Eumenes Fuguet Borregales (*)
El 12 de julio de 1872 nace en Caracas Pedro Emilio Coll, escritor, ensayista, destacado periodista y diplomático, hijo de Doña Emilia Núñez Pedro Coll Otero, propietario de la conocida imprenta Bolívar, ubicada cerca de la esquina de Jesuitas, sitio de reunión de escritores e intelectuales, cuyas conversaciones orientaron al párvulo a definirse por desarrollar la prosa en el período conocido como modernista, figurando en ese distinguido grupo Manuel Díaz Rodríguez, Luís Manuel Urbaneja Achelpol (1873-1937) y Pedro César Dominici (1873-1954). Pedro Emilio Coll manifestó que recibió inspiración por los cuentos narrados frecuentemente y consejos recibidos por la aya Marcolina. Este joven realizó estudios elementales en el colegio La Paz.
Sin concluir los estudios superiores inició su producción literaria a los veintidós años en la revista "Cosmopolis" en mayo de 1894 del cual es fundador junto a Luís Manuel Urbaneja Achelpol y Pedro César Dominici, quien lo apoyó y estimuló en la superación literaria, y en el "Cojo Ilustrado", donde escribió su conocida novela "El diente roto". Utilizaba diversos seudónimos tales como: Juan de Caracas y A.R. Lequin.
Contrae nupcias con Paula Borges Delgado; es designado en 1899 cónsul en el Reino Unido en la ciudad de Southampton, estancia en Europa que le permitió visitar Paris, ciudad donde escribía su columna en el "Mercurio de Francia"; en la "ciudad luz" estableció amistad con los letrados del momento tales como Anatole France y Mauricio Barres. Pedro Emilio Coll tuvo inspiración del famoso escritor inglés Oscar Wilde (1854-1900). En 1896 publica su primer libro "Palabras", "Crepúsculo caraqueño", "El Colibrí", recopilación de varios ensayos sobre arte y educación. Regresa a Venezuela en 1899, ese año escribe "La sotana del cura".
En 1901 escribe el ensayo "El Castillo de Ensinor". La gobernación del Distrito Federal lo designa en abril de 1910, miembro del jurado para el concurso literario con motivo del centenario del 19 de abril de 1810, jurado integrado igualmente por Julio Calcaño, Andrés Mata, Luís Chourión y el general Pedro Arismendi Brito, resultando ganador Ismael Emilio Urdaneta Paz con su obra "Los Libertadores". La Academia Nacional de la Lengua lo designa Individuo de Número en 1911. Acepta los cargos de funcionario y a los pocos meses Ministro de Fomento en 1913; se desempeñará luego como Secretario de Instrucción. De nuevo es designado en 1915 en misión diplomática como Cónsul en Paris, y en 1916 Secretario de la Embajada en España, cargo que ocupa por siete años.
En Madrid se encontraba residenciado el escritor Rufino Blanco Fombona dueño de la editorial América, donde se reedita la obra "El Castillo de Ensinor".
Al regresar al país en 1923, se desempeña como Fiscal de Bancos; designado en 1924 Diputado por el estado Anzoátegui y Presidente del Congreso Nacional, curúl que ocupa hasta 1926. Pública en 1925 "Las Divinas Personas" obra de caracterizada por una excelente narrativa. En 1925 es nombrado Inspector de Consulados en Madrid, tiempo que aprovecha para escribir "La Escondida Senda", obra de aspecto histórico. De nuevo en Venezuela en 1933, la Academia Nacional de la Historia lo recibe en 1934 como Individuo de Número, asignándole el Sillón letra "F". Pedro Emilio Coll tuvo una permanencia relativamente corta, a causa de otro nombramiento diplomático desde 1935 hasta 1939 a España en pleno desarrollo de la guerra civil.
Llegado al suelo natal es designado bibliotecario de la Academia Nacional de la Historia en 1941. Fallece en Caracas el 20 de marzo de 1947, a los setenta y cuatro años de edad, en plena preparación de "El paso errante", "Apuntes para un retrato" y varias obras para la Biblioteca Popular Venezolana publicadas en 1948. Varias de sus obras salieron a la luz pública tiempo después de su muerte entre ellas:"La colina de los sueños" en 1954 y la "La vida literaria" en 1977. Pedro Emilio Coll de una amplia visión de la cultura venezolana de comienzos del siglo XX, expresaba:
"Me parece que los tres libros que he publicado por el camino de inconexas impresiones y glosas, se dirigen a circular algunos de mis antagonismos y contradicciones espirituales. Por lo demás, al tomar la pluma hice un examen de conciencia para medir con su poquillo de fatuidad, la influencia que pudiera ejercer sobre los lectores desprevenidos".
(*) Gral. de Bgda.
eumenes7@gmail.com
Diario El Carabobeño
Historia y Tradición
miércoles, 28 de julio de 2010
martes, 27 de julio de 2010
CARTA A VENEZUELA , DE JACINTO CONVIT
domingo 29 de julio de 2007
MI QUERIDA VENEZUELA
Te escribo con el objeto de rendirte cuentas sobre la utilización de gran parte de mi tiempo como médico, a partir del mes de octubre de 1938, fecha en la que obtuve el grado de doctor en Ciencias Médicas en la Universidad Central de Venezuela.
Ingresé en la misma fecha de mi graduación a la Leprosería de Cabo Blanco como residente y esto representó un hito en mi vida profesional, la que te dediqué con especial entrega desde su inicio.Las condiciones en las que se encontraba dicha leprosería eran lamentables: estaba concebida para realizar el aislamiento compulsorio de enfermos provenientes de toda tu geografía, ya que no se disponía de un medicamento efectivo para el tratamiento de la lepra, contándose únicamente con el aceite de Chaulmoogra, de muy dudosa eficacia.
El primer esfuerzo que se hizo para cambiar esa grave situación fue organizar un equipo de investigación para establecer como actividad fundamental encontrar un medicamento eficaz. Mi entusiasmo para ofrecer bienestar a tus hijos fue compartido por otros compañeros. Este equipo humano estuvo formado por ocho estudiantes de medicina de la Universidad Central de Venezuela, entre quienes permanecieron al graduarse los doctores Pedro Lapente y José de Jesús Arvelo, añadiéndose posteriormente al grupo los doctores Enrico Rassi y Zino Castellazzi, de origen italiano, y años después la doctora Nacarid Aranzazu. La búsqueda de medicamentos eficaces para el tratamiento fue larga y difícil, necesitándose como unidades de apoyo dos laboratorios: clínico y farmacéutico, lo que se resolvió con el ingreso de la doctora Elena Blumenfeld, médica, y el doctor Antonio Wasilkouski, farmacéutico, ambos de origen polaco. Siempre hemos contado con persnas de otras latitudes que también han querido brindarte su amor.
Después de algunos años de investigación, logramos determinar que un derivado de un compuesto (Sulfota), Diamino-Di-fenil-Sulfona (DDS) y la Clofazimina, tenían suficiente efectividad para curar la enfermedad. Esto tuvo una feliz consecuencia: eliminar el aislamiento compulsivo y por tanto, las leproserías donde éste se realizaba.
Tú, mi Venezuela, fuiste la primera de las naciones en el mundo en mostrar que la dignidad del ser humano enfermo de lepra debe ser preservada.
En los años subsiguientes, en la década de los sesenta, llevé a una reunión convocada por la Organización Mundial de la Salud en Londres, junto a investigadores de otros países que trabajaron en un proyecto similar al nuestro, los resultados de nuestra experiencia. Se preparó un trabajo científico publicado en el boletín de esa Organización (Bull. Org. Mond. Sant, 42:667-672,1970) denominado: Therapy of Leprosy, realizado por Convit, J., Browne S.G., Languillon, J., Pettit, J.H.S., Ramanujam, K., Sagher, E, Sheskin, J., Des Souza Lima, L., Tarabini, G., Tolentino, !, Waters, M.F.R., Bechelli, L.M. y Martínez Domínguez, V.
