libertador. 1983.
4.- Alberto Cuevas Picón. Prólogo a la primera edición de El Libro de Caracas. Consejo Municipal del Distrito Federal. 1967
5.- Francisco Herrera Luque. Los Amos del Valle (historia novelada). Pag 18, Editorial Pomaire. 1979


martes, 28 de abril de 2009

"Carta de la viuda de Sucre al asesino"

Eumenes Fuguet Borregales (*)

Diario El Carabobeño


Historia y Tradición

El general en Jefe Antonio José de Sucre, Gran Mariscal de Ayacucho, "el prócer mas puro de la independencia americana" y "El Caballero de la Historia", fue vilmente asesinado en la montaña de Berruecos, el 4 de junio de 1830, al sur de Colombia, cuando se dirigía desde Bogotá a encontrarse con su familia en Quito-Ecuador.

Su viuda, doña Mariana Carcelén y Larrea, Marquesa de Solanda y Villaroche, le escribió una carta al asesino intelectual, el general José María Obando, natural de Pasto-Colombia, con unas sentidas palabras, las cuales por su hondo contenido humano transcribimos a continuación:

"Estos fúnebres vestidos, este pecho rasgado, el pálido rostro y desgreñado cabello, están indicando tristemente los sentimientos dolorosos que abruman mi alma.

Ayer esposa envidiable de un héroe, hoy objeto lastimero de conmiseración, nunca existió un mortal más desdichado que yo, no lo dude, hombre execrable: la que te habla es la viuda desafortunada del Gran Mariscal de Ayacucho. Heredero de infamias y delitos, aunque te complazca el crimen, aunque él sea tu hechizo! Dime, desacordado, ¿para saciar tu sed de sangre era menester inmolar a una víctima tan ilustre, una víctima tan inocente?, ¿ninguna otra podía saciar tu saña infernal?

Yo te lo juro, e invoco por testigo el alto cielo, 'un corazón más puro y recio que el de Sucre no palpitó en pecho humano'. Unida a él con lazos que solo tú, bárbaro, fuiste capaz de desatar; unida a su memoria por vínculos que tu poder maléfico no alcanza a romper. No conocí en mi esposo sino un carácter elevado y bondadoso, un alma llena de benevolencia y generosidad.

Mas yo no pretendo hacer aquí una apología del general Sucre; ella está escrita en los fastos gloriosos de la Patria. No reclamo su vida, pudiste arrebatarla, pero no restituirla, tampoco busco la represalia. Mal pudiera dirigir el acero vengador la trémula mano de una mujer. Además, el Ser Supremo, cuya sabiduría quiso por sus fines inescrutables consentir en un delito, sabrá exigirte un día cuenta más severa.

Mucho menos imploro tu compasión, ella me serviría de un cruel suplicio. Sólo pido que me des las cenizas de tu víctima. Si dejas que ellas se alejen de esas tórridas montañas, lúgubre guarida del crimen y de la muerte y del pestífero influjo de tu presencia, más terrífica todavía que la muerte y el crimen.

Tus atrocidades, hombre inhumano, no necesitan nuevos testimonios. En tu frente feroz está impresa con caracteres indelebles la reprobación del Eterno. Tu mirada siniestra es el tósigo de la virtud, tu nombre en el epígrafe de la iniquidad y la sangre que enrojece tus manos parricidas, el trofeo de tus delitos, ¿aspiras a más?

Cédeme pues los despojos mortales, las tristes reliquias del héroe, del padre y del esposo, y toma en retorno las trémulas imprecaciones de su Patria, de su huérfana y de su viuda".

(*) General de Brigada (Ej)

domingo, 26 de abril de 2009

El juramento de Bolívar en Cajamarca-Perú


Eumenes Fuguet B. (*)


El tercer juramento del Libertador


Esta importante actividad de nuestro Libertador poco conocida y difundida por la historia, nos da a conocer de nuevo la visión profética de Bolívar, iniciada el 15 de agosto de 1805 en Roma en la colina de Monte Sacro, cumplida con la magistral Batalla de Ayacucho el 9 de diciembre de 1824 y que al correr de los tiempos define su concepción de una América unida.

Bolívar cual predestinado para la redención de los pueblos de hispano América, frente a la Roma eterna prometió romper las cadenas de la opresión, cuando en presencia de su maestro Don Simón Rodríguez y su pariente Don Fernando Rodríguez del Toro exclamó: "Juro delante de Usted, juro por el Dios de mis padres, juro por ellos, juro por mi honor y juro por mi Patria, que no daré descanso a mi brazo ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español" y en Cajamarca se propuso reivindicar el derecho de una raza a la libertad que perdió con la prisión y sacrificio de Atahualpa su último monarca.

Retrocediendo las páginas de oro de la independencia americana, leemos que Bolívar desde Quito, una vez organizado el gobierno después del brillante triunfo del general de brigada Antonio José de Sucre en Pichincha "Cima de la libertad" el 24 de mayo de 1822, se traslada hasta el Perú llegando al puerto de El Callao el 10 de septiembre de 1823, a partir de ese momento se dedica incansablemente a organizar, equipar y adiestrar al nuevo Ejército, paralelamente coordinaba las actividades políticas para la dura tarea de libertar esa importante región.

