martes, 17 de junio de 2008

¡No, si así es!

Gerónimo Alberto Yerena Cabrera

“No, si así es…repítemelo otra vez
“No, si así es…por la radio se oye y por la televisión se ve…y no te lo cuento porque es censura B.”
¿Así es la cosa nene?
¡Como nié!

Comenta Angel Rosenblat (1902-1984) en su libro Buenas y Malas Palabras Tomo I, lo siguiente:
Hay expresiones de trayectorias fulgurante y efímera, que tienen sin embargo interés para comprender la vida de la lengua.
Un día se ponen de moda, y entonces se ponen de moda hasta la saciedad y la exasperación.
Por lo común son como briznas de paja en el viento, y desaparecen sin dejar rastro. Otras veces duran más, se transforman y echan raíces. De pronto es la múcura que hace estragos. O Lalo, que pasa misteriosamente por todas partes. Hemos conocido la época de los “colmos” y del “qué le dijo”. Las grandes comunidades necesitan un tema común que las unifique, y en nuestros pobres tiempos, a falta de un ideal colectivo que infunda inspiración y grandes hazañas, cunde el cinco y seis o circula un estribillo.
Ayer era “No puedo con ella”. ¡No, si así es! está hoy de turno.
* El autor se refiere a la época de finales de la década de los setenta.

Veamos las circunstancias en que se usa. La discusión se está poniendo violenta. Uno de los protagonista extrema los argumentos y hasta los adjetivos, y quiere imponer su lógica aplastante. El contrincante, agotado, abandona el campo:
¡ No, si así es! Es decir, tiene usted razón, pero la verdad es que no la tiene.
Es cerrar la discusión sin dar el brazo a torcer.
Cuentan – el cuento, como casi todos los cuentos, es viejísimo y tiene infinitas variantes- que un famoso personaje se estaba afeitando en la peluquería de la Plaza Bolívar. Entró un amigo y le dijo: “En la esquina de la Gorda un carro acaba de atropellar a tu mujer.” El hombre salió disparado, sin ponerse la chaqueta, con la cara medio enjabonada,, y corrió hasta la esquina en cuestión. Allí se detuvo, y al ver que todo estaba en orden, se acordó que era soltero y no tenía mujer. Más filosóficamente contesto otro, cuando le hicieron la misma broma: “¡No, si así es!”.

Hay en la expresión cierta sorna, cierta incredulidad, que es como una armadura frente a la temible “mamadera de gallo”. Y aun la hemos oído en otras circunstancias. En un autobús que sale del Silencio sobrecargado de pasajeros y pasajeras, se produce una tentativa poco afortunada de aproximación. La mujer, acalorada, increpa: “¡Váyase de aquí, grosero; me está rascabucheando!” El caballero (¿caballero?) se pone de pie, inclina la cabeza respetuoso y dice: “¡ No, si así es!” El público sonríe y está con él. Si se hubiera sentido abochornado, todos lo habrían despreciado.

La verdad es que se dice a cada paso, en las circunstancias más variadas. Y hasta se amplía: “No, si así es…repítemelo otra vez”, “No, si así es…por la radio se oye y por la televisión se ve…y no te lo cuento porque es censura B.” Y últimamente: “No si así es que es”.
La expresión surgio probablemente de otras análogas más estables: Así es que es, Así es como es, Así es la cosa, o se transforma de manera burlona: ¿Así es la cosa nene?
El habla popular suele llamar estas expresiones, impropiamente, refranes. Y una serie de ellas han estado de moda o circulan todavía, para denotar la incertidumbre, la duda, el escepticismo irónico o benévolo: “¡Cómo va a ser!”; “yo te aviso”; “Mañana a esta misma hora”; “¡Dos veces!” que se acompaña con el ademán de los dedos. Y muchas otras más.
El rechazo, y el rechazo burlón, tiene en todas partes una rica fraseología, en constante renovación. El venezolano usa el ¡Como nié!

Un refran verdadero como una golondrina no hace verano puede seguirse paso a paso a través de dos mil quinientos años, hasta Aristóteles, por lo menos. En cambio, casi todos estos presuntos “refranes” están ya olvidado, como en cruel castigo de la fortuna que alcanzaron. La gloria puede ser pasajera, y el favor popular es tornadizo. Ninguno de ellos es extraordinariamente fino, pero de toda clase de monedas se compone el tesoro de la expresión colectiva.

Fuente: BUENAS Y MALAS PALABRAS en el castellano de Venezuela.
6º edición. Colección de bolsillo EDIME. Madrid. Tomo I. 1982.

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