Los avances señalados sirvieron de base para el programa de Poliquimioterapia de la Lepra, difundido por la OMS en todos los países endémicos, suministrándose sin costo alguno los medicamentos para tratar a todos los enfermos existentes.
Este programa funciona actualmente.
El objetivo más satisfactorio del esfuerzo realizado fue la eliminación de las leproserías, pasando el enfermo, de esta forma, a ser tratado en servicios de campo creados para dichas actividades.
En este aspecto deseo informarte la importancia que tienen estas actividades de campo, donde el enfermo es curado de su afección sin detener las actividades como ciudadano. Y el orgullo que sentimos en lograrlo.
Aprovecho esta oportunidad para mencionar a Alirio Lomelli, extraordinario médico cuya vocación hacia ti le permitió lograr en Trujülo, su estado natal, la más hermosa cruzada en bien de los enfermos de lepra.
También te ofrezco, Venezuela, 20 años de esfuerzo durante los cuales desarrollamos dos modelos de vacunación comparables, dirigidos al control de la lepra y Leishmaniasis, enfermedades éstas que la sufren buena parte de los pueblos que te habitan. Ambos modelos son efectivos en la inmuno-terapia de dichas afecciones.
Refiriéndose a la Leishmaniasis cutánea, haz de saber que desarrollamos una vacuna que resultó muy eficaz en el tratamiento, lográndose 95% de curaciones sin fenómenos secundarios. Como esta vacuna fue concebida como un instrumento social, será por lo tanto sin costopara el enfermo.De esta manera da sido posible economizar, aun cuando somos beneficiados con tu generosa presencia de recursos, cerca de siete mil millones de bolívares anuales.Lo mejor que tienes son tus hijos, particularmente las nuevas generaciones. De ellas queremos ocuparnos con lo mejor que hemos aprendido: nuestro amor por la ciencia. Tenemos el empeño de acercar la cultura científica a las nuevas generaciones a través de documentales que favorezcan su interés por la vida, por la investigación, la solidaridad con el prójimo, el desarrollo de un espíritu curioso y crítico. Ya venimos ofreciendo dos obras: Ciencia y arte: la cruzada que devolvió los derechos humanos a los enfermos de lepra y Los secretos del volcán. Deseamos que la valoración que se tenga de tus mejores centros de saben tus universidades autónomas, sea una cultura cultivada desde tus escuelas.
Venezuela, te envío un mensaje de aliento para los pueblos que albergas:
Hay mucha gente con un lenguaje depresivo, de que estamos mal. Y creo que, al contrario, tenemos que formar a los jóvenes con la capacidad de superar las situaciones sin importar las dificultades que se encuentren. Debe haber un cambio de actitud: los venezolanos hemos sido por mucho tiempo espectadores y estoy seguro de que esa mentalidad está cambiando, hay un deseo de crecer y cultivar en tu seno mejores condiciones. No podemos seguir teniendo gobiernos que actúan como padres que lo dan todo; eso tiene que ser conscientemente descartado. Los seres humanos aman más el esfuerzo y la producción hecha por ellos mismos. No hay nada más destructivo que vivir del esfuerzo de otros.
Venezuela, tienes un grupo muy distinguido de investigadores científicos, no hay la menor duda de eso. Gente que ha producido cosas importantes. Pero la sociedad civil no ha entendido que el desarrollo de la ciencia condiciona la evolución de los países. Un país que no tenga una ciencia evolucionada será siempre un país de tercera o cuarta categoría. Todas las grandes naciones le dedicaron a la ciencia un esfuerzo gigantesco. Y aún hoy lo hacen. Es deplorable que la ciencia actual, en parte, la han dirigido para destruirnos a nosotros mismos; es decir, parte de esa investigación se realiza para la guerra.
Es ya el tiempo de que todos los que te amamos, así como a nuestro pueblo, hagamos un esfuerzo conjunto para eliminar la pobreza y la falta de una educación esmerada basada en la libertad y autonomía, como seres humanos que deben ser formados para gozar de una solidaridad profunda y de un amor hacia ti y tu naturaleza y por nuestro Dios, a fin de que sea erradicada la violencia reemplazada por un amor sin fronteras, antídoto del odio, de la envidia y de la mezquindad.
Te agradezco el haber sido formado en tu seno y el haber entendido en mi tránsito en la vida asentado en ti, que es el trabajo compartido en equipo, consciente y sostenido, el más fructífero. Ayúdanos a entender para tu mayor esplendor que eso es así.
JACINTO CONVIT
MI QUERIDA VENEZUELA
Te escribo con el objeto de rendirte cuentas sobre la utilización de gran parte de mi tiempo como médico, a partir del mes de octubre de 1938, fecha en la que obtuve el grado de doctor en Ciencias Médicas en la Universidad Central de Venezuela.
Ingresé en la misma fecha de mi graduación a la Leprosería de Cabo Blanco como residente y esto representó un hito en mi vida profesional, la que te dediqué con especial entrega desde su inicio.Las condiciones en las que se encontraba dicha leprosería eran lamentables: estaba concebida para realizar el aislamiento compulsorio de enfermos provenientes de toda tu geografía, ya que no se disponía de un medicamento efectivo para el tratamiento de la lepra, contándose únicamente con el aceite de Chaulmoogra, de muy dudosa eficacia.
El primer esfuerzo que se hizo para cambiar esa grave situación fue organizar un equipo de investigación para establecer como actividad fundamental encontrar un medicamento eficaz. Mi entusiasmo para ofrecer bienestar a tus hijos fue compartido por otros compañeros. Este equipo humano estuvo formado por ocho estudiantes de medicina de la Universidad Central de Venezuela, entre quienes permanecieron al graduarse los doctores Pedro Lapente y José de Jesús Arvelo, añadiéndose posteriormente al grupo los doctores Enrico Rassi y Zino Castellazzi, de origen italiano, y años después la doctora Nacarid Aranzazu. La búsqueda de medicamentos eficaces para el tratamiento fue larga y difícil, necesitándose como unidades de apoyo dos laboratorios: clínico y farmacéutico, lo que se resolvió con el ingreso de la doctora Elena Blumenfeld, médica, y el doctor Antonio Wasilkouski, farmacéutico, ambos de origen polaco. Siempre hemos contado con persnas de otras latitudes que también han querido brindarte su amor.
Después de algunos años de investigación, logramos determinar que un derivado de un compuesto (Sulfota), Diamino-Di-fenil-Sulfona (DDS) y la Clofazimina, tenían suficiente efectividad para curar la enfermedad. Esto tuvo una feliz consecuencia: eliminar el aislamiento compulsivo y por tanto, las leproserías donde éste se realizaba.
Tú, mi Venezuela, fuiste la primera de las naciones en el mundo en mostrar que la dignidad del ser humano enfermo de lepra debe ser preservada.
En los años subsiguientes, en la década de los sesenta, llevé a una reunión convocada por la Organización Mundial de la Salud en Londres, junto a investigadores de otros países que trabajaron en un proyecto similar al nuestro, los resultados de nuestra experiencia. Se preparó un trabajo científico publicado en el boletín de esa Organización (Bull. Org. Mond. Sant, 42:667-672,1970) denominado: Therapy of Leprosy, realizado por Convit, J., Browne S.G., Languillon, J., Pettit, J.H.S., Ramanujam, K., Sagher, E, Sheskin, J., Des Souza Lima, L., Tarabini, G., Tolentino, !, Waters, M.F.R., Bechelli, L.M. y Martínez Domínguez, V.