En su recorrido por el Norte del Perú pasó por Cajamarca, a 2.750 metros de altura, capital del Departamento del mismo nombre los días 13, 14, 15, 16 y 17 de diciembre de 1823 donde tres siglos atrás, el 29 de agosto de 1533 fue ejecutado Atahualpa, Rey de Quito hijo de Huayna Cápac, quien pagaba con su vida el hecho de ser el monarca de un imperio cuyas riquezas rayaban en el mito y en la leyenda. A Bolívar le vino a la mente su juramento de Monte Sacro y ante sus lugartenientes y amigos que lo acompañaban, el día 17 al frente de una antigua "Cruz de piedra" al pie del cerro de Santa Apolonia, antes de despedirse pronunció proféticamente una vibrante oración jurando vengar ante esa cruz la muerte de Atahualpa y de una raza bravía a manos del conquistador Francisco Pizarro.

Bolívar a través del general de división Antonio José de Sucre, vencedor en la Batalla de Ayacucho "Cumbre de la gloria americana" cumplió su juramento de Cajamarca como una de las mayores expresiones de unión americana.

Este sería el tercer juramento de nuestro Libertador, considerando que el primer juramento lo realizó el 22 de enero de 1803 a la muerte de su esposa María Teresa Rodríguez del Toro y Alayza en Caracas, donde prometió no volver a casarse.

Bolívar, es hoy y siempre un mensaje desde la eternidad, con visión y alma de poeta y voluntad de guerrero, con suficiente humildad para no perder el sentido del equilibrio y de la realidad.

Razón tenía el doctor peruano José Domingo Choquehuanca, cuando le dijo en la población de Pucará a Bolívar el 2 de agosto de 1825, en lengua quechua: "Con los siglos crecerá vuestra gloria como crece la sombra cuando el sol declina".

Bolívar soñó y realizó... porque quien no sueña no realiza.

*General de brigada (ej).

domingo, 19 de abril de 2009

19 de Abril de 1810... ni un solo tiro

Diario El Carabobeño

Historia y Tradición

Eumenes Fuguet Borregales (*)


Esta importante fecha patria, nos señala el gran paso de la ruptura del orden colonial y la autonomía en hispanoamérica, es el verdadero inicio de la talla de la piedra de la Independencia como una verdadera obra de arte que se venía labrando a través de los años con los movimientos emancipadores; el 19 de abril no se declaró la Independencia, ésta se efectuó a las tres de la tarde del glorioso cinco de julio de 1811, fue la semilla y el fruto.

El 19 de abril de 1810, fue un movimiento revolucionario originado por el espíritu separatista de los criollos, aprovechando que en el año 1808, Napoleón Bonaparte había invadido España y colocó en el poder a su hermano José, con el título de José I, conocido por la historia como "Pepe botella", el rey español Carlos IV, abdicó el 19 de marzo a favor de su hijo Fernando VII, quien salió desterrado hacia Francia; sus seguidores en España formaron Juntas de apoyo denominadas Supremas.

En Caracas los jóvenes se reunían en sociedades secretas, hermanados en los postulados franceses de: Libertad, Igualdad y Fraternidad, y en las ideas de nuestro siempre Precursor Francisco de Miranda, quien mantenía desde 1808 comunicación epistolar con Juan Vicente Bolívar, hermano de nuestro futuro Libertador.

Entre los jóvenes que realizaban estas reuniones podemos mencionar a los Bolívar, los Salías, los Ribas, los Ayala, los Montilla, los Ibarra, los Palacios, los Ustáriz y los Tovar entre otros. Las noticias que llegaban de la península a comienzos del año 1810, eran cada vez más alarmantes, lo que motivó a José de las Llamosas, vicepresidente del Ayuntamiento caraqueño a convocar una reunión con carácter de urgencia para el 19 de abril a las 7 de la mañana.

El Capitán General de Venezuela era Vicente de Emparán y Orbe, quien al percatarse en el Cabildo de la crítica situación planteada, prefirió diferir la reunión y trasladarse a la Catedral para asistir a los oficios religiosos de ese jueves Santo; antes de ingresar fue conminado por el caraqueño Francisco Salías, (hijo de la valenciana María Margarita Sanoja de Salías), para que regresara al Cabildo, donde se le exigió la renuncia, y desde el gran balcón al consultar con el pueblo que se encontraba en la Plaza Mayor, hoy Plaza Bolívar, si querían que los siguiese gobernando, un NO señalado por el sacerdote chileno José de Madariaga, verdadero protagonista de ese memorable día, y seguido desde abajo por el doctor Rafael Villarreal, motivó a que todos los presentes repitieran a coro "No lo queremos"; a Emparán no le quedó otra alternativa que renunciar y salir de Venezuela; en Caracas se formó la Junta Suprema Conservadora de los Derechos de Fernando VII, seguida por Barcelona, Barinas, Cumaná, Margarita, Trujillo y Mérida.