Los avances señalados sirvieron de base para el programa de Poliquimioterapia de la Lepra, difundido por la OMS en todos los países endémicos, suministrándose sin costo alguno los medicamentos para tratar a todos los enfermos existentes.
Este programa funciona actualmente.
El objetivo más satisfactorio del esfuerzo realizado fue la eliminación de las leproserías, pasando el enfermo, de esta forma, a ser tratado en servicios de campo creados para dichas actividades.
En este aspecto deseo informarte la importancia que tienen estas actividades de campo, donde el enfermo es curado de su afección sin detener las actividades como ciudadano. Y el orgullo que sentimos en lograrlo.
Aprovecho esta oportunidad para mencionar a Alirio Lomelli, extraordinario médico cuya vocación hacia ti le permitió lograr en Trujülo, su estado natal, la más hermosa cruzada en bien de los enfermos de lepra.
También te ofrezco, Venezuela, 20 años de esfuerzo durante los cuales desarrollamos dos modelos de vacunación comparables, dirigidos al control de la lepra y Leishmaniasis, enfermedades éstas que la sufren buena parte de los pueblos que te habitan. Ambos modelos son efectivos en la inmuno-terapia de dichas afecciones.
Refiriéndose a la Leishmaniasis cutánea, haz de saber que desarrollamos una vacuna que resultó muy eficaz en el tratamiento, lográndose 95% de curaciones sin fenómenos secundarios. Como esta vacuna fue concebida como un instrumento social, será por lo tanto sin costopara el enfermo.De esta manera da sido posible economizar, aun cuando somos beneficiados con tu generosa presencia de recursos, cerca de siete mil millones de bolívares anuales.Lo mejor que tienes son tus hijos, particularmente las nuevas generaciones. De ellas queremos ocuparnos con lo mejor que hemos aprendido: nuestro amor por la ciencia. Tenemos el empeño de acercar la cultura científica a las nuevas generaciones a través de documentales que favorezcan su interés por la vida, por la investigación, la solidaridad con el prójimo, el desarrollo de un espíritu curioso y crítico. Ya venimos ofreciendo dos obras: Ciencia y arte: la cruzada que devolvió los derechos humanos a los enfermos de lepra y Los secretos del volcán. Deseamos que la valoración que se tenga de tus mejores centros de saben tus universidades autónomas, sea una cultura cultivada desde tus escuelas.
Venezuela, te envío un mensaje de aliento para los pueblos que albergas:
Hay mucha gente con un lenguaje depresivo, de que estamos mal. Y creo que, al contrario, tenemos que formar a los jóvenes con la capacidad de superar las situaciones sin importar las dificultades que se encuentren. Debe haber un cambio de actitud: los venezolanos hemos sido por mucho tiempo espectadores y estoy seguro de que esa mentalidad está cambiando, hay un deseo de crecer y cultivar en tu seno mejores condiciones. No podemos seguir teniendo gobiernos que actúan como padres que lo dan todo; eso tiene que ser conscientemente descartado. Los seres humanos aman más el esfuerzo y la producción hecha por ellos mismos. No hay nada más destructivo que vivir del esfuerzo de otros.
Venezuela, tienes un grupo muy distinguido de investigadores científicos, no hay la menor duda de eso. Gente que ha producido cosas importantes. Pero la sociedad civil no ha entendido que el desarrollo de la ciencia condiciona la evolución de los países. Un país que no tenga una ciencia evolucionada será siempre un país de tercera o cuarta categoría. Todas las grandes naciones le dedicaron a la ciencia un esfuerzo gigantesco. Y aún hoy lo hacen. Es deplorable que la ciencia actual, en parte, la han dirigido para destruirnos a nosotros mismos; es decir, parte de esa investigación se realiza para la guerra.
Es ya el tiempo de que todos los que te amamos, así como a nuestro pueblo, hagamos un esfuerzo conjunto para eliminar la pobreza y la falta de una educación esmerada basada en la libertad y autonomía, como seres humanos que deben ser formados para gozar de una solidaridad profunda y de un amor hacia ti y tu naturaleza y por nuestro Dios, a fin de que sea erradicada la violencia reemplazada por un amor sin fronteras, antídoto del odio, de la envidia y de la mezquindad.
Te agradezco el haber sido formado en tu seno y el haber entendido en mi tránsito en la vida asentado en ti, que es el trabajo compartido en equipo, consciente y sostenido, el más fructífero. Ayúdanos a entender para tu mayor esplendor que eso es así.
JACINTO CONVIT
domingo, 25 de julio de 2010
Concepción Mariño, "La Magnánima Señora"
Eumenes Fuguet Borregales (*)
En cada espacio del tiempo histórico venezolano iniciado en 1498, nuestras paisanas se han caracterizado y destacado por su abnegación, heroísmo y entrega para lograr los nobles objetivos.
En momentos de plena dificultad, ellas brindaron guarda y cobija a los combatientes de ideas y de lucha; muchas sirvieron de guías y mensajeras transitando sitios inhóspitos vigilados por fuerzas opositoras, otras atendían a los heridos en pleno campo de batalla o en la retaguardia; estas damas del sacrificio atendían a los enfermos; cocinaban o cosían las ropas y uniformes de los soldados.
Innumerables mujeres empuñaron las armas para estar en la primera línea con el pelo recogido, hombro a hombro con los insomnes combatientes. La historia y tradición recoge información de tantas compatriotas de todas las regiones y clases sociales, que como madres, esposas o amantes, dejaron honda huella de servicio y pasión por alcanzar la inexistente como deseada libertad; en esta oportunidad nos referiremos a Concepción Mariño, hermana del valeroso margariteño el General en Jefe Santiago Mariño, nacidos en el Valle del Espíritu Santo, él en 1788 y Concepción en 1790; hijos del gallego don Santiago Mariño de Acuña y de la escocesa doña Anastasia Carry. Familia de excelente posición económica con intereses y esclavos en las costas del Golfo de Paria y en Trinidad.
Concepción contrajo matrimonio con José María Sanda, procreando cinco hijos. A raíz de la Capitulación de Miranda ante el jefe realista Domingo Monteverde el 25 de julio de 1812, desde el islote de Chacachacare ubicado en Trinidad el coronel Santiago Mariño y un grupo de jóvenes, organizan el 11 de enero de 1813 una expedición sobre las costas orientales de Venezuela.
Doña Concepción ofreció todo el entusiasmo y apoyo disponible para la realización exitosa de la empresa libertadora. Cuarenta y cinco personas entre ellas once venezolanos, algunos franceses e ingleses, se involucraron en esta actividad emancipadora, reunidos en la hacienda propiedad de doña Concepción, nombran en horas de la noche a Santiago Mariño como jefe de la expedición y presidente de la junta, como secretarios fueron designados Francisco Azcue, José Francisco Bermúdez, Manuel Piar y Manuel Valdés; ellos elaboraron un importante documento conocido como El Acta de Chacachacare, el cual concluía: "Mutuamente nos empeñamos nuestras palabras de caballeros de vencer o morir en esta gloriosa empresa, y de este compromiso, ponemos a Dios y nuestras espadas por testigos".
Los voluntarios extranjeros y las dos embarcaciones las proporcionó el corsario francés Juan Bautista Bideau. El grupo equipado con seis fusiles, algunas armas cortas y machetes, parten a primera hora del 13 de enero de 1813, pudiendo mediante la sorpresa y el apoyo de muchos voluntarios que se iban agregando, liberar a Güiria, Cumaná, Barcelona y Maturín. Mariño fue reconocido como Libertador de Oriente y Concepción denominada "La Magnánima Señora".
Siendo Santiago Jefe del Estado Mayor del Ejército Libertador en 1821, le correspondió a esta incansable luchadora movilizarse en embarcaciones de su propiedad hacia Jamaica para comprar y transportar armas y municiones, muchas de ellas utilizadas por el Ejército en Carabobo. En beneficio de la causa, sin exigir nada a cambio, Concepción facilitó sus pertenencias exaltando a los soldados al logro de la libertad.
Fallece esta distinguida heroína margariteña en su hacienda de Chacachacare en 1854. La agenda de las efigies está en deuda de erigir en el glorioso Campo de Carabobo un monumento alegórico a la participación de la heroína venezolana, "Mujer hecha Patria", al Sacerdote Anónimo, "Patriota con Sotana" y al Niño Héroe, "Semillero de Esperanzas", en la etapa emancipadora, reconociendo la decidida participación, ya que un monumento representa el recuerdo, la fraternidad, vigencia y agradecimiento de quienes tuvieron su ingente cuota de sacrificio y abnegación para lograr la herencia de independencia y soberanía.
(*) General de Brigada
eumenes7@gmail.com
En cada espacio del tiempo histórico venezolano iniciado en 1498, nuestras paisanas se han caracterizado y destacado por su abnegación, heroísmo y entrega para lograr los nobles objetivos.
En momentos de plena dificultad, ellas brindaron guarda y cobija a los combatientes de ideas y de lucha; muchas sirvieron de guías y mensajeras transitando sitios inhóspitos vigilados por fuerzas opositoras, otras atendían a los heridos en pleno campo de batalla o en la retaguardia; estas damas del sacrificio atendían a los enfermos; cocinaban o cosían las ropas y uniformes de los soldados.
Innumerables mujeres empuñaron las armas para estar en la primera línea con el pelo recogido, hombro a hombro con los insomnes combatientes. La historia y tradición recoge información de tantas compatriotas de todas las regiones y clases sociales, que como madres, esposas o amantes, dejaron honda huella de servicio y pasión por alcanzar la inexistente como deseada libertad; en esta oportunidad nos referiremos a Concepción Mariño, hermana del valeroso margariteño el General en Jefe Santiago Mariño, nacidos en el Valle del Espíritu Santo, él en 1788 y Concepción en 1790; hijos del gallego don Santiago Mariño de Acuña y de la escocesa doña Anastasia Carry. Familia de excelente posición económica con intereses y esclavos en las costas del Golfo de Paria y en Trinidad.
Concepción contrajo matrimonio con José María Sanda, procreando cinco hijos. A raíz de la Capitulación de Miranda ante el jefe realista Domingo Monteverde el 25 de julio de 1812, desde el islote de Chacachacare ubicado en Trinidad el coronel Santiago Mariño y un grupo de jóvenes, organizan el 11 de enero de 1813 una expedición sobre las costas orientales de Venezuela.
Doña Concepción ofreció todo el entusiasmo y apoyo disponible para la realización exitosa de la empresa libertadora. Cuarenta y cinco personas entre ellas once venezolanos, algunos franceses e ingleses, se involucraron en esta actividad emancipadora, reunidos en la hacienda propiedad de doña Concepción, nombran en horas de la noche a Santiago Mariño como jefe de la expedición y presidente de la junta, como secretarios fueron designados Francisco Azcue, José Francisco Bermúdez, Manuel Piar y Manuel Valdés; ellos elaboraron un importante documento conocido como El Acta de Chacachacare, el cual concluía: "Mutuamente nos empeñamos nuestras palabras de caballeros de vencer o morir en esta gloriosa empresa, y de este compromiso, ponemos a Dios y nuestras espadas por testigos".
Los voluntarios extranjeros y las dos embarcaciones las proporcionó el corsario francés Juan Bautista Bideau. El grupo equipado con seis fusiles, algunas armas cortas y machetes, parten a primera hora del 13 de enero de 1813, pudiendo mediante la sorpresa y el apoyo de muchos voluntarios que se iban agregando, liberar a Güiria, Cumaná, Barcelona y Maturín. Mariño fue reconocido como Libertador de Oriente y Concepción denominada "La Magnánima Señora".
Siendo Santiago Jefe del Estado Mayor del Ejército Libertador en 1821, le correspondió a esta incansable luchadora movilizarse en embarcaciones de su propiedad hacia Jamaica para comprar y transportar armas y municiones, muchas de ellas utilizadas por el Ejército en Carabobo. En beneficio de la causa, sin exigir nada a cambio, Concepción facilitó sus pertenencias exaltando a los soldados al logro de la libertad.
Fallece esta distinguida heroína margariteña en su hacienda de Chacachacare en 1854. La agenda de las efigies está en deuda de erigir en el glorioso Campo de Carabobo un monumento alegórico a la participación de la heroína venezolana, "Mujer hecha Patria", al Sacerdote Anónimo, "Patriota con Sotana" y al Niño Héroe, "Semillero de Esperanzas", en la etapa emancipadora, reconociendo la decidida participación, ya que un monumento representa el recuerdo, la fraternidad, vigencia y agradecimiento de quienes tuvieron su ingente cuota de sacrificio y abnegación para lograr la herencia de independencia y soberanía.
(*) General de Brigada
eumenes7@gmail.com
viernes, 23 de julio de 2010
LA ULTIMA CARTA DE BOLIVAR
Querida prima:
¿Te extraña que piense en ti al borde del sepulcro?
Ha llegado la última hora; tengo al frente el mar Caribe, azul y plata, agitado como mi alma por grandes tempestades; a mi espalda se alza el macizo gigantesco de la sierra con sus viejos picos coronados de nieve impoluta como nuestros ensueños de 1805.
Por sobre mí, el cielo más bello de América, la más hermosa sinfonía de colores, el más grandioso derroche de luz.
Y tú estás conmigo, porque todos me abandonan; tú estás conmigo en los postreros latidos de la vida, en las últimas fulguraciones de la conciencia.
¡Adiós Fanny! Esta carta, llena de signos vacilantes, la escribe la mano que estrechó las tuyas en las horas del amor, de la esperanza, de la fe.
Esta es la letra que iluminó el relámpago de los cañones de Boyacá y Carabobo; esta es la letra escrita del decreto de Trujillo y del mensaje del Congreso de Angostura.
¿No la reconoces, verdad? Yo tampoco la reconocería si la muerte no me señalara con su dedo despiadado la realidad de este supremo instante.
Si yo hubiera muerto en un campo de batalla frente al enemigo, te dejaría mi gloria, la gloria que entreví a tu lado en los campos de un sol de primavera.
Muero miserable, proscrito, detestado por los mismos que gozaron mis favores, víctima de un inmenso dolor; presa de infinitas amarguras. Te dejo el recuerdo de mis tristezas y lágrimas que no llegarán a verter mis ojos.
¿No es digna de tu grandeza tal ofrenda?
Estuviste en mi alma en el peligro, conmigo presidiste los consejos del gobierno, tuyos son mis triunfos y tuyos mis reveses, tuyos son también mi último pensamiento y mi pena final.
En las noches galantes del Magdalena vi desfilar mil veces la góndola de Byron por las calles de Venecia, en ella iban grandes bellezas y grandes hermosuras, pero no ibas tú; porque tú flotabas en mi alma mostrada por las níveas castidades.
A la hora de los grandes desengaños, a la hora de las últimas congojas apareces ante mis ojos de moribundo con los hechizos de la juventud y de la fortuna; me miras y en tus pupilas arde el fuego de los volcanes; me hablas y en tu voz escucho las dianas de Junín.