La Junta Suprema creó cuatro despachos: Marina y Guerra, Relaciones Exteriores, Gracia y Justicia y Hacienda, convocó a elecciones para el Congreso Constituyente de 1811, prohibió el tráfico de esclavos y ordenó la protección a los indios, creó la Academia Militar, designó comisiones al exterior para solicitar apoyo y fundó la Sociedad Patriótica de Agricultura y Economía.

El 19 en la tarde se conoció la buena nueva en El Hatillo y el 20 de julio en Bogotá.

Valencia, no estuvo ajena a lo acontecido, los hermanos Francisco (el marqués), y Fernando Rodríguez del Toro, coordinaron las acciones de apoyo del movimiento iniciado en Caracas, grito que como un eco llegó a los dos días; contó con la aprobación del comandante de milicias Francisco Ramón Páez y personas prominentes de la región valenciana, en la tarde del 21 de abril se supo la noticia en Puerto Cabello, quienes se sumaron al ejemplo que Caracas dio.

Lo ocurrido el 19 de abril, no fue un hecho fortuito, tenía raíces profundas con sentido de patria en sus ideales. Fue el primer gobierno de los criollos. Bolívar diría el 19 de abril de 1820 en San Cristóbal: "El 19 de abril de 1810 nació Colombia".

(*) General de brigada (Ej.)

sábado, 18 de abril de 2009

Hacienda-Ingenio de San Mateo, "testigo mudo del sacrificio"

Eumenes Fuguet Borregales*

En la carretera nacional que conduce de La Victoria a San Mateo, se encuentra la hacienda-ingenio de San Mateo conocida como "ingenio Bolívar", allí el valeroso prócer neogranadino Antonio Ricaurte (1786-1814) sacrificó su vida y salvó la Patria; histórico lugar reconstruido y convertido el año 1964 en Museo Histórico Nacional, propiedad de la familia Bolívar desde 1593 hasta 1877, fecha de venta por parte de Anacleto Clemente, hijo de María Antonia Bolívar hermana del Libertador. Esta histórica hacienda cambió de dueños en varias oportunidades hasta que en 1924 el presidente Juan Vicente Gómez la adquirió al señor Francisco Rodríguez Zumbado por la cantidad de cuatrocientos cincuenta mil bolívares para el Acervo de la Nación, decretándola el 14 de septiembre de 1924 Museo Histórico Militar, abierta al público a partir del 1ro de diciembre de ese año. Simón Bolívar y Castro conocido como "Simón el Mozo", nacido en la isla de Santo Domingo en 1569, cuarto abuelo del Libertador y primer Bolívar nacido en América hijo de Simón Bolívar "el viejo", luego de haber obtenido una "encomienda" el 17 de septiembre de 1593 para los indios Quiriquires en los fértiles Valles de Aragua, consolidó económicamente la hacienda, desarrollando el cultivo de la caña de azúcar con su correspondiente ingenio, molino de agua y hornos para la producción de la panela.

Simón "el Mozo" al enviudar ingresa a la vida sacerdotal cumpliendo actividades en Valencia. La encomienda es una institución socio-económica, mediante la cual, un grupo de individuos debía retribuir a otros en trabajo, especie o por otro medio en base al disfrute de un bien. En el complejo histórico se observa en la colina la Casa alta, sector conocido como la "colina del sacrificio" donde ocurrió la inmolación de Ricaurte; en la parte restaurada funciona un museo con armas y uniformes de la época emancipadora, como también una importante galería de pinturas. En la parte baja se encuentra el ingenio y en su cercanía el molino y los hornos del ingenio convertido en el Museo de la Caña.

A finales de 1802 el futuro Libertador y su joven esposa María Teresa Rodríguez del Toro disfrutaron algunos días en la acogedora hacienda atendidos por la servidumbre, y entre ella figuraba la Negra Matea. Esa hacienda será testigo mudo de dos combates ejecutados en el funesto año de 1814; la Primera Batalla de San Mateo llevada a cabo el 28 de febrero, cuando el Libertador cerca de la propiedad con tres mil soldados resiste durante diez horas la acometida de seis mil efectivos del ejército de Boves, optando éste último retirarse a Villa de Cura al resultar herido en una pierna. La Segunda Batalla ocurre el 25 de marzo, ya Boves recuperado de la herida con un efectivo de ocho mil combatientes e informado de la existencia de las armas y pólvora depositadas en la Casa Alta al resguardo del capitán Antonio Ricaurte, planifica el asalto a la hacienda, donde se encontraban heridos y enfermos de la lucha independentista, como también niños, mujeres y ancianos de pueblos cercanos huyendo de la cruel lucha. Bolívar encontrándose en la parte baja con mil quinientos soldados defendiendo a toda costa la posición, al analizar la crítica situación de enfrentarse a un enemigo numéricamente superior, diría a sus soldados inmediatos que: "mis valientes, si el sacrificio de la Patria impone morir en la lucha, seré el primero". El capitán Ricaurte conocido desde joven por su impetuosidad y valor como "el chispero", al observar la proximidad de los realistas desde las colinas cercanas hacia la Casa Alta al mando de José Francisco Morales, se acercó a la cocina y le pidió un tizón a la señora Petrona esposa de Vicente Malavé mayordomo de la hacienda; de inmediato ordenó desalojar a los enfermos, heridos y personal civil cercano y la poca tropa disponible, inmolándose para evitar que el valioso material bélico cayera en manos enemigas; inexplicablemente se salvaron de la explosión la mesa del comedor y un retablo con la figura de Santa Bárbara. Gracias a la digna y patriótica acción de Ricaurte, las fuerzas republicanas con la balanza de la victoria a su favor, pudieron asumir después de nueve horas de combate la iniciativa, y a sangre y fuego mediante un contra ataque obligaron a los realistas retirarse de San Mateo. María Antonia y su fiel Matea soportaron estoicamente el desarrollo de las acciones. El Libertador visitaría su hacienda en forma breve los años 1818, 1821 y 1827. En la población de San Mateo se encuentra la iglesia de la Virgen de Belén, la cual data de 1620, en ella se encuentra una lámpara donada por Don Vicente Bolívar y una campana y un cuadro de la coronación de la Virgen de Belén donados por Doña Concepción.

En junio de 1826, Bolívar le escribe a María Antonia pidiéndole gastar tres mil pesos en la reparación de la Casa Alta. El monumento recordatorio del sacrificio de Ricaurte fue donado por el gobierno de Colombia, erigida en julio de 1911 centenario de la declaración de la Independencia, obra del venezolano Lorenzo González. La población de San Mateo se ufana de ser capital del municipio Simón Bolívar. Visitar la hacienda de San Mateo es conocer el sacrificio de los prohombres alfareros de libertades.

(*) Gral. de Bgda.

jueves, 16 de abril de 2009

Dr. Luis López Méndez, "Promotor de Voluntarios"


Eumenes Fuguet Borregales (*)


Se ha estudiado y valorado la importante participación de los voluntarios europeos en beneficio de la independencia suramericana; sin embargo, poco se ha divulgado del doctor Luis López Méndez, que como agente en Londres cumplió a cabalidad la misión de reclutar voluntarios, conseguir armas, municiones, alquilar barcos y lograr préstamos para los ingentes gastos que facilitaron romper el vínculo del nuevo mundo con la metrópoli. Este ilustre caraqueño, nacido en agosto de 1758, se graduó de abogado en la Universidad de Caracas; la preparación académica le permitió ser designado Alcalde Ordinario de Caracas en 1797. Encontrándose en Curazao en julio de 1797, junto a la familia del futuro general Manuel Piar ayuda a los revolucionarios Manuel Gual, José María España y Juan Picornell, emigrados a raíz de haber sido develado el movimiento conspirativo conocido como "de Gual y España".

El doctor López Méndez contrae matrimonio por segunda vez en 1800, con doña María Rodríguez Miranda, hija de Micaela Antonia Miranda, sobrina del "Siempre Precursor". Al iniciarse el movimiento revolucionario del 19 de abril de 1810, nuestro biografiado se incorpora de lleno al lado de los jóvenes que más adelante nos legaron la independencia. La Junta Suprema de Caracas, asesorada por el Dr. Juan Germán Roscio, con la finalidad de informar los nuevos acontecimientos y obtener respaldo político y financiero, designa varias comisiones a Estados Unidos, Nueva Granada, Curazao e Inglaterra; a esta última nación fueron enviados Simón Bolívar, recién ascendido a coronel, como jefe de la comisión y quien cubrió los gastos; don Andrés Bello, como secretario, y el doctor Luis López Méndez, como comisario ordenador. El grupo salió el 4 de junio de La Guaira a bordo de la corbeta "Wellington", cedida por el gobierno inglés, y llegó al puerto inglés de Portsmouth el 29 de junio. A partir del 14 de julio son recibidos por el Secretario de Estado de Su Majestad Británica y varias personalidades, tiempo que aprovechan para visitar a Miranda, solicitándole regresar a Venezuela, aspecto materializado el 10 de diciembre de 1810. López Méndez trataba al "más universal de los venezolanos" como "pariente, paisano y amigo".

Bolívar regresa el 22 de septiembre a bordo de la corbeta "Saphire", Bello y López Méndez se quedan en Londres completando las coordinaciones previstas con las autoridades inglesas. Desde Barcelona, el 5 de enero de 1817, el Libertador designa a Bello y López Méndez comisionados de Venezuela en Inglaterra, para procurar personal y objetos militares. El triunfo inglés con apoyo alemán sobre Francia en la Batalla de Waterloo, el 18 de junio de 1815, y el advenimiento de la paz con la firma del Tratado de Viena, trajeron como consecuencia el licenciamiento de millares de soldados. Los movimientos de López Méndez eran seguidos por los espías del embajador extraordinario y plenipotenciario de España en Londres, el limeño José Miguel de Carvajal, Duque de San Carlos, quien protestaba constantemente por el apoyo brindado a López Méndez para la formación de los primeros cuerpos armados con veteranos e informaba a la metrópoli y a las colonias sobre la salida de barcos cargados con cientos de voluntarios, portando armas y llevando suficiente logística para la ejecución de las operaciones militares en apoyo de los insurgentes americanos.