Adiós, Fanny, todo ha terminado. Juventud, ilusiones, risas y alegrías se hunden en la nada, sólo quedas tú como ilusión serafina señoreando el infinito, dominando la eternidad.
Me tocó la misión del relámpago: rasgar un instante las tinieblas, fulgurar apenas sobre el abismo y tornar a perderse en el vacío.
Santa Marta, 6 de diciembre de 1830.
¿Te extraña que piense en ti al borde del sepulcro?
Ha llegado la última hora; tengo al frente el mar Caribe, azul y plata, agitado como mi alma por grandes tempestades; a mi espalda se alza el macizo gigantesco de la sierra con sus viejos picos coronados de nieve impoluta como nuestros ensueños de 1805.
Por sobre mí, el cielo más bello de América, la más hermosa sinfonía de colores, el más grandioso derroche de luz.
Y tú estás conmigo, porque todos me abandonan; tú estás conmigo en los postreros latidos de la vida, en las últimas fulguraciones de la conciencia.
¡Adiós Fanny! Esta carta, llena de signos vacilantes, la escribe la mano que estrechó las tuyas en las horas del amor, de la esperanza, de la fe.
Esta es la letra que iluminó el relámpago de los cañones de Boyacá y Carabobo; esta es la letra escrita del decreto de Trujillo y del mensaje del Congreso de Angostura.
¿No la reconoces, verdad? Yo tampoco la reconocería si la muerte no me señalara con su dedo despiadado la realidad de este supremo instante.
Si yo hubiera muerto en un campo de batalla frente al enemigo, te dejaría mi gloria, la gloria que entreví a tu lado en los campos de un sol de primavera.
Muero miserable, proscrito, detestado por los mismos que gozaron mis favores, víctima de un inmenso dolor; presa de infinitas amarguras. Te dejo el recuerdo de mis tristezas y lágrimas que no llegarán a verter mis ojos.
¿No es digna de tu grandeza tal ofrenda?
Estuviste en mi alma en el peligro, conmigo presidiste los consejos del gobierno, tuyos son mis triunfos y tuyos mis reveses, tuyos son también mi último pensamiento y mi pena final.
En las noches galantes del Magdalena vi desfilar mil veces la góndola de Byron por las calles de Venecia, en ella iban grandes bellezas y grandes hermosuras, pero no ibas tú; porque tú flotabas en mi alma mostrada por las níveas castidades.
A la hora de los grandes desengaños, a la hora de las últimas congojas apareces ante mis ojos de moribundo con los hechizos de la juventud y de la fortuna; me miras y en tus pupilas arde el fuego de los volcanes; me hablas y en tu voz escucho las dianas de Junín.
Adiós, Fanny, todo ha terminado. Juventud, ilusiones, risas y alegrías se hunden en la nada, sólo quedas tú como ilusión serafina señoreando el infinito, dominando la eternidad.
Me tocó la misión del relámpago: rasgar un instante las tinieblas, fulgurar apenas sobre el abismo y tornar a perderse en el vacío.
Santa Marta, 6 de diciembre de 1830.
lunes, 19 de julio de 2010
Juan Lovera, "el pintor del nacimiento de la República"
Eumenes Fuguet Borregales (*)
Al evocar las efemérides patrias del 19 de abril de 1810 y la del 5 de julio de 1811, nos vienen a la memoria las pinturas de las referidas fechas; extraordinarias obras elaboradas por el caraqueño Juan Lovera, testigo presencial de ambos acontecimientos de la gestación de la República. Nacido el 11 de julio de 1776, del matrimonio de Atanasio Lovera y Doña Juana Arrechedera en la vivienda ubicada entre las esquinas de Pelota a Punceres. Desde pequeño tuvo especial inclinación por la pintura estimulado por los frailes dominicos en el Convento de San Jacinto; con ellos aprende a preparar los colores y lienzos. De sus profesores podemos mencionar al conocido artista Antonio José Landaeta, quien le dio los conocimientos elementales, perfeccionados a través de la práctica y la experiencia. De sus primeras obras se encuentra la realizada a Alejandro Humboldt en 1799; en la reconstrucción de la iglesia parroquial de La Victoria, dejó plasmada en 1808 con su brillante pincel la obra "Padre Eterno". Juan Lovera comienza a ser conocido como uno de los mejores retratistas de la época colonial, que sin tener la suerte de mejorar su técnica en otro país europeo, pudo destacarse con su estilo de retratista e imaginativo. Con entusiasmo se involucra en el movimiento revolucionario del 19 de abril de 1810; ese año pinta "El Hombre del chaleco". A través del diario "El Mercurio Venezolano" recibe elogios por parte del Francisco Isnardi, "el redactor del Acta de Independencia".
Nuestro biografiado desde 1812 sufrió persecuciones por parte de las fuerzas realistas; huyendo de las atrocidades del asturiano José Tomás Boves, acompaña al Libertador con veinte mil caraqueños que abandonan la ciudad el 7 de julio de 1814 en la Emigración a Oriente. Lovera se instala en Cumaná por poco tiempo donde impartirá clases de pintura, para luego seguir a las islas de las Antillas, Puerto Rico y Curazao; Al regresar a Caracas en 1820 continuará su labor de artista. Con el conocido músico Lino Gallardo, fundan una Escuela de Arte, formadora de los nuevos valores en pintura, música y escultura; ese año pinta a "La Buena Pastora", de las pocas obras de estilo religioso conocidas. El Ayuntamiento capitalino le solicita en julio de 1821, sus servicios para realizar obras conmemorativas a la batalla de Carabobo. El Vicepresidente del Departamento de Venezuela Carlos Soublette lo designa Corregidor de Caracas en septiembre de ese glorioso año 1821. Será igualmente designado en 1822 Alcalde Ordinario de Caracas. En 1823 alejado de la administración pública se dedica a pintar a las grandes personalidades del momento, entre ellos el general Páez, Dr. Cristóbal Mendoza, Mariano Herrera Toro, entre tantos que solicitaron sus valiosos servicios artísticos. Pinta al Libertador en 1827 durante su última visita a Venezuela. Lovera se interesa y participa en 1828 en el proyecto del general Francisco de Paula Avendaño de fundar un taller de litografía, de los primeros de su tipo en Venezuela. Su mano maestra realiza entre 1831 y 1832: "La Dolorosa, "Ecce Homo", retratos de: Sir Robert Ker Porter, del Dr. Fermín Paúl, sacerdote Domingo de Freites y del obispo Manuel Sosa Betancourt. En 1835 pinta el famoso cuadro del 19 de abril de 1810, el cual se encuentra en el salón de Sesiones Concejo Municipal de Caracas; en 1836 elabora un retrato del eminente doctor José María Vargas. En 1837 ejecuta su segunda obra que lo inmortaliza: "el 5 de julio de 1811", la cual se encuentra en la Asamblea Nacional. Lovera es bien denominado por Alfredo Boulton como "El Pintor de los Próceres". Es obra de su prodigioso estilo el maravilloso cuadro "La Virgen del Carmen", propiedad de la Fundación Polar. Luego de dedicar su vida a las artes y a la enseñanza, fallece este gran pintor de la historia en Caracas el 20 de enero de 1841. En su memoria se ha instituido en 1971 el Premio de Artes Visuales por parte del Concejo Municipal caraqueño; varias escuelas de Artes en algunas ciudades del país llevan con honra su preclaro nombre.