Los barcos iniciaron su movimiento a finales de 1817 hacia Venezuela, Chile y Buenos Aires. La tarea de López Méndez no le fue de difícil ejecución, pues aprovechaba la "neutralidad benévola" del gobierno inglés y las facilidades de los comerciantes, que aceptaron como pago tabaco, mulas, cueros y frutos venezolanos. Los voluntarios ingleses empezaron a llegar a Angostura en marzo de 1818; al puerto de Juangriego, en Margarita, llegaron en febrero de 1819, siendo recibidos y organizados por el "siempre leal" Urdaneta. El último grupo arribó a Guayana el 19 de abril de 1819. Estos voluntarios, en base a su experiencia de combate, fungieron de instructores de nuestros bisoños soldados, como oficiales comandantes de unidades y miembros del Estado Mayor, aumentando notablemente la capacidad operativa y la moral del Ejército Libertador.

El general Pablo Morillo, llegado como "pacificador" en abril de 1815, preocupado por la presencia de europeos en las filas republicanas, se vio en la necesidad de enviar desde su cuartel general, ubicado en el caño Atamaica, una urgente comunicación al Ministerio de Guerra español el 28 de febrero de 1819, donde decía: "Hemos visto por primera vez a las tropas rebeldes vestidas a la inglesa completamente, y a los llaneros de Apure con morriones y monturas de caballería británica... si no recibo a tiempo los auxilios que aguardo de la península, la situación empeorará". López Méndez después del triunfo en Carabobo es designado en cargos diplomáticos en Europa. En 1826 estará en Lima, en 1827 en Guayaquil involucrado en una sublevación, siendo enviado en calidad de detenido a Bogotá; al poco tiempo se dirigió a Chile, donde murió en la población de Casablanca en 1841. Sus restos no han podido ser localizados.

En la Plaza Mayor de la localidad se colocó en 1970 un monumento recordatorio de este pundonoroso paisano, que cumplió a cabalidad la misión de búsqueda de personal, armas y equipo para aumentar la capacidad operativa necesaria para el éxito de las operaciones militares emancipadoras.
(*) General de Brigada (ej)

Artículo publicado en el Diario El Carabobeño:


http://www.el-carabobeno.com/p_pag_hnot.aspx?art=a271105lt09&id=t271105-lt09

martes, 14 de abril de 2009

El Gral. Pablo Morillo en Valencia

Eumenes Fuguet Borregales (*)




España decidió enviar a Venezuela a su más experimentado oficial para poner orden y freno a quienes, alzados en armas, osaban enfrentar la corona, por tal motivo y necesidad llega a la provincia de Venezuela el mariscal Pablo Morillo (España 1778-Francia 1837), veterano en la lucha napoleónica; arribó el 7 de abril de 1815 a la isla de Margarita al frente de sesenta barcos y diez mil veteranos soldados; luego de rendir a la isla el día 10 alcanzó Caracas, adonde llega el 11 de mayo; continuando de Puerto Cabello hacia su destino final, Cartagena de Indias “La Heroica”, la cual sitió desde el 22 de agosto hasta el 6 de diciembre. Por tal cruenta acción donde murieron muchos próceres y población civil, recibió el título de “Conde de Cartagena”.
Regresa a Venezuela donde ejecuta operaciones militares en Margarita y Llanos Centrales. En febrero de 1818 había instalado en Valencia su cuartel general; el 16 de marzo de 1818, durante el combate en la quebrada de Semen, sector de La Puerta, próximo a San Juan de los Morros, en pleno combate donde salieron derrotadas las fuerzas del Libertador, un valeroso soldado de infantería le clavó una lanza que le ingresó a la altura del ombligo, saliendo por la cadera; los integrantes del Estado Mayor eliminaron a sablazos al osado combatiente. Con la urgencia del caso, Morillo es trasladado hasta Villa de Cura y embarcado a través del lago de Valencia para recibir las atenciones médicas durante más de dos meses en la ciudad del Cabriales; fue alojado en la casa de don Miguel Malpica.
La corona española lo recompensa de nuevo con la designación de “Marqués de La Puerta”. Restablecido de la grave herida sufrida, desarrolló una serie de obras en beneficio de la comunidad valenciana, pudiendo mencionarse el haber iniciado la construcción de la Torre sur de la catedral, segunda torre de la santa iglesia, trabajos que fueron concluidos en 1829, gracias a la contribución del gremio de pesadores de Valencia; sería la segunda torre de la santa iglesia. Clausuró el viejo cementerio ubicado al frente de la Plaza Mayor, construyendo uno nuevo con su respectiva capilla hacia el sur, el cual comprendía la extensión de una hectárea, denominado Cementerio Morillo, camposanto que luego fue reubicado cerca del cerro Guacamaya, con el nombre de Cementerio Municipal de Valencia.
En el Cementerio Morillo fueron inhumados, entre otros, el intrépido coronel Juan José Rondón, héroe de la Batalla de Pantano de Vargas, el ilustre político Fernando Peñalver, el abogado valenciano Miguel Peña, los generales Juan Uslar y José Trinidad Portocarrero, valenciano. Empedrado de las calles, con la finalidad de mejorar las pocas calles y caminos de la época.
Otra de las obras que dejó Morillo, que actualmente existe y conocemos como el Puente Morillo, ubicado hoy en la calle Colombia sobre el río Cabriales, el cual comunicaba la antigua Calle Real de la ciudad con Guacara y Valles de Aragua; donde antes de ser construido había que atravesar el río, caudaloso en tiempos de lluvia. Alrededor de doscientos prisioneros trabajaron en dicha obra, uno de los cuales fue el coronel Juan Uslar, capturado en 1819 y trasladado desde La Victoria a Valencia, donde sería condenado a muerte. Morillo le conmuta la pena por trabajos forzados en la construcción del puente. Cuenta la historia y tradición que la señorita María Dolores Hernández, vecina del sector, encargada de llevarle a los obreros agua y comida, se enamoró de Uslar, con quien se casó al poco tiempo. Este pudo ser liberado gracias a los Tratados del Armisticio y de Regularización de la Guerra, firmados entre el Libertador y Morillo en Trujillo en noviembre de 1820. Don Arturo Uslar Pietri es descendiente de este prócer hannoviano. El alarife (maestro de obras) era el venezolano Francisco Arteaga, el cual presenta tres arcos de medio punto. Durante el gobierno de Antonio Guzmán Blanco, el ingeniero de origen francés Antonio Malaussena (1853-1919), quien construyó el Teatro Municipal de Valencia, que se asemeja al Teatro de la Opera de París, realizó mejoras al puente. El general Cipriano Castro, quien también ordenó algunas mejoras al Puente Morillo, quiso cambiarle el nombre por el de “Puente Restauración”, prevaleciendo su denominación de “Puente Morillo”; a finales del siglo XIX el tranvía de la ciudad pasaba sobre sus fuertes estructuras. El 12 de junio de 1820, cumpliendo instrucciones de la corona española, Morillo inició las coordinaciones de paz con Bolívar, que concluyeron con los Tratados de Trujillo. Luego de conocer y abrazar al Libertador a finales de noviembre, entrega el mando el 13 de diciembre al general Miguel de La Torre y Pando y embarca el 17 en Puerto Cabello para dirigirse hacia España. En La Coruña lo visitaron en 1835 los generales Daniel Florencio O’Leary y Carlos Soublette, recibiendo de sus manos documentos decomisados en las campañas a las fuerzas republicanas, cuyos contenidos apoyaron con gran utilidad la preparación de las muy conocidas “Memorias del general Daniel O’Leary”.

(*) General de brigada (Ej.)

miércoles, 8 de abril de 2009

Semana Santa en la colonia


Graciela Schael Martínez

Historia de la Palma Bendita, primeros templos, procesión del Nazareno y el Limonero del Señor, el Cristo de Burgos, la Semana Santa del Obispo y el nombre de las calles, el luto del altar y las imágenes, los pasos o visitas a las iglesias, los estrenos.*

La primera Semana Santa de la Caracas colonial-entonces modestísima aldea con sus chozas de paja y bahareque-tuvo lugar al año siguiente de la fundación de la ciudad.

Flores de los campos adornaron la pajiza ermita situada al noreste de la Plaza Mayor, dedicada al apóstol Santiago, bajo cuya advocación había sido fundada Caracas. También se vieron las silvestres flores en la ermita de San Sebastián (primera construcción religiosa en la ciudad de Caracas) *, un poco más al sur de la Plaza Mayor. Eran éstos los dos únicos dos templos que tenía Caracas. Junto al fervor y la fe de los encomenderos venidos de España se mostró el asombro de los indios ante las desconocidas preces y ceremonias conmemorativas de la pasión y muerte de Cristo. Indígena representación acompaño a los españoles en esos actos y dio su ofrenda de plantas de la montaña avileña, de su Guaraira-Repano.

Desde ella trajeron los indios la palma de cera (ceroxylon andícola) que desde entonces sería llamada palma bendita o palma de ramos.