(*) Gral. de Bgda
eumenes7@gmail.com
Al evocar las efemérides patrias del 19 de abril de 1810 y la del 5 de julio de 1811, nos vienen a la memoria las pinturas de las referidas fechas; extraordinarias obras elaboradas por el caraqueño Juan Lovera, testigo presencial de ambos acontecimientos de la gestación de la República. Nacido el 11 de julio de 1776, del matrimonio de Atanasio Lovera y Doña Juana Arrechedera en la vivienda ubicada entre las esquinas de Pelota a Punceres. Desde pequeño tuvo especial inclinación por la pintura estimulado por los frailes dominicos en el Convento de San Jacinto; con ellos aprende a preparar los colores y lienzos. De sus profesores podemos mencionar al conocido artista Antonio José Landaeta, quien le dio los conocimientos elementales, perfeccionados a través de la práctica y la experiencia. De sus primeras obras se encuentra la realizada a Alejandro Humboldt en 1799; en la reconstrucción de la iglesia parroquial de La Victoria, dejó plasmada en 1808 con su brillante pincel la obra "Padre Eterno". Juan Lovera comienza a ser conocido como uno de los mejores retratistas de la época colonial, que sin tener la suerte de mejorar su técnica en otro país europeo, pudo destacarse con su estilo de retratista e imaginativo. Con entusiasmo se involucra en el movimiento revolucionario del 19 de abril de 1810; ese año pinta "El Hombre del chaleco". A través del diario "El Mercurio Venezolano" recibe elogios por parte del Francisco Isnardi, "el redactor del Acta de Independencia".
Nuestro biografiado desde 1812 sufrió persecuciones por parte de las fuerzas realistas; huyendo de las atrocidades del asturiano José Tomás Boves, acompaña al Libertador con veinte mil caraqueños que abandonan la ciudad el 7 de julio de 1814 en la Emigración a Oriente. Lovera se instala en Cumaná por poco tiempo donde impartirá clases de pintura, para luego seguir a las islas de las Antillas, Puerto Rico y Curazao; Al regresar a Caracas en 1820 continuará su labor de artista. Con el conocido músico Lino Gallardo, fundan una Escuela de Arte, formadora de los nuevos valores en pintura, música y escultura; ese año pinta a "La Buena Pastora", de las pocas obras de estilo religioso conocidas. El Ayuntamiento capitalino le solicita en julio de 1821, sus servicios para realizar obras conmemorativas a la batalla de Carabobo. El Vicepresidente del Departamento de Venezuela Carlos Soublette lo designa Corregidor de Caracas en septiembre de ese glorioso año 1821. Será igualmente designado en 1822 Alcalde Ordinario de Caracas. En 1823 alejado de la administración pública se dedica a pintar a las grandes personalidades del momento, entre ellos el general Páez, Dr. Cristóbal Mendoza, Mariano Herrera Toro, entre tantos que solicitaron sus valiosos servicios artísticos. Pinta al Libertador en 1827 durante su última visita a Venezuela. Lovera se interesa y participa en 1828 en el proyecto del general Francisco de Paula Avendaño de fundar un taller de litografía, de los primeros de su tipo en Venezuela. Su mano maestra realiza entre 1831 y 1832: "La Dolorosa, "Ecce Homo", retratos de: Sir Robert Ker Porter, del Dr. Fermín Paúl, sacerdote Domingo de Freites y del obispo Manuel Sosa Betancourt. En 1835 pinta el famoso cuadro del 19 de abril de 1810, el cual se encuentra en el salón de Sesiones Concejo Municipal de Caracas; en 1836 elabora un retrato del eminente doctor José María Vargas. En 1837 ejecuta su segunda obra que lo inmortaliza: "el 5 de julio de 1811", la cual se encuentra en la Asamblea Nacional. Lovera es bien denominado por Alfredo Boulton como "El Pintor de los Próceres". Es obra de su prodigioso estilo el maravilloso cuadro "La Virgen del Carmen", propiedad de la Fundación Polar. Luego de dedicar su vida a las artes y a la enseñanza, fallece este gran pintor de la historia en Caracas el 20 de enero de 1841. En su memoria se ha instituido en 1971 el Premio de Artes Visuales por parte del Concejo Municipal caraqueño; varias escuelas de Artes en algunas ciudades del país llevan con honra su preclaro nombre.
(*) Gral. de Bgda
eumenes7@gmail.com
domingo, 18 de julio de 2010
Martín Tovar y Tovar, excelso pintor caraqueño
Eumenes Fuguet Borregales (*)
eumenes7@gmail.com
Cuando admiramos la pintura de la Batalla de Carabobo, obra que le da vida al magno acontecimiento histórico, ubicada en la cúpula del Salón Elíptico de la Asamblea Nacional; o el de la Firma del Acta de Independencia, nos viene a la mente la figura de su insigne autor, Martín Tovar y Tovar, de los mejores artistas plásticos formados en la época nacido el 10 de febrero de 1827, de la unión del español Antonio Tovar, militar acompañante del "Pacificador" Pablo Morillo a comienzos de 1815, y la caraqueña Damiana Tovar.
Desde pequeño siente inclinación por la pintura, sus trazos mostraban la creatividad y talento que desarrollaría al poco tiempo, sin prisa, pero sin pausa; tuvo entre sus primeros maestros al prestigioso Carmelo Fernández, diseñador de la efigie del Libertador en las monedas de circulación nacional: Martín contaba veintitrés años, cuando es enviado a continuar sus estudios de arte en la prestigiosa Academia San Fernando. En Madrid estableció contacto con los mejores pintores del momento, a la vez que demuestra un gran estilo particular y superación innata. Continuará a Paris en 1852, ampliando sus conocimientos en el taller y Escuela de Artes de León Cogniet, estudios truncados por la escasez de recursos económicos, que lo obligaron regresar al lar nativo en 1855, dedicándose a la pintura de retratos y a la formación de nuevos pintores.
Retorna a Europa en 1862, en Londres expone su obra "Escena Llanera", recibiendo los mejores elogios de los críticos de arte asistentes. Vuelve al país trayendo sus obras. Su talento es solicitado por las grandes personalidades políticas, sociales y económicas del momento para lograr elaboración de retratos del afamado pintor; pudiendo mencionar entre otros los retratos elaborados al Dr. José María Vargas, José Tadeo Monagas, Antonio Tovar, Anita Tovar y al Gral. Carlos Soublette. Tovar y Tovar es designado Director de la Academia de Bellas Artes en 1867.
El gobierno nacional presidido por el general Antonio Guzmán Blanco, le solicita en 1873 la elaboración de treinta cuadros de próceres para ser colocados en el Palacio Federal; a tal fin Tovar y Tovar se traslada a París donde obtiene las facilidades de local y del material necesario para ejecutar el pedido gubernamental; representando con su pincel el perfil de los claros personajes que nos legaron independencia y soberanía.
En la realización de los retratos pareciera que este paisano de las artes llevara a Venezuela en su corazón, plasmando con su mágico pincel, las características de su importante y acucioso trabajo. Durante su permanencia en la "Ciudad Luz", elabora "La Firma del Acta de Independencia", cuadro presentado en la exposición realizada en Caracas en 1873 con motivo de la conmemoración del primer centenario del natalicio del Libertador, obra que le merece el primer lugar y la única Medalla de Oro ofrecida en reconocimiento. Entre los inmediatos seguidores a su estilo se encuentran los afamados artistas Arturo Michelena y Antonio Herrera Toro.