Luciría en la ceremonia matutina del Domingo de Ramos en las manos de quienes acompañaron la procesión. Después, exornaría las ventanas de las pocas casas y no hubo choza con ventana que no luciera una palma. Presentes indígenas fueron también la pesgua (gaultería adorata), la angelonia (angelonia caracensis) y el maíz, tesoro de los aborígenes. La pesgua y las flores de angelonia cubrieron el rústico piso de los templos y perfumaron con su suave fragancia todos los días de la Semana Santa. Tiernas plantas de maíz se unieron a la manzanilla (camomilla),cultivadas en las huertas de legumbres, y primer aporte exótico del conquistador, para aparecer en la noche del Jueves Santo adornando el altar de los modernísimos templos. En ellos muy cerca de la naturaleza, muy cerca de Dios, se celebró grandiosa y sublime, la primera Semana Santa colonial.

Después, los conquistadores, fieles a la tradición española, conservarían en sus hogares, tras las puertas y ventanas, como protección, la crucecita de palma bendita que sería renovada en la próxima Semana Santa. Y en otros sitios, cuidadosamente envueltas, las flores de manzanilla en cuyas virtudes medicinales confiaban.

Seguiría creciendo lentamente la ciudad, diezmada de vez en cuando en sus habitantes por las peste o fiebres y sementeras vecinas por las plagas de langosta.

Fueron surgiendo nuevos templo. Hacia el norte a corta distancia de la ermita de San Sebastian (llamada de San Mauricio, luego que la de San Mauricio se quemo en el año 1579 y la imagen fue trasladada a la ermita de San Sebastian, donde actualmente se encuentra, corresponde en la actualidad a la Iglesia de Santa Capilla)*, la de San Mauricio (originalmente situada donde actualmente se encuentra el correo de Carmelitas)*.De España o de México vendrían imágenes religiosas: San Mauricio, San Jorge, Santiago, patrones militares de la ciudad

El templo de San Pablo y el Nazareno. **

El año tan remoto como el de mil quinientos ochenta se levantó el templo de San Pablo, el Ermitaño ((actualmente el teatro Municipal)*. Allí se veneraba su imagen; se rendía también culto a Nuestra Señora de la Copacabana. En mil seiscientos setenta y cuatro el Arzobispo de Caracas Fray Antonio González y Acuña, dispuso que el Miércoles Santo fuera perpetuamente dedicado al culto del Nazareno, cuya imagen, desde entonces, en tal día era llevada solemnemente en procesión por las calles. Y ocurrió que para mil seiscientos noventa y seis se desató una epidemia de fiebre amarilla. Fueron dieciséis meses consecutivos durante los cuales la ciudad vío desaparecer sus habitantes a causa del flagelo, siendo ineficaces para contrarrestarlo los recursos científicos de que entonces se disponía. Entristecidos, los caraqueños elevaron ruegos y súplicas a SantaRosalía de Palermo, abogada contra las pestes, y fundaron un templo dedicado a la santa, implorando su protección, pero como la epidemia asolaba la ciudad, decidieron acudir al Nazareno que se veneraba en el templo de San Pablo (actualmente venerado en la iglesia de Santa Teresa)*, considerado extraordinariamente milagroso.

Con la venia de las autoridades eclesiásticas y civiles, el Miercoles Santo sacaron en rogativas al Nazareno por las calles, que en su mayor parte carecían de pavimento, formándose en época de lluvia grandes lodazales que obstaculizaban el paso. Tal aconteció en esa oportunidad, viéndose obligada la procesión, al pasar por la esquina de Miracielos, a desviarse hacia un costado. Uno de los brazos de la cruz tropezó con el ramaje del limonero que asomaba sus dorados frutos por encima de la tapia del corral de una vivienda. Y ocurrió lo que bellamente relata Andrés Eloy Blanco:

“Sobre la frente del Mesías

hubo un rebote de verdor

Y entre sus rizos tembló el oro

amarillo de la sazón.

De lo profundo del cortejo

partió la flecha de una voz:

¡Milagro! Es bálsamo, cristianos,

el limonero del Señor”.

Y la muchedumbre tomó los

frutos “que el cielo enviaba Dios”.

“Y se curaron los pestosos

Bebiendo el ácido licor

Con agua clara de Catuche

Entre oración y oración”.

El Cristo de Burgos

Para mil setecientos cincuenta ya existían los templos de Altagracia y Candelaria, que el 25 de agosto del citado año, así como la iglesia de San Pablo, fueron erigidos en parroquia por Real Cédula expedida en el Buen Retiro. En esa época se habían instalado las jerarquías catedralicias en la antigua ermita de Santiago de León de Caracas, frente a la Plaza Mayor y se había dado a la iglesia mejor edificación. Tenía ya su torre de tres cuerpos.

Estaban, en general, bien construida las iglesias de la ciudad,, considerándose, no obstante a la de Altagracia como la de mejor realización. Desde tiempos remotos se veneraba en ella el Cristo de Burgos, réplica del que existe en España. Se contaban en la colom+nial ciudad sus milagros y se repetía la tradición de su aparición. Un esposo celoso que tenía casi cautiva su mujer, no le permitía recibir en su casa ninguna visita sin que él estuviera presente. Una noche de invierno, en una de sus breves ausencias, un anciano mendigo pidió albergue. Se le hizo pasar a una habitación abandonada, dándosele pan, huevos y una ánfora de vino. Al regresar el dueño de la casa fue informado de lo ocurrido. Protesto iracundo.