En 1884 sus valiosos servicios son de nuevo requeridos por el ente presidencial para la ejecución de seis lienzos sobre la Batalla de Carabobo destinado al Salón Elíptico del Palacio Federal el cual se encontraba en construcción; la magistral obra del Tovar y Tovar, donde se observan los detalles ocurridos en la inmortal sabana, el movimiento, paisaje y color de esta brillante obra, le dan vida al glorioso momento emancipador,
Grandiosa obra culminada en Paris luego de tres años de ardua labor; durante la colocación de los lienzos en la cúpula del Palacio Federal, estaría este paisano "pintor de la historia y de la libertad" supervisando al detalle el trabajo que trasmitía un ejemplo de patria cumplida. Esta obra pictórica representa la máxima expresión de su vida artística, allí dejó plasmada la huella de su arte inmortal. Otras obras conocidas de Martín Tovar y Tovar son; la batalla de Boyacá, batalla de Ayacucho y batalla de Junín. Dedicó buen tiempo a la pintura de paisajes, considerado entre los primeros en desarrollar el paisajismo en Venezuela, teniendo como modelos al majestuoso valle de Caracas y costas del litoral guaireño.
Este insigne representante de la pintura venezolana fallece en Caracas el 17 de diciembre de 1902, siendo trasladados sus venerados restos al Panteón Nacional, recinto de los grandes ciudadanos servidores a la nación el 22 de septiembre de 1983.
*General de Brigada
eumenes7@gmail.com
Cuando admiramos la pintura de la Batalla de Carabobo, obra que le da vida al magno acontecimiento histórico, ubicada en la cúpula del Salón Elíptico de la Asamblea Nacional; o el de la Firma del Acta de Independencia, nos viene a la mente la figura de su insigne autor, Martín Tovar y Tovar, de los mejores artistas plásticos formados en la época nacido el 10 de febrero de 1827, de la unión del español Antonio Tovar, militar acompañante del "Pacificador" Pablo Morillo a comienzos de 1815, y la caraqueña Damiana Tovar.
Desde pequeño siente inclinación por la pintura, sus trazos mostraban la creatividad y talento que desarrollaría al poco tiempo, sin prisa, pero sin pausa; tuvo entre sus primeros maestros al prestigioso Carmelo Fernández, diseñador de la efigie del Libertador en las monedas de circulación nacional: Martín contaba veintitrés años, cuando es enviado a continuar sus estudios de arte en la prestigiosa Academia San Fernando. En Madrid estableció contacto con los mejores pintores del momento, a la vez que demuestra un gran estilo particular y superación innata. Continuará a Paris en 1852, ampliando sus conocimientos en el taller y Escuela de Artes de León Cogniet, estudios truncados por la escasez de recursos económicos, que lo obligaron regresar al lar nativo en 1855, dedicándose a la pintura de retratos y a la formación de nuevos pintores.
Retorna a Europa en 1862, en Londres expone su obra "Escena Llanera", recibiendo los mejores elogios de los críticos de arte asistentes. Vuelve al país trayendo sus obras. Su talento es solicitado por las grandes personalidades políticas, sociales y económicas del momento para lograr elaboración de retratos del afamado pintor; pudiendo mencionar entre otros los retratos elaborados al Dr. José María Vargas, José Tadeo Monagas, Antonio Tovar, Anita Tovar y al Gral. Carlos Soublette. Tovar y Tovar es designado Director de la Academia de Bellas Artes en 1867.
El gobierno nacional presidido por el general Antonio Guzmán Blanco, le solicita en 1873 la elaboración de treinta cuadros de próceres para ser colocados en el Palacio Federal; a tal fin Tovar y Tovar se traslada a París donde obtiene las facilidades de local y del material necesario para ejecutar el pedido gubernamental; representando con su pincel el perfil de los claros personajes que nos legaron independencia y soberanía.
En la realización de los retratos pareciera que este paisano de las artes llevara a Venezuela en su corazón, plasmando con su mágico pincel, las características de su importante y acucioso trabajo. Durante su permanencia en la "Ciudad Luz", elabora "La Firma del Acta de Independencia", cuadro presentado en la exposición realizada en Caracas en 1873 con motivo de la conmemoración del primer centenario del natalicio del Libertador, obra que le merece el primer lugar y la única Medalla de Oro ofrecida en reconocimiento. Entre los inmediatos seguidores a su estilo se encuentran los afamados artistas Arturo Michelena y Antonio Herrera Toro.
En 1884 sus valiosos servicios son de nuevo requeridos por el ente presidencial para la ejecución de seis lienzos sobre la Batalla de Carabobo destinado al Salón Elíptico del Palacio Federal el cual se encontraba en construcción; la magistral obra del Tovar y Tovar, donde se observan los detalles ocurridos en la inmortal sabana, el movimiento, paisaje y color de esta brillante obra, le dan vida al glorioso momento emancipador,
Grandiosa obra culminada en Paris luego de tres años de ardua labor; durante la colocación de los lienzos en la cúpula del Palacio Federal, estaría este paisano "pintor de la historia y de la libertad" supervisando al detalle el trabajo que trasmitía un ejemplo de patria cumplida. Esta obra pictórica representa la máxima expresión de su vida artística, allí dejó plasmada la huella de su arte inmortal. Otras obras conocidas de Martín Tovar y Tovar son; la batalla de Boyacá, batalla de Ayacucho y batalla de Junín. Dedicó buen tiempo a la pintura de paisajes, considerado entre los primeros en desarrollar el paisajismo en Venezuela, teniendo como modelos al majestuoso valle de Caracas y costas del litoral guaireño.
Este insigne representante de la pintura venezolana fallece en Caracas el 17 de diciembre de 1902, siendo trasladados sus venerados restos al Panteón Nacional, recinto de los grandes ciudadanos servidores a la nación el 22 de septiembre de 1983.
*General de Brigada
jueves, 15 de julio de 2010
La esquina y el Hospital Médico Quirúrgico de Emergencia de Salas.
Gerónimo Alberto Yerena Cabrera
Introducción
Quizás unos
cuantos caraqueños, sobre todo los nacidos después de la década de los sesenta,
piensen o se les ha mal informado que el nombre de la esquina de Salas, se deba a que allí estuvo
situado el antiguo Hospital Médico Quirúrgico
de Emergencia de Salas, conocido popularmente como Puesto de Socorro de
Salas. Quizás también una mayoría – incluso médicos, no tan jóvenes- ignoran el
porqué se le llamaba Puesto de Socorro
de Salas, si ese no era su nombre, y se
crea que la bella y recordada edificación, que aún causa nostalgia a muchos
caraqueños que la conocimos, fue construido para ese fin.
Realmente los que nos ocupamos de recordar el pasado cercano del terruño donde vivimos,
estudiar su historia y relacionarlo con el presente contemporáneo, lo cual aunque
sólo hayamos vivido una parte de él y sólo conozcamos otras por referencia, nos
llena de una nostalgia asimilada y generalmente lo hacemos después de haber entrado a la edad madura,
cuando ya hemos cumplido y realizados muchas de las metas que nos trazamos en
nuestra juventud, y tenemos tiempo y disposición para recordar o indagar la
historia del entorno en que vivimos.
Estas reminiscencias
las combinamos con nuestras ilusiones y
vivencias y nos servirán, como así sucede, como un buen tema para conversar amenamente con los amigos de nuestro grupo
etarios, con los jóvenes, y lo que es más importante, con nuestros familiares.
La esquina de Salas.
La esquina
debe su nombre a Don Gaspar de Salas, el cual estaba al servicio de la compañía
Guipuzcoana, y ostentaba el título de Secretario ad honorem de Su Majestad,
gozaba de poder político y económico en esa época. Aunque vivió allí a mediado del siglo XVII, fue una de las
esquinas, como muchas otras, que conservó el nombre de quien la habitaba.
Antiguo Puesto de Socorro de la esquina de Santa
Teresa.
Lo de llamar Puesto de Socorro de Salas, al Hospital
Médico Quirúrgico de Emergencia de Salas se debe a la tradición popular caraqueña
de la primera mitad del siglo XX, los caraqueños de entonces iban, cuando se le presentaba una emergencia,
al antiguo Puesto de Socorro situado en el ángulo noreste de la esquina de
Santa Teresa, y al ser mudado para la esquina de Salas lo continuaron llamando
con el mismo nombre acostumbrado: Puesto de Socorro.
Casualmente me enteré de este antiguo centro
asistencial situado en la esquina de Santa Teresa cuando visité en los años
sesenta a un amigo de mi padre, el señor José Ernesto Ferrer, encargado de la
Agencia de Casas de Issac Torres, situada entre las esquinas de Maturín a Santa Bárbara; en su
oficina tenía montado un cuadro de aproximadamente metro y medio por un metro a
color, en el cual mostraba el Plano de Caracas
Monumental por Ramón Soza B del año 1936. Este plano tiene la
característica de tener dibujado todas las edificaciones comerciales,
gubernamentales, eclesiásticas, sociales y hospitalarias emblemáticas de esa época.
Conversando me señaló en la esquina de Santa Teresa el dibujo del Puesto de
Socorro; no dejó de contarme sus peripecias en ese sitio.
En esa oportunidad me enteré que el doctor Jesús
Antonio Yerena había trabajado durante su pregrado allí. Afortunadamente le
tomé muchas fotos al cuadro las cuales aún conservo y fue de esta manera, que luego
de recordarlo, pude localizar con exactitud el sitio donde se encontraba
situado el hospital. El plano se puede solicitar en la Cartografía Nacional, en
Internet se puede encontrar el plano, pero no se aprecian con claridad las
construcciones.
La mudanza para la esquina de Salas.
Convento de las hermanas Dominica.
Casa de Beneficencia Nacional
Casa Natal de Don Andrés Bello
Ministerio de Educación
Como consecuencia de las innovaciones y construcciones
viales programadas a finales de la década del cuarenta, tales como la Avenida
Bolívar y el Centro Simón Bolívar, entre otras, fue necesario derrumbar el
Puesto de Socorro anteriormente mencionado. Para entonces había dejado de ser una
dependencia del Ministerio de Sanidad por convenio suscrito por entre el
Gobernador del Distrito Federal y el Titular del Despacho del M.S.A.S, pasando
a formar parte del servicio de Emergencia del Hospital Vargas.
Beneficencia Nacional 1877
El hospital fue trasladado el 19 de
Abril de 1947 al antiguo edificio donde funcionaba la Casa de Beneficencia
Nacional,situada en la esquina de Salas, instituto que allí existió luego de la
salida de las monjas Dominicas el viernes 8 de mayo de 1874. Comenzó a funcionar
con cien camas de hospitalización para adultos orientado a la atención de casos
de cirugía y traumatología, tanto en la hospitalización como en el servicio ambulatorio.
Las remodelaciones, que para entonces le hicieron, no fueron suficientes para
cubrir las necesidades de atención quirúrgica de emergencia, debido a la
demanda de una nueva Venezuela.
Como siempre ha sucedido en nuestro
país, se remodela y luego se inaugura como nuevo. Para cubrir las necesidades
que exigía la nueva era, se aumento a 136 camas y se hizo reparaciones importantes
para un mejor y adecuado funcionamiento.
Se inauguró oficialmente el 1 de septiembre de 1949.
En la esquina este de la cuadra donde se
localizaba la edificación, ángulo noroeste de la esquina de Las Mercedes, quedaba
la casa natal de Don Andrés Bello, el hombre más ilustre de Venezuela junto con
El Precursor y El Libertador.
En el año de 1.969, durante la
Presidencia del Dr. Rafael Caldera, surge la idea de construir una nueva sede
del Ministerio de Educación, en la cuadra entre la esquina de Salas a la
esquina de las Mercedes, sitio ocupado por el hospital y la casa natal de Don
Andrés Bello.
Sólo se le pasó por alto -nada más- que
cometieron un atentado al Patrimonio Nacional: primero demolieron la Casa Natal
de Don Andrés Bello, así de simple -el construir el Ministerio de Educación. Tumbándole
la casa natal a Bello, no era honrarlo-; y segundo, demolieron lo que debió ser
un recuerdo de la construcción que se inició cercano a 1812, la cual sobrevivió
maltrecha al terremoto del 26 de marzo de 1812, reedificada en el año de 1817
cuando se instaló el Convento
de Dominicas de Caracas, construcción realizada para ese fin.
Como consecuencia de esto, el hospital se traslado en
1971 a las edificaciones que estaban proyectadas
para la Ampliación del Hospital Psiquiátrico de Caracas. Se le dio el nombre de
Hospital General de Lídice Dr. “Jesús Yerena”. El doctor Yerena quién había
fallecido el 3 de julio de 1970 próximo a cumplir 53 años, fue interno de
pregrado del Puesto de Socorro de la esquina de Santa Teresa; luego de graduado
en 1942, al inicio de las actividades del Hospital de Salas también trabajó en
esa institución.
En conversación con médicos psiquiatras
que laboraron a mediados del siglo pasado, me narraron que en los terrenos al
fondo del antiguo Hospital Psiquiátrico donde se hizo la ampliación, funcionaba
una granja que cubría en parte los aportes de los vegetales consumido por los
pacientes, y también funcionó una panadería con el mismo fin, incluso vendía
pan a las casas aledañas.
Como diría Oscar Yánez: Así son
las Cosas.
Bibliografía consultada
.-Key
Ayala, Santiago. Los nombres de las esquinas de Caracas. Imprenta Bolívar, 1926.
.- Enrique
Bernardo Nuñez. La Ciudad de los techos
rojos.
Monte Ávila Editores, C.A., 1988.
.- Enrique Bernardo Núñez. Libro Figuras y Estampas de la Antigua Caracas. Monte Ávila
Editores.1991.
.- Rafael
Valery. La Nomenclatura Caraqueña Ernesto Ermitaño Editor. Caracas. 1978
.-Graciela Schael Martínez. Estampas Caraqueñas. Consejo Municipal del
Distrito Federal.1975.
.-José
García de la Concha. Reminiscencias Vida y costumbres de la vieja Caracas.
Ernesto Armitano. Editor.
..-
Mercedes Pérez. 25 Vidas Bajo un Signo. Ediciones Lerner.1967.
. -Ermila
Troconis. Caracas. Editorial la Fundación MAPFRE AMERICA. 1992.
-
Guillermo Meneses. El Libro de Caracas. Caracas. Fundarte.1995.
.- Lila
Mago de Chopite. Caracas y su crecimiento urbano. Publicación de la Unidad de
Cultura y Publicaciones del Instituto Universitario Pedagógico de Caracas.
1986.
.- Sola
Ricardo, Irma de. Contribución al estudio de los planos de Caracas. Ediciones
del Cuatricentenario.1967.
.- SE HIZO SEÑA, Katty Solórzano, “premio
Planeta de Historia” en 1998.
.-Apuntes y artículos periodísticos de Juan Ernesto
Montenegro. Cronista de la Ciudad.
.-Ernesto Otaduy S.I. Iglesias de la antigua
Caracas. Imprenta Municipal de Caracas. 1974.
.-Crónicas de Antaño. Ávila
Gráfica, S.A. Impresores. Caracas Venezuela. 1951.
.-Juan
Röhl. 501 pequeñas historias. Editorial Monte Ávila Editores C.
.- Sola
Ricardo, Irma de. Contribución al estudio de los planos de Caracas. Ediciones
del Cuatricentenario.1967.
.-
Crónica de Calle, aportada por personajes de la época.