-Quiero que lo veas-dijo la esposa, y lo acompaño al sitio donde se encontraba el pordiosero. Al abrir la puerta, sólo hallaron en medio de un vivo resplandor, la imagen de Cristo Crucificado. El Cristo de Burgos se represente anciano. Al pie de la cruz el pan, los huevos y el vino.

Ante el Cristo de Burgos de Altagracia elevó sus preces durante siglos la Caracas colonial y piadosa. Hubo un tiempo en que tubo más devoto que el mismo Nazareno de San Pablo.

La Semana Santa del Obispo

En tiempos del Obispo Díez Madroñero en que se acababa de concluir la fábrica del templo de Candelaria y del templo y convento de la Merced, carecieron de nombres las calles de la ciudad, se las llamaban según los templos en su vecindad o se les daba popularmente el nombre de algún personaje notable que viviese cerca, o el de algún suceso importante ocurrido en ellas.

Decidió el Obispo Díez Madroñero bautizar las calles con nombres que evocaran la vida y pasión de Jesucristo, ello además de poner cada casa bajo la protección de un santo o patrón celestial. Elaboró un plano de la ciudad, que recibieron los Obispos para su realización. Ocurría esto entre mil setecientos sesenta y cinco y mil setecientos sesenta y seis. Desde entonces, y por unos cuantos años, La ciudad ofrecería con los nombres de sus calles permanente evocación de la vida y pasión de Cristo, la cual estuvo representada con los nombres de las calles de Oeste a Este: Prendimiento de Jesucristo, La Agonia, El Perdón, El Testamento, La Muerte y Calvario, E l Descendimiento, El Santo Sepulcro, La Resurrección, La Ascensión, El Juicio Final. (La calle de la Amargura es la única que actualmente conserva su nombre, situada al inicio de la Av San Martin)*

Los pasos

Por remota liturgia en la Semana Santa se vestían de luto no solamente el altar que se cubría con un velo negro, sino que desde el comienzo de la Cuaresma se colocaba un gran velo fúnebre entre el altar y el coro, se cubría con tela negra cada uno de las imágenes y se revestían de negro todos los altares, para así ocultar su esplendor en ese tiempo de luto y penitencia.

Era la Semana Santa la conmemoración de más importancia de todo el año. Seguíale el Jueves de Corpus.

Al alborear el siglo diecinueve tenía Caracas cinco parroquias eclesiásticas: Catedral, Santa Rosalía, San Pablo, Altagracia y La Candelaria (existía también como parroquia la de San Juan Bautista, la cual fue proclamada junto a la de Santa Rosalía en el año 1795)*, además de las iglesias llamadas ermitas por no ser parroquias: San Mauricio, La Trinidad, La Divina Pastora. Desde tiempos remotos existían el Convento y la Iglesia de San Francisco.

Aunque en todos los templos se celebraba con inmensa devoción la semana Santa, cada día correspondía de manera especial a una iglesia; se presentaban los pasos y se establecía una especie de cristiana emulación entre los distintos templos en cuanto a su más hermosa realización.

El Domingo de Ramos era el paso de Jesús en el Huerto en la ermita de la Trinidad. El lunes: Jesús en la Columna, en la Candelaria. El martes: Humildad y paciencia en catedral. El miércoles: Los Nazarenos de San Pablo y Santa Rosalía. El jueves, el Cristo de Burgos, en Altagracia y el Viernes Santo, la Soledad y el Santo Sepulcro en San Francisco.

Todos los caraqueños estrenaban topa en Semana Santa. Se dedicaban a visitar si no todos los pasos al menos cinco de ellos. Era lo tradicional, especialmente en el Jueves Santo. Se iba a pie a todas partes. Las calles se plenaban de gente entregada a piadosa romería. El Jueves y Viernes Santo no se trabajaba. Enmudecían todas las campanas de la ciudad. Eran día de abstinencia y penitencia.

En la primera mitad del siglo diecinueve cayó la Colonia y surgió la República, pero el viejo estilo de existencia, el espíritu colonial en hábitos, tradiciones y costumbres, habría de prolongarse. Durante muchísimos años la Semana Santa continuaría siendo como antaño, tiempo de procesiones en las calles.

Paso en los templos. Época de silencio, de devota tristeza, de oración, penitencia y ejercicio de virtudes.

Tomado del libro de Graciela Schael Martínez “Estampas Caraqueñas”, editado por el Concejo Municipal del Distrito Federal. Caracas 1975 primera edición.

*El índice temático inicial, así como las notas en asterisco no son originales de la autora, estas últimas se agregaron con el fin de orientar mejor al lector en cuanto a la ubicación actual de los templos.

**Ver artículo: El Culto al Nazareno de San Pablo. Tres Leyendas. En la sección Religión del Blog Venezuela de Antaño,viernes 23 de mayo del 2008.

*Gerónimo Alberto Yerena Cabrera.

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